… … …
-(Puesto que no ha muerto. -Puesto que
podría esta misma noche - gracias a esas casualidades que fortalecen nuestra fe
en el Destino- encontrármela por las calles de esta misma ciudad, Ciudad Maldita,
hablar de nuevo con ella, reparar a mi manera toda la triste y turbulenta y
bella y feliz historia de cuatro años que atravesamos después de la prehistoria
y del idilio que he intentado narrar.)
- (Puesto que las invocaciones y los conjuros,
el poder de maldecir o de sanar, la capacidad profética o adivinatoria asociada
desde antiguo a la poesía, tal vez sigan siendo eficientes en nuestro siglo.)
- (Y tal vez solamente aquellos que se
entregan a las nimiedades de la rememoración, los ociosos especuladores, los
que permanecen perplejos ante el enigma de los enigmas,)
- (tal
vez solo los que no reniegan de sus corazones enfermos, pueden lanzar al aire
del mundo la substancia invisible y mágica de la que están hechas las oraciones
escuchadas.)
“... Percibes lo
injusto que es el mundo y eso hay que cambiarlo. No es fácil, ya lo sé, pero es
posible, sólo que hay que pelearlo, aquí, allá, en cualquier lugar. Pelea,
hombre, pelea; por ti mismo (por lo que amas o por quien amas) y por los demás.”
La Duende desde algún lugar de
Centroamérica. 14 de septiembre de 1990
MI RELIGIÓN EN 1995
UN NEOSURREALISMO SEMITÁNTRICO CUASIPOLITEÍSTA.
Y LA MUJER QUE SE CREÍA UN ÁNGEL.
Crónica
Duras son las rupturas, tristes para
un hombre que ya no está en la flor de la edad y encara un porvenir erótico de
lo más incierto. Dramáticas porque mi drama –asistir en vida a la repetida
muerte de todos los amores- aparece en todas las separaciones.
- Y
cuatro años más tarde la Duende era mi
pareja, vivíamos juntos y en uno de sus golpes de temperamento se había ido a
visitar a un amigo en Granada: La que hasta entonces había sido mi chica, me gritaba desde la puerta que no quería
verme en casa cuando volviese.
- Lo peor no es que su amigo –al que ella ya conocía
antes de conocerme a mí- fuese de la ciudad que mató al Poeta, esa engreída
capital universitaria de la burguesía más putrefacta, fea ciudad de la mala
follá adherida a los misterios del Sacromonte y de la Alhambra. - Lo peor
no es que fuera de aquella ciudad tan atractiva, sino que era profesor de Educación Física. Es
decir: Determinada a zanjar nuestra relación poniéndome unos cuernos anunciados
de campeonato, la Duende se había decidido por el músculo, por un tío cachas.
Yo me martirizaba soñando detalles íntimos de aquel
fin de semana en Granada, 48 horas por lo menos compartiendo pìso y seguramente
cama con un soltero que está bueno. - Sin decirlo expresamente, la
Duende me estaba anunciando que pensaba festejar nuestra ruptura con una promenade
royal por las camas y casas de todos sus amigos y ex-amantes, y lo que fuera cayendo.
-(Mis
cuernos en aquel entonces eran
infantiles, casi retozones si los comparamos con la envergadura que llegarían a
alcanzar con el paso de los meses y el atrevido y prolongado retorno a la
promiscuidad y al libre follar de la Duende (mi –ex). - Si la nariz de Pinnocchio
se alargaba según las mentiras fueran más o menos grandes, lo mismo ocurre con los
cüernos: que pueden adquirir una
longitud de medio metro de astas,
florituras de casco óseo de un reno o de un macho cabrío , si tu mujer te la lleva pegando décadas con
el vecino que siempre te saluda con excesos de respeto; en cambio una sola
infidelidad aislada solo saca de la frente del hombre medio un fulgor ebúrneo,
apenas una arista –quizás una arista de dolor- que resulta hasta estética y
acaba erosionándose por el paso del tiempo. – Cüernos y pedagogía).-
- Era increíble
todo lo que estaba aprendiendo, todo lo que estaba progresando a través del
dolor que me causaba mi chica y del que yo le causaba a ella. - Disputábamos a
diario y cada vez de forma más violenta. Las Navidades las pasamos en el abismo
de los celos y de la disputa, nos peleábamos todo el tiempo, al final nos
dolían los pulmones, llorábamos y nada tenía remedio. - La primavera acabó de
descentrarnos: Sentía que mi cintura se descentraba hacia otras bellas. - En
nuestro entorno veía que algunos hombres sin pareja empezaban a dirigir sus
cinturas hacia la Duende. - Como estábamos en la Costa, y en un pueblo pequeño,
la verdad es que al final todos nos habíamos acostado con todos (y si
pasaba algún artista o forastero por el pueblo en invierno, había cola para
follárselo), en noches primaverales de feliz experimentalismo. –A veces
meditaba en las combinaciones que faltaban y en las imposibles: Me había
habituado a ser celoso por un amargo instinto:
La Duende era desas mujeres que bajo el signo de
Sagitario harían bien en cortarse un poco y no ser tan francas: Cuando me
engañó en la Costa estando yo en Ybbozzim, al principio lo quiso ocultar pero ante mi
insistencia me lo confesó valientemente. - Ella había estado en centroamérica,
en valles y en selvas donde silbaban las balas. -Era por lo menos diez veces
más valiente que yo. –No se contentó con admitir su infidelidad con un joven
modelador de vinos sino que entró en detalles: Él se había corrido tres veces;
y ella –hizo un gesto de feliz rememoración- innumerables. - Era yo quien se lo había preguntado para
martirizarme o martirizarla pero a veces hubiese preferido que no fuese tan
sincera. – Me imaginaba a mi rival eyaculando tres discretas veces en las
entrañas de mi chica y luego manipulándola mientras ella se arquea y se deshace
en el paroxismo del multiorgasmo.- Y me incendiaba la violencia. –Pero así era
ella. –La mujer de la que llevaba 5 años enamorado.
Por otro lado su infidelidad de una noche entera echando
polvos, no era más que una compensación
mínima al lado de todo lo que había hecho yo durante su separación. – Parecía
inútil intentar no rozar otras pieles, no besar otras bocas, no conocer otras
mujeres en cuanto nos separábamos porque yo me fuera a Ybbozzim o ella a Cuba.-
Entonces nos echábamos de menos desde lejos y nos sentíamos enamorados.- Pero
cuando volvíamos a reunirnos, discutíamos ya desde la primera noche tras
contarnos nuestras respectivas aventuras donde siempre había rastros y evidencias
de erotismo, amor y contactos buco-genitales más o menos completos. –La Duende
no se arredraba ante detalles anatómicos particulares como que uno de sus
amantes nicas tenía una mancha de nacimiento en el pene con forma de
serpiente morada (también me describió su tamaño: parecía un poco enamorada
dese apéndice).- Sentía que al lado de la Duende y de su alegre sexualidad, día
a día iba reconociendo más el atractivo sexual de los tíos, como si por confuir
con ella y su deseo, yo me volviera homosexual.- Veía guapos y superiores a
todos los hombres que a ella le gustaban y a los que siempre prometía no sé qué
con su demoledora sonrisa.
La Duende se había ganado ese sobrenombre por
algo: Su sonrisa entre socarrona y
encantada de la vida poseía un magnetismo irremediable: Ella hacía el gracioso
baile de sus labios y sus dientes, y los tíos sucumbían. -Podía ocurrir en
cualquier sitio y a cualquier hora. -Lo había visto con mis propios ojos: cómo babeaban los ancianos y se le rendían
los niños. La sonrisa de la Duende hacía que los hombres se cayeran redondos. -Su
poder de seducción era un hecho objetivo y comprobable como la presión
atmosférica o el grado de humedad ambiental.
Con un
asomo de tristes cüernos , yo no tenía
aquella tarde ni siquiera un coche para
sacar mis cosas. (Porque se lo había llevado ella; esto empieza a sonar como el
alegato de un divorciado resentido: Ella se lo ha llevado todo). -Pero
me ayudó la suerte– pues no quería incumplir su ultimátum: la Duende me había
prometido regresar de su excursión sensorial el domingo y ya era sábado por la
tarde-. En el momento justo me encontré
por la calle a un compañero (Emilio Fuentes, uno de los Veteranos del
Florida) que me dejó utilizar el suyo y me ayudó en la mudanza.
Y lo
más extraño es que todo esto –el conflicto de orgullos y de cüernos entre la
Duende y yo desembocando en ruptura para siempre- yo creía que ocurría porque había cambiado de religión, porque me había
convertido, porque pensé que ella no
podía acompañarme en mi nueva vida de iluminado o de devoto con permiso para
pecar.
- Mi religión era bastante extraña como lo es en
cuanto indagamos un poco la religión de todo el mundo, cortadas a la hechura
del usuario. Multitud de Jesucristos un poco comunistas, blandos y propensos a
las drogas blandas. -O Cristos crucificados en el fondo de su corazón,
partidarios de toda clase de Iglesias o estructuras. -Buddhas con severidades
de funcionario que ha leído a Lobsang Rampa.- Mahomas que se parecen a Gengis
Khan en el corazón de un fascista civilizado.
- Incluso
los adoradores del Demonio utilizan la Biblia y la respetan. - Nadie en el
fondo de su corazón y por más devoto que sea, hace al final el menor caso de las iglesias. -Nadie cree en los dogmas.- Si creyeran de verdad no llorarían en los
entierros, se celebrarían los decesos como los viajes a Disneylandia y los
creyentes borrachos, muertos de envidia gritarían: “¡Yo quiero ser el siguiente!” .
- No hay
cristiano que no te hable de Jesús como si no lo hubiera conocido
personalmente: Ese tono de familiaridad y esa mirada soñadora de quien recuerda
el rostro de un amigo ausente. - No hay ningún creyente que no presuma de
entender mejor que los teólogos a ese personaje que él se ha imaginado ... gracias
a la lectura de otros teólogos. - Ellos
creen en el verdadero Jesucristo ¿pero cuál de ellos? - Todo el mundo mantiene
conversaciones privadas con Dios. - Se interrumpen de inmediato, en cuanto
empiezan las ceremonias religiosas en el
templo.
-(
Pero esto llevaría, de algún modo, a la necesidad de la Iglesia, de los cánones, de
los dogmas y de los Papas: - Porque
siempre será mejor Jesucristo –al menos, un poco más auténtico- tal como lo traducen Lutero o Erasmo, que la
versión de un cualquiera que ni siquiera
se haya tomado el trabajo de reconstruirlo a partir del idioma original: el idioma
de Dios, la Lengua Primordial).
- (En realidad el único Cristo
auténtico sería Cristo apareciéndose y revelándosenos. Lo que se dice que
vieron los apóstoles; pero aun en ese caso la enseñanza del hijo de Dios sería
diversamente interpretada, del mismo modo que varios pintores que disfrutaran
de la oportunidad de retratarlo del natural, proyectarían sus propias
facciones, sus propias limitaciones sobre los rasgos del que es Ilimitado).-
-( Y sin embargo la misma teoría que
apoya la autoridad de las Iglesias es insostenible como bien intuye el vulgo al
traicionarla en su fuero interno sin demasiados problemas de conciencia: Que
exista una cadena discipular sin fisuras
ni alteraciones desde el Gran Hombre –llámese Krishna,
Zoroastro, Buddha, Mahavira, Sócrates, Cristo, Muhammad o Smith- hasta
nosotros. - Que los Sumos Pontífices desde Pedro y desde Vyasa hayan conservado
con objetividad lo que dijo el Maestro y al transmitirlo a sus sucesores dentro
de las estructuras de la institución se mantendrá su pureza) .-
- (Pero
es una fantasía desde el principio, desde las primeras traducciones y el
establecimiento de los evangelios sinópticos. - Y el pueblo que en el fondo lo sabe,
acata cínicamente lo que le dicen los príncipes desde Roma y a solas elabora su
propia religión aunque para hacerlo no tenga otros materiales que las razones
de su corazón).-
- (Si
en el futuro desaparecieran los bautismos y las sectas, cualquier clase de
jerarcas espirituales, si dejara de existir una interpretación tenida por la
única buena, si ya nadie se autodefiniese como musulmán o vaishnava; si alguna vez dejasen de existir las organizaciones
que regulan las creencias, ya solo nos quedarían los libros y cada cual
podría pensar lo que quisiera al leer el Corán como al
leer Macbeth. - Las religiones regresarían a su primitiva
fuente: la Poesía).-
- (En
ese caso surgiría probablemente otra raza de obispos: los Filólogos, que
sancionarían ciertas traducciones y rechazarían otras amparándose en sus
mayores conocimientos. La Universidad es la Iglesia de los occidentales laicos
y el Laboratorio el Sancta
Sanctorum al que no pasa casi nadie
pero en el que todo el mundo cree. –(Quizás esto no sería tan peligroso porque
nadie creería en una revelación única ni en un libro único).- La Filología
sería menos dogmática que la Religión).-
- (Tal
parece ser el futuro religioso de la humanidad: tarde o temprano los Vedas, El
Mahabharata, el Bhagavad-Gita, la Torá,
el Tripitaka, la Odisea, los Evangelios, El Corán, los evangelios de Moroni,
etc. serán considerados por una raza de hombres más cultivada, menos
provinciana, documentos que poseen un valor equivalente y que, sin embargo,
están tan contaminados por el fenómeno de la transmisión y la traducción, que no poseen un valor absoluto: la Iglesia es
herética, como escribió Amiel en su Diario).
- (La
convicción de que en algún momento vivieron sobre el suelo de este mismo
planeta maestros como Jesús y que llegaron a resolver las preguntas esenciales,
no es incompatible con la duda acerca de cuáles fueron realmente sus
respuestas. Todo el mundo desconfía de las Iglesias porque ellas nos dicen que
custodian los descubrimientos de estos descubridores, que nos bastaría con
practicar lo que ellas predican. -Pero eso es indudablemente falso porque la
figura del sabio que nos llega a través de miles de traductores, palimpsestos,
omisones y adiciones a veces de libros enteros, manipuladores, jerarcas, queda demasiado
lejos, turbia y desdibujada como un relato que pasó a través de los siglos de
boca a oído. - Y tampoco nos convencen los que se presentan como Maestros en el
momento presente, no solo legatarios de una tradición sino encarnaciones vivas
de las doctrinas y del espíritu del Gran Hombre).-
- (Porque por supuesto que nos
gustaría conocer a los budas, a los verdaderos felices, pero no tenemos a nadie
que nos enseñe su camino en un mapa. Las estrategias de acceso a la Puertas del
Cielo que se guardan como técnicas de meditación, libros sagrados, objetos,
especialistas, prohibiciones alimenticias, etcétera, son en parte verdaderas instrucciones
y en parte mentiras con intereses políticos. - Los guías que prometen
conducirnos hasta el tesoro de la virtud y la dicha permanentes a veces nos
acercan y a veces nos extravían siendo muy raro el buscador que mantiene a un
mismo maestro durante toda su vida; el maestro al final suele desenmascararse:
demasiado humano, y entonces... ya no será más el maestro). -
- (Y
tampoco nosotros mismos, entregados a nuestra propia iniciativa, rechazando a
cualquier tutor, confiando en nuestra razón como los ilustrados del XVIII o en
nuestra sinrazón como los románticos, unas veces nos perdemos y otras sentimos
que estamos en la ruta verdadera. Los más sabios concluyen que no se puede
saber nada y en el trayecto, como un accidente, nos morimos sin haber llegado:
La mayoría de los ancianos, cerca del
final, confiesa no haber avanzado casi nada).-
- (Por
eso es inteligente la actitud de la sumisa e inculta mayoría: por fuera aceptar
los ritos y los dogmas, por dentro soñar con lo que le dé la gana (no pueden
crucificarte por identificar a Dios con la mujer más bella del mundo), morir
con esperanza pero sin garantías).-
- - -
...Tan extraña como la de ellos era mi propia religión. Consistía sobre todo en
confiar en un poder sobrehumano, indefinido pero personal pues se podía hablar
con Él. No creer en la Muerte, no creer en el Tiempo. Contemplar el mundo como
una lucha titánica entre los que sirven al Ser Supremo y sus enemigos. Aceptar
que en el fondo, a pesar de la miseria y la injusticia universales, todo
funciona perfectamente bien (tomando la fórmula de Huxley tras una experiencia
con LSD). La moral como intuición ocasional pero casi infalible del bando
correcto.- -
- (Y
todo ello basándome en una religión
establecida pero exótica cuyo nombre no diré pero a la que traicionaba
sin miramientos como los otros fieles hacen con las suyas. - Por ejemplo esta
religión prohibía estrictamente los tóxicos incluidos el té y el café así como
las relaciones sexuales ilícitas (uno de sus transmisores, el primero en
Occidente, incluso llegaba, para mi espanto,
a pedir para los drogadictos la
pena de muerte). - Yo en cambio tomaba de ella sus oraciones, sus dulces mitos,
los nombres emocionantes de los dioses, la pasión por sus versos pero no esas
austeridades o tapas . En mi opinión el haschích, el cannabis
indica o sattiva , el vino, la absenta,
y
sobre todo la marihuana eran sagradas. -También el sexo fuera del matrimonio
siempre que fuera bello. -Y eran precisamente estas transgresiones las que me
hacían sentirme un creyente: - El hecho de estar seguro de acercarme a Él por
un camino no recomendado).-
Mi religión era un teísmo politeísta
gnóstico teosófico quasi-vaishnava semitántriko neodadá: Un barullo de cosas y
seres que amaba, que aún amo. –Pero cuando me preguntaban en qué creía, para no
complicarme la vida, solía responder que no creía en nada.
- Y así,
a pesar de haberme separado de la mujer
que amaba era feliz y estaba convencido de no equivocarme con frecuencia.
- Es
cierto que me parecía absurdo, como a todos los fanáticos, que mi nuevo sistema
no recibiese la aprobación de todo el mundo. Todos estaban de algún modo
buscando lo que yo había encontrado: Un pacto con Dios –pero debería evitarse
esta palabra gastada, hueca-, una forma de culto que no vulnerase sus
conciencias, algo que les reconciliase con el mundo y con sus propias vidas, un
amor por el que dar la suya.
- Y fue
entonces cuando me perdoné a mí mismo mi maldita inclinación, cuando empecé a
creer que mi búsqueda de la belleza a través de las mujeres no era una
enfermedad, un vestigio bestial del que tuviera que avergonzarme sino una
empresa sagrada.
Era
sagrado el haschích, era sagrado el amor galante, era sagrada
la música, era sagrada la ironía, la felación ritual, los puertos, Grecia..., era
sagrada cualquier cosa que me gustara... - ¿Era esta la única manera de superar
la mancha en el corazón, el cristianismo?
- Pero eso ocurrió poco a poco, pues al
principio, como cualquier converso reciente, seguía teniendo las mismas ideas y
valores de antes y me marché a la isla y estuve algunos días sin buscar la
compañía de las bellas (no más de una semana). - Porque no me parecía decente
separarme de mi amor para buscar... lo Absoluto, y en seguida enredarme en nuevas
aventuras con desconocidas, a la manera de cualquier patético divorciado sin
más miras que comprobar la extensión de su libertad. - Yo quería ser más puro. -
Yo practicaba disciplinas, sadhanas porque había dejado atrás una forma de vida
y estaba en el aire.
Hasta que
por fin una noche salí medio purificado de mi retiro , con esa claridad, esa
honestidad de los honestos, acompañado de amigos que eran un baluarte (y a los
que más tarde perdí por mis exageraciones, por mi egoísmo), con esa curiosidad
de los que no salen casi nunca cuando por fin salen una noche. Como si en
realidad visitaran los palacios de la sensualidad sólo para confirmar su
creencia de que se está mejor en casa, de que fuera no hay nada interesante
- Pero a mí en parecidas circunstancias siempre
me ha pasado lo contrario: Después de acumular virtud - (puesto que la de esta
clase, la que nos hace dignos de nosotros mismos gracias a la repetida
ejecución de actos razonables (oraciones, restricciones, generosidad...) parece
acumularse a diferencia de otros tipos de virtud súbitas, que no se pueden
ejercitar y que tal vez sean más importantes (como la verdadera comprensión:
que es inducida por los maestros y no es inducida solo por ellos)- , después de acumular esa clase
de virtud o energía (el mérito o “buen karma”) la escena del vicio siempre me
ofreció algo muy atractivo. - Y fue fácil alcanzarlo gracias al poder adquirido
sobre la virtud.
- (Todo esto es sumamente paradójico: se supone
que el asceta no se recarga en la montaña para volver a la vaca multicolor, a
la ciudad. Su ascesis entonces no sería
sincera y por tanto no le proporcionaría virtud; esto tan raro –el acuerdo con
las leyes del Cielo- no puede ser una especie de ayuno terapéutico para volver
a las Marbellas del mundo.)-
- (Lo hacía de corazón, pero casualmente
un dios más complejo que el de las Iglesias le conduce al mundo y en vez de
perderse en el piélago del pecado como aquellas amenazaban, recibe un
enriquecimiento.)-
- (De hecho
si bastara obedecer a las Iglesias
para acercarse a Dios, siempre estaríamos alejados de Dios: En un planeta donde se hubiese alcanzado
la religión verdadera, donde no existiera disparidad de creencias ni dudas,
Dios siempre quedaría detrás de sus vicarios como un rey que delega su
administración en decretos perfectos y funcionarios intachables –un planeta así
desembocaría en el ateísmo moralista como les sucedió a los protestantes
alemanes que derivaron en la filosofía del idealismo.)-
-(El Supremo
para ser Supremo está solo, tan solitario que algunos dudan de Su existencia,
los que Le conocen no pueden indicarnos cómo se llega hasta Él, no hay métodos para
encontrarLe y sin embargo Su Presencia es lo único que proporciona una
felicidad duradera. –Todo el mundo traiciona al Máximo Solitario, todo el mundo
Le ama. Lo mismo sucede con los héroes.)-
Y así salí aquella noche con la predisposición
displicente, pero en el fondo ávida de los que no salen nunca, acompañado de
amigos que eran un baluarte y a los que más tarde perdí más por mi propia
estupidez que porque a ellos les faltara afecto. - Me llevaron a uno de esos cálidos locales del interior de
la isla donde ríe una diversidad de anglosajones y alemanes muy altos, muy
magros, tocados tal vez con una cinta vestigial en el pelo de aborígenes
nativos de Indiana , una imagen de Ganesha o de Shiva en la camiseta, antaño alumnos probables de Herbert Marcuse
en París en mayo del 68, gente de largo pelo con o sin coleta, lavados o
hirsutos, lo mismo podían hacerte tu carta
astral completamente llena de errores matemáticos que hablarte de Thailandia o
de la muerte del marido imposible de
Ofelia en una fiesta con heroína en la Isla de los Asesinos.
Lugares, a
pesar de sus pobladores, sugestivos por lo anaranjado de la luz, sus
ramificaciones eróticas a primeras horas de la noche... Mi esnobismo soñaba que había llegado por fin
a las Goas y a los Sanfrancisos en versión fenicia. Que por fin me rodeaban los
amiguetes anoréxicos, pasados de edad de Dylan the Rhymer.
- Pero no
fue ninguna de las bellas cuarentonas con déficits de grasas y posibles
amistades en N.Y.C. la que disparó mi entusiasmo en aquel bar que rendía culto
hasta en el nombre, a un Far West de
John Wesley Hardings no tan justicieros, Pajes de Corazones que jamás
dispararon un revólver en un cabaret, maridos de Isis que no regresaron de
ninguna macabra aventura en las pirámides, sucedáneos de Joey, imitadoras de Sarah, Billies the Kids que habían superado
la juventud sin ser asesinados, Pats Garretts de pacotilla, Frankley Lee and
Judas Priest, reflejos de un mundo demasiado bello cuando lo soñaba su creador,
participaciones desgastadas y vacías del ojo de serpiente de obsidiana y de las
canciones de redención. -Copias, eikónes, falsificaciones, imitaciones, apariencias...
- No ellas sino una falsificación a la segunda
potencia, puesto que la mujer que apareció como peón del Destino no era americana ni teutona ni por su edad
podía haber quedado inmortalizada en alguna fotografía feliz del santuario-barrizal
de Woodstock.
- Y sin embargo ella también pertenecía a esa
especie de religión que se fundó en los años 60 –aunque tenía antecedentes en
los 50 y más en general en los poetas vagabundos de cualquier época- , los
“rastreadores de playas”, la religión cuya encarnación innegable en la Tierra
es el susodicho, quizás el artista más importante del siglo XX, el único hombre
sagrado –tras la muerte de Elvis, Orbison, Hendrix, Morrisson, Lennon, Cobain, Jackson, Sinatra y la bella Amy Winehouse-,
el único mito que ha sobrevivido a la historia del rock - puesto que Elton
John, John McCartney, David Bowie, Syd Barrett, George Harrisson, Carlos Santana,
Frank Zappa, Eric Clapton, Mike Jagger, Van Morrisson y otros, aunque sobrevivieron,
no alcanzaron su estatura como personas, como ídolos.
-
Misterioso y solitario, los adoradores agotan los elogios y él no responde. - Apenas
concede entrevistas. - Sus declaraciones son cáusticas o desconcertantes. Sus
actos públicos, sus tomas de postura religiosas o políticas engendran polémicas
a las que asiste desde un irónico silencio. - Basta que edite un disco para que
la sociedad le colme de galardones – aunque por su parte reniegue de él dos
años más tarde. - Pero la verdad es que
en el fondo nadie Le entiende (como a Dios)- . Si se pone enfermo, el mundo
entero contiene la respiración y reza para que no se muera. De hecho. Él parece
al borde de la muerte desde los 19 años, la corteja en poemas que asustan y
carece de la menor esperanza acerca de las posibilidades de mejora del planeta.
- Mantiene, según se dice, la teoría, común a diversas sectas apocalípticas, -pero
no falta de argumentos-, de que estamos próximos a los Últimos Días, en las
vísperas de un holocausto general... (“Si me huele a chamusquina/ casi huele a
Harmagedón...”) - No hay idea más pesimista sobre el futuro de la raza humana.
Es evidente que sus canciones contienen profecías y crónicas de vidente. En su
voz se puede oír al Espíritu de América, pero también la zarabanda infernal del
Final de los Tiempos.
Se le tiene por el máximo rebelde y por
el máximo corrupto ocupando tal debate infinitas discusiones entre los impenitentes
y los decepcionados; estos últimos se muestran tan apasionados como sus
adversarios. Ni unos ni otros lo comprenden y por eso eligen desentenderse del
enigma adorándolo (lo cual es una ceguera) o aborreciendo su vejez y añorando
una juventud en la que, según ellos, era más puro (lo cual supone fabricar un
esquema para en el fondo no entender ni su pasado ni su evolución).
Algo semejante ocurre con sus canciones
que se escuchan a todas horas a lo largo y ancho del planeta y de las que se
hacen versiones incesantes sin que nadie comprenda un solo verso. Es proverbial
el hermetismo de su estilo, pero eso no le ha impedido triunfar hasta extremos
desconocidos que superan los casos de Dalí, de Picasso o de cualquier estrella.
El público repite sus letras con humildad, conscientes de que se refieren a
algo bueno pero que desafortunada –o más bien afortunadamente- no pueden poner
en práctica porque no lo entienden bien. Le ponen la letra del padrenuestro
para tapar la original; que sopla eterna en el Viento.
- Ella también pertenecía, por estética,
a esa religión traicionada que el profeta El Tarántula fundó sin promulgar
principios hace ahora casi 40 años: Intentaba trabajar lo menos posible, hacer
el amor lo más posible, tomar el sol...
Creía en los ángeles.
(De
hecho, para pertenecer a esta religión sin Iglesia basta con admitir alguna
clase de ordenación sobrenatural del mundo y desconfiar del sistema industrial
moderno.)
- No recuerdo cómo empecé a hablar con
ella en aquella superficie de rehabilitación del flower-power. Lo cierto es que
la conversación con mis amigos (a los que más tarde perdí más por mi culpa que
por la de ellos) dio un giro que me entusiasmó. Algún mecanismo neuronal se
puso a despolarizarse en mi cerebro y de repente yo estaba en la barra como
cualquier eufórico en un fin de semana pidiendo más alcohol para festejar el
valor de la vida en general y ella estaba a mi lado muchísimo más tranquila, y
yo le pregunté si era rusa...
- Recuerdo que hablaba con una cierta
soberbia como de princesa eslava totalmente arruinada que no ha perdido sin
embargo un cómico engolamiento auto-irónico. - Otras veces entornaba los ojos, verdes como las manzanas
pálidas, y se mostraba modesta y sincera. - Tenía la melena muy negra, muy
larga y muy rizada de las doncellas mediterráneas, óptima para recortarse sobre
un fondo de casitas blancas de Santorini o, de espaldas, el pelo recogido en
una trenza, asomarse a una ventana que da al mar en Cadaqués.
- Me dijo que iba a efectuar un viaje
espaciotemporal, que podía acompañarla: Del Palacio de Judas Priest se mudaba
con sus amigos al Corazón Megatrónico de Ybozzim: una famosa discoteca que
invocaba a la Tierra con el nombre de Pacha. - El tipo de fantasía de felicidad
que proponía este último centro de diversión nocturna – ya que incluso la tasca
más triste tiene su propio ideal de una noche perfecta (tal vez en este último
caso en la forma de una buena discusión de fútbol bañada con vino lejos del
trabajo y del matrimonio) y si no propusieran los bares, -lugares lúdicos por
excelencia para los adultos-, promesas de paraíso imaginarias, la gente no iría
a encontrar en ellos lo que realmente encuentra. La fantasía de placer que
sugería esta nueva discoteca famosa y grande como un estadio, era muy diferente
del anterior tugurio con su nostalgia beatnik en su fase de decadencia manierista.
- Era el Megatrónico un planeta azuloso,
desodorizado, donde la electricidad se apoderaba de los espíritus a través de
un sintetizador que retumbaba directamente contra las paredes del corazón y las
terminaciones nerviosas libres de las células cutáneas. - Es decir: La utopía
de esta discoteca era el futuro y no el pasado como en el caso de los
anteriores semi-bohemios.
- Un sonido muy elevado (no ruido
porque la claridad era excepcional, una parte importante de esta exhibición de
eficacia tecnológica) siempre coqueteando con la resistencia de la telilla del tímpano
y de nuestra capacidad cardiaca para soportar estímulos de gran
intensidad. - Pero no importaba porque
en este planeta todo el mundo practicaba ejercicios severos de aeróbicos en
gimnasios que son como una versión diurna, más sacrificada, del mismo planeta
(el Planeta de los Turgentes). Músculos
dignos de ser untados en aceite de oliva.
Tímpanos también frescos, elásticos, bien irrigados –con la condición de
que se supone debe tener un tímpano-, alimentados con cartílagos de tiburón y
con potasio. Venas y arterias por donde circulaba un carrusel de excitantes,
vigorizantes, fortificantes, estimuladores, lenitivos, energetizantes, láudanos, vitaminas, antidepresivos, depresores, tónicos, hipnóticos, deshipnotizantes,
optalidones, potenciadores de la
atención, anestésicos, quetaminas, despabiladores, adormideras, relés de la
memoria, correas de ventilación del
sueño, buscapinas, afrodisiacos,
meta-meta-meta-anfetaminas, cafeínas,
tisanas, inhibidores talámicos del sueño, benzodiacepinas y yohimbina del
yohimbé... – Y por supuesto drogas especializadas en engañar a otras drogas.
Los estimulantes nórdicos se cruzaban en un
capilar con los perezosos hipnóticos orientales que les saludaban con ironía. -
La cocaína asentada en las pituitarias con paciencia andina, le deseaba suerte
al principio activo del peyote y sus aliados yaquis siempre en movimiento. - Los
sistemas cardiovasculares parecían el zoco de Alejandría a la hora de máxima
afluencia.
-
Podías encontrarte cualquier cosa si les mirabas la sangre.
- Fuerza
artificial, juventud exageradamente
higiénica –igual que los semibohemios se veían obligados a fingir el humo de la
fogata en el descuido intencionado de sus ropas y de sus barbilllas, en sus
amuletos, collares y plumas cheyennes o sioux con una larga historia de
leyendas detrás- y sin embargo necesaria para vivir en este satélite donde de
lunes a viernes se trabaja intachablemente en un trabajo mecánico, un medio de
vida del que no te avergüenzas ni te enorgulleces, y de viernes a domingo por la tarde se desfoga la agresividad acumulada ingiriendo tóxicos y agitándose entre tsunamis
de decibelios .
- (Con lo cual la angustia stressante – stressing
anxiety- de los días de diario se alterna con el stress angustioso – anxiously
stress- de los días de fiesta: si alguien por simple sentido común
enloquece, enferma o se suicida, entonces se le declara inútil para la
felicidad, necesitado de tratamiento psicológico: los Expertos en Malestares
Existenciales le administran otro tipo de pastillas –más serias, más
esotéricas- pero tan euforizantes como las lúdicas:
-
Antidepresivos con receta hasta llenar una bolsa, el sueño de un yonqui: - Así ocluyen con drogas el avance de la
infelicidad provocada en parte por las drogas: el sujeto, bien alimentado,
nacido en el sunny side del mundo, con trabajo, con diversiones, con dinero, con asistencia
mental incluso, o vacaciones pagadas bajo
el nombre de “baja por depresión” (¿el Estado le paga porque se ha puesto
triste, o para que se alegre?), deambula de un nerviosismo a otro: siempre es
feliz, o algo así…: Se lo pasa bien porque siempre está muy excitado pero al
mismo tiempo –mientras lanza risotadas de felicidad demente, duerme, come y caga muy bien, trabaja de forma implacable, hace más y más deporte, cumple normas
sociales que no estaban más que recomendadas-
en su interior echa de menos...
algo así como la desazón, casi echa de menos la tristeza antigua entre
las convulsiones de su euforia autoinducida.- ¿No es una paradoja cómica que
los antidepresivos lleven al suicidio?) -
- Todo era lujo
en los sultanescos sillones donde dejamos nuestros abrigos por no pagar el
guardarropa y todos a esas alturas
habíamos visionado –(algo muy diferente de “ver” o de
“visualizar”; no visionas una flor, sino que la ves)- por lo menos 10 ó 12
películas pornográficas que se desarrollaban en escenarios como ese.
-Puesto que los
estimulantes y el sexo, el sexo y la electricidad componían el triángulo de esta secta, su
utopía o reino de los cielos siempre mal
escenificada en sus modestas ceremonias de imitación en discotecas,
gimnasios del afán, potros
del anhelo, trances de la angina de pecho.
- (Lo
mismo que la nostalgia, los hipnóticos, la fe en lo sobrehumano y en el
Amor, el ensueño de Oriente,
componen el rectángulo de los
seguidores de Huxley, Jung , Graves, Reich o
Nietzsche.)-
- Alguien
debía quedarse vigilando los abrigos como el perro que se ata por la noche a la carreta de los zíngaros. Nosotros haríamos de
galgos. Y la verdad es que aquel era nuestro campamento aunque se tratase de un
reservado lujoso con olor a cine, propicio a todo tipo de rozaduras imaginadas
con lencería negra.
Nos
acurrucamos en él contemplando a los infinitos transeúntes. Era como si
acabáramos de salir de la entrecortada estructura de guiones. Hacia el libre
comienzo de párrafo... Ella, con voz ni soberbia ni modesta, me avisó de que la
cosa iba para largo pues de allí no saldríamos hasta que amaneciese. -Yo me
había despedido de mis amigos en el otro bar y la casa donde dormía quedaba muy
lejos. - Hasta la mañana no partían autobuses hacia la ciudad. No tenía la menor
intención de separarme desa mujer bella, de anchas caderas y de voz grave. - Olía
muy bien y cuanto más me arrimaba a su cintura, mejor olía. - Ella me había
aceptado a su lado y por mucho que mis Maestros hablasen de la pureza y de la
necesidad de renunciar, o de al menos controlar los deseos sensuales, yo no me
marcharía sin apurar el último minuto de la última hora junto a la fragante desconocida.
- Realmente era extraña la realidad: La Secta de
los Turgentes: nosotros infiltrados: una pandilla de jóvenes que apenas se
conocen, agazapados en un rincón del Pachá,
rodeados de los fastos musicales y lumínicos del siglo XXX: nosotros inmóviles y observadores, como indios
que se han cargado de paciencia para negociar con el hombre blanco, decididos a
no pedir ni una copa, a no gastar ni una
peseta en ese sitio carísimo, decididos a aguantar hasta el alba sin consumir.
-
Recuerdo de ella que me dijo –estábamos sentados en un
escalón de aquel palacio de baile, como años atrás en una pista de baloncesto
semiderruída- que se podía besar en el aire y sentir la onda del beso en los
labios. Y así fue como me besó y me dejó impresionado porque realmente sentí
una especie de caricia sin que se rozasen nuestras bocas. - Debía ser la famosa
energía de la que se hablaba todo el tiempo en nuestra secta. De modo que para
mí estaba bien empezar de aquella manera sensual y al mismo tiempo espiritual (y
había en la isla mujeres que se autocalificaban de “muy espirituales” con el
mismo egocentrismo, frivolidad y manotazo a la melena con el que hubieran
podido decir que preferían la ropa de Jean Paul Gaultier o el perfume de
Givenchy).
- Después de esta exhibición de poder místico,
empezamos a morrearnos del modo normal. Besaba muy bien. Yo también: Tenía
práctica: aquella misma primavera de duelo les habría comido la boca a unas
cuantas chicas y señoras (a excepción de los pocos días (6 ó 7) de reclusión
meditativa que me permití)–. Estuvimos dos o tres horas jugando a rozarnos y a
no rozarnos los labios. - Todos los besos eran sin lengua- . Parecía que nos
quedábamos patinando delante de las
puertas del paraíso y no entrábamos.
También
charlamos un poco en aquel reservado de ensueño: -Mi reciente amiga trabajaba
en verano y subsistía durante el invierno con lo que había ganado. -Estrategia
que nuestro mismo apóstol BD habría aplaudido: -Pues él no está obsesionado ni
siquiera con producir arte y puede tranquilamente dejar que transcurran seis o
siete años sin sacar un disco. De hecho el futuro de la sociedad, - así lo creía-, pasaba por trabajar todo el mundo
muchísimo menos conformándose con menos dinero; pero a cambio de mayor libertad.
Mi amiga
había venido a la isla porque lo había soñado, según aseguraba. Luego vio fotos
de la ciudad antigua y reconoció la
rampa, las murallas, las callejas y la iglesia de su sueño. Entonces viajó
hasta allí y decidió quedarse. Yo recordé que Rilke había visto la ciudad de
Ronda en una sesión de espiritismo,
algo que me contó el Poeta sobre
una sesión de espiritismo con la princesa Turm und Taxi (¿).
- No era ella
la única en atribuir propiedades mágicas a la isla sino que se había convertido
prácticamente en un tópico entre sus fantasiosos y multinacionales habitantes. -
Algunos declaraban con un convencimiento propio de los años 60 –pero acaso
ridículo tres décadas después- que habían venido buscando la Libertad. Otros
recordaban la inexistencia de animales
ponzoñosos en todo el suelo de la isla (salvo los humanos,
como observaba mi amigo el Poeta). - Otros
te desafiaban, si no creías que allí hubiese algo especial, a explicar por qué
desde antiguo se había considerado más sagrada que otras del mismo
archipiélago. - Por otro lado, el elenco de figuras egregias, y locas, que habían pasado por su suelo resultaba
abrumador: desde Tristan Tzara - (que,
antes de coger el barco, se dejó su sombrero en un lugar donde jugó al ajedrez
con el padre de mi amigo el poeta
Vicente Valero, que a su vez lo heredó) -
persiguiendo a una mujer que terminó en el manicomio; hasta Nina Hagen que
celebró su boda con libaciones de ayahuasca gratis para todos en una cala durante
varios días. - El mismo Tarántula (BD) que no estuvo en Woodstock sí había
estado en la isla (o tal vez fomentando dunas y sabinas en la de enfrente, en
la afortunada Formentera). Semejante a esa foto donde aparece mirando algo con
la cabeza levantada, apoyado en un cártel que dice en árabe y en inglés: “Don´t climb the pyramids”
- De manera
que era sagrada porque ellos, los egregios, venían. - Pero los egregios, los ilustres
venían porque era sagrada. -Así sucede tal vez en Jerusalén o en La Meca, o en
Vrindavan (Alláh-Ákhbar-Hare Krishna- Hare Rama.) -
Esas
fueron sus declaraciones ante mi pregunta tópica de por qué había venido a la
isla. - Bastante insólitas, por cierto:- Pues no suele ocurrir muy a menudo que
se vea en sueños una ciudad desconocida, que más tarde uno compruebe su
existencia y que por último convierta a esa urbe en su lugar de residencia.
Tales prodigios se admiten con cierta facilidad en los cuentos donde el estilo
de la literatura nos persuade de que un hombre en Damasco puede soñar con una
casa de Alejandría y ver el lugar exacto donde se esconde un tesoro. Pero no en
la realidad.
Ocurría con esta mujer que las más
extravagantes fantasías de las Mil Noches y una Noche parecían haberse hecho
cuerpo en su vida según me fui dando cuenta.
- Incluso para un creyente como yo, era
arduo confiar en que lo sobrenatural, lo anómalo, lo mágico ocupasen tanto
terreno. Junto a ella peligraba mi razón y si seguía sus discursos y les
otorgaba mi asentimiento, hasta el mero hecho de nuestra existencia física se desdibujaba;
- pronto empezaríamos a ver enanitos de los bosques, corros de niñas mágicas y
cosas así...
- Quizás por eso yo tenía tendencia a
desacreditar cuanto ella me contase. Pensaba mal sistemáticamente. - Quizás
porque ella apenas tenía estudios. - Quizás porque yo aún estaba apegado a la Duende,
aunque bien sabía que casi todo había terminado entre nosotros. - Quizás porque
creía que esta misteriosa mujer no estaba a la altura de los elevados ideales
de mi nueva religión. - Quizás porque me daba miedo y todavía hoy me lo da: al
haber pasado tan poco tiempo con ella, aún no sé si realmente me topé con un
ser de otro mundo o con una muchacha normal y corriente que tenía el sentido de
la realidad disminuido por un consumo excesivo de tetrahidrocannabinol.-
Y así,
en vez de agradecerle que aquella noche alegrase con su desnudez mi cuarto,
hasta entonces monástico y frío, -flanqueado
por toda clase de obscuros libracos religiosos como Biblias repletas de maldiciones sobre el coito con mujeres
menstruantes-, preferí pensar que era ridículo su entusiasmo por la supuesta
vida de artistas que yo y el amigo que me alojaba llevábamos.
- En vez de agradecerle que escuchase la
historia de mis calamidades con la Duende a la mañana siguiente, en la bahía invernal
de Talamanca donde solo se veían sombrillas asoladas por la galerna, en vez de
agradecerle que me hiciese llorar cuando me dijo que debía olvidar a esa mujer, preferí pensar que me quería para ella sola
y por eso me aconsejaba que me apartase de la otra. En vez de creer que era
libre, preferí mirarla como una desorientada que se acuesta con cualquiera. En
vez de verla como un ángel a la que no tocan los aceites del mundo, preferí
pensar que era idiota.
- Y lo
mismo que otros se hastían después de meses o años con la misma, yo me aburrí
en cinco días:
- No había una sola palabra, un solo gesto, un solo
episodio de su pasado que no mereciese mi reprobación. - A veces rumiaba mi
irritación en silencio pero más a menudo le comunicaba mis críticas mediante
ácidas ironías o, de forma más directa, indignándome y riñéndola como quien no
soporta por más tiempo el desacuerdo con una persona y le grita los motivos
de su insatisfacción poco antes de
abandonarla.
Ella
todo lo encajaba con su habitual placidez de mujer hermosa. Lo cual todavía
aumentaba más mi enfado. Me regalaba un libro ilustrado sobre los ángeles (aún
lo conservo) , se interesaba por mejorar el chakra de su garganta que, según yo,
estaba atrofiado.
- No comprendía por qué la atacaba tanto.
- Pero lo aceptaba con humildad. Y cuando me separé
violentamente de ella, aún se lamentó de que me fuera tan pronto: Durante horas
paseamos por aquí y por allá, sin rumbo por las calles sin alma del centro, mientras
yo la insultaba sin parar, loco por que se marchara, por echarla. -Casi mandándole
a la mierda, me despedí. - Ella lo
último que dijo antes de marcharse bajo la estatua de Vara del Rey fue: “Es tan dulce estar contigo”. - Ya ni me acuerdo de cómo se llamaba. - Ojalá que lea esto. -Y me ame, y me recuerde, y me perdone.
POR QUÉ AMAMOS EL AMOR
En realidad nos atrae el amor porque
creemos que nos hará más felices.
De hecho antes de enamorarnos
la vida era aburrida
Y no nos dábamos cuenta.
Codiciamos el idilio hasta el hastío.
Qué terquedad.
En mayo todo se inició del modo más
natural;
En septiembre
Uno de los dos se empeña en
perpetuar aquel amor de verano.
El
rostro de la más bella mirado hasta el paroxismo.
Los habitantes de Venecia, de
ciudades muy hermosas
No son mejores que los de
Valdemoro.
En el campo, en el espacio
Habrá en silencio un poema tras el
lapsus que fue el hombre.
Entre un trino y otro trino
¿pasó ya el Tiempo del Hombre?
De la letrina de sangre que vas
criando en tu casa
Nace como material no denso, diminuto
La destrucción de este mundo.
Por eso nos enamoramos de
mujeres
Cuyo entrecejo no se frunce,
las felices
Y no de las que con deseo
muchas veces nos miraron.
Les volvíamos egoístas nuestros
perfiles de guapos
Como si fuéramos a afearnos y en la
piel arisca de las tersas,
Como los viejos con niños, corríamos
a abrevarnos.
Como si en cuerpos amables,
distinguidos, sin defecto
-Como en diario de un genio-
Los minutos transcurrieran de
otra forma.
TURBADO
Mi
religión había demostrado ser bastante ambigua puesto que era compartida de
alguna manera por personas a las que no me podía tomar en serio. Claro que
seguía pensando que mi credo era substancialmente distinto de aquellas secuelas
de Woodstock, como por otra parte creen
todos los adeptos de las sectas para defender su distinción. Pero demasiadas cosas
coincidían y conocer a la Muchacha que se creía un Ángel había supuesto la misma decepción que para un
converso reciente a la religión europea contemporánea (es decir: a la
Ilustración) entrar en contacto con sus peores representantes.
Sin poder volver a la ascesis. Culpable
por haber rechazado y maltratado a una mujer que sólo me dio comprensión,
compañía y dulzura. Al borde de la enemistad con el amigo que me alojaba pero
sin poder volver con la Duende porque con ella casi todo estaba deshecho. Sin
saber cómo avanzar. En un estado de espíritu turbio. Me encontré como otras
tantas veces en mi vida, turbado y sin norte. Como la playa en invierno.
LA PEQUEÑA PRINCESA
Por eso fue
providencial que ese sábado el amigo Hércules –al que más tarde perdí más
por mi propia zafiedad (que era la palabra que usaba mi Amable amigo para
censurar mi conducta) que por otra cosa- hubiese organizado para el
domingo una excursión al santuario de Ammón,
la cueva de Penne, el yacimiento de Baal. Y que para ello hubiera
quedado con dos desconocidas, -encantadoras
según todas las noticias, muchísimo más académicas, seguramente más finas que
el Ángel de quien yo me acababa de apartar.
Llegué con
la puntualidad de un rehabilitado. Como el presidiario al que se le da la
oportunidad de hacer algo completamente diferente: una visita de interés cultural junto a personas selectas. -Entonces
él se levanta temprano como no se ha levantado en su vida, se asea, le agrada
verse a sí mismo bien restaurado por el sueño, sin resaca en una cafetería
donde no huela a anís sino a cruasanes, no a espesos cigarrillos untados de
cocaína sino a esos que se sacan de un bolso, de una mullida pitillera de
señora en dosis placenteras, adecuadas y sobre todo saludables.
Más
correcto todavía que los mismísimos correctos, ropa todavía más convencional
que la de ellos, las piernas y las manos cruzadas con mayor circunspección, el
rostro destilando una sonrisa más
dominical..., no me costó ningún trabajo distinguir a las amigas de mis amigos,
aunque no las conociera; ni acercarme a
ellas auto-presentándome con ánimo deportivo. Me gustaron nada más verlas; entiéndase
lo de “gustar” en el más amplio sentido imaginable:
Todo era en
ellas distinto a la Mujer que se creía un Ángel: alegres jerseys de pico color
lila o color verde y una fácil conversación coloreada -también de remotas
ironías y de sobreentendidos eróticos. Como se supone que debe ser bajo el sol de una mañana de fiesta, la
plática galante entre un jardinero y dos flores.
(Pues los hombres que tienen educación para ello y no
están acuciados por el hambre, la guerra o la necesidad siempre han disfrutado
entre vergeles o palacios musicales del juego de una indecisión permanente
entre dos amigas muy bellas);
(a la sombra de dos atracciones igual de dulces
–aunque él se convencerá de que le gusta más la rubia un día, y al siguiente
cambiará de sentimientos porque la morena se ha puesto unos pantalones que
eclipsan a la favorita del día anterior- querrá que el juego se prolongue,
seguir envuelto en el perfume doble de los preámbulos, intentará lo imposible:
conquistar a las dos, no renunciar a ninguna).
Yo estaba
completamente alelado por el color lila y por el color verde cuando apareció
Hércules amable con Marcos y con Vicente Valero.
Como en aquel lejano cumpleaños de Norberto pero al revés: , me quedé de pronto
callado cuando irrumpieron los tres hombres, mis amigos. Ellos vivían en la
isla durante todo el año, hablaban con sorna de otras personas a las que yo no
conocía, estaban unidos a las chicas por una larga familiaridad mientras que yo era solamente un recién
llegado de dudosas credenciales.
Poco después
subíamos a la cueva donde según nuestras confusas noticias se celebraron
sacrificios humanos. Vicente nos lo explicaba todo de los phoinikés:
porque se lo sabía absolutamente todo
Sí: Se arrastraba al Moloch a los niños de la cultura más arrasada de la Antigüedad (la que hizo
soñar a Cirlot en su poema de Cartago);
y se ahogaban sus gritos bajo un estruendo de tambores y de flautas
mientras a los pequeños se los iban comiendo las llamas en una gigantesca taza
de piedra. – (Aunque Vicente no era muy hablador se deleitaba en estas
descripciones morbosas)- : O bien, a los lados de una pasarela por donde
circulaban los ciudadanos varones de Ybozzim como por un zoológico, había sido
ejercida la prostitución sagrada. “Te reclamo en nombre de Reshtep” era la fórmula para exigir a las damas-, al
tiempo que se les lanzaba una moneda de cobre,-
que cumplieran su voto fuera de los brazos de sus maridos a cuya
jurisdicción retornaban inmediatamente después de haber yacido con un
extranjero. En cambio las matronas menos deseables languidecían en el templo
durante meses sin que nadie las reclamase. Qué cosas. - Vicente nos tenía
encantados con sus historias, aceptábamos su liderazgo y su superioridad sin
siquiera cuestionarlos.
(La
prostitución sagrada de Es Cuyràm se me quedó grabada como si encerrase
mi destino con las nativas de Ybbozzim... Pero ¿qué quería decir?: ¿que en el
fondo me estaba follando a las feas, a las que no se llevaba nadie?, o ¿que yo
mismo era una putita sagrada con la que se quiere acostar todo el mundo? -Si la
vida es una novela, si todo es signo - como ironizaba Vicente en
Teoría Solar-, ¿cuál es exactamente su mensaje?).
Cualquier
cosa de ese tipo podía haber ocurrido allí y las que ocurrieron de verdad –puesto
que gente seria como arqueólogos, personas que limpiaban con un pincelito pedazos de vasijas, habían escrito sobre el
lugar y sus trabajos y eran leídos por
otras personas serias de otros países- constituían la posibilidad más
siniestra.
Me
entregué al ensueño sobre la roca exterior de la cueva, un estado entre la
meditación y la simple modorra hipnagógica: Vi: Algo así como un sacerdote de
afeitada cabeza que merodeaba por los
alrededores del yacimiento, acompañado de otros dos seres ambiguos, recitando
conjuros y maldiciones en un idioma más sobrecogedor que las letanías sumerias
o las onomatopeyas de los marcianos. Es un ser de una cultura absolutamente
repugnante, peor que el reino caníbal.
(- Peregrinajes:
los visitantes de San Pedro, del Louvre o de Vrindavan siempre esperan en el fondo de sus corazones
Una Revelación: no se personan ante los
monumentos por admirar su bellezasin más –cosa que puede hacerse casi siempre
mejor a través de reproducciones- sino por
sentir la emoción que tal vez permanezca adherida como una especie
de radiación a las piedras: únicas testigos de aquellos prodigios remotos;
los respetables y beatos peregrinos como los denostados y mundanos
turistas van por escuchar la voz de un
espectro en un instante privilegiado, tal vez cuando los demás se hayan adelantado...).
(- Sentir en
cierto palacio real castellano de Segovia -(en una de las salas privadas, en
una de sus esquinas, en una silla vacía de los guardias)- una vibración especial, transmundana; y años después enterarme de que ese alcázar
tiene fama por el fantasma de la Reyna –que dicen- a veces se aparece en
ciertas que lo fueron sus estancias...).
- (Los que viajan, los que buscan, los
que peregrinan en realidad van por tropezarse
con Dios vivo: Dios en Acción (palabra
de Saint-Germain); y no porque Él actúe más evidentemente cuando nosotros nos
movemos de latitud sino , tal vez, porque Su Acción – el Pequeño Milagro de Tu
Continuo Proceso- a nosotros nos parece más clara gracias a la embriaguez o
encantamiento del viaje.)-
-- ( Muros
sagrados , ríos sagrados, criptas sagradas, montes sacros: Saint- Michel;
reliquias, tumba de San Pedro, tumba de
Santiago, Monte Calvario, Berlín-Dheli, Mumbai-Devi, Montecasino,
Templo de Salomón, punto exacto donde se efectuó el asesinato de Cristo con
filmaciones reales de Al-Yazeera...: Mecas cuyo mana, energía
numinosa o inframateria hasta el turista más descreído espera en el fondo
percibir; -como si la cercanía física de grandes personajes o grandes acontecimientos
nos garantizase algún tipo de contagio psíquico (o espiritual) más allá del
tiempo; - como si los museos, los templos, los memoriales, los lugares sagrados
en general, no fueran lugares tan desoladores como el solar donde antaño se
alzó un circo o, en verano, las desiertas galerías por las que corrieron, en
invierno, los colegiales.)--
- Buscamos
entre las estalactitas del fondo, el rostro labrado por el agua de una mujer en
una especie de columna natural que emerge del suelo partiendo la entrada; yo podía ver en todos sus detalles los pómulos
y los labios de una mujer calva esculpidos como por casualidad por el agua en
la caliza kárstica. – Luego, estábamos
en la sala grande, guardamos silencio
con la expectación y el escepticismo de los fieles al final de una
peregrinación. A ver si estallan por fin los milagros y fenómenos
sobre-naturales que garantiza la agencia de viajes.
- Un
bloque de piedra con forma de mesa había sido convertido en una especie de
altar de acumulaciones neohippies, sencillo
pero variopinto (como mi religión): Se parecía a las cosas que le ofrendaban a
Changó (salvo puros) en Cuba; aquella
abigarrada mescolanza tenía algo de Voodoo: la famosa efigie de Tanit en una foto
desgastada, una estatuilla de la Diosa, velas, piedrecitas, varitas de sándalo,
un ramo de flores silvestres amarillas, conchas, un rosario de cuentas, cajitas
de cerillas con papelitos enrollados,
alguna moneda, notas con deseos... El santuario seguía levantando pasiones igual que hacía 2500 años. Ante la
enormidad de su duración, me sentí apabullado: ¿qué era yo al lado de los dos
milenios y medio de edad destos dioses antiguos, qué sabía yo al lado de
Tanit-Astarté-Yemaya la Eterna? Las guerras y los tumultos habían agitado el
mundo durante 25 siglos sin que nada substancial hubiera cambiado en Es Cuyràm:
Allí seguían los espíritus pacientes, porque su tiempo no es el de los humanos,
hablando en silencio a los fieles. Y muchos, igual que yo, podían notarlo
incluso hoy en día. Estos que notaban la presencia y el beneficio espiritual se
convertían en devotos y siempre querían volver: lo mismo que les ocurre a los
peregrinos de El Rocío, del Camino de Santiago o de Vrindavan: nostálgicos
siempre del lugar donde fueron felices. Donde fuimos...
- Hércules,
Mateo y la chica del jersey color lila salieron antes que nosotros. -Tal vez
estaban menos interesados en la observación de la magia meta-radioactiva o
"magnetismo animal", el
mesmerismo -para mi piel, evidente- de los
lugares sagrados.
- La
chica del jersey color verde se quedó conmigo. Tampoco ella estaba muy
interesada en el santuario, en el examen atento de sus cualidades
milagrosas...Yo, sobrecogido por el silencio y la atmósfera de la caverna, empecé a decirle a la muchacha que mi piel
podía sentir con toda claridad la tremenda energía de aquellas piedras: Lo que
en aquel preciso momento era una simple cuestión de hecho:- Solo sentía ganas de tocarla y una seguridad
absoluta en que podía hacerlo amparado por la repentina soledad del templo, por
su espíritu que notaba moverse allí dentro, fresco y benéfico: -Siempre desde
mi más tierna infancia he asociado Religión a Sexo, Dios a Eros.
- Para
demostrárselo me acerqué a ella y puse las palmas de mis manos a pocos
centímetros de las suyas desafiándola a
que sintiera mi irradiación, pero muy concentrado en mis extremidades. - Ella,
que me había sonreído no con escepticismo sino con un descreimiento todavía más
sutil, tuvo que reconocer, que sí, que
algún fluído invisible circulaba en el espacio vacío entre mis dedos y los
suyos. Y la voz se le quebró en un susurro al decirlo. Sentí al escuchar su
susurro ,una especie de calambrazo en la zona de la pelvis y en mi sexo y como un chisporroteo eléctrico en el
nacimiento del pelo. Y ganas poco menos que de violar de inmediato a la
muchacha emocionada. Parecía que todo invitara a besarse. -Pero con suavidad
retiré mis manos de sus manos. –Para que sufriese un poco más la falta de
contacto, para que se habituara a desearme. - Y también por respeto hacia el
sitio en que nos hallábamos; de pequeño me enseñaron cómo se debe comportar uno
en una iglesia.
( Eso
para mí demostraba de una forma sencilla la existencia de Dios e indirectamente
la verdad de todos los demás principios de mi religión. He realizado cientos de
veces este experimento –sentir la radiación de las manos sobre el cuerpo de
otro, de otra- y no recuerdo que nadie haya podido negar su efecto salutífero,
ni siquiera los que se empeñan en considerar todas las fuerzas físicas
reducibles a cosas como la electricidad, la presión o el obscuro "
magnetismo").
-(Lo cual
sin duda era deducir demasiadas cosas irreflexivamente pero –como decía mi
madre- : “Si crees en eso ¿por qué no creer en todo?”- en el momento en que se acepta que pueda suceder una
maravilla (la transmisión de ondas de alguna clase de energía que no es calor
ni electricidad a través de la piel), las restantes infracciones a las leyes de
la Física, -los milagros-, pueden aceptarse ya con más facilidad. - "Ser romántic"o
es "creer en todo", es decir: Engañarse con mitologías. Por ejemplo:
Si se cree que algunos humanos de carne y hueso pueden auto-transformarse por
esfuerzo o virtud en magos (y esta idea desde el Renacimiento y antiguos ritos
formaba parte del ideario de "mi religión"), entonces tampoco puede
uno reírse de cualquier otra extravagancia aparente como fechas para la
destrucción de París y Roma o la muerte del Papa en Lyon un 13 de diciembre).
- Y ocurría que mientras pasaban todas estas
hermosas ideas de alta espiritualidad por mi cabeza, mis manos cayeron otra vez
casualmente sobre las manos de la chica
del jersey color verde a la que los rayos filtrados con irregularidad a través
de las piedras del techo, amontonadas en un hueco en la bóveda, hacían brillar
sus ojos verdes verdes: se había situado en la única mancha de sol de toda la obscura
sala. -Nos miramos y nos sonreímos sin besarnos todavía.
Y ocurría por primera vez con la Princesa de
los Ojos Verdes que cuando mi cerebro alcanzaba una mayor excitación
imaginativa con todos estos temas tan metafísicos, mi cuerpo descubría por
sorpresa que el cuerpo y no el espíritu de ella me estaba esperando.
Como si a ella –que no creía en este tipo de cosas- le
excitaran de una manera extraña, emociones o éxtasis que su cabeza racional no
terminaba de creerse. -Y esta sensación de éxito erótico gracias a un pensamiento
insistente acerca de lo Divino, constituía otra evidencia. - Y era un triunfo
también extraño porque mezclaba cosas que casi siempre están separadas: Sexo y
Cristo.
Descansando
de todas estas emociones, salimos y yo
me senté en las rocas, otra vez solo mirando las panorámicas de pinos y de
colinas, la cala allá al fondo, hacia el Norte, preguntándome si todavía habría
que desentrañar otra clave esoterica en la ubicación de la cueva. Pensando en
todo lo que no entendía, mirando hacia la Cala de Sant Vicenç donde mataron a
Raoul Villain, el asesino de Jean
Jaurès, allí refugiado o escondido –no se me olvidaba porque lo contó Vicente y
yo archivaba en mi memoria cualquier cosa que él dijera: era un raro
privilegio, estando vivo, escuchar a un Poeta clásico..)
Pero no
tardé casi nada en abandonar esta línea de especulaciones: la Princesa estaba apoyada en la barandilla,
de espaldas a mí, admirando el mismo paisaje, tal vez sobrecogida como yo por
las recientes epifanías energéticas; entonces me puse como cualquier varón de
menores ambiciones a mirarle el culo.
Sus desgastados vaqueros le hacían un culo
precioso.- (Y todavía el perfume de Dios, los colores de Dios y todo eso permanecían en mi mente mezclados
con la belleza de su cuerpo por detrás, bien mirado)- . Entonces ella, de
espaldas notó mi mirada, se dio la vuelta despacio, me vio y sin decir nada, me sonrió coqueta.
(-Como
si también el investigador se fatigara de vez en cuando de sufrir persiguiendo
los pequeños trozos de verdad del simple conocimiento, de los infinitamente
complejos sistemas infinitos de conocimientos infinitos. El intelectual está
hasta los huevos de ser intelectual:- Y entonces, en vez de pensar en la
molécula hexagonal del benceno o en la
pelvis del afarensis, se distrae por un momento con las caderas mucho menos
lineales de la becaria, princesa de ojos
verdes, mujer pequeña como la Venus de la Manzana).
- Y ya me
estaba entrando otra vez el negro arrepentimiento por mezclar –como la
blasfemia en el escritor (Chocho y Cristo)- cosas que normalmente suelen estar
separadas -los fenicios y Reshtep con
las manos y las nalgas de mi nueva amiga-
cuando se volvió hacia mí y me sonrió como si aprobase mi mirada
lujuriosa. –(Pues ese era el signo afortunado de aquel tiempo: que todas las
mujeres hermosas con las que yo ni siquiera había soñado –no me canso nunca de
repetir que si se enamoran de mí, no
será porque yo esté bueno o sea guapo- ,
se volvían hacia mí halagadas por mi admiración y me sonreían.- Este no
es el único milagro al que he podido
asistir en carne propia: tener un éxito milagroso en la aventura erótica-, pero
sí el más repetido).- La chica de jersey verde se daba así por enterada de la
parte de su cuerpo que había recibido mi admiración, y al mismo tiempo se reía
con la nariz enterrada en el cálido nido de
lana de su jersey verde a la altura de los senos (¡qué tibio calor
tendrán sus tetas arrebujadas en salvaje lana verde?)- A partir de ese momento di por hecho que
estaba seducida y pasé a tratarla como a una bestia enjaulada que va a decir
que sí a cualquier cosa que yo le plantee... - En cierto modo, ver seducida a
una mujer, -transpasando las líneas rojas- , es olvidarse de ella; al menos
para mí. -No hay que derrochar esfuerzos.- Ni empezar a planear la próxima
cacería nada más haber conseguido meter a una mujer en tu jaula.
- Y entonces
no sentí más arrepentimiento por desearla sino que pensé que el responsable último
de que ella se girase en ese momento ,-justo cuando yo había empezado a mirarla-,
era el éter, el orgón, la Urmaterie ...cualquier forma de energía divina de las
que se admitían en nuestra secta. - Y por tanto si hasta eso estaba gobernado
por el impulso de Dios, tampoco eso era malo, ¿no? – (¿Y si casi veinte años
después reinvento aún esa mirada, esa
sonrisa todavía , aún me excita, aún la recuerdo; ¿ no demuestra eso de manera
suficiente que Dios existe, que el mundo gira por Eros y vibra de amor por
Krishna? –No, los que niegan con sus almas la existencia del Alma, todavía
dirán que los prodigios de la Memoria no son verdaderos milagros. Pero -¿acaso
ellos re-cuerdan?)-
- Desde
el santuario fuimos a uno de los pequeños restaurantes del interior. Como la
princesa y los demás pensaban comer cordero –habíamos aceptado la idea de que
gracias al pasto aromático de Ybozzim (mucho mejor que el de otras tierras de
la misma latitud) el cordero de allí tenía una textura más suave, un sabor ligeramente almizclado- yo me entretuve
durante el trayecto en señalarles a todos los animalitos blancos, sin cuernos
ni fauces que en la iconografía cristiana, debido tal vez a la indefensión de
su anatomía, debido tal vez a nuestro culpable apetito, simbolizan al Mesías. Y
de los cuales se veían algunos rebaños bucólicos por los campos del interior de
la isla, creo que por Sant Joan.
Las chicas
de momento parecieron conmovidas por mi largo sermón contra la devoración y el
consumo de cadáveres de animales (carne o pescado), un sermón que explotaba el
recurso a la ternura, pues ¿qué puede haber de más tierno que un cordero?
Parecieran...,sí, pero una vez sentadas a la mesa, las dos
chicas finas y académicas de jersey de pico lila y jersey de pico verde, se hartaron de chuletas hasta que les
resbalaron hilillos de sangre por las comisuras de los labios. -La princesa de
los ojos verdes en particular había reaccionado poniéndose morada de carne: bien se
veía que era una castellana adicta a las proteínas y a los asadores: Menospreciaba
mis argumentos pasando a la acción con ese humor cáustico, un aplomo y una
seguridad que su pequeña estatura no hacían prever; y , a la vez, hay
algo sordamente cargado de ira en ella,
es la ira de los que odian con
todo su cuerpo, con todo su corazón y con toda su alma el espíritu religioso y
las religiones en general, ese tipo de personas algo crispadas que detestan que
les evangelicen. – La que yo ya había considerado algo así como una mona o una
pájara a la que tenía metida en una
jaula (bien cerrada pero con una puerta muy grande), empezaba a parecerme
interesante ahora que me llevaba la contraria. - Yo me comía mi comida
vegetariana de tortila de patatas y ensalada mirando resentido a la chica de
los ojos verdes; y a la vez me sentía un poco herido y un poco interesado
por ella: - ¿Cuándo podría volver a
besarla?
¿Me
atraía porque ahora me parecía mala, una loba pequeña más que una corderita
blanca?- ¿Había pedido cordero porque le
apetecía o por desobedecerme?, - ¿decidía o reaccionaba? -Tal vez la
resistencia mental impuesta por el omnímodo deseo de comer chuletas de
cordero..., - sí, como si tripas y
papilas gustativas ansiosas como minúsculas vaginas se expresaran a través de los ojos de la
princesa, de su cerebro , de sus órganos de fonación, de su pequeña nariz fina
y respingona; cada vez me parece más bonito y más fino su rostro; su cara clara
que embellece gracias a mi continua admiración -,... como si el hábito y el
apetito gobernasen la mente y no la creatividad ni la razón...
Pero
esta misma resistencia la hacía más atractiva puesto que yo estaba convencido
de que mi postura era la verdadera y que la Verdad es invencible. -Esto, en mi
confusa mezcla de ideología y estrategia, venía a significar que yo –como La Verdad- a
la larga era invencible. Una gran confianza en el sentido de la muerte guiaba mi seguridad como seductor. -Mezclando
seguridades que habitualmente suelen estar separadas: Alláh-Krishná,
Alláh-Krishná; Krishná, Krishná; Alláh,
Alláh.
- Era una
de esas tardes floridas del mes de febrero en la isla, blancos ya los cerezos
en el Vall de Corona –otros creyentes en la sacralidad intrínseca de
Ybozzim nos habían convencido de que por un capricho meteorológico, se daban en
ella no una primavera, como ocurría en cualquier otro lugar menos ungido, sino
dos-, de modo que ningún otro plan nos pareció mejor, después de ver la
floración del cerezo en la primera primavera de Ybbozzim, que el de acercarnos
a una cala recóndita de la zona Norte en cuyas aguas se eleva un caprichoso
peñasco con forma de alzado dedo.
- Jugamos
tontamente, como si fuéramos adolescentes otra vez, a desafiarnos a bañarnos
desnudos y en la sonrisa de la princesa había una invitación muy dulce que yo
no terminaba de creerme, como cuando se volvió en la baranda de la cueva o se
reafirmaba en su decisión de comer carne
de cordero.
- (Puesto que tal vez todo lo que nos eleva
en este pasatiempo absurdo, lo que de alguna manera justifica que hombres maduros situados más allá de la
necesidad agoten sus fuerzas en el juego de Eros, -el juego aristocrático que
no sanará la enfermedad del mundo (aunque tampoco la agravarán sus rosas
estúpidas)- es tener éxito con una mujer que al principio nos pareció
completamente por encima de nuestras posibilidades; el paso milagroso en que lo
imposible se hace posible.)-
Alegraba mi
cuerpo el que una muchacha tan hermosa quisiera ver mi cuerpo desnudo, pero -porque me daban vergüenza los demás, no por ella, mi segura presa- , me alejé para bañarme por las rocas de un
extremo. - Desde allí, sin ropa, podía distinguir todavía su rostro borroso y
su jersey verde. Tal vez sonreía, miraba hacia donde yo no era más que una
mancha blanca, inerme bajo la luz
anaranjada del atardecer; me miraba
desnudo y yo pensaba que si ella hubiese estado desnuda yo no podría haber
observado más que los detalles menos delicados de su cuerpo a esa distancia; y que eso era lo que ella me veía a mí en ese
momento...
- Pero
al mismo tiempo una especie de resplandor telepático procedente de sus ojos
verdes desde el otro lado de la caleta – mediante la vista yo no podía a tantos
metros distinguirlos-, algo así como un fulgor o una sensación de presión en la
piel cuando mi atención se dirigía hacia la chica del otro extremo de la playa,
me indicaban que ella estaba viendo más de lo que yo era capaz de ver... Veía
mucho más que yo. La telepatía (o como se le quiera llamar) parecía repetirse
entre nosotros una vez y otra; - follar iba a ser facilísimo.
Esto me hizo sentirme turbado, doblemente
desnudo, y sin embargo feliz porque no tenía que pensar para saber que mi
cuerpo estaba siendo bien mirado.
- Pero esta
situación-: ella jugando allá en la arena sola en una punta de la playa; yo en
las piedras solo chocando a falta de mujer mi pubis contra el sol en la otra
punta; o los recuerdos, o la nostalgia de Duende-, me entristecieron de repente. - Como si
regresaran tras la risa y las emociones juveniles de la jornada, los pesos obscuros
de mi realidad, de mi verdadera edad, la
falta de orientación de mi vida: la Duende tal vez esperándome todavía en la
Costa, la mal acabada aventura con la Mujer que se creía un Ángel, mi nueva religión
creída solo a medias...
- Y si el decurso en apariencia casual de los
acontecimientos es un signo, si no existen casualidades, si estas componen una
trama más inteligente que el esquema raquítico urdido por nuestra razón –como
creen los magos y como yo fanáticamente pretendía creer entonces- la aparición,
cuando regresé de mi baño, de una especie de sadhu hindú con tres cachorros de
perro me indicaba tal vez a su manera siempre ambigua, brumosa pero
sentimental, la dirección que debía seguir para resolver mis tensiones, quemar
mi karma.
-(Pues se
diría que cuando estamos más despiertos, más sintonizados con lo sobrenatural,
tienen más significado los sucesos que nos ocurren: Todo es significativo en el
cosmos para el devoto de la Conciencia Cósmica:- Y no porque nosotros en
nuestra pasión les atribuyamos más significado, sino porque atraemos el
misterio, el sentido con nuestra rectitud; del mismo modo que –como demostró en
su Diario Salvador Dalí- las 24 horas de un genio son diferentes a las de un hombre
corriente: gracias a la tensión mental o a la energía que mantiene; o a su
condición de Elegido).-
-Así me
sentía yo: Llevando la vida de un genio; y a mi lado mi amigo Vicente, que es
un genio reconocido y afamado, un verdadero Poeta: por eso solemos escucharle
boquiabiertos mientras nos cuenta sus historias de Experiencia y Pobreza
de la isla (de nuevo en vivo y en directo yo estaba asistiendo al nacimiento de
un libro importante en la cabeza de un escritor: El que años más tarde
escribiera Vicente sobre el paso de Walter Benjamin por Ybbozzim); jamás se podían agotar sus reservas de
Historia: nosotros no podíamos cansarnos nunca de oír al silencioso Vicente
hablándonos de esto y de lo otro, sus perforantes ojos azules clavados sobre
nosotros, como un hermano mayor que sabe más, que lo sabe todo y a quien solo debes entregarte: deja que él te cautive con sus palabras... Es
el mayor iniciado en los misterios de la Isla Bonita, la re-encarnación de sus
más antiguos pobladores. No habla de cosas que haya leído en libros. Habla de
Fenicia y de la Diosa en primera persona. Y es el Testimonio y el Cronista. - Pero
ahora Vicente ha vuelto a caer en el silencio:
- El sadhu nos pidió tabaco explicándonos que
llevaba varios días sin fumar puesto que solo lo hacía cuando le ofrecían y
últimamente no había habido visitantes en la cala. Se parecía en esto también a
la gente de la India –lugar por lo demás muy hermanado con la esotérica
Ybozzim: casi todo el mundo en la isla había estado en la patria de Gandhi-: No
sufría de abstinencia si no tenía cigarrillos pero luego, en caso de convite,
podía fumar uno detrás de otro con deleite según pudimos comprobar. Sin embargo
no había ansiedad en su manera casi femenina de pedir más tabaco a los pocos
minutos de haber arrojado el anterior. Aspiraba el humo como si estuviera
alimentándose y no paraba de festejar su buena suerte después de tanto tiempo.
Casi se podía adivinar cómo la nicotina bajaba hasta su estómago inundando de
placer a su cuerpo corpulento, tostado por el sol, oxigenado como si viniera
siempre de echar una carrera.
- Este
aspecto de hombrón (era muy alto), contrastaba con el gesto delicado , maternal de sus dedos hundiéndose una y
otra vez en el pelaje de los cachorros de pastor alemán a los que, según nos
dijo, estaba criando de manera exclusivamente vegetariana mediante acelgas
silvestres. Tenían solo unos días pero ya habían abierto los ojos y jugueteaban
a morderse las orejas unos a otros con una expresión que recordaba a una sonrisa
larga, infantil. - Había algo muy hermoso en la imagen de aquel hombre grande,
austero, bronceado, y aquellas crías juguetonas. -Como esos gladiadores, enormes y brutales, enamorados de un pajarito. - Acelgas
silvestres era también lo único que Nicolás comía pues no disponía de huerto ni
de dinero en su aislada choza de la cala; salvo cuando algunos amigos le traían
provisiones de la ciudad, nos confesó revelando su extrema indigencia.
- Su
conversación emanaba esa calma de los campesinos y de los pastores que cuando
se sientan, aunque sea con desconocidos, no están pendientes, -como a menudo
ocurre en la ciudad- , de obtener una determinada información o de cumplir un
deber social para darla por terminada en cuanto se hayan alcanzado esos objetivos.
Sino que se dejan llevar por la espontaneidad de la cháchara mientras
contemplan el movimiento del fuego o la caída del sol, conscientes de que la
compañía y el matar el rato son los únicos objetivos.
No ya como
un hombre de campo sino como un Viejo de los Días, nos contó la degradación moral de Ybbozzim:
tópico frecuente entre los viejos hippies. A su juicio, el que unos gamberros
recientemente hubieran vandalizado el pequeño santuario budista del Atlantis
(cerca de Es Vedrà) constituía un presagio funesto. Nicolás –así se llamaba
nuestro sadhu- estaba convencido de que
con la especulación, la masificación, el turismo y las drogas se había iniciado
una época aciaga y que aquel acto vandálico era también un signo.
(- Meses
después, -al leer en el periódico la noticia de un sórdido asesinato a sueldo
cometido en la isla (por Joan Bufí.)- , me acordé de las palabras del sabio
Nico, y me planteé de nuevo si es cierto
que existen lugares sagrados, si aquella hermosa, diestra pintura de un Buddha con
auras de colores que un artista japonés pintó al pastel sobre la piedra de
marés del Atlantis –en la base de los acantilados desde donde se contempla el
peñón de Es Vedrá- y luego los hijos de Ybbozzim
(yo entre ellos) convirtieron con sus
pequeñas ofrendas en una especie de
santuario, era realmente un sitio santo cuya destrucción acarrea mala
suerte para toda la comarca. Mal rollo.- )
Atardecía
sobre la cala en espesos tonos dorados. Marcos, Vicente (más silente y más
ensimismado que nunca), Hércules y la
chica del jersey lila se sentaron en silencio y en semi-círculo a un metro de
nosotros tres (Nico, la princesa y yo) , siguiendo con respeto la conversación
y la evolución del sol en el horizonte de la cala. Esa donde Nina Hagen hizo su
fiesta de boda punk de tres días en ayahuasca.
- Por un
rato nadie habló y el sol fue el protagonista de todas las miradas y todos los
pensamientos: Eran los 15 minutos de fama del Sol: cuando se le puede mirar
cara a cara.
-
Luego se puso y todos nos sentimos mejor:
-No había habido necesidad de presentaciones con el sadhu-. A
veces alguien trazaba figuras en la arena o levantaba la vista con melancolía
hacia el horizonte. - Las emociones parecen de color rojizo como la puesta de
sol sangrante; en el aire, se masca la emoción muda de cada uno: - Bajo esa luz más íntima, anocheciente, Nicolás nos contó el suceso central de su
vida:
- Su mujer
había muerto en un accidente de tráfico en los tiempos en que él era gogó de
Amnesia (o de Pachá), rey de la noche de Ybbozzim. -Con esa facilidad para la
desgracia que ofrece el mundo del glamour
- proximidad sombría de la guerra al final de los salones proustianos; -como
si en el límite del máximo placer físico se iniciase el infortunio ( o el
castigo o la consecuencia): -... Vamos todo el tiempo del Placer a la Muerte: de
Eros a Mara; y de Mara a Eros.
- La verdad
es que nos costaba imaginarnos a nuestro hombre en el Corazón Megatrónico
cuando lo habíamos conocido en su etapa de retiro rousseauniano, espinacas
silvestres, ni una peseta y todo eso. -Sucede que no podemos reconocer al mismo
individuo cuando se ha quitado el uniforme y nos topamos con él en un contexto
diferente. También nos es imposible
ubicar a una persona que ha cambiado totalmente de valores:- El Nicolás-disco, el gogó de Eschyzophrenia se transparentaba aún detrás de aquel eremita
cincuentón y sosegado:- En su notable estatura, en su físico probablemente
privilegiado a pesar de la flacura actual y de las severidades de su dieta. - El
cuerpo de un bailarín o de un atleta tras la raída túnica del monje (-pues
quizás sean nuestras células, nuestros músculos y nuestros órganos los que
conserven la memoria de lo que hemos hecho y no nuestras funciones cerebrales
conscientes (ego) con su continua tendencia a engañarse a sí mismas.) - Era un
hombre muy hermoso. - Su imagen, (trágica), me calmaba.
-Se había
hecho tarde: El peñasco en forma de dedo apuntando al cielo en el centro de la cala, ya no reflejaba
ningún rayo de sol y sus sombras eran más obscuras que el oscuro azur
circundante del mar-cielo (“mar y cielo se confunden alrededor de la Isla”).
– En nuestro silencio, en nuestras miradas bajas, que escuchan y aprenden
calladas..., una especie de compasión
hacia el semi-desconocido:
-Decidimos
llevarle en coche a su casa, y como sucede en el contraste con gente de la
India o de cualquier otro país con más pobres, nos tuvimos que avergonzar de
llevar dos coches para cuatro personas: derroche en el que no habríamos reparado de no
comparar nuestra vida con la extrema sencillez de aquel desamparado solitario.
Su vivienda
se parecía a la garita para las herramientas de un jardinero, a la limpia celda
de un meditador monástico, la ventilada y perfumada atmósfera de un claustro,
franciscano: Una sola habitación, dos metros cuadrados: un camastro, velas, la
estampa de un maestro sikh cuyo
breve cuaderno en inglés Nicolás nos aseguró que era lo único que necesitaba
leer en este momento de su vida. -Debe ser su texto sagrado (a mí no me
importaría incorporarlo a mi panteón, con más dioses, santos, rituales que un
emperador decadente.)
Mientras los
demás me esperaban en los coches, me entregó una botella de shampoo
elaborado por él mismo con las hierbas de los aledaños: un líquido vinoso, incapaz
de producir espuma, que estuve echándome en la cabeza durante
algún tiempo a la hora de ducharme y que me maceraba el pelo y le daba un olor
agrio y serrano como el del pelo endrino de un gitano ( el de Nicolás).
Mis amigos
y hasta las chicas se rieron de mí cuando regresé, emocionado, portando aquella botella que más parecía de
chimichurri, pero por la que había pagado un precio nada módico. – (Pues al
igual que sucede en los encuentros semicomerciales, semiafectuosos con personas
de países económicamente más pobres, la dignidad a través de un delgado puente,
vacila entre la opresión de pagar de menos desde el punto de vista del que más
tiene y la astucia de hacer pagar de más desde la perspectiva del que no tiene casi
nada;- y así, a veces no estamos
seguros, separados por 500 pesetas o por 125 rupees, de si hemos logrado
ese acuerdo amistoso: A medio camino entre la estupidez consentida y la
necesidad resabiada que nos proponíamos, más allá de la mera perpetuación de
las miserias comerciales y del colonialismo; - si hemos dado como el Evangelio
predica –y como recientemente me recordó Julio César Llanos, mi amigo
electroveterinario- el doble de lo que
recibimos y no lo mismo como hacen los honrados, ni de menos como hacen los
ladrones o el triple como hacen los panolis; y eso sin enseñarle –por el lado
moral- nada más que inocencia al orgullo
del mendigo).
Hércules y
los demás tenían menos dudas: había realizado un simple acto de estúpida caridad
al adquirir ese mejunje gracias al cual seguro que me quedaría calvo.
EL POETA
El día
siguiente era el último de mi azarosa estancia en la isla. Había ido buscando
claves para cambiar de vida –igual que los neosemihippies buscaban la Libertad- y las había encontrado.
Pensaba que el único coherente era el solitario de la cala, Nico; la única persona que actuaba como lo haría la
humanidad en el futuro.
“ Yo lo que de verdad desearía, todo
lo que me gustaría para mí
y ahora , es que este
animal llamado miedo,
este animal nocturno y ambicioso
tan confortablemente instalado
aquí entre mis cosas, un buen día,
al acostarme ya no lo volviera a ver”
... Sin embargo también era
evidente que a esa edad no iba a imitarle (ser joven es ser consumista).- Y la contradicción me hacía sufrir de una
manera muy cristiana, muy mezquina... - Porque
tenía miedo.
Así que pedí
a las entidades de mi abigarrado panteón –un teatro con miles de personajes que
parloteaban al mismo tiempo- que hicieran de mí ese día, el último de mi viaje,
lo que les diera la gana puesto que yo, turbado, carecía de dirección.- En el
mismo instante en que hice esta oración al levantarme por la mañana, pude
sentir el revuelo que se armaba en el mundo metafísico: mis demonios se
movilizaban para complacerme; y eso que yo no sabía cómo.- Pero mi plegaria
había sido escuchada. Era evidente.
“Claro que no. Y maldicen porque sí.
(Y aún arriba la luna, más arriba.)
Vigilan perezosos: ni se asoman.
Hace tiempo que quieren humillarnos.
Ah, vámonos. Y quedan desoídos.
Por el camino estrecho y pedregoso,
aquel (dicen) tan poco transitado...”
... Puesto que existe la
superstición de que los finale
son más significativos que el medio, del mismo modo que en un dibujo de perfil
la nariz es más importante para el retratista que la curva de los pómulos. Y
así, yo estaba convencido de que, ahora que mi tiempo se acababa, el Autor
de las Casualidades se esmeraría en redondear este capítulo de Ybbozzim
como un novelista que tiene a su personaje en las cercanías de la
contraportada.
(Sin embargo un 98.7 % de novelas salen mal
–incluidas las que alcanzan el privilegio de la publicación; terminan sin
impresionarnos con su silencio aunque la trama nos arrebató; cerramos entonces
el libro decepcionados, intentando no ser injustos, elaborando un juicio
crítico, una evaluación, algo escolar pero sin esa especie de amor -aunque parezca absurdo sentirlo por
Stavroguin o por Sorel- más indiscutible de las obras maestras. )
...Y por eso me temía que mis peripecias en la isla
iban a quedarse en una novelilla , la sensación de haber podido invertir mi
tiempo en una lectura más provechosa
- Quedé esa
mañana con mi amigo El Poeta,Vicente Valero –hasta su nombre era casi un verso
y contenía una aliteración como esas dos uVes tan marítimas- porque al menos él
siempre terminaba hablando de cosas serias, cosas que al principio a mí no me
interesaban pero que al cabo de nuestros paseos por el barrio de los gitanos de
Sa Punta o las tétricas callejas d´Alt Vila me convencían. Y me obligaban
a callarme y a escuchar. Como sus misteriosas poesías:
“Claro que no. Y maldicen porque sí.
Pero salimos sin remedio: entramos
lentamente y a oscuras para ver.
Vigilan perezosos: ni se asoman.
(Y aún arriba la luna, más arriba.)
Por el camino estrecho y pedregoso
rico en sequías altas y promesas...”
Él, Vicente Valero, vivía de una manera bien diferente a la mía:
más solitario o más lúcido. No formaba parte de ninguna secta. Ni de la
burguesía de provincias ni de las secuelas del Mago de los Arquetipos (o
sea, el representante “más científico” de la nuestra; un bígamo suizo que
alucinaba con enanos.)
A tal
extremo llegaba su descreimiento, que ni siquiera se reía de nuestras
supersticiones: se entristecía: No tenía fe; tampoco tenía
sueños; sólo una esperanza muy hiriente:
“Dicen: claro que no. Y se sonríen.
Y como quieren humillarnos tanto,
vernos acumulados, invisibles...
Ah, vámonos. Y quedan desoídos.
(Y aún arriba la luna, más arriba.)
Por el camino menos transitado:
unos zapatos viejos ya no sirven.”
¿Quiénes
eran esos que querían humillarnos tanto? ¿El animal nocturno y
ambicioso llamado miedo? ¿Acumulados, invisibles? Extrañas palabras
las de los versos de Valero... No seré yo quien se atreva a descifrar en crasa
prosa el acertijo de metáforas y elipsis que supone un verdadero poema... - Él
se ganaba por entonces la vida con un
trabajo bastante extraño: Moldeador de Membrillo.
-Sí, por aquel entonces se pasaba todas
las mañanas de lunes a viernes delante de una cinta sinfín por la que circulaban
trozos informes de carne de membrillo y hasta de chorizos, elaborados en otras
dependencias inferiores de la misma Fábrica por otros operarios.-(Sí, como los
usuarios fenicios en la pasarela de las prostitutas sagradas).- Su trabajo consistía en plantificar encima de
esas pellas un molde de metal –un cuadrado, una estrella, un círculo, la
silueta de un gato- que les diera forma y las dejara listas para ser retocadas
con confites, siropes, merengues o guindas después por otros obreros todavía más habilitados. - Al
final los pastelillos –verdaderas bombas glucémicas- debían ser puestos en el
mercado y competir con todos los demás dulces. -En caso de no ser adquiridos
por nadie, terminaban por echárselos a los perros o a los animales más
monstruosos del zoológico (Tele Pizza, por ejemplo). - Como las pobres putas
sagradas púnicas a las que yo habría encontrado algo bonito aunque no le
gustaran a nadie. –(Sí, lo reconozco: También
me voy con las feas; y no solo por compasión).
- Lo bueno de este trabajo (aparte de las
vacaciones) es que uno podía elegir qué figura iba a moldear; -aunque, eso sí, el Molde a su vez debía
respetar ciertas normas y sufrir inspecciones y sub-inspecciones de los Inspectores y Sub-inspectores (pero
esto, en realidad, nunca se cumplía): - No, no se podía –puesto que este
proceso de producción caía bajo la jurisdicción y la financiación del Estado-
dar, por ejemplo, a la tierna carne de membrillo, el cuerpo de un murciélago,
los ojos de Scheherezadde, la forma de un falo o la de un diamante azul. Toda así llamada “creatividad” debía ser
eliminada, extinguida y sofocada.- Pero, sobre el papel y en teoría, toda
“creatividad” debía ser despertada, alimentada y querida. – El mundo de la
fabricación de Membrillo es un mundo muy hipócrita.-
- La masa- trozos semejantes a excrementos frescos de
color ámbar, comparables a pellas de harina
y agua, o a aglomeraciones de plastilina- no eran todos iguales según le llegaban a mi
amigo El Poeta, sino que unos poseían ya una materia de mejor calidad y otros
de peor calidad; naturalmente, unos eran
más amargos, otros más ácidos, otros llevaban más azúcar...
- Así que el Moldeador poco podía hacer
para eliminar esos defectos de composición o para aumentar sus virtudes. Él
solamente era dueño de in-formar a esa materia bruta con la estructura que,
dentro de ciertos límites, se hubiera inventado.
Y como el Moldeador se cansaba de repetir año
tras año siempre el mismo molde , la verdad es que muchas veces ni siquiera
cumplía su tarea: -Como a Charlot (D.E.P.) en Modern Times las tuercas, a él se le pasaban pedazos de carne de
membrillo sin haberlos tocado. - O los fabricaba con un golpe descuidado y
perezoso que no los dejaba en el mejor estado de presentación para la fase
siguiente de la cadena. - Pero esto, -salvo
si se llevaban estas negligencias al extremo del crimen-, no merecía ningún
castigo ni sub-castigo por parte de los Inspectores y Sub-inspectores (ni siquiera
advertencias o sub-advertencias de las Inspectoras o Sub-inspectoras).-
- Otra responsabilidad del Moldeador era eliminar de
la cinta los peores pedazos, aquellos de los que, según se pensaba, ya no se
podría sacar más partido. - Perros falderos y pequeños pero monstruosos
animales del zoológico (subcontratantes marroquíes de mano de obra
subsahariana, algunos empresarios de hostelería, sub-contratas de agencias
aeronáuticas low-cost, etc.) devoraban tales sobras nada más caídas de
la cinta sinfín. –
- Últimamente se había puesto
de moda no descalificar a ninguno, configurar a casi todos mejor o peor; de una
manera integrativa, comprensiva y comprehensiva, horizontal, transversal, democrática.- El resultado es que todos
terminaban hechos una mierda: Nuestro ránking en el informe sobre la Calidad Mundial
de la Configuración del Membrillo (la famosa lista CMCM que clasifica a las
producciones mundiales de todo el planeta)
no hacía más que descender cada año:-
Es un hecho que hacemos uno de los peores Membrillos de toda la OCDE;
aunque esto no tenga mayor importancia...
No es extraño que a mi amigo este trabajo,
con amplias vacaciones y bien retribuido, le frustrase:
“Caen sobre mi tristeza todavía
las hojas secas, rotas, del cansancio infinito...”
Yo aquella mañana quería hablar
del Viaje; él del Regreso. Yo de un barco ebrio; él de un barco de papel
que un niño deja en un charco. - Yo y él: -Él hablaba y yo le escuchaba con
gusto: era el Maestro, mi Maestro.-
-A toda prisa, como almas que llevara el
Diablo nos alejamos de la Fábrica Nacional de Membrillo cuyas emanaciones de
sufrimiento tóxico, vertidos de sufrimiento líquido, residuos de sufrimiento
sólido y ya casi radiaciones de sufrimiento atómico enrevesaban malignamente
–por emplear un término técnico- no sólo el aire del mismísimo edificio de la Fábrica
sino de todo el perímetro alrededor de la avinguda.
-( El catalá y en general
el problema autonómico y la batalla de la llingua era para mí una cosa
de chiste como una mujer nariguda bailando encima de una barra (o de una cabra):
-¿Acaso resulta obligatorio o necesario ser autonomista? ¿Por qué!)-
(No: No sentía,no, no siento ninguna
simpatía comercial por los catalanes:- Yo Soy un puto personaje de novela y
hago lo que me da la gana. Yo Soy Yo y hago -como diría un chulo, discúlpeme la
querida Lectora- “lo que me sale de
la polla” (=micciones y semen; ¿en eso consiste el famoso libre arbitrio,
la real gana?)) -
- ¿Acaso es necesario respetar más a los que más
lloran y siempre piden? , ¿es obligatorio tener simpatía por Catalunya y
por los catalanes? ¿Hay que rendir año tras año, década tras década un
orwelliano Homenaje a Cataluña, pre-sentimiento idealista de la
pesadilla totalitaria de 1984? ¿O tal vez hay que hacer caso a
Espartero: “a los catalanes hay que bombardearlos cada 70 años”?-
- Y lo más importante: ¿pierdo
acaso atractivo erótico para Ti, querida Lectora Catalana –de 100.000 generaciones
o apellidos Laietanos; (de algunos antepasados no conoces el llinatge pero,
simplemente, porque no tenían apellidos: Por ejemplo, los ramapithecus
de Las Ramblas; llámale Copito de Nieve o llámale Rama (hare Rama, hare Krishna)-. ¿Y si Te confieso que me caen mal, que me caéis
mal... ? –Yo creo que no, que no te irás, que no caerás en la deriva
secesionista; -creo que podrás sostenerlo:)-
- Lo he podido comprobar más de una vez con
oriundas de naciones irredentistas, ultramontanas, carpetovetónicas como el
Noreste y Euzkadi: Bascas vellas como Gela, Iratxe o Montse (ya
sus nombres eran escasamente eróticos: parecía que estabas llamando a una perra
de aguas): - Mi fantasía favorita es llevarme a la cama a una guapa con 8 apellidos de llinatge catalá; una
morena de verde luna estilo María del
Mar Bonet, Nuria Espert o la hermana de Dalí; una integrista del
independentismo, una nacionalista salvaje junto a la cual profanar la Senyera y la Estellada follando y follando.-
Sí, seducir a una guapa abertzale, meterle
cuello a una gudari que se llame p.ej. Txakira, y una vez en
la cama –edredón nórdico con una descomunal ikurriña con el logotipo de ETA-, someterla a
diferentes juegos sexuales mientras entona el himno del bertzolari Iparaguirre, el Gernikako Arbolak con
la melodía del Waka-waka y de la Gallina Caponata. -Y se brota. - Y tienen que llevársela
turulata en una ambulancia. - Y yo tan pancho; hasta un poco contento por haber
contribuido a mi manera al proceso de paz y al reacercamiento de los presos.
- (¿Es acaso
obligatorio hablar con respeto de los que pegan tiros por detrás en la
cabeza a víctimas amarradas y arrodilladas? –Silvio Rodríguez, el obispo de
Johannesburgo, el Tribunal de Estrasburgo, la OLP, la Unión Europea,
Gadafi, el BCE, el FMI, el Presidente de
la Asamblea General de la ONU, y los “santuarios”
de Venezuela y Argelia respetaban a los vascos porque tenían pistoleros
asesinos. - Los vascos eran famosos porque habían ejecutado por motivos
políticos a más de 1000 personas y a otras las habían dejado paralíticas,
mancas, sordas, ciegas, lisiadas o sordas. - Igual que Brasil es famosa por su
fútbol, o Hawäi por las hawäianas, el
País Vasco o los irlandeses son famosos por su terrorismo; es su inestimable
contribución a la cultura de la humanidad: – Por eso hay que respetarlos tanto y ser
especialmente tolerantes con ellos: Porque si no, pueden matarte. – A los nacionalistas riojanos, por ejemplo,
que no saben lo que es una parabellum , nadie se los toma en serio.- Es
completamente falso que con la violencia no se consiga nada: los vascos han
conseguido sus “libertades” a punta de pistola, con la dialéctica de la bomba y
el proceso ideal de diálogo de las
metralletas.
–Mi idea era solucionar el
problema del nacionalismo vasco-catalán-gallego (y los que se sumen al café per
tutti) a base de folladas interraciales y felaciones al Tercer Mundo.- Yo mismo
me daba cuenta de que así no se soluciona nada.- Hay cosas que no tienen
solución.-
-Por eso mi
amigo El Poeta solía llevarme lejos de la agitación de las calles más
transitadas y de mis divagaciones: hasta un semidesierto restaurante (Estrella
del Mar) donde reinaba una señora con turbante, de ojos también verdes,
sonrisa maravillosa a la que terminamos
llamando La Bucanera. - Vicente era el que decidía siempre a dónde íbamos, qué hacíamos, qué comíamos, de
qué hablábamos, de qué modo llamábamos a la gente y qué es lo que debíamos
pensar de cada uno. – Y eso sin el menor afán de poder; pues Vicente era un
solitario en su cala, isla dentro de la isla, sin interés ninguno en adquirir
influencia.- Yo estaba por completo de acuerdo en que nos dirigiera:- A veces
en broma, Amable “se cuadraba” delante de él y le hacía el saludo militar, como
si el Poeta fuese su capitán: “Amable, ¡cuádrate!” (parece que los estoy
viendo). - Y el otro se cuadraba.- A mí me daba un poco de repugnancia tanta
sumisión. Pero, por otro lado, era obvio: Valero era muchísimo más inteligente que yo:
- Sus ojos azules y perforantes así lo demostraban: -Sentía –siento- una cierta
humildad ante Valero.-
- La Senyora -así la apodábamos también,- aunque por su
acento dulcemente granadino -donde las eses silban ya como en Canarias o
Latinoamérica; pero con viento andaluz-
no podría pertenecer a la adusta isla- : Tenía unos ojos verdes tan hermosos,
cargados de sentimiento y de sabiduría, que uno no podía evitar mirar con
cariño el resto de su cuerpo de senyora que lleva un restaurante,
posiblemente viuda y con hijos varones (dos) algo más que adolescentes: siempre
activos, deportistas, bellos, sonrientes, más que solícitos: alegres al ayudar.
- Era una señora sesentona a la que uno
no ve sexy por respeto a su edad. –Yo
mantenía la actitud del Amor Universal, y me veía capaz de enamorarme hasta de
los ojos femeninos de una rata (o “de una escoba con faldas”, como me dice
Morphi para señalar con su desprecio mi adicción al sexo que yo encubro como adicción
a Eros, solo porque las palabras se parecen tanto. –Y ¿no será la locura del
poeta perderse en la analogía de las palabras, quedarse en palabras, ser
superficial como la quimera o ilusión de los colores?).
- Aquel
día, el último de mi turbulenta estancia , mi amigo El Poeta no me llevó
al restaurante Estrella del Mar, donde la Señora o La Bucanera, donde los
perfumes de crema de verduras se están todavía guisando a las doce y media de
la mañana; sino a otra cafetería más moderna, menos sopera, más estrepitosa. -
- ¡¡ Marvin
Harris –le gritaba yo, rezagado, mientras él, más rápido, daba zancadas de
gigante sorteando los vehículos, los
viandantes, los bocinazos como si remontase heroicamente el curso de un
torrente de montaña muy crecido, o un rebaño atropellado de cerdos-, sostiene en su obra La Cultura Norteamericana
Contemporánea , que las religiones se
fundan por motivos materiales como necesidad de proteínas, necesidad de no
estar solo, necesidades de su Alteza el Faraón, necesidades de los Señores Clérigos
y necesidades también de fundadores de sectas en la Guayana!!, ¡lo material explica lo espiritual!
- ¿Ah sí? –respondía él indiferente, sin
molestarse siquiera en aparentar algún interés; como si fuera una canción que
hubiera oído mil veces; observando con sus intensos, insoportables ojos azules,
un punto situado más o menos sobre mi nariz, luego un punto entre mis ojos, un
punto al fondo de las avenidas; Vicente semi-abstraído, observando quizás un punto de fuga en el fondo
de su propio pensamiento:
En vista
del poco éxito de mi propuesta de conversación –de la que me avergoncé en
seguida- me quedé callado, esperando que
él tomase la iniciativa: Que su espíritu dirigiera al mío:
- Seguro que tenía temas de coloquio muy
largos y hermosos que yo, entregado a
mis propias fuerzas mentales, ni siquiera habría vislumbrado sin su ayuda. - Seguro
que eran lugares tan tristes como las cuevas sacrificiales, las fuentes
fenicias o árabes, los islotes o las casuchas que solía enseñarnos en caminatas
iniciáticas, años atrás. - Contándonos al final algún secreto sencillo pero
tremebundo relacionado con esas construcciones arruinadas que nutrían misteriosamente
su escritura: Un asesinato por amor
entre hermanos (sin pronunciar –por
respeto hacia los difuntos- la palabra más escabrosa: incesto); la ex oficial
de las S.S. perseguida por el miedo de que a sus 70 años el Congreso Nacional
Judío a través de algún caza-recompensas resentido la capture destruyendo para
siempre su sueño de paraíso blanco en una isla del Mediterráneo; el hijo que
todas las noches encendía las mismas
luces de la casa D’ Alt Vila después de que sus padres murieran, la
lámpara junto a una mecedora vacía siempre a la misma hora; la pintora finesa
tan pobre que terminaba comiéndose los modelos vegetales de sus bodegones: no
podía copiar el melón porque lo había devorado; etcétera: - Cosas siempre como
de muertos, historias cuyo final siempre resultaba demasiado silencioso. -El
Silencio con S mayúscula parecía adherido discretamente a la isla.
- Aunque
la pintora de Finlandia,- una mujer que yo me imaginaba también erótica,
hambrienta de sexo a pesar de su vejez-, ahora que me acuerdo, no era cosa de Vicente sino de Amable
(Palacios Brusca) otro modelador no menos poético por su nombre que Valero:
-
Era la primera vez que yo conocía a nadie con el
nombre de Amable. Pero que su apellido fuera Palacios acabó por parecerme una
especie de indicación onomántico-gnóstica-jodorówskica: el segundo apellido en Brusca era una
sugerencia algo desconcertante viniendo
de amables palacios; -“pero al mismo tiempo bruscos”, parecía susurrar otra voz
cuando yo intentaba desentrañar la esencia de aquel hombre por quien tantas
cosas sentí y tanto aprendí y al final perdí por mis continuadas faltas de
respeto...
Una
serie de bruscas ventoleras al mismo tiempo amables en los palacios mientras
pintora helsinkinesa con altas tasas de libido le ducha en el jardín con una manguera
al bueno de Amable... -Tal vez él sentía compasión verdadera, filo-maternal por
aquella sesentoncilla solitaria de la casa encantada; tal vez quisiera
follársela o se la folló..., quién sabe:
-en Ybbozzim todo el mundo tenía una amplia vida sexual con petting
ocasional o encuentros eróticos completos: El aire marítimo (como ha podido ser
demostrado) aumenta la frecuencia de orgasmos y de calentones por habitante y
por metro cuadrado lo mismo en la Isla Bonita que en la Costa del Sol (o del
Flow), en Varadero que en Goa. Para
hacer bien el amor hay que venir al Sur. -
La casa
de la pintora finlandesa era la más
encantadora vivienda de Ybbozzim que yo haya visto nunca incluyendo las
construcciones de Raoul Hausmann, Philippe Rotier o José María Sert .
- (Divagatio (¿): -Tal vez llegue un momento en que se
pueda medir la libido de los candidatos a un trabajo mediante un aparato como
el voltímetro: A juicio del empleador -o
de funcionarios del Estado Perfecto- quedaría por decidir si contrataban a los más
fríos o las más calientes, a los más tibios o a las salidísimas. - La clarividente
Lectora, -tal vez morena, alta, joven... catalana de 8ª generación-, ya se
habrá imaginado qué tipo de staff
contrataría yo para mi propia empresa: Una manada de lobas que se
levantan húmedas por la mañana y se acuestan aullando por la noche:)-
-(Ya he contado antes varias experiencias estériles
con las vampiresas de Transilvania.- Sí, mi criterio como coach sería
dar prioridad a los más hot y a las más warming.- (Voto por Las Burning,
aunque sea un mal chiste) - ).
- (Lo que ya no sé es hasta qué punto un tal equipo de
trabajo sería eficaz y productivo y rentable; más bien sería una ruinosa
empresa:)-
-(Mi equipo -mayormente
de mujeres, damas y señoritas con altas necesidades de libídine, y, sí, algunos varones muy guapos salpicados aquí y
allá,- quizás se desinteresase por
completo de la Fabricación de Membrillo, más pendiente cada uno de pensar con
quién van a terminar durmiendo esta noche.)-
-(Mis
empleadas son una pequeña muestra del ramillete étnico internacional: Hay entre
ellas bellezas que la pluma se resiste no solo a describir sino ni siquiera a
soñar: Han venido hasta titulares indiscutibles de la Selección de bellezones
del Paraguay: belleza de la bella guaraní: - Mis trabajadoras son lúbricas y de
una belleza imposible de imaginar.)-
-( Harían cualquier cosa con tal de acostarse conmigo;
pero yo mantengo las distancias con ellas; aguanto la tensión; les paro los
pies, les marco límites con una sorda agresividad sexual que gozan y padecen, todo a un mismo tiempo; con frecuencia y
deprisa:- Paso el día como Príapo, empalmado
como Picasso a pesar de lo avanzado de mi edad.) -
- Él, Vicente, quería aquella mañana -ya lo he
dicho- hablar del Regreso, de “los ojos horribles de los pontones”. - Yo del barco que tiembla oyendo bramar a los
Behemoths y los Maelstroms.- Yo no quería hablar del Regreso sino del Viaje. -
Para él la hermosa y triste Poesía del Regreso y de la añoranza del regreso.-
Para mí la Alegría Amarga del Viaje y el Poema de la Alegre Despedida: - Hacia
más Viajes.
Por suerte regentaban este
local, -el más estrepitoso-, dos hermosas camareras rubias y atléticamente
culibajas . - Me sentía sexualmente excitado al verlas: la noche anterior me
había acostado ya con la chica del jersey de pico verde, y antes de anteanoche –no en la misma cama sino en la casa de Marcos-
me había llevado a la Mujer que se creía un Ángel.- Y mañana –esta tarde o esta
noche- se presenta con un proyecto claro de sexo completo con Princesa de Ojos
Verdes...
- Y los demás días en Ybbozzim, porque no
había querido salir de marcha...
- Yo en principio había venido
a retirarme y a meditar; a reflexionar
en el fin de Duende. - Caramba con el monje-:
Mientras se inclinaban sirviendo millares de
desayunos, entre símbolos del motociclismo -(una fantasía radical-proletaria de
despechugadas y flameantes muchachas rubias galopando en sus Harley-Davidson
por las autopistas de Nuevo Méjico)-, poniendo sus escotes casi en las mismas
narices de los clientes, yo conseguía
separarme de la tristeza lírica de mi amigo El Poeta, muy callado tras haber
dicho una vez “El Regreso” y después de una pausa: “Ahora
lo que me preocupa es el Regreso más que el Viaje”.
- (Es fácil recordar los ipssima
verba, palabras textuales de Vicente Valero en febrero de 1995 porque es fácil
evocar su voz: Grave y trágica,
naturalmente triste.)-
- Y eso me pareció muy natural
si traducía su declaración –sibilina, sapiencial, lacónica y sin adorno, y a la
vez honda como se supone debe ser la poesía posterior al surrealismo, la poesía
del Silencio:- a términos más vulgares de su propia situación vital: - Pues él
en efecto no estaba viajando de Ibiza hacia el mundo sino regresando aún de
Barcelona. -Pero eso, como diría Michael Ende en su Historia Interminable, “es
otra historia que será contada en otra ocasión”.-
(- Y así seguramente ocurre con
todo lo que escriben los poetas: -Sus lamentaciones monumentales y sus éxtasis
más abstractos proceden de una realidad tan prosaica y tan cotidiana como la
del hombre medio de la sociedad industrial que no escribe versos ni realiza
otras hazañas salvo la de llegar a fin de mes o dejar de fumar- . ¡Pero los líricos esconden el feo origen
biográfico de sus cantos como quien se avergüenza de un pariente pobre!:)-
(Al releer
algún poema suyo de los más exitosos, deben plantearse: “¡Qué vergüenza si la gente supiera la estupidez
que lo ocasionó!” )
(– Delatando
con fría objetividad de anatomista esta
táctica lírica de encubrimiento , Kundera abochornó a todos los sirvientes de
la Musa en La
Vida está en otra Parte: El Poeta no puede con la Vida: El Poeta se Suicida -
(o le matan de frío, ya no me acuerdo bien).)-
(- Las tensiones, enmascaramientos y demás,
entre Verdad y Poesía, mentira romántica y verdad
novelesca, lo tristemente particular y
lo bellamente universal, son más evidentes para los amigos del escritor siempre
propensos a descubrir nombres con carnet de identidad detrás de la mitificada
Isis, la sublimada Filis, Morphi o la Margarete
genérica ; -amigos de los que se apodera el espíritu del cotilleo aunque
habitualmente sean los más puros cultivadores del Arte, la Literatura y el
Espíritu;- )
(- ...Chismosos aunque no se lo propongan, escrutarán
las escenas más tórridas imaginándose al Poeta en la piel del protagonista;
hasta se pasarán de listos, y con sabio acento de ex-primer ministro que va
a revelar un secreto de Estado, nos
contarán que en realidad “todo el libro estaba dirigido a una becaria americana
que pasaba por allí y no al gran amor del Poeta”; - La Voz a Ti Debida de Pedro
Salinas –nos explicaba Jiménez-Millán- no estaba dedicado a la Realidad, -como pensaban los críticos en su inocencia-,
sino al Deseo.)
(- Cosas
como divorcios, cüernos, enfermedades renales, calabazas adolescentes,
impotencia, frustraciones económicas o exilios homosexuales se transparentarán -para
esa mirada nublada por el afecto, cegada por la excesiva cercanía de los
amigos, familiares y conocidos,- bajo términos más nobles –más literarios:-
como pueden ser: los Vampiros, la Transparencia de Dios, la Revolucion, los Espejos
del Realista, los Desiertos del Amor, el
Peritaje en Lunas, las Flores del Mal o el diario de un poeta recién casado).-
(Es
decir, las cosas de las que se habla en la peluquería, en los reality-shows, y
en “el cuchitril de los chismosos”, se
transparentan bajo las cosas de las que se habla entre filósofos y filólogos.)-
- Y por
todas estas razones, yo no me
consideraba tan amigo del Poeta como para rebuscar en sus raíces personales: –Su
mujer, sus novias, sus enfermedades, su hermana...- No quería hurgar detrás de
sus estupendos versos, ni preguntarle qué demonios quería decir cuando decía
que él estaba pensando ahora en el Regreso; - tenía, -como la Poesía- , derecho
a no concretar, a exigir sutileza... -Él hablaba poco, y me dejaba ahí pensando en su verso breve y
profundo. - Su Poesía al final siempre me descorazonaba.- He llorado mucho
leyéndola, - a veces en voz alta.-
- Él sentía envidia de la música y de la
pintura abstracta porque podían ser más impersonales que la poesía. - Por
pudor, hubiese querido evitar cualquier huella biográfica o particular en sus
versos sucintos, intensos como sus ojos, cargados de silencio, de cosas no
dichas.- Como su bella voz grave -y en absoluto afectada- cuando recitaba sus
poemas: -(Nadie puede olvidar la manera en que recita Vicente Valero: no
solemne pero sí trágica, extrañamente conmovedora, segura de lo que va a decir,
meditativa);- era verdad que poseía el don de desvelar los misterios de la Vida
y de la Muerte, como una vez dijo de él
Octavio Paz. -Era evidente que a su lado
uno se volvía más sabio.-
- Entonces pasó a aquella
cafetería de oficinistas de las camareras eróticas- centro social o lúdico
no-ofical de la Fábrica, Correos, Centros Educativos y Militares, Comercios,
Comisaría, etc.; pues estas y otras
instituciones se aglomeraban en el pequeño centro de la Ciudad Nueva, la que no
se construyó en alto, la de fuera de la muralla,o Fora Vila-, un periodista local que saludó con efusividad
a mi amigo, el solitario. -Sin preámbulos, el recién llegado se puso a hablar
mal del que es tenido por algunos por el mayor poeta español del siglo XX: - Juan
Ramón Jiménez. –Yo no dije una palabra hasta que no se marchó. –Con cada frase
que pronunciaba aquella alimaña de la prensa ybbozzenca, yo iba odiándole más y
más:
-
Que su mujer Zenobia
Camprubí era en realidad mejor
escritora que él: - Menudo imbécil-: Lo
había leído en el suplemento de un
periódico:- Qué bien-.Que el ilustre poeta era un neurótico ... –Y tú un
imbécil.- Sin embargo guardé silencio.- Me estaba volviendo sigiloso y prudente
como los isleños, como si estuviese deseando pensar igual que ellos.
– El Poeta no le hizo ni caso:- Miraba hacia el infinito, decía que sí a todo
y ,en los silencios, -cuando la facundia de aquel hombre de letras, persona de muchas opiniones, se detenía- , le
fulminaba con sus intensos ojos azules y
con otra mirada más tierna pero igualmente descarada, le daba a entender que ya
estaba bien, que ya podía marcharse:-
- Pronto aquel detestable provocador lo hizo: -Empezó
a largarse,- menos mal,- y muy
agradecido;- pero su despedida se me hizo interminable:- Aquel plumafría balear
era uno de esos pelmas que con medio cuerpo orientado ya hacia la puerta,
siempre encuentran algo más que añadir: como en una agonía: seguía y seguía
desde la puerta insultando..., con ganas de manchar al autor de Platero, al Genio...- Yo, callado, me iba
poniendo más y más violento.-Ya nadie le parte la cara a alguien porque sea
despectivo con su poeta favorito.- ¿Esto constituye un progreso?
- La mirada de Vicente Valero
siempre me ha parecido difícil de soportar...-
En cuanto se esfumó el adulador, el malpensante, una nueva cohorte
invadió la cafetería motociclística rodeando a mi amigo que saludó educado a
todos esos compañeros y compañeras suyos y suyas en la Fábrica de Membrillos
pero que en lo sucesivo – es decir todo lo que duró esa pausa que les daban
para desayunar- apenas pronunció una palabra.(- Aunque todas y todos le miraran
e intentaran hacerle hablar. -Vicente era famoso. - Y aún más: era atractivo.)-
- Entre
los recién venidos estaba la Princesa de los Ojos Verdes pues era en la
Factoría de los Dulces compañera también del Poeta:- ¡Feliz casualidad, coincidencia
providencial!, ¡mano de Dios que explica
mi interés prioritario aquella mañana!, la última de mi turbulenta
estancia en la isla; - por visitar no solo a mi amigo en su trabajo aunque esto
contradiga los motivos invocados al principio- (Se me estaba pegando el estilo
sinuoso y auto-bombástico de los funcionarios y los boletines oficiales.)
- Con
los labios más relajados del mundo, aquella mujer de ojos verdes y de
encarnación pecosa, -hoy iba con un ligero jersey rosa, pero no de pico- podía tardar un minuto desde el instante en
que las comisuras empezaban a alzarse hasta el momento en que la alegre fila de
dientes anteriores reflejaba la luz con un destello blanco paralelo al
esmeralda de más arriba.-
- Yo quería meterle la lengua
cuanto antes para conocer todas las intimidades de sus encías, sus dientes, sus
labios, y sobre todo su lengua..., - que deseo besar más que nada en el mundo;
-“por una mirada un mundo, por una sonrisa un beso, por un beso... no sé yo,
qué daría por un beso” .- Quizás esta tarde la besaría, esta noche... es casi
seguro.- Quizás ahora mismo si se fueran todos.
- Y ella me sonreía cada vez
que me miraba –a veces es cierto que “la curva más bonita de una mujer es su
sonrisa” ; es cursi pero galante; un verso popular-: Y en todo lo que decíamos
había un vértigo emocionante y el deseo de besar esos tan lentos labios.
LA PEQUEÑA PRINCESA
(Continuación)
Con ese absurdo, totalmente ilusorio engreimiento le propuse
a la princesa después de dirigirle dos o tres frases casuales que saliéramos
aquella noche, envanecido por la amistad del famoso poeta, como quien decide
hacerle un favor tremebundo a una insignificancia y lo más curioso es que ella
contestó que sí. – Le hablé de playas, de bañarnos desnudos recordando nuestras
miradas en la cala el sábado.
Pues se da en este absurdo
juego – que no parece aliviar con su estúpida y repetidísima poesía los males
del mundo-, la ley de que nos dicen sí cuando estábamos esperando que nos
dijeran no; semejante a una fiesta en un palacio donde cada puerta nos abriera
a una sala más lujosa que la anterior: Lo imposible se hace posible, acaece:
el amor es lo contrario de la frustración aunque mil autoridades filosóficas o religiosas hayan dicho que el nexo
sexual nos aparta de Dios: La felicidad
no nos aparta.-
-Habíamos quedado cerca de su
casa, a las puertas de una lóbrega piscina cubierta. Aunque todavía era
invierno todo el edificio estaba a oscuras salvo el farol de la entrada. Bajo
esa luz verdosa podía verse un tablón donde diferentes advertencias y anuncios
oficiales referidos al polideportivo eran zarandeados por el viento. A pesar de
la ausencia de vigilantes, la cancela del pasillo que llevaba al vestuario y de
ahí a la piscina, estaba abierta como invitando a una exploración de las aguas
sin iluminar, seguramente sucias... -La idea me atrajo enseguida como a los
adolescentes con inquietudes artísticas de algún tipo les atrae visitar
hospitales psiquiátricos infantiles abandonados recientemente o a los niños los
castillos - (tal vez por poner a prueba
el propio valor frente a la sugerencia de espectros que acumulan esos sitios,
antaño animados por la presencia humana: cualquier crujido extraño, cualquier
sombra que pase sobre las paredes sobrecoge.)-
La chica del jersey verde y
ojos extrordinariamente verdes, pronto apareció con un jersey negro y un
foulard rojo que se derramaba sobre sus pequeños
senos.
-¿Tú
no sabes quién soy?- Me preguntó en cuanto nos saludamos
Yo empecé a decir tontamente que la había conocido con
Mateo y con Hércules el día anterior cuando lo de la visita al santuario: La
Princesa negó con la cabeza. -Aquello tomaba un cariz más y más misterioso.
- ¿Entonces
no te acuerdas de mí? No te acuerdas de ... –y aquí dijo su nombre que podía
ser algo tan vulgar como Montserrat o Guadalupe Álvarez, tan lejos de una
princesa, algo que sonaba a listas de méritos para ingresar en algún cuerpo del
Estado-. ¿No te acuerdas de que hace dos años yo me presenté a los exámenes de
modeladora en un tribunal del que tú formabas parte?
-De pronto reconocí a la opositora tras aquellos
rasgos agradables. Era como, después de haber pasado toda la noche junto a una
persona disfrazada, adecuar la vista al rostro de repente sin careta de nuestra
misma madre, la poseedora del cuerpo al
que ya nos habíamos habituado.- Todo cambiaba de repente: No me sentia nada
cómodo. -
Recordé mi
participación convencida en aquel jurado: Los candidatos iban pasando a una
sala donde nosotros, el Tribunal, estábamos sentados detrás de una mesa
imponente y antigua de madera oscura de una vetusta Fábrica (la más antigua de
Palma).- Componíamos una estampa venerable casi como la galería de retratos de
próceres del XIX; los que habían sido alguna vez Señores Directores de todo
aquello.- Entonces cada uno de los
aspirantes trataba de mostrarnos sus gracias, insinuaba ideas acerca de qué
clase de membrillos y dulces deseaba hacer, cómo los modelaría, con qué
objetivo...... O disertaban sobre los temas que figurarían en sus moldes metálicos:-
( Lo más curioso es que esta parte totalmente teórica, era la que marcaba las diferencias:- Si había hablado con erudición, exactitud y
brillantez durante más de 50 minutos sobre La Estrella, El Gato, el Cuadrado o
el Círculo -o sobre otros temas como el Perfil de Isaac Newton completamente
inaplicables, -según sabíamos todos-, a la carne dulce que podría llegar por
una cinta sinfín de la Fábrica- , le poníamos una buena nota.- Y si no, no).-
-Recordaba
que la Princesa en aquellas jornadas eróticas -pues resultaba para mí altamente
erótico observar y juzgar en silencio a las diversas aspirantes, tan
interesantes bajo esa situación de fragilidad- no lo había hecho mal aunque su
sonriente falta de ambición, su manera desapegada de reflexionar en voz alta
sobre la cuádruple raíz del principio de
razón suficiente como aparato posiblemente utilizable para crear formas en el
Membrillo; la brevedad de su intervención no exenta de alguna ironía en las
respuestas a nuestras corteses preguntas finales, nos convencieran con
homogeneidad de que un 5.435 era
exactamente la calificación que se merecía.- Aprobadilla por los pelos, la
rubita con rizos, graciosa de ojos verdes cual esmeraldas (estos sí): Sin Plaza
y sin Destino; a ver si pescaba la mojiganga de una interinidad para todo el
año, o si no, que cogiera al menos una plaza como sustituta...-
- Aquella
transfigurada procedente de mi pasado y yo,
-sin habernos puesto de acuerdo, como si nuestros pies hubieran decidido
por sí solos tan extraño itinerario-,
nos dirigimos sin parar de hablar,
hacia la piscina tenebrosa. - Pero en cuanto ingresamos en el recinto
cubierto nos quedamos callados: “Y aún arriba, la luna/ más arriba”.- A veces
parecía que Valero había escrito en sus obscuros versos todo lo que nos iba a
pasar, todo lo que podía pasar:-
- La
Luna detrás de las grandes vidrieras que ocupaban toda la pared oeste de la
nave nos avisaba de que estábamos viviendo un bello episodio de esos que no
suceden todos los días, una noche memorable con Luna sobre el estanque y todo.-
La rara belleza de las situaciones que envuelven a los que se enamoran.-
Las basculaciones del agua morosas, profundas,
retumbantes asustaban un poco, como una amenaza y al mismo tiempo se resolvían
en chapoteos de gran ligereza, femeninos como olas sin apenas fuerza, o bien
insistían en tensar un poco más la inquietud con esa interrogación de un goteo
y su eco.
La luz
borrosa de los faroles de la piscina de verano afuera, el césped y los pinos
reducidos a manchas entre los reflejos del vidrio, el frío aún en la isla, tal vez también venían a decirnos algo... - Algo
que no entendíamos. -
Entramos.- Salimos de la piscina. En
silencio. Y aún arriba la Luna. Más
arriba.
Pronto
otra vez el aire de la ciudad, el conocido ronroneo del tráfico disiparon ese
trance poético en el que habíamos caído por unos minutos: -Como suele ocurrir
en las citas, me planteé de qué podría hablar con mi acompañante, La deliciosa
opositora y membrillera substituta.- Y
dónde llevarla.
No me
costó mucho decidir que por supuesto hablaríamos del único Tema que yo juzgaba
digno de meditación continua entonces. Y si ella como una rumiante torpe se
desmandaba y se dedicaba a pastar en otros terrenos (quizás en los de la Filosofía
Crítica de Taberna o lamentables relatos de experiencia personal en la
fabricación de dulces),daba igual: ya volveríamos sin remedio a hablar de El
Único Tema.- Yo y el curso natural del diálogo (es decir, Dios en persona)
haríamos que volviese al redil. -
- (De alguna
manera cualquier trivialidad puede enlazarse con el Máximo Objeto de
Pensamiento, -“el objeto de todas las investigaciones pasadas, presentes y
futuras” de Aristóteles- sobre todo si
el deseo de permanecer en meditación es muy intenso –quizás porque ya no se
soporta la propia vida, quizás porque se
ha experimentado la melosidad de estar de acuerdo con todo lo que sucede- hasta
sin despegar los labios la conversación desembocará por sí misma en eso.)-
Dónde fuéramos importaba más bien poco. Quizás lejos de Ybbozzim,
en algún conjunto lúdico de Platja d´En Bossa -topónimos de un catalá o ybbozzenç más que
rudimentario cuya traducción era singularmente estúpida: la estupidez de los
orígenes-, allí donde las agencias de
viaje vomitan en verano a los pobres turistas, tercer estado del primer mundo:
bomberos alemanes, futuros escayolistas de Manchester o de Nueva York,
electricistas de Jutlandia, ingenieros humanos del Alto Delfinado... Toda la
zona de Platja d´en Bossa, -como la bolera con cuatro fontaneros bávaros
semi-anestesiados que elegimos- , estaba prácticamente vacía en esas fechas
invernales.-
- ¿Qué
piensas de la religión? –le espeté nada más sentarnos.
-
La religión... , buff... –se llevó el cigarrillo a los labios para darse tiempo
de escoger las palabras:- Fumó muy
despacio: Estuvo pensando cerca de media hora.-( Todo el mundo era bastante
silencioso en la isla (Kathy me enseñó una vez el secreto del silencios de los isleños: Se callaban porque
estaban pensando en lo que habían oído; - los ojos azules de Kathy –pero no del
azul de Vicente sino más saturados, más brillantes, menos pálidos; azules de
piscina clorada –, -aún los recuerdo-,
brillaron perfectos y redondos: Como si el amor a su Isla, la necesidad de
defenderla de mis provocaciones y ataques anti-catalanistas, la hubiesen vuelto
idiota por un instante; estaba aturdida conmigo, porque se estaba enamorando y
no quería, pero yo no me daba cuenta ;
si lo hubiese sabido también le hubiese hecho un favor).- La verdad –contestó al fin- es que no siento un gran interés ni un gran
aprecio por todo eso.
- Y
¿por qué?
Me miró en silencio como evaluando si debía
aventurarse a entregarme una confidencia. –Luego, después de cerca de una hora
mirándonos a los ojos sin pronunciar palabra, ella decidió que podía fiarse de
mí e inició su relato con la vista fija en las pistas, donde eran golpeados los
bolos a intervalos, como si la desordenada catástrofe que esos objetos se veían
obligados a padecer de cuando en cuando, no fuese un mal fondo para su
historia: -
- Quizás
tenga algo que ver mi padre. Nunca me he llevado bien con él. No sé siquiera si
le quiero. Hace ahora dos años nos contó de pronto el gran secreto de su
vida:- Que pertenecía a una secta
cristiana y católica.- (Aquí pronunció el nombre en latín de esta facción
católica u “Obra” de Dios o de la Iglesia:
Omitiré su mención en este Catálogo
más por motivos de seguridad personal
que por respeto)-. Esta organización
-más que secta- ha llegado a acaparar
bastante poder en las universidades, entre los magnates de los negocios y en el
mundo político.
- Lo
cual es casi como decir lo mismo –observé.
- La verdad es
que sí –sonrió con tristeza la bella mujer menuda de los bellos labios-: Se dice que incluso el próximo Papa
pertenecerá a esta secta. –(Lo que no se confirmó , (añado yo desde abril de
2014) ni con Ratzinger ni con Francisco)-. El caso –aclaró- es que me pareció horrible que hubiese pasado
tantos años ocultándonoslo.- Ahora se
explicaban muchos de sus comportamientos. - Esta secta sueña con realizar la
obra de Dios en la Tierra introduciéndose suavemente en todos los sectores que
manejan el capitalismo. -Son bastante retrógrados. Creo que por ejemplo se
niegan a usar ningún método anticonceptivo.- (En cuanto mencionaba con su lenta
voz palabras sexuales como “preservativo”, yo sentía unas ganas casi
irreprimibles de morderle la boca, tenía escogido justo el sitio, y cuando ella
me sonreía, parecía que ese pequeño rincón de su labio inferior, brillara al
tensarse...)-
- Si perteneces
a esta sociedad, asociación o secta, debes tener tantos hijos como Dios te dé. Pero
como también son muy puritanos, hacen el amor...
- ...
El acto reproductivo para mayor gloria de Dios...
- Eso.
Lo hacen vestidos con camisones agujereados al efecto.- Me decepciona que mi
padre colabore con semejante monstruosidad y por extensión ninguna institución
religiosa me agrada. Ni nada de la religión me gusta.
Todavía indagué más sobre su padre. Realmente había
sido muy dañada por él: canijo,
atravesado por una retahila de complejos, traumas y psicostenias, hombre de
pequeño corazón, de muchos miedos y conflictos, cerebral y a la vez mezquino,
marcado el entrecejo por un fogonazo neurótico: el perfil del hombre de Iglesia
de nuestros días era lo que me imaginaba. – Sin conocerle más que de
oídas ya le despreciaba con toda mi alma, toda mi mente y todo mi cuerpo:- Y
estaba más que dispuesto a consolar de mil formas a la hija de aquel beato encubierto.-
En cuanto la
princesa de largas pestañas pelirrojas se desahogó, creí oportuno advertirle
que una cosa eran las instituciones y otra la búsqueda de lo Absoluto:- Sin
dejar de estar concentrado en el profundo brillo carmesí de sus labios, -y porque
sería una chifladura, darle un muerde en este momento-, le digo que lo de su
padre nada tiene que ver con el sentido que yo le doy a la Religión - mi
extraña mescolanza neosurrealista semitántrica dadá-cuasipoliteísta- y que en realidad la Ilustración, el
relativismo, el materialismo, el cientifismo y hasta la Historia de la
Literatura y del Arte Occidentales eran religiones con sus santos, sus
iglesias, sus mandamientos, sus dogmas y sus caminos de salvación. - Desarrollé
el tema con pormenores porque lo tenía escrito en un cuaderno.- .
Ella escuchó mi perorata con atención.
Después estuvo 37 minutos asimilando mi discurso mientras fumaba y miraba a la
pista de bolos.- Al cabo dijo:
- De
acuerdo que se puede sacralizar cualquier cosa, la ciencia y los derechos
humanos por ejemplo –. Pero no hay por qué tomárselo así. -Yo no me lo tomo
así.
No solo
era una joven bonita de ojos verdes y cuerpo menudo como la Venus; también era
capaz de argumentar y de pesar las palabras.- Seguimos discutiendo –con pausas
enormes para callar-; mi paciencia era invencible porque en aquellos días
estaba convencido de servir, precisamente, a la Verdad Absoluta: - Podía
escuchar cualquier objeción, ceder ante cualquier argumento razonable, pero al
final el curso natural de las cosas –que no tenía por qué manifestarse en un
razonamiento sino a menudo en un silencio, un giro imprevisto, incluso una
interrupción casual- terminaba dándome la razón.- Todos los caminos conducen a
Él; incluso el ateísmo.-
Así ocurrió
también aquella noche. - Salimos de la bolera y nos acercamos hasta la playa
para fumar esa substancia tan reputada en mi secta como dios generado dentro de
uno mismo o enteógeno:- Fumamos –pues la
pícara de los ojos redondeados como chistes verdes-, fuma haschich hispano-marroquí. - Uno o dos, y
compartidos: – No queríamos pasarnos-. - Solo des-inhibirnos un poquito para
enfrentar el hecho de que estamos solos y nadie nos puede ver: -
- Yo
Le veo en el Placer por que él es el Dueño de todos los Placeres –estallé, un
poco acelerado por los dos porros; entusiasmado, sin mirar a mi compañera (a la
que un debate intelectual no había persuadido)-. ¡En los fenómenos naturales
porque Él es el Controlador Supremo! ¡¡En el Silencio porque parece que cuando
la gente se calla, la Verdad pronuncia su veredicto!!- Y ¡Él!,... Él... ¡¡¡es la Verdad Absoluta!!!- Hice una pausa
para tomar aire y calmarme:- No sabía si me obsesionaba Dios o la olorosa
proximidad del cuerpo de la chica-. Yo Le veo –continué- en la resistencia de la gente incluso- , porque
detrás de esa resistencia siempre está el miedo; y detrás del miedo del ateo, Su presencia: La
Presencia de Dios.- Y en las despedidas
de toda clase porque Él es también la Muerte. -Y en las casualidades porque Él
es El Dios de los Encuentros, el Gobernante del Azar.- Y en el Fuego.- Y por
supuesto es el Mar... -En la belleza de cualquier mujer porque son solo
fragmentos, piezas del mosaico de la Suprema Belleza.- ¡¡ Y en la inteligencia
o en la habilidad humanas porque Él es el Dueño de Todas las Perfecciones!!
Había
ido subiendo el tono más que la voz a medida que se atropellaban en mi imaginación
los distintos motivos sin orden ni concierto, y el efecto de las caladas al
cigarrillo liado.Parecía un loco, un borracho, un fanático del neo- politeísmo.-
Pensé al callarme que estaríamos callados tres o cuatro horas después de esta
cúspide. –Pero fui yo el que rompió de
nuevo el silencio sorprendiéndome a mí mismo por mis propias palabras, y
asustándola un poco a ella:-
-¿¿Lo
entiendes?? –Concluí casi lloriqueando:-
Entonces , de súbito entendí
–o, tal vez, acepté- que nadie era capaz
de entenderlo: Ni los amigos ni la Duende ni Vicente ni la princesa ni la Mujer que se creía un Ángel, ni el mundo
entero siempre abandonando al Mayor Solitario. A Dios no Lo entiende ni Dios. -
Por Él había venido a la isla-. Por Él había renunciado a lo más querido. Duende,
mi amor perdido.-Y mi discurso era también una invocación como tal vez lo sean siempre todos los discursos que hablan del
Máximo Objeto de Pensamiento; quería que Él – Krishna- me contestara
personalmente.-
Y
me contestó: Como siempre: - Al volverme hacia mi acompañante, -la que no creía
en nada sobrehumano-, vi que contemplaba
mi explosión, entre compasiva y
abrumada.- ¡Estaba asombrando a la anti-católica con mi show teístico-
panteísta? –¿O no era un show?-
Al
mismo tiempo lo que más deseaba en el mundo y ya casi resultaba inútil
reprimir, era poner la palma de mi mano derecha sobre los leotardos de lana de
su muslo izquierdo, en la parte más sombría de su regazo, cálido como un nido
cargado de pichones:
-
Tengo unas ganas locas de acaricarla, de tocarla.- Ya
no me contento con mirarle los ojos, soñar que le muerdo la boca o lamo las
aureolas de sus senos, sino que mi interés ha descendido a sus piernas y a lo
que sea que guarde entre ellas:- Creo que es algo maravilloso. Estoy firmemente
comprometido con la idea de arrancarle las bragas. Tengo más fe en la conquista
de su puerta que en todos los testamentos, viejos o de este invierno. El deseo es tan fuerte que me da miedo hacerle
daño cuando la llegue a tocar por fin. – No sé cuándo va a llegar ese
momento...
Dentro de una sucesión de hechos absurda, nos
giramos a miramos, -llevábamos horas
meditando sin decir una palabra frente al mar y su superior discurso de olas.
El silencio sin pensamiento entre nosotros era lo habitual; daba miedo.- Cuando
chocaron nuestros ojos, fue como si nos
golpeásemos las auras: Debido a los efectos de las drogas pude oír
distintamente el choque de dos campanas
de cristal.
Todo
pareció volcarse en lo irreal desde ese preciso mometo: Sin control alguno
sobre la decisión, como arrastrados por un viento ajeno a la conciencia, nos
hundimos al fin en un beso sobre cuyo Autor
no tuve ninguna duda:-
Casi no había
pensado en otra cosa más que en besar a la pequeña princesa de los ojos de esmeraldas.
Me habría contentado con ello. -Contaba
nada más que con conversar un par de horas y volver a la casa.- Sí. Aunque fuese
una presa fácil desde aquel episodio en Es Cuyràm.-
- Es mejor guardarle un poco de luto a Duende y no enrollarse
con la primera que te sonríe como si te quisiera follar... Tiempo al tiempo-. Como si el encuentro –con polvo- del domingo y la cita de este lunes fueran
demasiado prematuros para merecerse besar aquellos labios que tardaban una eternidad
en desplegarse, los labios más relajados del mundo.-
Sin
embargo gracias al entusiasmo –y sobre
todo al apoyo de una entidad invisible-,
yo estaba bebiendo interminablemente en ellos; - un morreo que como llevado por
un impulso sonambúlico, se mezcló con la inspección de toda la zona lanuda de
sus leotardos en conexión con las bragas: - Del mismo modo que en la cueva cuando mi
espíritu más se había elevado , la piel de ella, la escéptica, más se había
acercado a la mía.- Lo místico pone cachondas a las ateas; es natural.-
Como si
ese fuera el mensaje que la Pequeña Princesa había venido a traerme: Seducción
del Cuerpo a través de la Seducción del
Alma- (como las princesas cautivas del demonio Narakasura se sienten revivir a
la vista de un Dios y lo contemplan con deseo, gozo y timidez; y se ofrecen a
Él para convertirse en sus esposas);- mis
religiones favoritas siempre eran de un machismo notorio : ¿No proyectaba yo en
ellas mi fantasía de una mujer bella,
callada, inteligente y que hiciera todo lo que yo le dijera?-Pero claro, yo no
soy Dios.)-
- Busqué, -de
acuerdo con la costumbre de los hombres- , su rechazo acariciando sus senos,- y sus senos se abrieron. - Busqué que me
detuviera, acariciando su ropa a la altura del sexo - y su sexo también se
abrió cálido. -Y a pesar de todo lo que me habían enseñado desde que era niño, a pesar de las severas
interdicciones de las iglesias, los curas y los maestros- no pronunciarás
blasfemias ni mentirás; separarás las palabras, las ideas “sexo” y “Cristo”-, a pesar de mis propias dudas, por una vez la
Lujuria no estaba en guerra con el Supremo: La voz del Justo, del Poderoso no
estaba ausente-:
Como pude notar, la joven aspirante a
membrillera filosófica no llevaba bragas y estaba más que mojada en sus partes;- cosa que me sorprendió bastante en una chica
tan intelectual.- Era como si hubiera estado esperando desde el principio que
le pusiera la mano encima.- Igual que Aricia muerta de deseo carnal y
soltándome a todo meter una conferencia de más de 6 horas sobre la vanguardia
del arte; hasta que le tapé la boca con mi boca.- La boca y la cabeza hablaban
de Desnos y de Duchamp y de Beuys; de amantes que se separan en la Muralla
China; de extremistas del Arte-y el corazón y el sexo hablaban ahí abajo de
otras cosas.-
Sin
poder contenernos más, -y tratando de ser delicado con aquel ser blanco,
pelirrojo y de ojos esmeralda-, sin articular palabra le hice una paja que duró
más de una hora, -disculpa la delicada Lectora esta expresión brutal-; al cabo
de una hora estalló en una especie de espasmo que la hacían alcanzar el techo
del automóvil con la punta de su pelvis.
El mar
con su oleaje nos acompañaba a lo lejos. Era como si Él, en el silencio de la
playa, nos marcara el ritmo.- Ahora - tras haber gozado de un orgasmo largo,
muy mojado y profundo-, la pelirroja anti-católica de ojos verdes, se me empezaba a
acercar, arrastrándose por el asiento del coche, su cara sonriente a la altura
del bulto de mi pene: - Parece que se ha quedado con ganas y me sugiere sin
palabras una mamada que yo rechazo ensimismado.
Ahora lo que de veras quiero –algo que no
estaba previsto ni en mis más desbordantes fantasías- es encerrarme con la
chica bonita y mojada en un simple cuarto y hacerle el amor en silencio durante
horas y horas, mientras va amaneciendo y despertando la mañana sobre Ybbozzim,
en el día de mi partida. - Me siento fuerte y profundo; conectado con mi
corazón, ahora que he abierto su sexo.
- Ella,
la delicada princesa de los finos labios, no paraba de correrse en gritos,
gemidos y aguas que nadie hubiese previsto en una atea científica como ella, interina o
substituta con todo derecho a aspirar a una plaza fija y a un puesto de por
vida en la Fábrica.-
No se
trata de ser vulgar, querida y erótica Lectora, sino preciso: Ella, -la linda
mujercita pelirroja-, experimentó durante horas y horas una sucesión de
orgasmos, mientras yo me ponía a su servicio y, -pensando en mis cosas- , la
asistía, por así decirlo.
A
la pobre parecía que no le habían hecho el amor en mucho tiempo; no pude evitar
preguntarle de forma grosera cuánto llevaba sin
follar:- No sé cuál fue su respuesta exacta porque solo de imaginármela con otro, me
excité tanto que penetrándola con moderada agresividad –a ella no parecía molestarle- le provoqué una nueva descarga;- (aquello
debía ser el famoso multiorgasmo)- y no
se entendía entre sus alaridos lo que decía.
Mi sueño es que blasfemara contra Freud y Marx
o me la chupase mientras yo le recito entre jadeos el evangelio de San Juan
(que es el que más detesto)-. Era curioso, pensé tranquilamente sin dejar de
moverme: -aquí en Ybbozzim había tenido encuentros carnales tanto con una
muchacha frígida como con una multi-excitada, amén de todo un elenco de puntos intermedios
que no merece la pena memoriar. - Me felicité por mi suerte. -
Ahora
sí que entendía eso del enamoramiento religioso de los genitales: -Era quizás
solo una zona erógena, mero amasijo de carne, nervios y secreciones, sucio caño por donde va el pipí. - Y peludo, y
hediondo (a causa de las muchas veces que se había corrido).- Pero a mí no me
daba asco-.
Sí,
claro que se podían enamorar de la polla de los tíos igual que nosotros de sus
coños.- Pues hay caños y caños, querida Lectora.- Una vez probados los fluídos
encantos de la muchacha que en los ojos tenía esmeraldas,y haciéndole el amor, casi por conmiseración,
hasta el último minuto..., antes de perder el barco que me regresaría a la
Península; -yo no podía sino como un perro enfermo, como un drogadicto, un
enganchado, un enamorado, un adicto al sexo, volver a buscar, -Dios mío-, el
cuerpo infinitamente deseado de la pequeña
princesa...:
LA PEQUEÑA PRINCESA
(Epílogo)
Embebido,
ebrio, absorto, bañado todavía por vapores y bálsamos de las bellas, diversos
besos y efusiones afectivas, emotivas y fruitivas de Princesa, volví en barco.
Oscilaba entre dos clases de poemas que habían surgido esos días. El primero
chillaba así:
¿A QUIÉN DAR GRACIAS?
¿???DÓNDE
y siempre¿¿¿
alahorademorirme miro al Cielo
¿???CÓMO
y dónde ¿¿¿
y para arriba
y en lo alto
y en lo grande
y en la piedra
y en el hueco entre las cosas fosforeces
¿Dónde tu rostro mi Amor?
Y estás y no estás con ellas
Se me ocurrió a raíz de un
accidente de tráfico que tuve con Amable; porque a la hora de la colisión miré
hacia arriba pensando que iba a morir; gracias también a una especie de neblina
de cristales, de fosforescencia que es posible ver en el cielo y en especial
sobre el mar cuando se deja largo tiempo la vista perdida en el infinito.
El otro,
más reposado, lo escribí en la playa asolada por los vientos de invierno. Era
una letanía extrañamente nostálgica y tomaba su título de un verso de Dylan:
MYSTICAL
WIVES
Volveremos a vivir junto al calor
y la madera
desas mujeres magníficas
-las que nos hacían dignos-
y al mirarnos (¿te acuerdas?)
por encima de
reuniones
nos convertían en príncipes
Volveremos a la casa perfumada
, luz naranja,
junto a la carne bendita
de nuestras damas
las que hemos amado siempre
Entretanto,
auto- exiliados,
hoy hacemos estos versos en los muelles
habitamos estos antros siempre grises,
estas chicas como flores,
animales deliciosos,
sombras blancas y tan leves
Volveremos
poco antes de morirnos:
Ya no existirá el Demonio
Y cuando terminé de escribir el poema detrás de una
duna, al final de Platja d ´En Bossa- con frío,- pensé en Duende y en todas las mujeres con las
que habría compartido mi vida hasta entonces. -Y lloré.-
Y si la poesía pudiera interpretarse, -mejorar en su
significado al ser traducida a conceptos-, el primer poema (sediento ¿de qué?)
vendría a decir: “¿A quién dar gracias?”: -Al que está en la belleza de ellas,
pero las trasciende. Y el segundo (nostálgico de nada): “Volveremos a
experimentar antes de la muerte definitiva el amor de las mujeres que de verdad
nos amaron”.
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