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AUTOBIOGRAPHICA VIII. CONTRA EL AQUÍ Y EL AHORA



























                                 AUTOBIOGRAPHICA VIII.

        CONTRA EL AQUÍ y EL Ahora



         Pronto habré de volver a septiembre de 2008 y a mis “rutinas desacostumbradas” (reencuentro sin sexo con Berenice la de Híspalis; mensajes sin sexo a Rosalinda la barcelonita; etc.) -Pero antes de acelerar mi muerte narrando como Sherezade el milésimo cuento de las Mil Noches y una Noche, quisiera demorarla un poco más, saliéndome de la narración continua que culmina en el presente.



         En el sagrado Presente.



         Así que la complaciente Lectora –y el lector humillado que permanece escuchando todo el tiempo al lado de la puerta sin que nadie le dirija siquiera la palabra; dudoso como siempre entre la adicción de quedarse y la obsesión de irse, ese salvaje maltratador castigado como cornudo en mi mundo- me permitirán de nuevo divagar:



         Tras la muerte de Dios hacia 1831 (poco después de la de Hegel), y  su parte de defunción oficial en 1888 ( agnus mirabilis por la redacción de El Anticristo, el suicidio de Van Gogh) ),y su entierro sin exequias en 1914,  los occidentales no se volvieron , así, sin más ni más, y, de pronto,  ateos y materialistas.-  No.-:  Siguieron sacralizando valores:-  La Ciencia fue el ídolo de los positivistas pero resultaba fría: No emocionaba verdaderamente a nadie más que a personas con gafitas redondas de intelectuales (como Jorge Volpi o Kurt Gödel),   y culos apretados de obsesivos como el mismísimo Wittgenstein.



         El verdadero Dios del siglo XX no fue la Ciencia sino la Vida.



         Los modernos de verdad –los postmodernos y los antimodernos- estaban al corriente de lo que Le había pasado a Dios –que Se había muerto- y ni siquiera malgastaban el tiempo explicándoselo a los que todavía creían en Él.



         (O en el Arte, o en la Diosa Blanca, o en el socialismo mágico o en la Virgen del Carmen, (bendita sea). -  Los más inteligentes daban por supuesto que el más allá era una quimera demasiado humana y procedían en consecuencia).



         Pero ellos también se ponían tensos, se volvían raros cuando pronunciaban el mamtram del espíritu contemporáneo: El Aquí y Ahora. El Here & Now. La metafísica del Aquí te pillo Aquí te mato.



         El Becerro Sagrado de nuestro tiempo no era el Dinero (puesto que siempre lo fue), ni el Hombre (motivo de chufla aunque Sartre entonase loas solemnes en honor dese espantajo), ni  La Novela, como hubiese querido Milan (Jaromil)  Kundera.



         ... Creer en el Ser Humano, en la Revolución, en El Conocimiento Científico, en la Seguridad Social o en La Madre Que Te Parió no era más que una forma de decir: En realidad no creemos en nada.



         En nada más que en la posibilidad de vivir lo mejor posible.



         El follarín comprometido a lo Jean Paul Sartre, la humanista semi-lésbica tipo Simone de Beauvoir, el pre- terrorista Ernesto Guevara inmolándose en Bolivia por el Hombre Nuevo, Deáfilos estilo Robert Graves con amigas Ava Gardner, priápicos enamoradizos como Picasso, Don Juanes quánticos como Feynmann, Gitanos de la psicoterapia, Campeones de Ajedrez Rusos que acudían al campeonato desde un parque donde vivían borrachos.  Anti-gurus como UG, Tántrikas con 300 Rolls Royce como Rajneesh. Candidatos a la Escuela de Artes que se convertían en emperadores del III Reich. Pistoleros con la fortuna de Stalin o de Sadam Huseín. Saladinos de las World Trade Center. Etcétera.  Esos eran los ídolos del XX. Mayakovsky. Gandhi. Marina Abramovich. El fanático Dalí, visionario del cinismo. El descuartizador Picasso (comunista cínico con casita en la Riviera). El antropófago Diego Rivera (también comunista extásico). Cantautores en la estela de Emilio Carrere como el maestro Sabina.   Un siglo de vividores... Sin santos.



         -  Y a quién le importa eso.



         Viva la vida. Vive a tope. Disfruta intensamente. Carpe diem. Panta Rhéi. Hic et Nunc. Esa fue la metafísica de los estupefactos.



         A esa raza de extraviados, yo les pregunto: ¿Dónde exactamente está el Aquí?



         - Yo que solo soy un engendro de papel, un amasijo de letras y de electrones, compuesto de pensamiento pensal, de signo mental, sin carne ni hueso ni grasa. Bueno, pues incluso yo, estaba allí en la página anterior no más hace unos segundos. No sé si “estuve” del todo, si lo disfruté a fondo, como quiere el tema de nuestro tiempo.



          Tal vez al experimentar la página 924 me distraje a partir de la línea 3 y no volví a prestar una atención plena hasta la 925 (la actual). A veces leo, pero en realidad estoy, en una corriente de sueños y no me entero de nada (como dijo Osho en su comentario de los Yoga-Sutras).



         - Cambiar de página, y hasta de párrafo, nos espabila igual que los zurriagazos en la cabeza a los monjes budistas o determinados “obstáculos blandos” en las interminables autopistas de Arizona colocadas a propósito para que el conductor no se duerma)-.



         Preocupado por terminar mi narración, la verdad es que no siempre vivo cada momento ni el día a día. Ni mucho menos saboreo cada uno de los minutos.  Se me van a menudo. Para qué hablar de los segundos o de sus unidades de subdivisión que tanto pesan en las modernas competiciones sometidas a cronometrización digital y photo-finish. Una décima de segundo es un trazo, algo menos que una letra.



         La vista ya puesta en el capítulo final, me deslizo con mucha frecuencia por los intermedios, sin consciencia plena. En contra de lo que exige el riguroso budismo à l´ocidentelle del siglo XXI, e híbridos.



         No, no puedes ni tocarte la nariz pensando en otra cosa. ¡Conciencia!: No debes zampar sino masticar cada trozo con 24  ó 25 mordiscos paladeando cada uno.¡Presencia!:  No debes ni siquiera limpiarte el culo  sin ponerle los 5 sentidos al roce de las heces con el tubo de tu esfínter, querida Lectora. Y no me vengas ahora con falsos pudores y remilgos. Como si tú no tuvieras ano o no supieras lo que digo.



         Pero el Aquí se fuga siempre.



         Hasta los niños lo saben. Se nos va la atención mucho antes de la décima masticación; en el wáter ya estamos en otra parte mucho antes de tirar de la cadena. – Qué redondo, qué bonito-. Hay una estratificación de pensamientos infinitos, no Doblepensar sino hasta óctuple, una turbamulta de egos. El ser humano carece de integridad; es incapaz de cumplir sus promesas. Lo que promete de noche no lo cumple por la mañana; la promesa la había hecho una persona distinta. - Por eso es imposible meditar, mantenerse en contacto con el alma. Tenía razón UG cuando dijo que la meditación es violencia y saca lo peor de ti:  Cuando te paras y te callas e intentas no pensar ni hacer nada, te das cuenta de lo que eres: un cerdo hijo de puta que está deseando salir del estado “meditativo”.



– Así que no existe el Aquí: hacía tiempo que el párrafo anterior había engordado hasta pedir un salto, una muerte.



-         Y, en segundo lugar, ¿cuándo sucede exactamente el Ahora?



-         Los antiguos matemáticos, sin más pantallas que el papel o la arena, ya plantearon las aporías insolubles de la flecha y de la bisectriz para demostrar que era imposible situarse en un átomo de tiempo (Paradojas de Zenón de Elea y de Euclides). No hay ahora. El pasado no existe, el futuro tampoco, y el presente es inapresable



-          –A Dios le había dado algo en 1807 y la había espichado... - Se sabía de buena tinta: lo habían demostrado en el Laboratorio, (era como el descubrimiento del radio, a principios del XX fecha arriba fecha abajo): Una cuestión de hecho, una proposición más que verificada:  - Dios, -el viejo Dios de toda la vida-  la había cagado bien cagada, no se sabía cómo pudo ocurrirLe a Él. Pero estaba muerto, definitivamente acabado. -. ¿Cómo pudo sucederle a Él...  ¿Que era eterno, a Él que es la Verdad y la Vida?   Así fue. Los ateos clásicos al final tenían razón:  Hegel pronunció el veredicto “Dios ha muerto”, Nietzsche solo corroboró el diagnóstico de su colega, Heidegger volvió a confirmarlo en 1920: La pérdida del Ser y todo eso. Todos los filósofos eran ya ateos humanitarios a la manera pop de Bertrand Russell o de Zizek. No podían negar los hechos:  Había filmaciones de su cadáver y demostraciones químicas: Dios había sido el más largo error, la gran mentira desde la época trágica de los griegos de Homero. Y estaba muerto, muerto, muerto. -



         (Esto mismo ya resultaba sospechoso desde un principio: Si Dios había sido falso, ¿cómo podía morir? ¿Si nunca había existido, cómo podía dejar de existir? - ¿Acaso no es necesario estar vivo o ser real para poder morir?)



         Como esto era así, como Dios simplemente no era, no existe..., como se trataba de un hecho comprobado, ahora lo único que contaba era el Ahora. Y no el dorado Entonces de los románticos. Ni el Más Tarde fulgente   de los utopistas. El ateísmo canónico no era de izquierdas ni de derechas. Sino de centro, como la razonable mayoría.



         Este es el melancólico término de mis reflexiones. Simple y obvio: En realidad el Aquí y el Ahora –ídolos y dogmas sagrados del siglo de los vividores- no eran más que fantasmas inapresables y no significaron sino un aumento tremendo de la sensualidad. La categoría “Vida” es un indefinible.



         - Una consecuencia frívola pero práctica de lo anterior es la siguiente: Resulta mucho más fácil acostarse con una atea normal y corriente, fanática de ordeñar el momento hasta la última gota, posesa del Espíritu de la Gestalt, que con una creyente en la reencarnación en descenso que despilfarra su tiempo porque lo tiene a montones. Si te gusta mucho cada segundo, tal vez deberías, -querida y maltratada Lectora Hembra, Lectora Alpha, Deesa, Alma- Diosa, Diosa-Musa - tal vez deberías buscar un orgasmo en los próximos ocho segundos (o al menos irte calentando).



-         Pues ya se sabe que el ser humano/a desprecia el alimento por la fornicación y está dispuesto/a a copular, aunque le asomen las costillas antes que comerse un bocadillo. “Un placer mayor que el sexo” no pasa de ser una insinuación incomprensible para la mayoría. “No hay mayor placer que el sexo” lo comprende todo el mundo. -



         Sin embargo, hasta los afortunados de Eros, sus predilectos, los que llevamos una “vida bella” en las alas de Venus, ni siquiera nosotros dejamos de estar adormilados la mayor parte del tiempo.



         Un buen polvoese mito o quimera que nos marca la vida con su persecución-  ese paradigma de intensidad en la experiencia- sucede de allá para cuando.



                   Te lo digo Yo, Predilecto de Sus dones, (con ritmos de rendimiento sexual estacionales más altos que los de las sartenes de las Américas) - Rutina y aburrimiento brasileños, lasitud jamaicana, infelicidad en la satisfacción siguen siendo la tónica. - Cuando no está presente el simple horror, nada tedioso: La vida como “oasis de horror en medio de desiertos de tedio “. (Roberto Bolaño, 6666).



                  Por eso, la mayoría, atea pero no integrista - salvo ultras marxianos del Telón de Acero, la minoritaria extrema izquierda radical del Círculo de Copenhague, o marginales ateos meta- neo-clásicos de Karlsruhe- , era menos rígida con la Vida, y entendían de manera flexible lo del Aquí: “en esta zona más o menos”,aproximadamente aquí”.-       Y  lo del “ahora” como “en aquellos días”, o “por Pascuas” “este verano” o “en esta época/edad/estación/temporada”. - No eran precisos en absoluto; no marcaban puntos sino segmentos de cierta anchura. Aproximadamente entonces.



                   No tenía mucho interés ni utilidad ser exageradamente exactos en todas las ocasiones, ya lo había observado el iconoclasta Wittgenstein. - En consecuencia, vivir el presente no consistía en andar por el mundo con los ojos espaventados, atentos hasta la locura no fueras a perderte ningún instante - Ole. Qué bonito, qué profundo, qué bonito. –Además, Einstein había demostrado que el instante no existe. Todo el mundo lo sabía. - Estar en el presente y estar presente, quizás consistía en consultar periódicamente tu agenda de vez en cuando.



         - En el terreno del Arte la adoración del presente llevó a la performance de la conmoción. El peligro físico o emocional y la cercanía de la celebridad podrían operar una catharsis o elevación de conciencia por contacto directo (Marina Abramovich, The Artist is Present).  (.... Y es cierto: Todo el mundo está muy atento cuando corre peligro la vida o su integridad moral).



Y por otro lado nadie olvida el encuentro con una persona “prominente” o “famosa” por algún motivo. Es tácita la creencia de que los célebres, gracias a su celebridad, viven más de alguna manera. Nada mejor para despertar a un adormilado somnoliento que llevarle a un acantilado pilotando tu moto a doscientos. Nada más memorable que conocer en persona a Shakira. Si ambos factores se suman, el recuerdo se volverá inmarcesible: ir agarrado a la cintura de la artista colombiana mientras vuelas por una carretera peligrosa; eso no se olvida nunca.



         - Todo el mundo en el gozne del Milenio empezó a comportarse como desesperados que no van a llegar al día siguiente. Gente sin mañana. Histéricos del No Future que no piensan más que en correrse aquí y ahora.  Echar por lo menos un clavo cada dieciséis horas. -  Angustiados del te-lo-estás-perdiendo. Espantos continuados de stress en primera persona del presente.



                   Como si el segundero les amenazara de muerte con el tic y les degollase con el tac. –Qué sonoro, qué plástico, qué bonito. -  Febriles cazadores de la mayor cantidad posible de ratitos placenteros. Así fueron las personas de mi tiempo.



                    - Todos menos yo, claro. Yo busco a Eros.



        




TRAS EL VERANO DE 2008. RETORNO A RUTINAS DESACOSTUMBRADAS





         Al regreso de aquella última Escuela de Amor y de nuestro verano franco-italo-helvético, me sentía feliz:  Al final no le había puesto los cüernos a Morphi; y eso que Eros me había hecho caricias superficiales, de mediana intensidad y  profundas.- Pude anunciarle a mi Amor nada más verla, que “no me había acostado con nadie”, cosa que era verdad a medias pues sí que había compartido el lecho de Rosa-Linda y de algunas otras pero Morphi entendió que no había dormido en concúbito de semen con nadie, como así era, y pareció quedarse tranquila. Y no me preguntó nada más.



         Aquel 2008-2009 iba a ser nuestro último curso en la Ciudad de los Prodigios, la casi trimilenaria, la disparatada Ciudad Costera del Extremo Sur de Europa, Sombra del Paraíso según poetas señoritos como Vicente Aleixandre -tal vez el peor poeta de la Generación del 27, y a la vez el autor del peor texto surrealista de todos los tiempos- que venían a atracarse de espetos y de Manzanilla en la terraza novecentista de los Baños del Carmen.



         Era nuestro último curso en el Edén Andaluz, lugar calificado por organismos de la ONU como “simplemente el mejor sitio del mundo de acuerdo con la fórmula “QV= Cl.  + Long. + Pos. Pl.” (Calidad de Vida= Clima+ Longevidad (Esperanza de Vida)+ Posibilidades de Placer). La ciudad natal del barcelonita Picasso era sin duda la más bella y amable de la Tierra. Y probablemente la mejor asimismo de toda nuestra galaxia.



         Y sin embargo, al final la abandonamos como se abandona a una chica bonita que, debido al exceso de uso, se ha vuelto empalagosa y ha perdido su magia.



         Pero eso es anticipar acontecimientos: En septiembre de 2008 todavía no sabíamos que aquel iba a ser nuestro último curso en la urbe.



         De clima invariablemente benigno salvo cuando sopla califórnico el Terral, o aguaceros de diciembre o  febrero abren un frío cortante y húmedo en el tórax, un frío profundo que nada ni nadie puede cerrar. Con una altísima esperanza de vida  bien conocida por los jubilados de toda Europa y los constructores de clínicas privadas. Unas esperanzas por la vida y unas alegrías de vivir que terminaban derivando en tasas de asesinato igualmente elevadas o frecuencias desorbitadas de infartos de miocardio en las discotecas para viejos de la Costa.  Sumida en el ensueño del  stress del Placer Permanente , la Ciudad Antigua del Extremo Sur de Europa había terminado aburriéndome con sus sorpresas continuas y sus espectáculos sin fin.



         Por lo pronto yo andaba pensando –igual que otras veces a comienzos de otoño- en cómo trabajar lo menos posible sin hacerlo del todo mal.- En la Fábrica no me lo ponían fácil: en horario vespertino-nictálope de 16 a 22 h. debía modelar membrillos de una temática y de un género nuevos: Moldes sobre el Amazonas o el Desierto del Gobi, membrillos que representen la Placa Antártica o el Mar de los Sargazos. Mi imaginación, mi creatividad, no daban para tanto.



         Por si eso fuera poco. A mitad de curso el programa mutaba  y había que fabricar bustos bastante exactos del Neanderthal, el Cromagnon, Pericles, Augusto y Napoleón.- Y todo ello en menos de 9 meses. Los mismos que dura un embarazo.



         Acepté. Al fin y al cabo me pagaban por excesos como esos. Como funcionario de carrera de la Real Fábrica tenía yo firmado un contrato de por vida con el Estado, sueño de la seguridad burguesa del español medio. Para eso yo no había sido tan hippy ni tan poeta. Me molaba y mucho mi nómina mensual como membrillero. - Tomé un manual que me dejó la sabia Morphi y empecé a estudiarlo con ansiedad: Tras un tiempo de inspección, se hizo la luz dentro de mi corazón: Ni era tan difícil ni era tan árido ni tan desconocido: Membrillos que alzasen la figura del Titanic estrellándose con el iceberg, dulces de fresas de membrillo con pequeñas tumbas blancas reproduciendo el memorial de las víctimas en Berlín. Y cosas así: Escenas de guillotina, gladiadores, holocaustos  y masacres diversas. A alguno se le iba a helar la sangre al conocer, gracias al pastel, una escena de nuestros antepasados: Desnudos completos de Florinda la Cava o decapitaciones en la batalla de Gembloux. – Moldes que representaran el Gran Cañón o el glaciar del Rotten, moldes que reproducían el sky-line de Moscú o el amanecer en Anatefhka... Claro que podía hacerlo.



         Pero mi empeño principal no era el trabajo ni el modelado artístico (que entonces no me tomaba en serio) sino la vida y su aventura en pos de los dardos de Eros.



         Cada vez pasaba más tiempo con Morphi y menos con otras mujeres. Ya me iba civilizando igual que tantos. La mayoría de los machos latinos españoles de mi generación se han convertido en unos calzonazos que aprietan el culo cuando aparece su mujer. Yo iba por la misma línea que ellos:-  Ella me iba encarcelando con besos, pistas escondidas por toda la casa hasta encontrar el regalo de cumpleaños, detalles de lencería diversos, perfumes finos y fiestas-sorpresa con el salón lleno de candelitas. De mil maneras distintas, a cual más sutil, me iba domando y enamorando: Parecía la letra de un tango: Empecé por quedarme en su casa 6 días en semana, reservándome los lunes para dormir en mi pisucho o "conventillo" de Huelin (o al menos permanecer fuera de casa de Morphi; raras veces dormía los lunes).



         Igual que hay putas y prostitutas, también hay matrimonio y pareja. Apenas existe diferencia, eso es lo que quiero decir. Y sin embargo, desde el punto de vista legal y fiscal hay un abismo: En relación a Hacienda no es lo mismo estar casados que ser solo pareja de hecho. No tienen los mismos derechos.



         Y me parece natural que no los tengan: No va a ser igual estar casados por la ley de Dios y la intercesión de sus ministros, que tener un papel timbrado que acredite que lleváis viviendo juntos tantos años y tenéis un hijo juntos. Pues, muy bien. Pero casados no estáis. No habéis pasado ni por el altar ni por la vicaría.- He ahí la diferencia; por eso no puede ser lo mismo.



         - Cada vez me sentía más cautivo de Morphi, su pequeña silueta verde y rosa. Medio casado con ella. Comprometido. Era mi pareja aunque nada me había prometido a mí mismo con más fuerza que no ser ya nunca más el novio o la parejita feliz de nadie. No:  después de Lesbia, ninguna. –Pero había caído en el matrimonio (“dominio de la madre”, me recordaba Lesbia agorera con su sabiduría de Roma). Una vez más.



         Tal vez se debiera a nuestra frecuencia casi sobrenatural de relaciones sexuales, frisando el límite de los 5 encuentros íntimos diarios (besos aparte). –O tal vez no fuera porque folláramos mucho y bien,  sino porque nos gustaba comer juntos: Casi desde el primer encuentro en la Fábrica (23 h. del 23 de junio de 2006 a 6 de la mañana del 24) empezamos a quedar para cenar, unas veces en restaurantes de la ciudad cerca de la orilla del mar, otras veces en mi casa donde cocinábamos juntos.



         Me iba encariñando con ella, vinculándome cada año más , no por la libídine  ni por la manggiatura sino porque Morphi sabía conversar y escuchar con sus ojos glaucos, glaucos. -En la Costa hay una población flotante de mujeres, damas, señoras y señoritas, incalculable. Y un gradiente de furor uterino  que supera a Palaos, Cuba o Tahití. Añádanse a esto los elevados porcentajes de soltería, viudez, separaciones y divorcios. En la Costa, en el Sur, ligar se ha convertido en una certeza estadística.- Pero ninguna como Morphi.- Sus ojos glaucos, glaucos, no “serenos, si de un dulce mirar sóis alabados...”



         O quizás me iba en-amorando de ella como me acostumbraba a su pijama, a su olor corporal (que aún no he descrito), al gran armario empotrado con puertas correderas de espejos de su dormitorio rosa. Me estaba enamorando pero del emparrado de jazmines del patio de delante, de la lámpara de cristal del salón... Tal vez la quería por sus riquezas, tal vez lo que me gustaba de ella eran las comodidades de su chalet adosado del Polígono.- Muchos presuntos románticos como yo –enamorados de Eros- tras su capa de soñadores emocionales, esconden el alma árida de un frío inversor inmobiliario.



         Quizás después de 3 años ya había empezado a cogerle cariño al idiota de su hijo. No solo era apego al buen sexo, las buenas cenas, las conversaciones de 6 horas, su chalet con cuatro o cinco terrazas-solarium y cuarto de baño con jacuzzi de 10 caños.-(Caramba con la obrerita explotada: Los lugareños se las daban de bohemios abnegados pero en sus casas tenían tesoros de todo tipo).



         El hijo de Morphi era un gilipollas de 8 que se iba haciendo el listo aquí y allá, zumbando y bailando siempre, burlándose y riéndose del más pintado, como –si a su edad- ya estuviera de vuelta de todo. Me caía fatal. Era el tipo de niño odioso que yo no adoptaría ni aunque me pagasen 3.000 euros al mes. Además, yo estaba enamorado de Laetitia, cordis mei, y no había posibilidad  de querer a ningún otro pequeño. Laetitia era del planeta Venus. Junior , el hijo de Morphi, de Marte. -O sea, un salvaje.



         Y sin embargo, con el paso del tiempo, le iba tomando aprecio. Aunque fuera un idiota y un ignorante con edad de un solo guarismo, aunque no hubiera leído un libro en su vida, era capaz de tomarle el pelo al mismo Ignatius –el amigo de Salvador Dalí y de William Burroughs. -Aún lo recuerdo : el sabio Ignatius hacía cortésmente la pregunta que no se le debe hacer nunca  a un niño: “¿Qué tal en el colegio? ¿Sacas buenas notas?” El avispado del crío comenzaba a contestarle con la misma cortesía mientras yo le miraba; ante mi insinuación –pues era igual que cuando sus abuelos le preguntaban “¿pero te lo has pasado bien?” y el niño debía tranquilizarles: Sí se lo había pasado bien; sí, le iba bien en el cole-  se echaba a reír como desenmascarado de una obra de teatro: No podía seguir interpretando al nene ingenuo que cuenta que  no le va mal en el colegio y que sus notas son excelentes.



         Estábamos cenando en La Caleta, un restaurante entre el Palo y Pedregalejo. El hijo de Morphi se había zampado las mejores raciones del menú: concha fina, boquerones victorianos, gambas frescas (no italianas), adobo (en esto se le notaba la falta de formación) y, -de segundo- , un "pijama" de la casa con flan, nata y helado. Se sentía feliz, bien nutrido. Y se pitorreaba del gran Ignatius.



         Pues Ignatius era grande, el sucesor legítimo de Unamuno y de Amiel, el Fundamento de nuestro pasado y el Destino de nuestra cultura. En su cerebro se conservaban las esencias de toda civilización. No era de ninguna manera un tonto. Y sin embargo –por haber entregado su vida al estudio y al conocimiento- no sabía dirigirse a un niño sino con fórmulas ridículas.



                            -Este niño que parece estar de vuelta de todo y aún no ha                 ido    a ningún sitio –comentaba Ignatius asombrado cuando ya                  el hijo de Morphi no podía oírnos.



         Sí, quizás por el niño, quizás por la colección de libros de Morphi. A lo mejor yo no estaba enamorándome de ella sino de su enorme y fascinante biblioteca de enciclopedias diversas, Historia,  colecciones completas de Alberto Vázquez-Figueroa, Manuel Vázquez Montalbán, Agatha Christie o John Le Carré, autores que yo no leía nunca. No había casi ningún clásico. Pero sí dos series de biografías – Galileo, Leonardo, Miguel Ángel, Maquiavelo y así hasta Kennedy y Khruschev- bien encuadernadas.



         Aquel tesoro de obras gráficas y literarias algún día sería mío si seguía con Morphi. Su biblioteca incluía mucho más de lo mencionado. Era un florilegio de centenares de libros en buen estado, con tapas de cartón verde, tela o piel. Estaban perfectamente custodiadas y ordenadas en sus estanterías. Esa biblioteca había sido inventada y adquirida a lo largo de una vida por un simple carnicero sin estudios formales pero amante del saber y de los buenos libros. Al final, Juan de la Cruz –así se llamó el carnicero- se la había vendido a su nieta Morphi. Ahora las vidas de hombres ilustres desde Alejandro Magno a Beethoven estaban a mi entera disposición y yo no tenía nada mejor que hacer  que devorar aquel legado. - Sí, tal vez no me gustaba solo ella sino sus libros. Los disfrutaba de antemano, antes siquiera de abrir uno y otro, y otro...



         O tal vez simplemente estaba enamorado de sus ojos glaucos, glaucos...  Quizás éramos la Pareja Eterna Radha-Krishna y ya nos habíamos conocido como Rama-Sita a lo largo de eones en sucesivos renacimientos y reencarnaciones. Tal Vez.



         (A través de un “tal vez” se abre, acaso, la fisura en edificios que acabarán por desmoronarse cuando venga el terremoto).



         La realidad es que me estaba quedando cada día más pillado de Morphi como resultado kármico de una suma de cosas –besos, cenas, chalet chic en el Polígono San Luis, sexo con porcentajes superiores a los coitos/día en Jamaica, Yemen o el Mato Groso (6), su hijo el Terrible Burlón,... y todo lo demás.



         Como personaje de novela, también me interesan las novelas.



         Morphi me tenía dicho que Raíces de Alex Haley y Lo que el Viento se llevó de Margaret Mitchell eran las mejores que había leído. Yo no lo discutía porque no las conocía pero no pensaba adentrame en la lectura de dos volúmenes de 1000 páginas sólo porque fuesen los favoritos de mi pareja. Además, ella no había leído  Los Hermanos Karamazov ni Guerra y Paz ni casi nada del Top Ten o Canon de los letrados.- Raíces se hizo famosa en España por la serie televisiva de Kunta-Kinte. -Gone with the Wind  por la película de Clark Grable. Yo no solía leer nada que hubiera sido llevado al cine. Pero Morphi insitía en que los dos libros eran incomparablemente mejores que sus versiones fílmicas. Así, durante años me resití a internarme en el tocho de la Mitchell y recorrer los avatares de la Guerra de Secesión, la ruina del Sur y los amores de Rhet Buttler y Scarlett O’ Hara. Finalmente la insistencia de mi mujer (la iletrada) y mi propia curiosidad, fueron más fuertes: Con asombro, después de leer sin casi respirar las primeras 200 páginas de corrido, descubrí que Morphi tenía razón: La Gran Novela Americana ya ha sido escrita hace más de 80 años: Ni William Faulkner ni Hemingway ni mucho menos Franzen o Alice Munroe pueden competir con el océano novelesco de Margaret Mitchell que nació y vivió para levantar su novela única, el canto del cisne del Viejo Sur.



         Como protagonista a la vez que narrador en primera persona de la novela de mi vida, me gustaría dejar claro –ante la Lectora- que mi modelo, objetivo, inspiración y referencia es Lo que el Viento se llevó. Es casi seguro que no lo conseguiré por mucho que lo intente. -Las mujeres escriben mejor que los hombres; tienen más alma, más sensibilidad. -Por otro lado, mi capacidad para levantar acta o hacer la crónica de los últimos 70 años (1945- 2015) en mi país y en el mundo, no es la misma que la de Margaret Mitchell que poseía en su propia casa (su padre) el archivo histórico de Atlanta y de los Confederados. -Mi novela será inferior- : aunque lo intente no tendrá el elenco innumerable de personajes como Mami, Ashley Wilkes, Ellen, el padre irlandés de Scarlett, Melanie y cientos y millares de personajes con vida propia. Mi novela será inferior porque no habrá creado para siempre la nostalgia de Tara, y de la vieja Atlanta, ciudades y territorios más reales y más vivos que la realidad y que la vida. - Mi novela, posterior a la muerte de la novela, no será la gran novela española. Pero da igual.



         Estar enamorado es mi principal problema como narrador en primera persona y co-protagonista del catálogo de las bellas que alguna vez me turbaron. La mía es una novela de amor como la de la Mitchell. - Narrador en primera persona auto-retratado y auto-analizado con auto-objetividad en su auto-novela. Es decir, lo mío es   una fantasía totalmente irrealizable”. -Como el amor, y como todas las utopías.











































AUTOBIOGRAPHICA IX

SYMPOSIUM DE PILAS (SEVILLA) DEL PUENTE DE LA INMACULADA DE 2008: PSICOLOGÍA DE LOS MOLDES-TIPO.






         Me canso de anotar los detalles de mis memorias, de mi auto-biografía. Como si yo fuera un ente de papel en vez de un hombre... -¿Quién Soy?



         Lógicamente después de haber resumido el comienzo de aquel curso, debería o debiera proceder a la narración del trepidante Symposium de Moldes del Puente de la Inmaculada (8/XII/ 2008).



         Por puro sentido común, sé que es el episodio siguiente, lo más significativo.



         En primer lugar, porque no soy el tipo de persona que acude a simposios ni a congresos y se cuelga del cuello tarjetas de identificación como collares de perros académicos. De modo que es natural que me acuerde.- En segundo lugar, porque a la convención de Pilas acudieron desde regiones alejadas del mundo una serie de personalidades difíciles de olvidar: Había venido en primer y único lugar, el Sabio que era como si alive e in person estuviese presente el siglo XX entero. Participaba asimismo una célebre maestra de danza argentina que te sanaba solo con bailar contigo. Había varias leyendas internacionales de la terapia, la invocación de muertos, el renacer sexual, la creación de máscaras monstruosas, el teatro-pánico, el asesinato de madres, la interpretación de sueños y, en general, el neo-chamanismo budista siglo XXI. Todos ellos, actores, artistas, ayudadores y pedagogos, estrechamente relacionados con la fabricación de moldes de membrillo.



         Había en el antiguo seminario menor re-convertido en hotel Lantana, millares de personalidades memorables. Las más atractivas para mí no eran los actores famosillos como el gran Sergio Peris (protagonista de la teleserie Al salir de clase, Cesare Borgia en la excelente película Los Borgia, y Gran Capitán en Isabel, el laureado biopic de La Reina) ni las leyendas vivientes del Mundo de los Dulces. - Se rumoreaba que al final vendría la Pdta. de la Argentina - diagnosticada como esquizofrénica (DSM V: psicopatía) por agentes de la CIA- a someterse a una terapia de abreacción con ayahuasca financiada por la Junta Directiva de RESSOL (la mayor empresa petro-química española) . Se hablaba de que quizás vinieran Silvio Rodríguez o Bob Dylan como “representantes altos del Molde V (E5)” o el mismísmo Papa Francisco I (Bergoglio) como Membrillo IX no muy degenerado; no se descartaba la posibilidad de que alguno de ellos se sumase a última hora al Symposium. - Ver a Dylan (o a su equivalente en castellano: Silvio) al lado de Naranjo , habría sido una especie de terremoto espiritual. En cambio la presencia de la Kirchner -y de su joven y guapo ministro de Energía- solo un caso de exorcismo.



         Pero a mí, comme d´habitude, las que me interesaban eran las mujeres, mis mujeres:



                   1ª Morphi:- que había decidido acompañarme aunque tuviese que quedarse sola  casi todo el tiempo en otro hotel o en las inmediaciones del nuestro. Yo pasaba los días en el Sympòsium de Moldes y las noches con ella.- Lo que terminó siendo agotador.



                   2ª Corazón.- Aquí se apagan mis ganas de contar nada...-



                   3ª Rosa-Linda.-

                     Berenice.-



                  5ª Carmen Flores.-



                   6ª. Otras (nuevas y antiguas).- 





Allí estaba Todo el Mundo. Y solo iba a durar 3 días. Medité detenidamente sobre lo que se me venía encima: demasiados reencuentros. - De entrada comprendí que a un symposium no se va a ligar. El hecho de que más de 2000 hembras fueran a congregarse,  no las convertía en un coto de caza, no eran un banco de atunes ni un rebaño de búfalas. Al menos por esta vez, no se trataba de abatir el mayor número pòsible de piezas en el menor tiempo posible.- Las noches –la zona horaria más aprovechable en los congresos- me estaban vedadas pues debía regresar junto a Morphi, como Cenicienta sin su zapato de cristal, cuando se desvanece el hechizo de la calabaza y los ratones.



         Estaba claro que a un congreso científico no vas a ponerte caliente ni a robar besos en los bancos del patio.



         De nuevo el fantasma del cuarentón calavera con parejita formal y a la vez numerosos líos de faldas se apoderó de mí. Era ridículo y feo. Todo salió mal:



2º Todo salió mal en el re-encuentro con Corazón: la chica de los mil fulares parecía haber emprendido un nuevo rumbo...



3º Todo fue triste en el re-encuentro con Rosa-Linda: ya se había empezado a fijar en otro moldeador joven pero famoso, creo que se llamaba Weissmann, y tenía la crueldad de comentarme cuán interesante, atractivo y viril le resultaba... - “¿Saca tu lado animal, como yo antes...?”



4º Todo salió fatal con Berenice: De gatita merendable se había transformado en leona rugiente, me hacía desprecios en público, cuestionaba en voz muy alta que ella y yo hubiésemos tenido alguna vez “intimidad”, “¡¡Y no pienso hablar más bajo!!”, voceaba..., algunos participantes se volvían a mirarnos extrañados; y yo parecía un mentecato.- (Creo que ese fue el final de la Mujer Más Bella del Mundo: desde ese momento decidí rechazarla en cuanto se me presentase la menor oportunidad; como acabó sucediendo).-



5º Todo fue bien, sorprendentemente,  con Carmen, la bella casada, la sólo amiga, la más antigua, y por antigua –como si fuésemos familia- ya solo castamente deseada; Carmen muy acariciable, como amiga,  en partes duras pero no en blandas, Carmen con quien yo carecía por completo de intenciones sexuales como no fuera estar pegado lo más posible a su piel durante todo el tiempo posible  (su piel que huele a eso que huele la tierra después de lluvias de primavera, con matices de azahar y de jazmín de un patio de Sevilla; más el olor del cuerpo y del ser de Carmen Flores, inasible a la lujuria) (?).-



         - Como abuelo y nieta, como dos viejos hermanos, caminamos por las galerías cubiertas y entre los setos, estrechamente abrazados, como dos amantes que viven separados y celebran la longitud de su breve reencuentro. Castos y a la vez ardientes como ellos.



         Nos sentábamos a escuchar juntos las conferencias. Tan juntos que nuestras piernas se tocaban. Tan juntos que podía oler su aliento o deleitarme en la blancura cristalina de su retina, la pícara retina de Carmen. –Yo estaba para siempre enamorado del nombre de Carmen: Pocas veces o tal vez nunca me había sucedido enamorarme de alguien por su apellido (por el prénom o “nombre de pila” me ha ocurrido  en muchas ocasiones). Las García-Rink, las Alisedas o Teresa Casado habían sido linajes que martirizaron mi infancia. Nunca habría podido perder el seso por una Domenéch, una Patricia Plaza, Cristina García o Pérez-Parada. Pero sí por una mujer del Sur -pero con una vena alemana- que se llamara Cármina y Fiori.



         Carmen roja, de perfil o de frente, ojos verdes, roja y blanca.- Yo escuchaba con medio cerebro los discursos, las intervenciones y las ponencias pero la mayor parte del tiempo –en un acto de adoración apenas disimulado- permanecía de cara a Carmen admirando su rostro blanco, su sonrisa blanca, su nariz más que perfecta , recta como hipotenusa, sus tirabuzones de María Antonieta, sus labios una y otra vez mirados, re-mirados y embebidos. No le miro otros encantos con fijeza, pero de todos modos, no dejo de verlos. - No había pensado estar tanto tiempo con Carmen, tan cerca del cuerpo de Carmen. - Y al final nos despedimos con más besos, y más lágrimas y abrazos.- En una feria internacional de erotismo, Dios solo me daba el Verdadero Eros. El Indefinible.



         Todo fue mal especialmente con Morphi. Ella con su estilo siempre inteligente, razonable, lúcido, realista... me había expuesto por anticipado sus planes y condiciones para este viaje: sus objetivos, sus compromisos y su propósito final; sus normas implícitas y explícitas divididas en subapartados; lo que quería que yo hiciera y lo que no estaba dispuesta a tolerar. - Morphi no es como yo; no necesita hablar mucho. Pero lo que dice sale de una meditación férrea, de una voluntad férrea, y es imposible no estar de acuerdo con ella. - Yo iba allí a cerrar asuntos. - Esa fue su conclusión general y me pareció evidente como casi todo lo que decía con su voz de sabia, semejante a un viento verde. Ni siquiera necesito pensar para creer en ella. Igual que los perros, me fío por el tono.- Cuando se ponía en este plan, embellecía mucho.



         - A lo largo de mi ya dilatada vida -como carácter eterno de novela- he tenido la oportunidad de escuchar a personas que disertaban muy bien.  Y siempre, desde niño, he disfrutado de las alocuciones y los discursos hasta el punto -por ejemplo- de pasarme 3 horas en el puerto de Páros oyendo atentamente a una militante comunista griega que daba un mítin; entonces no entendía una palabra, pero ya me gustaba su sonido en dulce caricia helénica. - (Hoy lo entendería casi todo)-. El griego  será el idioma de la argumentación, pero en realidad  nadie discurre ni argumenta como Morphi. -Deméter y Athína en una.



         - Recuerdo que todavía era un niño cuando me empecé a aficionar a los debates parlamentarios. El Debate sobre el Estado de la Nación o las Mociones de Censura constituían para mí un espectáculo mucho más fascinante que las finales o semi-finales de la Copa de Europa o de la Recopa. - Y eso que, según contaban, antaño, en los tiempos de Ríos Rosas y de Castelar, la musa de la oratoria  y de la retórica había conocido días más gloriosos.



         - Yo no me lo creía: Era imposible hablar mejor que el Jefe de la Oposición con su filoso seseo sevillita, sus ojos rasgados en una sonrisa de Sardanápalo asiático, melena de campana cuasi-Beatle y labios llenos de sexy simio negroide del Sur. Mi madre estaba sexualmente enamorada del líder del SOE, fenómeno que me confesaba avergonzada puesto que ella era del bando político opuesto.- No, era imposible que hubiesen perorado mejor que el Presidente Adolfo Suárez, con su seca y contenida emoción castellana. Y además había entreactos cómicos de Santiago Carrillo que hacían reír hasta los anti-comunistas que no olvidaban lo de Paracuellos.  Solos de batería de Durán i Llerida tocando el lado humano del nacionalismo austracista. Momentos de intensidad asesina de Xabier Arzalluz subiendo al estrado con una ampolla que contenía la sangre de los gudaris. Y otras intervenciones de Provincias Exóticas como las Canarias o la Rioja que eran como guindas nacionalistas en el Pastel Nacional.



         - Los espectáculos ofrecidos por el Palacio de la Carrera de San Jerónimo eran mucho más eróticos que las fantasías nietzscheanas de Dudú y Suleyka, la Tía Tula (como Tía Puta) o las películas de destape de Bárbara Rey y Rocío Dúrcal - Me siento Extraña- en el Quijano a las 4 de la tarde. -Sobre todo en los dinámicos turnos de réplicas y contra-réplicas. Los debates eran más eróticos que un partido de la Copa Davis entre la longilínea y preciosa morena Gabriela Sabatini y la pequeña pero maciza Steffi Graf. Más eróticos que los desnudos de Nadiuska o de Victoria Vera en Interviú.



         - Sin edad todavía para votar, yo me tragaba todos los debates. Atendía icluso a  las últimas intervenciones, esas que ya no presenciaban ni los propios diputados: las de Juan María Bandrés y el mindundi del Grupo Mixto, partidos minoritarios, ridículos por exiguos, micro-regionalistas, los últimos monos. -A esas horas, hasta los locutores y los cámaras parecían haberse largado del Congreso dejando sus aparatos en piloto automático. - Los bedeles con sus raros uniformes del XIX parecían adormecidos por el sopor de las moquetas y los discursos incesantes;  por todo el peso de discursos pronunciados a lo largo del tiempo contra aquellas moquetas y paredes desde hacía casi 200 años.



-  Se podía cortar el aburrimiento en el aire.- No había nada mejor que esos momentos muertos de la Historia donde yo parecía el único espectador en el mundo.-  Nada más que escaños humillantemente vacíos. El orador ni siquiera se quejaba de las ausencias:  decía lo suyo sin rechistar, como asumiendo la insignificancia y la inutilidad de sus demandas sobre el Bierzo o el necesario respeto a la identidad cultural de las Chafarinas.- Yo seguía allí mirándolo y oyéndolo todo después de 5 ó 6 horas. - Casi me parecía que podía oler el pompis de los magistrados después de tanto tiempo sentados.



         - "Tiene la palabra...", decía el Presidente de la Cámara como si se despertara de un desmayo, "... la Sra. Diputada por Logroño, representante de UPyR (Unión del Pueblo Riojano)". Era mi favorita y hasta había conseguido sensibilizarme con todas las injusticias cometidas contra La Rioja. Me excitaban sus andares hacia la tribuna, su raro acento del Norte, su melena pelirroja natural, sus ojos verdes de tigresa idealista, sus trajes de chaqueta de cáñamo rubio y, sobre todo, un par de tetas como dos melones que amenazaban con embestir a las lamparitas del estrado cuando se ponía vehemente recordando las humillaciones sufridas por su patria.



         - No me levantaba hasta que Landelino Lavilla -tenso y remilgado como un felino que sufriera de aspavientos- no pronunciaba las palabras rituales y daba un pequeño martillazo: "Queda cerrada esta sesión parlamentaria".- Pero entonces, venía lo mejor, y yo duplicaba mi atención: Porque se alzaba un gran clamor y los diputados se levantaban a charlar unos con otros espontáneamente y comenzaban a salir. Era interesantísimo puesto que ya no estaban actuando. -Llevaba tanto tiempo con ellos, que me caían bien casi todos. Cada uno, tenía sus cosas.-  Pero se cortaba enseguida la emisión, como si los de la TV tuvieran prisa por concluir un programa tan largo.



         - Igual que por Lujuria seguía las discusiones políticas de la Primera Cadena (solo había dos emisoras de TV: la Primera y la Segunda), también prestaba atención a  otros bellos discursos en otros medios: poetas, filósofos y sobre todo maestros y profesores vivos o muertos. Era más delicioso escucharles que ver una película de cualquier género.-Algunos cantaban; se llamaban "músicos" y eran superiores. Era evidente: porque hilaban palabras como todos los demás pero encima les ponían ritmo y melodía. ¿Qué más se les podía pedir?- Desde niño había estado escuchándoles atentamente, como si bebiera con mi corazón las letras de sus canciones. Me las aprendía de memoria porque estaban en verso y rimaban. No me cansaba, en bella Costa de Sirte, antigua Tripolitania, de entonar una y otra vez las mismas. Algunas ya parecían asociadas a mí, ser de mi propiedad después de haberlas cantado tanto (Oh my Darling Clementine). Sobre todo me gustaban las largas baladas de los bardos que contaban asesinatos.



         - Tenía todo el tiempo del mundo para leer buenos libros y oír bellos discursos en varios idiomas. Con el tiempo llegué a los mejores: Hasta dos veces pude escuchar en directo al Mayor Poeta Viviente (Robert Allen Zimmermann), por dos veces su voz rozando desde sus labios la misma atmósfera que mi tímpano. - Había oído asimismo al Sabio en su insidioso seseo auto-matizante de doctor latinoamericano. - Había oído a Ignatius hablando sin interrupción durante jornadas enteras, el caudal de sus conocimientos excedía, y mucho, la capacidad de estudio de una sola vida. -Había oído a Silvio. -Había oído a Rodríguez-Adrados.- Había oído a mucha gente que hablaba bien. Pero nadie como Morphi:



         - La voz de ella es como un blando viento verde. Su sentido común, un mecanismo de relojería. Su dicción, perfecta. Tal vez no use giros complejos y manipuladores como "y se lo digo sin acritud, señor Suárez". O quizás carezca del abanico léxico del cultísimo Ignatius ("Hemos descubierto esta tarde unos expositorios celtibéricos para la práctica de la mántica incubatoria"). Ella no posee el acervo del Sabio, capaz de condensar en 3 frases, aportaciones de 30.000 páginas de Freud, Jung y Adler. - Morphi no habla como una pedante, no sabe idiomas (aunque es capaz de entender por telepatía el inglés de Glasgow). -Ella no es poetisa ni va de artista. Ella es Musa. - Habla mejor que todos ellos. -Habla mejor que un Cánovas;  es más persuasiva que Efialtes.



         Para que la querida Lectora -o el lector aumentando su frustración- puedan hacerse una idea del flatus vocis que orea a diario mi oído, no me queda más remedio que referirme a la Teoría y Juego del Duende.



         Pues Morphi es nativa aborigen de la tri-milenaria Ciudad Costera. Una pura-sangre. Igual que toda su familia, costeños  por los 4 costados: costeños de XVª generación (1 generación = 35 años) (Ortega). Algo raro en una urbe surcada por las migraciones, las epidemias, los incendios, los asedios y las masacres desde los tiempos de Nínive y de Cartago. - Para ella, para su sentido del tiempo, los Reyes Católicos, el Islam o Roma, eran unos recién llegados. - Era autóctona autóctona autóctona. -Por eso su voz, la voz de Morphi, es Volk: Nación, pueblo.



         - En mi pasión por los discursos me entregué a la contemplación de debates de la Cámara de los Comunes, quise comparar el Parlamento Español con la Asamblea Nacional Francesa y con el Congreso Norteamericano.- Ninguna ficción superaba a la realidad, ningún monólogo de Shakespeare podía competir con el hecho de ver al guapo Primer Ministro Británico, el católico Tony Blair, luchando a brazo partido en una sala pequeñísima de Westminster (las tumbas innumerables de la catedral-necrópolis les habían dejado casi sin sitio; los magistrados de la gran Inglaterra disputaban dentro de una caja de zapatos) contra un centenar de adversarios tories o whigs que se reían, hacían gestos y toda clase de ruidos, como en una danza de conjunto.- Por algún tiempo seguí incluso al bueno de Raúl Alfonsín y sus diatribas en la Cámara Alta con los peronistas que ahora se hacían llamar Justicialistas pero que seguían siendo unos mafias.



         Pero terminé cansándome de los retores, tanto de los que aún estaban vivos como de los Gorgias y Cicerones de la antigüedad cuyas alocuciones se podían leer por haber sido registradas por escrito. - Tenía yo ya cerca de 30 años cuando me empezó a cautivar la voz del pueblo. Es decir, los que hablaban castizo.- Es decir: me empezaron a fascinar los flamencos y las flamencas. - (Sin embargo Séneca y san Agustín -dos clásicos- habían sido los primeros en expresarse con el laconismo y la estructura quadrata de los flamingo-andaluces. Ellos eran no los inventores pero sí un origen más de la cultura flamenca). - (Como es bien sabido, Agustín no nació en Hipona sino en Sevilla,  en el barrio de Las 300).



         - No pretendo ni mucho menos definir un indefinible, "un arcano que roza lo teológico", como dijo muy bien dicho una vez el Pdte. de la Junta de Andalucía. Pero el flamenco no es sino una rara avis (Phoenicopterus) de pico monstruosamente grande y curvado, patas astifinas y plumaje de fantasía siempre entre el blanco  y el rosa. - Yo no hablo de algo que he visto en libros o en fotos: Su vuelo sobre las ciénagas como tablas del río, su perfil sobrenatural en Navaseca, hacen que se detenga el tiempo; y al soñador se le va el alma.



         - Aparte de ser un pájaro de considerable tamaño, el flamenco es el idioma de nuestros enemigos tradicionales los holandeses (y de cierto porcentaje de belgas), Países Bajos que Dios confunda.- En conclusión, el flamenco es un extraño palmípedo con plumas y buen pico que se llama Van Gogh, Van Nistelroy o Johann Cruyff (Croiff).



         Sin embargo, aunque ni Wikipedia sea capaz de definirlo, es fácil sentirlo: El verdadero flamenco -ni andaluz ni gitano sino muy anterior a Tartessos, pre-neolítico-, el flamenco-arquetipo es contrario a la exageración. Ajeno a los quejidos y estallidos. Pura elegancia en movimiento. -El flamenco es, ante todo, baile.



         Bach es puro flamenco según la Malena (vieja bailarina gitana): "¡Olé! ¡Eso tiene duende!" , exclamó oyendo tocar a Brailowsky un fragmento de Johann Sebastian. "Y estuvo aburrida con Glück y con Brahms y con Darius Milhaud" (Federico García Lorca, Teoría y Juego  del Flamenco).



         No es necesario haber nacido en Andalucía, Extremadura o Murcia. Es algo más que elegancia. Es algo más que notas negras... Desborda la barrera del Guadalquivir y de las Américas. Está en las manos de la japonesa que lo baila, en los melismas de la lituana que lo canta y en las uñas del guitarrista sirio. Nuestro flamenco -mayorales con varas y chaleco gris sobre caballos blancos de Terry; Soberano: el Toro- es una esencia del mundo.



         Tenía razón el Pdte. de la Junta: El Flamenco era propiedad exclusiva de la Junta de Andalucía, Sevilla, Palacio de San Telmo: quizás podría ser encerrado en una caja-fuerte para solo sacarlo cuando se fueran a hacer copias. La rumbita catalana del maestro Peret y de Albert Plà podía resultar aceptable pero el flamenco profundo solo se hace en el Sur. No es ni siquiera imaginable una arquitectura del cante jondo culé, martinetes de Ibiza, tarantas de Tarragona, fandangos de Lleida. No.- Y sin embargo Albert Plà y Peret tienen duende.  



         El flamenco es algo más que una bocanada de vapores de Oriente en Al-Ándalus: Espíritu eterno, eternamente creativo, semejante a un jin, a un divé,  a un gnomo, a un embrujo gitano que a veces viene y a veces no viene, El Duende es lo contrario del Ángel y de la Musa (Lorca dixit). - El daimon de Sócrates y el malin Génie de Descartes son los acicates filosóficos del flamenco. - (Tales de Mileto en realidad, no era de Mileto sino de Sevilla: de Triana).



         Por último, se dice "ponerse muy flamenco" con el significado de "ponerse muy chulo".- Pero una "flamenca" es algo más que una mujer con el Ego subido.



         - Morphi es una flamenca (cualquier cosa que esto signifique). A menudo la confunden con irlandesa, bretona, rumana, galesa o eslava. Siempre caucásica puesto que es blanca, blanca, blanca.  Ella misma no sabe que sus ojos glaucos, glaucos, su nariz de Sem y la intensa delicadeza de su cutis blanqui-rosáceo son el efluvio de Asiria y de Mesopotamia 6000 años después de haber iniciado su odisea. - Ella es más antigua que la Babilonia, hundida porque le faltó el cimiento. Su sangre  viene de la cuna de las civilizaciones. Tiene los ojos idos y claros de las pitonisas.



         El flamenco debería ser monopolio de la Junta y en concreto de Su Pdte. , que sería el único que poseería la llave. Igual que el Guadalquivir, Averroes,  la figura de Hércules o la de Buddha (que, según se ha descubierto recientemente, nació en Sevilla, en Dos Hermanas). - Pero no es así. Hay más academias de flamenco en Japón que en España. -Existen excelentes interpretaciones de soleares finesas; ya se habla entre los connoisseurs, del sub-género o "palo no-matriz" de la  soleá finlandesa, - con una fonética en aes laponas que pone la carne de gallina.



         - Morphi hablaba como los elegantes pescadores de la Costa -desde Algeciras a Torre-  bendecidos por el duende del flamenco. - No eran todos los pescadores; solo algunos; los que se demoraban en el portal de San Juan de Vieja Ciudad Costera de madrugada hablándonos de la influencia de la Luna Llena sobre los peces. - Ella hablaba un poco como los pescadores de Estepona cuando contaban sus aventuras con los tiburones o marrajos: -Pocas palabras, mucha acción-.  Tocados por el espíritu del flamenco,  patrimonio cultural inmaterial universal de la Humanidad, tan difundido como el dinero o el agua, el arcano supra-teológico y archi-meta-físico del Flamenco. - Era como ellos.



         Menuda y discreta, los hombres sensibles y sexualmente inquietos olfatean su misterio a larga distancia. Basta dejarla sola en una estación de tren o en una plaza de Edimburgo unos minutos, para, al volver, encontrármela rodeada por galanes locales que pretenden tocarle el pelo o tocarle algo. Algo tiene que les atrae, es evidente. Tal vez las famosas feronomonas, o algo más sutil. - Me da igual; estoy acostumbrado a acompañar a mujeres que ponen calientes a los hombres, soy de los que salen con las guapas: A veces tengo que mirar hacia otro lado, abrirles espacio para que les miren las tetas o hacer chistes para aliviar la tensión sexual. Siempre hay un grupo grande de tíos, decenas de lobos, de hienas y de zorros que quieren beneficiarse a mis novias. - Y sin embargo no es ésta en particular una mujer que llame la atención por su estatura o sus rasgos. Quizás no sea la más bella pero tiene algo. -Es una grieta. - Una anomalía, una singularidad en el espacio-tiempo-materia. -Como el Flamenco. - Morphi es una verdadera marciana. -Más sexy que el Planeta Rojo.



         - Se han registrado ejecuciones de nanas y de cañas en Marte. Concretamente en la zona Norte de ese planeta conocida como Lycus Sulci. Félix Grande es un defensor convencido de la teoría del origen extra-planetario del arte flamenco (Cfr. su magnífico estudio: El Polo del Monte Olimpo (Marte). Una experiencia real de abducción extra-terrestre, ed. La Caña, Sevilla).



         - El ceceo no es flamenco y el "jejeo" o heheo aún menos. Solo el deje del seseo semi-irónico de los filos de navaja (¿de Sevilla?) suena flamenco. -Naturalmente Morphi -como buena costeña- sesea. De modo que confunde la pronunciación de "doses" (plural de 2) con la de "doce" (12). - Pero no cecea casi nunca sino en momentos de obnubilación. - El zezeo es casi siempre una brutalidad de faringes taponadas por el guturalismo. - Ni siquiera el "supuesto" analfabeto, el genio José Monge- Camarón- ceceaba. - El flamenco real está en la fina cintura de las eses, imprevisible como el quiebro de la bailarina y no en el trazo simplón de la zeta de El Zorro.



         - Se calcula que en toda Andalucía hay cerca de un millón de mujeres que bailan alguna variedad de flamenco aunque no sean más que colombianas de Gerona o una fusión de bachata, merengue y bulería. -El pachangeo también es flamenco igual que otras muchas palabras en la misma asonancia. - Flamenco no es cante jondo, sino tal vez su contrario o su complemento.- Ya se ha dicho que el número es ampliamente excedido por Japón: Una taxista de Tokyo puede sorprenderte algún día cantándote y bailando el Aserejé como si llevara en la masa de la sangre lo mismo que la Chicas del Ketchup...- Herida aún por la muerte reciente del maestro De Lucía (D.E.P.), la tradición seria del Flamenco, insondable en sus orígenes, sigue siendo todo un misterio en su porvenir. - No muere, no se repite nunca, es como la naturaleza: siempre renace. - Custodiada por millares de millones de oídos y de manos, de piernas  y de bocas que lo aman y lo re-viven en distintas latitudes, no se pone el sol sin que en algún lado suene flamenco. El Flamenco es el Mito. - Y La Leyenda del Tiempo.



         Ella es semejante al Flamenco. Sesea como sesea su padre, como seseaba su abuelo, y su tatarabuelo, y el tatarabuelo del tatarabuelo de su tátara-tátara-tátarabuelo, más allá de los Trastámaras y de los Reyes Católicos y todo eso, ellos ya pronunciaban desa peculiar manera las ces, las zetas y las eses. - Ultraístas fanáticos, bloggers en la línea Betis-o-Muerte,  andalucistas furibundos, Andalusíes.com, apuestan por la Hipótesis de la Mona de Gibraltar como la "primera persona" que habló el dialecto andaluz. Para otros fue el Gallo de Morón.



         - Pero Morphi flamande no desciende de ninguna mona sino de la culta Asiria; Es la árabe blanca aunque venere los pies morenos, casi negros, del Cristo de la Sentencia. Su larga y silenciosa mirada viene de las profundidades bíblicas de Judea, son los ojos verdes de las diosas de Mesopotamia. - Sus labios son hebraicos. Recuerdan el sabor de las aguas del Lago de Urmi y el perfume santo del Sarmung. -Es más antigua que todo texto escrito.- Es anterior al hombre. - Su nariz, a veces enrojecida, es una joya preciosa y por la fría gota de carne de su punta, por un beso, yo destruiría el planeta entero. - Tal vez el sistema solar con los duendes marcianos del flamenco.

         - Divago otra vez. Ella me había convencido con su blanda voz de viento verde - süave, femenina, firme, inquebrantable; más deliciosa que la música-, de que al Symposium yo no iba a divertirme ni a ver si pescaba algo, sino a aprender en lo laboral, a formarme y re-ciclarme como Modelador de Membrillos por Estructuras y Formas Vacías, y , en lo personal, a crecer y  a cerrar una serie de relaciones con mujeres acumuladas como despojos o como alimañas desde hacía por lo menos 3 años. - Corazón ahora parecía un cadáver de ojeras moradas.  Berenice y Rosa-Lía ,a ratos, se asemejaban a los hurones y a las ratas.



         Pero me fatigo contando tales detalles y ocultando otros (los más substanciosos). El simposio fue extremadamente fatigoso y amargo. Desde lejos veía a Corazón siempre con el mismo chico, 10 años más joven que yo, ¿quién sería? "No es un amigo; es tu sustituto", sentenciaba Morphi. - De cerca veía a Berenice agarrada a un tío de 2 metros, le cogía por la cintura como si se agarrase a una columna. Recordé que para aquella mujer echar un polvo era equivalente a tomarse unas cañas (así me lo había dicho); me pareció que al menos por aquel puente podía superarme en frecuencia de relaciones sexuales y decidí castigarla en cuanto tuviese oportunidad, como acabó ocurriendo.- Veía a Rosa-Lía interesarse en exceso por un monitor de modelado que se llamaba Weissmann y que ya era muy conocido. No tenía reparos en detallarme cuán atractivo le resultaba. Yo no había sido su primera aventura extra-pareja; hacía bien en acumular todas las que pudiera,  antes por lo menos de tener hijos. - No perdían el tiempo.- Yo también llevaba juego: Por la noche en el hotel aún veía más lejos a Morphi y no conseguíamos comunicarnos.































TRAS EL SIMPOSIO. LOS GUITARRISTAS Y SLEYZER.





         Había quedado demostrado: Podía tener amores neoplatónicos y a la vez ser la pareja formal de Morphi, su novio (aunque a mí eso de tener "novia" a los 40 me parecía un poco cínico). Lo que no podía era "enredarme" con nadie. No era una cuestión física sino del corazón. En cierta forma era posible tener relaciones sexuales completas y no poner los cüernos por ello...



O tal vez no.



En todo caso, lo importante era volver limpio.



- En un estado de ánimo turbio, medio enfadado con Morphi, tras mucho haber acariciado, besado y admirado a Carmen y no haberles tocado ni un pelo a las demás (es un decir), volví a mis rutinas acostumbradas de varón español en la cuarentena.



         Como la mayoría de mis compatriotas solía tomarme unas cervecillas después de poner término a mi jornada de trabajo.



         Estratégicamente situado a unos 30 metros de la Fábrica  -de modo que pudieras llegar hasta allí arrastrándote- el bar-terraza-marisquería-cafetería de Marcos me recibía a las diez y cinco o diez  y cuarto de la noche con honores de cliente favorito y espejismos de placer de las ninfas del arroyo. -Yo solía llegar solo pero siempre acababa encontrándome con más de uno. Sobre todo con guitarristas.



         - Se calcula que más de un 70 % de andaluces tocan, han tocado o quieren tocar la guitarra. Este porcentaje se acerca al 95% cuando nos situamos en la Ciudad Costera asociada desde antiguo -como Granada, Córdoba o Sevilla- al arte de la construcción de este instrumento de cuerda (en el caso de Sevilla, su fabricación se remonta a los contemporáneos del hombre de Atapuerca: bordones y clavijas de piedra pre-neolíticos han sido hallados en la zona que ocupa actualmente el Parque de María Luisa). -Es decir, de cada 100 personas, 95 son guitarristas.- No era yo el único.



         Tocaba el trombón, el clarinte, el saxofón, la guitarra, el requinto, el ukelele, el bajo, el banjo, el piano... , y lo que le echaras, Agustín, joven-prodigio de cara blanca, blanca y cuerpo perfecto; Agustín trabajaba mucho en bandas  aquí y allá, de modo que tenía poco tiempo para detenerse en el bar de Marcos; estudiaba  modelaje de membrillos pequeños para que sus padres así le dejaran en paz y poder dedicarse a lo suyo, a su Musa, la música.



         - A su lado, su amigo y compañero Miguel Ángel -también guitarrista desde los 12 ó los 11 años- habría podido parecer menos brillante pero no era así: el verdadero guitarrista era el introvertido melancólico Miguel Ángel y no el risueño  multi-instrumentista Agustín. Miguel Ángel terminó realizando el sueño del 95 % o tal vez del 100% de los andaluces: Tocar Entre Dos Aguas. -En cierta forma la tocaba mejor (o a mí me gustaba más) que Paco de Lucía. - Miguel Ángel acabó marchándose a Córdoba para estudiar con Leo Brower y con Manolo Sanlúcar. Antes de que dejáramos de vernos, ya tocaba como un maestro.



         Pero aunque entre aquellos dos jóvenes de 20 años acumularan la historia de la guitarra y de la música desde Pepe Habichuela o Sabicas a Tomatito y a Vicente Amigo y desde Isaac Albéniz y Manuel de Falla a Fernando Sor y al  Maestro Rodrigo, aunque tuvieran a diario en sus mentes las melodías y los ritmos de América y de Europa -e intuyeran los de Asia a través del flamenco- , aunque vivieran solo para eso, no eran los únicos guitarristas que te podías encontrar en el bar de Marcos:



 -Monchi, director de banda, compositor de canciones y persona de esas que se llevan la guitarra al wáter;  admiraba a Silvio Rodríguez y podía crear una canción a partir de la nada; siempre tuve la impresión de que su verdadero objetivo era Morphi a la que miraba como un desesperado.



- El guapo Agustín (otro Agustín) tenía una guitarra alegre y fiestera capaz de acompañar cualquier cosa, en especial folklore canario con canciones de tunos. Cuando venía Agustín, solían acudiir más músicos y más guitarristas; una vez llevaron al bar hasta un oboe; algunos sábados gloriosos con mucha afluencia, llegábamos a guardar turnos para intercambiarnos la guitarra. Siempre había más guitarristas que guitarras.



 - También tocaba la guitarra Rodrigo Mújica Seré, mi amigo uruguayo y a su vez amigo de Beatriki (la loca aquella que iba poniéndoles etiquetitas a las cosas con sus nombres en griego); Rodrigo podía sostener el tango Muñeca Brava, Mademoiselle Ivonne y mil cosas con su bello rostro crístico que aún recuerdo.



- Decenas y centenas de guitarristas, atraídos por mi instrumento, conociéndome o no, se acercaban y ensayaban su sonido.



- El mismo Marcos era un flamenco de raza y tenía en la trastienda su guitarra amarilla, guardada en una caja gris clara de madera y tela que había pertenecido a un tocaor  célebre. Convenía no preguntar por él a menos que uno quisiera verse involucrado en una larga historia sobre cómo y por qué había llegado aquel objeto precioso a las manos de Marcos. Era bien visible que sobre aquella madera barnizada gravitaban leyendas de todo tipo. Alguna clase de fluído emanado por todas las manos que la tocaron, adherido a la materia burda de aquella simple caja de música. - La historia de  los sitares, las kitharas, las cítaras o guitarras era como una cueva que conduce a otra cueva que a su vez conduce a otra cueva. Sin fin. - Era una guitarra flamenca flamenca flamenca.



- Entraba uno en estado de meditación o en trance solo con verla guardada en su funda de terciopelo rojo, con un trapo blanco muy limpio cruzado encima de las cuerdas y la boca; se sentía que era algo venerable.- Sleyzer, Marcos y yo y quienquiera nos acompañase, aunque fuera un niño sin ningún conocimiento o un animal, nos quedábamos contemplándola sin aliento, no solo con silenciosa admiración sino con algo más: Estábamos hipnotizados por el destello amarillo-marfil de la guitarra aún en su funda de terciopelo. -¿Quién sería capaz de tocar eso? Pues Marcos ya empezaba a librarla de su funda-ataúd de madera o cartón gris, forrada por dentro de terciopelo rojo. Y la levantaba con una sola mano como si ofreciera una virgen desnuda -y al mismo tiempo anciana- al primero que la cogiera. Pero todos la mirábamos pasmados y nadie se atrevía a tocarla. Y eso que había alrededor muchos guitarreros y  guitarristas.



-  Marcos podía defender diversos tipos de canciones y de floreos, repiques, golpeos, desplantes y rasgueos con la guitarra pero lo mejor era cuando cantaba por Bambino aquello de la tarta de cumpleaños con 38 velas que el protagonista termina apagando solo.-  Conseguía hacerme llorar.



         Había guitarristas y guitarras por todas partes. Los jóvenes como Sleyzer preferían las eléctricas. Es normal: las guitarras electrificadas son más modernas y arman más ruido. Además, las guitarras de madera los jóvenes las asocian al coñazo del flamenco y al coñazo de la música clásica. - Juan Sleyzer Villalba se convirtió poco a poco, durante aquel curso, en mi mejor amigo.- (Y al final, por desidia, por falta de amor, también a él, como a todos mis íntimos, acabé perdiéndole. Y a día de hoy no sé si Juan estará vivo o muerto).



         Villalba tenía el cerebro triturado por el pasa-purés de la Fábrica y ahora estudiaba la Fuente de Todos los Moldes, la Madre de Todas las Formas, la Matriz o Matrix: la Filosofía. - En fin, se estaba volviendo majareta.- Empezó a sentarse conmigo en lo de Marcos y a hablarme de Dühring.



         Había centenares de miles de guitarristas, la guitarra era una obsesión unánime, como el flamenco, pero no había estadísticamente tanta gente que leyera al pensador atacado por Karl Marx en su Anti-Dühring. - Después de que Villaba me hablase durante horas y días del pensamiento de Dühring, aún  me hice más anti-Marx: estábamos de acuerdo en que con él había triunfado lo peor: Cualquiera de los socialistas simplemente descartados como "utópicos" (cuando lo quimérico era el propio comunismo marxista con extinción del Estado) era más interesante y, sobre todo, menos dañino. - Yo había notado ya en Sleyzer ciertas ínfulas nazis como llevar siempre  una gran Cruz de Hierro colgada al cuello.



         Luego Sleyzer siguió, a lo largo de noches de tercios de cerveza en la terracita suburbial de Marcos, haciendo a su manera su discurso-tesis sobre la relación parental de Nietzsche y la Muerte de Dios. Había leído ya la biografía en tres tomos de Curt-Paul Janz y sacaba sus propias conclusiones: -En realidad -decía- lo que había muerto era el padre (pastor) de Nietzsche cuando Fritz era pequeño. Filósofo en la Locura.



         Hasta ese momento yo seguía considerando a Sleyzer como un ser inferior, un tarugo, por haberlo conocido como membrillo -aunque ahora estuviese en la Universidad habiendo superado la Cadena de Montaje de Sirope  de la Fábrica. -Además pertenecía al barrio obrero donde se ubicaba mi puesto de trabajo. - En principio, antes de tratarles durante tantos años, los del cinturón industrial me parecían unos chusmas condenados de por vida a tiznarse la frente cambiando el aceite a coches cochambrosos, o a trabajar de albañiles destruyendo la Costa (mi Costa); o de seguratas; o de camareros; o de policías. Menuda mierda de barrio. Los más ambiciosos terminaban de cocineros en el parador del pantano de la Viñuela o pegando tiros con un AKA en Afganistán.- Pero al final, empecé a admirarles y a quererles; a sentirles míos.



         Sleyzer en principio era un quinqui, un chusma, un flamenco de larga coleta negra y perfil semítico que hablaba igual de mal que sus vecinos del barrio. -O, igual de bien. - Más que castizos o localistas sus acentos eran abandonados, semi-animales. Se comían todas las sílabas que podían (por eso hay quien dice que los andaluces se alimentan de palabras). - Pero yo había empezado a cogerle el gusto al acento castizo y en general a lo cañí. Los del barrio habían crecido como larvas y anélidos en torno al boom urbanístico de los 70 y el turismo Costa del Flow. Pero aun siendo modernos, eran unos castizos andaluces sin imitación posible. Aunque no fuesen autóctonos autóctonos como Morphi (que es más antigua que Mainake, que los habitantes de las cuevas del Orke y que la forma de los actuales continentes; ella existía como una intención del verde antes de la creación de los universos) sino descendientes de la masa aborregada que abandonó el bello campo de limoneros, aguacates y naranjos para entregarse como esclavos a las ciudades como peones y últimos monos de la especulación inmobiliaria.- Por eso odiaba yo a Sleyzer y a todos ellos.



         Me imaginaba que debían ser unos muertos de hambre en el campo para tener que cambiarlo por un sitio tan feo. Debían estar en la última de las miserias si mejoraron de vida metiéndose en aquellos horrendos bloques de las afueras. La Andalucía de los 50 y 60 debió ser como Etiopía o Burkina-Fasso para que tuvieran que emigrar a la urbe y currar y reventar como negros de 8 a 8 en la industria, la construcción y la hostelería. Apenas les quedaba tiempo -como a mí- para tocar la guitarra, aunque les gustase tanto a casi todos. -Su epopeya colectiva no será  la derrota de Gettysburg ni la Noche de la Caída de Atlanta pero también se merece un recordatorio y un sencillo homenaje.



         A Sleyzer -joven vestido de negro cuero y cadenas, producto previsible del barrio-bajo  -70 años después de los prodigiosos 60-, le había dado el "avenate" de meterse en Filosofía ("avenate, percoletas, fumachustas, chupabolsas, cani, johnny, choni, makin´fly y alikindón" era el tipo de palabras que yo aprendía en el barrio)-. Tampoco había de qué  extrañarse: El Castizo es Filósofo por naturaleza. El flamenco-arquetipo es filosofía pura de la Stoa Media. Es un Séneca (que no nació en Córdoba, como se dice,  sino en Sevilla, concretamente en Valmy).



         - Aunque se expresase fatal y vocalizase como el culo, en su jerga de barriobajero con moto de gran cilindrada y melena hasta la cintura, Sleyzer recitaba frases enteras de Humano, demasiado Humano y se reía de "los héroes del teatro del espíritu".- Villalba tenía un acento tan cerrado y tan cazurro que yo apenas le entendía; hablaba tan deprisa y tan mal que era imposible distinguir lo que decía, de modo que -como suelo hacer- me imaginaba qué es lo que había querido expresar y le respondía lo que me parecía. - A veces para tranquilizarle le tocaba con la guitarra Blame it on the Woogie  o cualquier otra melodía de Michael Jackson. Como hubiera hecho con cualquier animal triste. Sleyzer era un pobre enfermo de ansiedad, como casi todo el mundo; especialmente los que han nacido en un barrio como aquel, bajo el estrépito constante y horrísono de excavadoras, hormigoneras, perforadoras, generadores,  tuneladoras y automóviles pesados.



         Pero poco a poco, con el paso de los años me fui dando cuenta de que Sleyzer sabía distinguir lo bueno de lo malo en la vasta y variada obra del Filósofo que acabó en la locura. Prefería los escritos de su etapa de formación en Basilea. Los había leído todos, hasta los apócrifos o spuria de Nietzsche.- Ya me daba igual que Sleyzer fuese tan basto  hablando. Qué cojones. ¡Qué máj dará escrivir o avlar un poko basto! - Nueve años (2000-2009) y un día de contacto continuado con el lado más bestia de la clase baja, con el proletariado más proletarizado, 9 años de simbiosis con la burricie del démos, me convencieron de que hablar o escribir con elegancia no es lo único importante en esta vida. -Sleyzer podía haber captado la esencia de Nietzsche y a la vez emplear el lenguaje de Belén Esteban.



         Cada vez me gustaba más cómo hablaba y hasta cómo chilloteaba en Sálvame de Luxe la Princesa del Pueblo. Cada vez me gustaba más ella. -Me imaginaba perfectamente enamorado de Belén Esteban y a su lado el resto de mi vida; sin una discusión y sin un solo problema.- Pero yo  era uno de tantos fans... Empecé a imitarla. -Hablamos como la gente a la que admiramos, ¿no?- Yo también empecé a embrutecerme, a hablar castizo (o basto) como Belén, como Sleyzer, como ellos: los obreros.



         Despreciaba todavía con toda mi mente, con todo mi corazón y con todo mi cuerpo la extracción social de Juan Villalba, tirando a macarra. Porque no era más que un bajuno de un barrio chungo plagado de negros y de peluquerías nigerianas, hangares y gimnasios de kárate. Menudo nivel de barrio, tío. Le odiaba con toda mi alma porque era un basura, un costroso, un merdellón, un chori, un chulo, un capullo y un gilipollas.



         Pero me hacía pensar:  -Había creído que era un membrillo desechable, pensé que terminaría con un mono azul recolgado de un poste eléctrico, con los alicates en los dientes y pelándose los dedos con un cable que pudiera electrocutarle. Me lo había imaginado de mecánico, de electricista o de camarero o  hasta de segurata; pero no que fuera a meterse en la Filosofía.  - A través de sus lecciones, y tras varios años de haberle despreciado, empecé a sentir que podía hablar con Sleyzer de cualquier cosa, que era con quien mejor me entendía y con quien más horas pasaba. - Sin embargo poco después, en el curso de 10 meses,  lo perdí. - Él, que fue mi mejor amigo.



         Sleyzer al final de aquel último curso, -al final del final en la Ciudad Costera del Extremo Sur de Europa-, transgredió los límites de la mera amistad: Según fue llegando el buen tiempo y las noches cálidas de junio, más horas pasábamos charlando de esto y de aquello en jerga semi-nietzscheana, semi-flamenca en la terracita de Marcos, junto a la isleta de cemento del barrio bajo, cerca de la horrenda Fábrica. -No era el primer año que nos conocíamos pero sí el primero en que habíamos empezado a intimar. Por algún motivo. -Debido a nuestra diferencia de edades (46 a 19 a mi favor) la relación tendía a parecerse -por pura inercia- a la de padre-hijo.- Cosa que yo no pensaba consentir.  Pachón, Kéren, Morphi,  el idiota de su hijo, Laetitia, Sara y otros..., ya tenía bastantes jóvenes medio adoptados a tiempo parcial.- No me apetecía que Sleyzer durmiera en mi casa. Ni hacerle sus comiditas. Ni darle buenos consejos. -No quería cuidarle. Que lo cuidasen sus padres.



         Sin embargo, tras  largas y plácidas disquisiciones sobre Max Stirner y  Franz Bentrano, Michael Jackson, Billy the Jean, las categorías de Aristóteles como Gestalten Prototípicas, el origen mítico de la esquizofrenia, Just like a Woman y It ain´t Me Babe como las dos canciones más emocionantes de Dylan,  y sentencias eufóricas de compadreo que él repetía y que me hacían odiarle más... ("Al fin y al cabo, ¿uno a quién le cuenta las cosas? A quien pueden interesarle"), Sleyzer Villalba, a fin de curso, una tarde se derrumbó:



         Lloraba por una chica; así de simple: Llanto-y-duelo por amor no- correspondido.- Fue en ese instante en que empecé a quererle.



         (Llevaba demasiados años en la Ciudad: Empezaba a sentirme emocionado, vinculado, perteneciente...- Era obvio que debía largarme cuanto antes).



         Sleyzer, el duro chulo-putas de barrio obrero bajuno, se derrumbaba y lloraba en la tarde suburbial de primavera. Lloraba y al mismo tiempo se avergonzaba de estar llorando. -Mientras él sufría de Amor, a mí me dio tiempo a hacer algunas compras redondas en la Curva (Camino de San Rafael), mi punto habitual de aprovisionamiento.



         Aquel joven hosco de los bajos fondos se desfondaba mientras yo me encendía, conmovido,  una trompeta de haschich rubio larga como la baqueta de un tambor, regalo para los clientes fieles por el posturón de 70 euros que al final le he comprado a Paco. -Canela en rama.-  Ahora Sleyzer, como había más gente, lloraba a su manera pero con más discreción. Yo le consolaba como podía en la medida en que las circunstancias -el porro de degustación e intercambio de gestos fraternos con mi camello favorito Paco-    lo permitían. -De los cielos hiperbóreos de la filosofía y de la  psicología nietzscheana sobre los estados de condición fisiológica del juicio de sentimiento,  habíamos descendido -con la velocidad y el abandono de la primavera flamenca- al lenguaje animal de la mirada de compasión muda y la palmada en la espalda.



         Sleyzer no levantaba su ya de por sí alta cabeza para soltar cualquier charada más o menos brillante, más o menos misántropa, en cualquier caso siempre cínicas, de Fritz o de Cioran;  citaba de memoria a Novalis y a Hegel, al que -para mi inquietud- había empezado a leer y a asimilar. Había despachado ya al superficial de Schopenhauer y comprendía la Esencia del Cristianismo de Feuerbach. Se acercaba peligrosamente al poco leído Schleiermacher y a los hermanos Schlegel... Se estaba hundiendo sin esfuerzo y con mucho tiempo por delante en los secretos tanáticos de la filosofía alemana. No podía tardar mucho en descubrir a su mayor poeta.



         Ahora estaba cabizbajo. Ya no alzaba sus grandes incisivos de conejo agitanado  echando hacia atrás su larga coleta negra de rockero duro de barrio chungo con gesto arrogante. Ya no me parecía tan duro. Ni tan listo.- Tenía 19 años; le había dado por la Filosofía, por leer a Anaximandro de Triana y a Simónides de Aznalfarache.- Es decir, estaba perdiendo la cabeza.- Vestía siempre con botas altas y todo de cuero negro, como un macarra motero de barrio obrero.- No se drogaba más que con cerveza y por eso debía ser el orgullo de sus padres. (¿Cómo serían los demás hermanos!). Había conseguido un diploma de electrónico o un diploma electrónico, con miras a asegurarse el sustento:-  Yo ya me lo imaginaba espichándola con un mono amarillo,  encaramado a  una torre de alta tensión o delante de una cajeta. - Solía siempre tener dinero pero, como buen miembro de la clase baja, del Lumpen-Subvencionado de las alcantarillas de baja casta, -miserables atávicos aunque naveguen en la opulencia gracias a una paga por incapacidad del Estado y diferentes triquiñuelas de canallas y gentuza- , no se rascaba el bolsillo casi nunca.



- Sleyzer vestía siempre como Marlon Brando: con chupa de cuero negro y negra moto antigua de gran cilindrada. Llevaba una negra Cruz de Hierro nazi al cuello (como ya he mencionado) sobre la que te contaba una milonga larga si cometías el error de preguntarle. Camiseta negra con el nombre de Black Sabbath o cualquier otro igual de obscuro.- Follaba de allá para cuando, por temporadas, como los animales  (no como yo, que ejerzo de forma sistemática...). No tenía novia el pobre.- Era evidente que el mismo Nietzsche -o Dylan o Hendrix o Led Zeppelin-   le habían enseñado cómo distinguir la buena música de la mala, el grano de la paja.- Además, tocaba la guitarra. Como el 95% de la gente; bien o mal eso ya no lo sé.- En la terraza no tocaba casi nunca.



         Y ¿qué buscaba en mí? ¿qué me quería? ¿qué demonios esperaba de un sujeto como yo? -No lo sé. Ahora parecía parte de mi familia desde que había llorado; no tenía ganas de que se marchase sino que estaba dispuesto a apadrinarlo, a llevármelo al centro a que prosiguiera conmigo mis actividades habituales como crápula cuarentón candidato a substituto de sucedáneo de padre putativo interino.



         Papá no piensa cambiar de costumbres solo porque tú te hayas encaprichado con él y le digas cosas dulces como que es la persona que mejor te comprende, con la que mejor conversas. Qué solo estás, chico:  Para elegirme a mí como tutor no-genético, como confidente madurito, hay que estar muy mal. ¿Por qué no buscas un guru como Dios manda? Hay muchos. ¿Por qué me eliges a mí? -Lo malo es que has llorado por tu amor perdido, te has desmoronado, me has emocionado y desde entonces te quiero.



         Vaya mierda. Tendré que marcharme desta ciudad. A una más dura donde los punkarras de las afueras, -suavizados como Juan de rockabillies Stray-Cats con flecos en las botas y cadenitas a juego,- no se echen al final a llorar abriéndome el secreto de sus corazones. Me iré a Moscú, a Mosul, a Bangkog, a las favelas más peligrosas de Medellín, a algún lugar un poco más inhumano donde la gente solo se mueva por codicia y lujuria más bestiales, donde solo se excite con el sexo y la pasta. - Y no con los sentimientos.



         -Y sin embargo fue entonces, -cuando Sleyzer lloró aquella tarde- , la primera de vacaciones, la última del curso- , cuando decidí que nunca le abandonaría -aunque hubiera sido fácil despreciarle por blandengue-; cuando comencé a quererle. - (¡¿Que nunca le abandonaría?! - En menos de un mes le había abandonado para siempre. - No sé qué es de él).



         Sleyzer Villalba seguía lloriqueando a mi lado y ya que necesitaba respaldo, consejo y apoyo, yo le daba respaldo, apoyo y consejos que me iba inventando sobre la marcha para complicarle la vida y que se orientase a sus peores aspectos: - Como regalarle una bicicleta de carreras en mal estado que acabó provocándole hernias para toda la vida. - Jamás he sentido por ello ni un átomo de culpabilidad.-



         Ya habíamos hablado mucho (llevábamos más de 3 horas sin separarnos) y toda nuestra comunicación ahora se reducía a miradas y carantoñas mudas. -Eso también me permitía proseguir mi juego de ruleta rusa sobre el tapete verde-obscuro de la Costa (por la noche la Ciudad Costera se une con sus luces a la Costa a través de la N-430; de noche la Ciudad de la Costa y la Costa se hacen una en las líneas de las farolas de la carretera del mar, antaño conocida como Carretera de la Muerte).  



         - Ya que tenía una moto a lo Marlon Brando en La Ley del Silencio y para que no se quedase solo con su depre, decidí que me llevara en moto al centro donde continué mis actividades acostumbradas de los lunes.



         Sleyzer seguía llorando sus tristezas de amor mientras yo bailaba un  dirty dancin´con una desconocida  cuarentona algo obesa que no perdía el tiempo para magrearme y ser magreada. Me provocó una erección del Copón (como dicen los madrileños; al parecer, cuando les sucede algo excesivo o se empalman, lo asocian con objetos religiosos metálicos como el Santo Cáliz). - Ni siquiera habíamos cruzado la palabra. Sin hablar con ella ni despedirme, volví junto a Sleyzer para compadecerle un poco.



         Pero él, testigo de mis fáciles triunfos eróticos -no habíamos hecho sino "desembarcar" en el disco-bar Onda Pasadena -cerca de las tablas del Teatro- y ya se me echaba una mujer en los brazos- , se auto-compadecía más, sufría lo indecible. Y lloraba a moco tendido en la obscuridad. -No me extraña:



         Después de la calentona cuarentona que casi se había dejado violar por encima de la ropa en la pista de baile, y como si hubiese aguardado turno, una veintañera semi-pija de La Palma me daba conversación y hasta se avenía a bailar conmigo, que podría ser su padre (o tal vez por eso).-  Mientras tanto, yo había vuelto a dejar solo a Sleyzer que lloraba como un cerdo en su sombría esquina, apoyada la cabeza en las manos y los brazos  en la mesita redonda de mármol a la izquierda del escenario minúsculo del Onda Pasadena, en la postura de El Pensador de Rodin.- Seguro, que llorar le hace bien, pensé; y me volví a centrar en la veinteañera rubia de La Palma que tan cortésmente me estaba tratando.



         -(No quiero decir con esto que yo fuese más feliz. Pero sí estaba más contento que él).-



         La veintañera se llamaba Mari y parecía aún más confiada y amistosa conmigo desde que empezó a hablarme de su novio, un feroz narco-traficante de mi edad pero con pistola. De vez en cuando, explicó, ella salía sola con sus amigas.  Sin novio. - Una pregunta torpe -de las que hubiera formulado por ejemplo el fracasado Sleyzer-  habría sido: "¿Y hasta dónde eres capaz de llegar cuando sales sin tu novio?" o dicho con palabras aún menos sutiles: "¿Le eres fiel cuando él no te vigila?".- Yo en cambio, las descarté, y procuré en cambio que la jovencita me contara detalles sobre las mercancías y precios que llevaba su chico,  joven pero poderoso narco. Repetí varias veces con enorme respeto las palabras "Tu Novio", como haciéndole sitio allí entre nosotros.- El resultado desta maniobra de Psicología Inversa fue que  en menos de 2 minutos me había dado su número de teléfono con la excusa de conectarme con el narco.´ Yo lo apunté en el reverso de una desgastada factura del cajero, preguntándome, ya en ese mismo momento, si no terminaría por no acordarme de quién era  y a quién correspondía ese nombre; de modo que añadí al de Mari: "Rubia novia de Narco"; pero de todas formas seguí pensando que nunca la llamaría).



         - Mi erección no disminuía desde el baile con la cuarentona calentona de pechos como grandes esponjas que me frotaban la cara. -Qué bien olían. - Me deleité en el recuerdo reciente. No disminuía el ángulo de mi empinamiento ; más bien aumentaba:



         Aumentaba cada vez que descendía a dejar mi botella en el suelo efectuando una inclinación a lo largo de toda la alta y delgada figura de Mari. - Si tuviera que casarme con ella, no podría decir en la noche de bodas, cuando la viera desnuda, que me había equivocado por no fijarme mejor en los detalles de su cuerpo: - A menos de diez centímetros de su boca,  descendía por el canal de la floración de pechos de su escote hasta el gracioso abultamiento de su vientre desnudo y, a continuación, mi boca y mi cara -de camino para el gollete de la cerveza- tenían que pasar, -casi rozándolas con mi pelo- , por sus caderas de sultana: Los ojos a la altura frontal de su triángulo púbico faraónico y la bragueta de sus pantalones blancos de campana que fácilmente podía oler como las aguas del delta del Nilo ...



         - Por último miré, como si se las comiera,  sus largas piernas en flamante pantalón blanco, y allá abajo, cerca de mi botella de Mahou, sus fantásticas chinelas doradas y los pies pequeños con uñas pintadas de rojo. Estaba buenísima. Desde el nacimiento del pelo hasta la punta de las uñas de los pies.



          Al coger por fin mi cerveza tras este largo pero vertiginoso viaje -que efectué más veces- quise en el último momento olerle los pies. -Tal vez le olieran mal y yo no tuviera que estar tan enamorado.- Pero en vez de eso, entre el maremágnum de olores rancios de aquel disco-bar desaseado, distinguí un pequeño matiz de carne perfumada: - Así olían los pies de Mari en sus chinelas doradas. Era inenarrable... Hubiera querido besárselos.



          Levantándome botella en mano, volví a mirarle a la cara, a los ojos (que no recuerdo).-  Era bella, de un tipo de belleza nunca vista,  y parecía haberse dado cuenta de mi inspección a 10 centímetros de distancia. No parecía tampoco desaprobarla. - Mientras tanto seguía dándome la lista de precios de su novio: -Vendía drogas usuales las que quisieras,  pero también otras más raras y más caras como el Pentobarbitol, el Tranquimazín, Attacans o morfina pura pero solo en sacos de 60 kgs. - Le pregunté el precio de este último producto.- "Unos 50.000 euros para los amigos",  me respondió rápida como la cocaína con susurro electrizante en las terminaciones de mi oído. -Casi me desmayo: ¡Cómo sabía mezclar ocio con negocio, la jovencita!- "No está mal: el kilo de haschich en Los Asperones o en la Araña está a 1500 euros, la marihuana suelo encontrarla a 4.5, la farla a 60 y hasta a 50, el majaro a menos", comenté estúpido, seducido, abrumado, empalmado ante tantas amabilidades.



         Ella entonces me invitó a otra cerveza. Naturalmente cuando se volvió hacia la barra con su bolso para ir a por bebida, le miré el culo como si no hubiera en todo el universo un objeto más interesante ni más delicioso. - El nombre de su culo, del culo de la veintañera rubia de La Palma con novio narco, me sale de los ojos como saetas de fuego;  y aunque mi mirada dure un minuto, parece que ya le he tocado el culo con los ojos. - Casi se me desencaja la mandíbula y me quedo tieso para el resto de mi vida, con el cuello torsionado, por este movimiento de admiración del alma hacia la curva delicada y graciosa que hacía su culo. Se movía con más elegancia que la gacela del Líbano.- Traté de no ponerme poético, de no enamorarme, de pensar que no era más que el culo de una chica joven de largas piernas. Intenté meditar, y miré a Sleyzer que no paraba de llorar. Me dio tiempo a abrazarle un rato antes de que volviese Mari con las Mahous. Me dije que en realidad yo tenía más suerte en el sexo, cuando acumulaba buen karma ayudando a los demás. Tal vez fuese una ley de Eros: ¿Ser bueno, para así follar más?- Aunque es obvio que, en mi sarcasmo irreverente , banalizo y esquivo la cuestión...-



         Luego Mari volvió y en vez de hacerle la pregunta más  estúpida -la que hubiese planteado como una máquina Sleyzer, mi hijo adoptativo, medio huérfano medio benefactor, medio secuestrado medio secuestrador, mi raptado y mi raptor...-, a saber: "¿Las has probado?" o cualquier otra sobre drogas -("¿Cuándo quedamos para...?") de mal seductor, de pésimo ligón, -yo decidí en cambio darle un giro rápido a nuestro coloquio -pues hablábamos mucho- y le conté durante una ó dos horas seguidas la historia de su nombre en el Mahabhárata.



         -Al final me miraba medio hipnotizada y me pedía que siguiese: Yo también estaba más que hipnotizado, casi en trance, podría haber estado toda la noche contándole o inventándome el viejo cuento oriental que se ramifica en millares de millares de acciones, personajes y lugares como Kurukshetra.- La India y sus leyendas son algo más, para mí, que cosas que aprendí en los libros.- Al final, aún me quedaban largos cuentos  por contar sobre Mari, pero decidí callarme y le puse con franqueza mi mano sobre su antebrazo derecho para calmarla; ella admitió el contacto con naturalidad, como yo había previsto, mirándome con cierto sometimiento. - Me planteé si había llegado el momento de besarla.-Entonces recordé que yo estaba con Morphi, que Morphi era mi pareja y que no estaba bien estar allí arrinconando a una chica de 20 años en una columna de un disco-bar y pensando en lanzarte a darle un muerde. No estaba ni pizca de bien... -Así que me retiré de la cercanía de Mari, bebí mi Mahou y me propuse no avanzar más en el contacto con las zonas desnudas de la chica (hombros, escote, pecho,  vientre, y pies). No.



         - Como si la hubiésemos atraído, había mucha más gente ahora sobre la pista. La voz  de Aretha Franklin agitaba los cuerpos con sincronía.  Clamores y  emoción de la música alegre, hicieron que se descolocasen los límites de permisividad sexual de todo el mundo: Aunque no nos besáramos -o tal vez por eso- el cuerpo largo de la jovencita con novio se arqueaba entre mis manos y toleraba un tacto largo de su ombligo y de su vientre. - Una vez más mis sueños más desbocados se cumplían: pegaba su trasero a mis caderas...



         Yo, como ella no podía verme, miré mi reloj, consciente de que las diversiones nocturnas del centro no son interminables. En todo caso en otra parte de la ciudad nos esperan con los brazos abiertos siempre y cuando llevemos la cartera abierta llena de tarjetas con saldo y billetes de colores.



         -Muchos hombres andan obsesionados con el mito del Gran Polvo.- También algunas mujeres, a veces mal llamadas "ninfómanas"(¿maniacas de las ninfas?), pero menos.- Y no solo los jóvenes en el ardor de sus vigores genésicos sino también los seniors y los vejetes en el estertor de sus climaterios. - Todos creen que el fin y el sentido de la vida se condensa en la secreción del orgasmo aunque dure menos de un minuto de tiempo real. Correrse bien y con la persona adecuada es para ellos el Bien Supremo.- Pero no en mi filosofía. -Yo Soy devoto de Eros.



         Muchos sueñan que se corren en una pista de baile pero en realidad no es tan fácil y mucho menos casi a los 50 cuando se ha perdido eso de ser de gatillo rápido. - Durante un tiempo infinito en que fui muy feliz y a la vez me di cuenta de que lo estaba siendo -como si ya estuviese escrito "para siempre" en mi Catálogo, en mi diario- abracé de espaldas a la bella y joven rubia Mari sin que pudiera molestarse ni rechazarme; me habría contentado con mirarle el culo pero la verdad es que estábamos sintonizados en el baile como si estuviésemos de pie copulando de espaldas.- Era muy joven, no tomaba drogas, era sana, tenía un novio narco; y parecía confiar en mí.



         Pensé que Mari no deseaba follar conmigo. O al menos no en ese momento. No era necesario preguntárselo ni proponérselo. En general, era mejor no hacer casi preguntas. -Sin embargo su compromiso sexual con su prometido, el poderoso chusmón narco, sí dejaba libertades de algún lunes con amigas por el centro (no creo que se restregase así con cualquiera todos los lunes por sistema). - Resquicios y libertades que se conceden  a sí mismas el 95% de las mujeres fieles de la Costa (datos del Instituto de la Mujer 2015).- Todas establecen un umbral mínimo, un bajo límite de permisividad que no debe ser rebasado. - Yo no sabía muy bien cuál era el de aquella semi-camella semi-pija, pero se dejaba tocar -envuelta en la nebulosa irreal de la danza y el soul-  con elegancia cualquier parte de su cuerpo...



         - Cuando la despedí en los escalones de la puerta del Onda Pasadena, junto al gigantesco portero y guarda del bar, el ucraniano Dimitri, Mari ya había aceptado que le plantase toda la mano abierta en el centro del culo y que le dijese mis últimas palabras a menos de dos milímetros de sus labios. -Adiós. Claro que te llamaré. Pero no sé cómo, pues estoy casi seguro de que romperé tu número mañana.- Adiós para siempre.



         Volví junto a Sleyzer pensando en el próximo placer. Tenía una perra ..., el llanto agarrado a la garganta:  Por motivos previos, sí,  pero también aumentada por la evidencia de mis éxitos.- Lloraba como un niño pequeño.- Le puse un tercio de cerveza fría delante de su imponente pero alicaída nariz semítica. Mientras,  ya iba yo preparando nuestro traslado a la Alameda y los lugares más postreros de la Ciudad de la Carne. - El alcohol le ponía más depre pero bebió como de un biberón, directamente del gollete de la botella.



         - Sí, si era necesario, yo mismo le acostaría en el burdel, y le subiría las sábanas hasta el rebozo, y hasta un beso en la frente le daría de buenas noches. - Antes de volver a mis cosas y placeres, claro. Una vez cumplidas mis obligaciones como "padre".- La gente que no disfruta o que no tiene buen sexo ni con las pajas, se vuelve malvada. Yo seré un amargado; pero un frustrado sexual no. - (¿O en el fondo sí?).



         Cerca de las palmeras como ánforas de la Alameda de Colón, en la umbría cuadrícula de calles ganada al mar con el Ensanche, todavía era temprano. Vibraba en el aire un clima de duda moral, ese vacío-pánico de horas antes del delito con violencia. - El pobre Sleyzer ya no lloraba; ahora estaba totalmente acojonado porque nos habíamos topado con las luces azules de un control de alcoholemia. Pero la Policía no nos había hecho la prueba, nos había dejado pasar. El pobre Sleyzer consciente de que había bebido "un poco", había experimentado un miedo descomunal. No estaba habituado a asumir riesgos.



         Yo  seguí mostrándome comprensivo y protector con él aunque en el fondo su preocupación me pareciera ridícula y hasta hubiera servido para despreciarle más y obtener una extraña satisfacción lujuriosa de ese desprecio..., si no recordara que el pobre muchacho era un enfermo de ansiedad crónica, un desecho del XXI, un joven chusmeta occidental de brazos bajos, lo más digno de lástima que ha producido la humanidad a lo largo de los tiempos, un ser inerme y neurótico que se van a merendar los Alíes, Muhammads y Pomerenkos deste mundo (sujetos tal vez no más sanos o "mejores" pero sí al menos más espabilados, más vitales).-



         - Mi odio hacia el Primer Mundo no había hecho sino aumentar desde que la Duende en el 91 me convenció de la superioridad humana de los países pobres como Nicaragua o India.- En este sentido comprendía perfectamente lo que había hecho Bin Laden, que tenía cara de bueno y el don de la profecía (D.E.P.).- Yo también habría destrozado con aviones los bloques del barrio obrero. No me gustan los rascacielos y hasta su nombre me parece pretencioso. Tal vez sea mejor el nombre de Torres, viejo como Babilonia.



         Era todavía temprano en el damero de La Marina donde los despachos de abogados con placa de bronce, la angosta pero señorial fachada de los Juzgados, la estatua del Marqués de Heredia -águila colosal de la antigua siderurgia-  presidiendo el caos de coches, las grúas rojas del puerto al fondo, jazmines fragantes hasta parecer hediondos, los Sindicatos (CCOO y UGT de turno; no los demás, ni por supuesto CNT a la que correspondía por ley una parte de aquel edificio). Las putas recluídas o a la vista por la calle del teatro.- Todo allí junto mezclado pero encendiéndose y apagándose a horas alternas, como los planetas del sistema solar con noches más o menos largas.



         Algo del espíritu saludable de las primeras horas se le había contagiado a aquel lugar de perdición definitivamente pecaminoso donde llevé a Sleyzer aunque fuese él quien pilotase su moto de macarra. - Tomamos asiento en una barra enorme en forma de U almohadillada de cuero rojo y repujada con botones de oro. Olía muy bien, como casi siempre en este tipo de clubs. Enseguida vino a acompañarnos una chica castaña muy guapa, más o menos de la misma edad de Sleyzer. No parecía una profesional del alterne sino una estudiante de 20 años emigrada y con necesidades económicas. Me cayó bien inmediatamente.



         Antes de que ella preguntara, me adelanté para preguntarle  si no le apetecía una copa; así la situación empezó a asentarse, como otras veces, tomando una pausa de silencio: - Dos hombres y una sola mujer se van a tomar juntos unas copas en un sitio como este, con cámaras íntimas, cortinas pesadas, reservados y galerías superiores.



         Doy por supuesto que una veinteañera como la rumana de pelo castaño y ojos verdes, va a sentirse atraída `por un veinteañero como Sleyzer. -No por mí.-  Es natural: ellos están atravesando una fase biológica más vigorosa que yo a mis 46, con la mitad de la batería consumida por el alcohol y las drogas. Es normal que como organismos o entidades de un nivel energético parecido, tiendan a atraerse y a fundirse entre sí mediante co-valencias mecánicas como la Fuerza Nuclear Fuerte...-Sí, pero eso era en teoría: La chica solo tenía ojos para mí.



         Intenté que se fijara en Sleyzer: -Con variada retórica ponderé las buenas prendas y cualidades de mi amigo. Pero ella, aunque asentía porque estaba bien educada, seguía lanzándome al final de cada frase un guiño de ironía.- Tanto más hacía para que le gustase Juan, tanto más le gustaba yo.- Pero esto, recordé, no era nuevo; había ocurrido ya muchas veces, era un déjà vu, es decir: un Misterio.- Sucedió todas las veces que fui el Amado ; no el sufrido amante. -Cuanto más tratas de esquivarla, más la atraes. -Ley de Eros escrita en ninguna parte.



         Me alejé de Sleyzer y de la chica; quién sabe, quizás solos llegaran a algún acuerdo. Un polvo seguro que le consolaría al desconsolado Tristán Sleyzer. Me senté en otra parte e intenté meditar.



         Entonces, a mi lado se materializó un ser fantástico, completamente amariconado. No solo era un maricón de pluma doble y un sarasa del Sur sino también un perverso invertido con intenciones muy muy claras.



         Aun soportando el acoso sexual en toda regla al que me sometía aquel bujarrón salidísimo, -puesto que tras repetirme varias veces que yo estaba buenísimo, empezó a magrearme los muslos con lentitud y luego a subir las manos hacia mis genitales-, yo seguí meditando.



         Mi vida era extraña: Evocaba el espíritu y la presencia del Mahatma Gandhi en un  club de alterne donde él jamás hubiera pasado; yo pretendía mantener cierto contacto sutil con Dios, Maha-Mohana, y, al mismo tiempo, un moña local rarísimo me estaba metiendo mano en un puti del puerto.



         Mi concentración en asuntos religiosos fue tan intensa por unos minutos que el maldito maricón travestí de al lado -aprovechándose de la pureza de mi estado meditativo- ya me había bajado la bragueta de los vaqueros y, con muchísimo respeto (o admiración) me acariciaba el pene con la yema de dos dedos. La verdad es que no lo hacía del todo mal, me dije volviendo a este mundo y a sus realidades nada espirituales.



         Levantándome casi de un salto, traté de no ser descortés con aquel monstruo de concupiscencia, el maldito maricón con ropa de mujer, aquella verdadera loca. -Le pregunté cómo se llamaba sin albergar la menor intención de recordarlo, le agradecí su ejecución aunque hubiese interrumpido los deleites de mis contemplaciones esprituales. - Le di la mano y volví con Sleyzer y con la rumana guapa de pelo castaño que no parecía de aquel oficio sino una joven estudiante recién iniciada en la mala vida bordelique.



         - Yo recomiendo esta experiencia apabullante a cualquiera que tenga dudas sobre su orientación o identidad sexual: -Al volver a sentarme cerca de la guapa rubia, las ambiguas manipulaciones mecánicas  del gay amariconadísimo presentes aún en mi órgano genésico, se multiplicaron en un calor de miles y millones de rayos, en una especie de inflamación enamorada de la redondez y del olor de las hembras. Y todo eso se concentraba en una atención muy intensa sobre el pubis de la joven rumana a la que habíamos invitado a una copa.- En ese momento me empezó a preocupar bien poco lo que sintiera o pensara mi hijo Sleyzer.



         En los clubs se conocen grados de libertad corporal o sexual superiores a los tolerados en la vida diaria. Por eso acude a ellos el 80% de la población masculina en los países católicos. No es, por ejemplo, habitual ver en la pista de una discoteca "normal" coitos o felaciones en vivo. Pero sí resultan aceptables en el ambiente de un burdel. Para hacer cosas así y disfrutar de placeres como esos, la inmensa mayoría de los machos apostólico-romanos van a puti-clubs y se dejan allí como media un 35% de sus sueldos mensuales.



         - Entonces Sleyzer cometió un nuevo error: Como llevaba dinero, le preguntó directa y brutalmente a la chica con quién quería irse, si con él o conmigo.- No daba una, no me extraña que sufriera tantas calabazas, que le fuera tan mal en el amor. - Tendría 19 años, 1.90 cms. de estatura y 1.900 euros en la cuenta de su tarjeta. Tendría toda la inteligencia abstracta y razonante del mundo para entender a Fichte y a Dúhring y a Von Kleist y a Hoffmanstahl pero su Coeficiente de Inteligencia Emocional (CE) era muy inferior al de un chimpancé enano o una cría de cucaracha, seres jóvenes que saben apartarse con elegancia cuando la simia o la joven insecto  indican -a través de diversas señales químicas y feromónicas- , su preferencia por el llamado "macho dominante" o "macho alpha", - (que no tiene por qué ser un jovenzuelo en la flor de la vida... ;- puede ser un cuarentón en su acmé como Zeus-Páter o el Jehová talludito, potente, de musculoso culete pintado por Miguel Ángel).



         - ¡Pues con quién va a querer irse! -me adelanté yo con acelerado desparpajo castizo, antes de que la bella jovencita pudiera responderle nada.- Pues contigo. Estamos en un club, Juan; no ligando en una fiesta.



         Acto seguido, como reforzando el sentido de mi mensaje educativo, me levanté a los "servicios" a satisfacer mis necesidades. Tantos deslumbramientos eróticos seguidos -el hachís, la cuarentona calentona , luego Mari, luego la joven rumana...- me estaban poniendo triste.



         Sin embargo, en el camino a los aseos me tropecé con otra chica a la que ya conocía de alguna ocasión anterior. No lo recordaba bien pero parecía que guardaba de mí un recuerdo agradable. De inmediato empezamos a besarnos y a acariciarnos (como se acaricia la gente en los burdeles) hasta que ella -que no era especialmente bella- me invitó con un gesto a que la acompañase a uno de los reservados del fondo del local. Le dije que no tenía dinero pero ella -apenas hablaba español ni tampoco inglés ni nada- repitió el mismo gesto de invitación como si yo no le debiera nada. En pocos minutos yo estaba sentado y ella se abalanzaba con su cabeza sobre mi entrepierna. -Procuré meditar en aquella imprevista suerte y en contener la eyaculación.- Pero de pronto lo vi, aunque en ese momento mis ojos se entrecerraban a causa del placer: Era el maldito marica de antes que, sentado a menos de medio metro, se deleitaba en la contemplación de nuestra escena. No parecía contentarse con mirar...



          Cuando volví -no mucho más calmado sino alterado e insomne- parecía yo mismo un vampiro aflamencado y corrido de los más bajos fondos. Me sentí cansado de tantas emociones. Acaricié un poco a la rumana hasta tocarle las bragas y la vulva, sin que me viera Sleyzer.- Por calmarla y por reponer fuerzas-. Luego nos marchamos. Ya no recuerdo a dónde.



        























        



         Dejé a un lado su maldito catálogo y volví a la realidad que nos rodeaba: ¡¡Realmente el Maldito Drogadicto, Loco de la Carretera, se rebozaba y se relamía en el barrizal de la lujuria con lubricidad lo mismo en sus escrituras que en su, por así llamarla, experiencia tridimensional  presente!!-  Es decir, en su vida real; no en su novela.



         En la vida real, en su actualidad, mi Señor caminaba con su mujer y con otras dos amigas. Iba completamente borracho y alrededor estallaba una extraña fiesta o celebración religiosa comunal cuyo sentido no pude comprender.



         Yo andaba al lado de mi Señor como su sombra, como su siervo, como su Alma. Él no me veía pero podía sentirme y hasta utilizarme. -Cada vez eran más claras para mí -tras tantos años- la naturaleza de nuestras relaciones y las leyes que las gobernaban.



         Del mismo modo que me eran familiares todas sus reacciones, pensamientos y propósitos, me resultaba transparente su espíritu - ese amasijo de substancias tóxicas que cargaba encima desde primera hora de la tarde de Jueves Santo de 2015 -igual que la sugestión de hallarse en una especie de Semana Mágica o de Semana Trágica de la que yo aún no comprendía nada pero que a él le hipnotizaba desde hacía muchos años-: Curiosas multitudes de civiles engalanados, mujeres en vestidos negros de raso con toca y mantilla, militares, autoridades, uniformes de banda, encapuchados... portaban imágenes fastuosas en una especie de palanquín, esculturas de madera bien talladas y coloreadas cuyo sentido me era por completo desconocido. Y sin embargo, pese a yo no haberlas visto nunca,  me resultaron impresionantes y amables. -Como en una macabra e inmemorial ceremonia de brujería, esperaban a lo hondo de la noche para sacar a hombros las imágenes conmovedoras de sus infinitos Cristos... (Ya iba yo recordando). -Y de pronto, entre ellas, vi a Diosa.



         Mi Señor en cambio, totalmente borracho -como era usual en él, sobre todo en fiestas y en efemérides y, en general, en cualquier ocasión donde hubiera licencia para desmelenarse- se subió en la parte de atrás del coche donde estaba una mujer llamada Susana, y no vio más allá de  ella. Saludó por compromiso a la amiga que pilotaba  y de manera aún más reticente y displicente a Morphi, su propia mujer que iba también en los asientos de delante. -Hasta le pareció bien que le ignorasen; así pudo centrarse en la mujer nueva que se llamaba Susana. Recordó que la misma Morphi le había hablado tiempo atrás de ella reprochándole su desmemoria pues él no se acordaba de Susana. De pronto, al verla, mi Señor reconoció aquel rostro: le pareció joven y bella. No le importaba haberla conocido antes o empezar a conocerla ahora más.



         Él no podía hacerlo; yo sí.- Esta era la naturaleza de nuestras relaciones: Lo que él se contentaba con soñar, yo, su Alma, lo hacía. - Por ejemplo, en aquel momento preciso, él, mi Señor, mi Raptor, se esforzaba en impresionar a la mujer nueva contándole cualquier milonga -como decía él-,   pero sobre todo piropeándola y mirándola con toda intención al fondo de los ojos y de la sonrisa. Recordó, -en medio de su melopea adornada con  varios tóxicos-, que Morphi le había hablado de ella: En verano vendía objetos de plata en los puestos de la playa. No le importaba no haberse acordado de ella. - Simplemente pensó que era mucho más guapa de la que guardaba memoria.



         Por un instante eterno se quedó parado allí, borracho, y admiró la belleza de aquella mujer nueva que se venía a pasar la velada con ellos. -Entonces él y yo, por un instante, fuimos uno y no hubo ninguna diferencia ni separación entre  nosotros-.



Pero no tardó mucho tiempo en abandonar su muda contemplación y la disposición natural a amar, sino que quiso ir más allá y contó todo lo que se le pasaba por la cabeza, en la tentativa de impresionar a la mujer  y de herir a las otras dos hasta donde fuera posible. -Vi venir la noche por delante.- Cantos fúnebres llenaban el aire, hechizado, de las calles del pueblo blanco.



         Al menos pudieron aparcar pronto el horrísono coche a pesar del gentío que se hacinaba por todas partes. Así, pronto nos vimos todos caminando cuesta arriba hacia el templo y el castillo centrales. Yo andaba junto a mi Señor, mi Raptor, el Loco, y resultaba invisible para todos aunque algunos -como siempre nos sucedía en este tipo de peripecias que ya llevábamos años protagonizando- me pre-sentían y hasta reaccionaban de diversas formas aunque no me vieran. Algunos se movían en sincronía, otros estaban tan ciegos que me hubieran atravesado si no me a-parto.



         La mujer del Drogadicto y la otra amiga se habían adelantado algunos metros dejando solos a la llamada Susana y a él. Pude sentir como en mi propio cuerpo el júbilo y las locas esperanzas de mi Señor: se alegraba, hasta sufrir estremecimientos en la zona de la pelvis, por el simple hecho de poder disfrutar, con permiso de su mujer, de algunos minutos de intimidad con otra dama atractiva. -(Suponiendo que fuera una dama...).-Pobre hombre: en su patética fantasía se imaginaba que los grandes, los nobles, los dioses reciben este tipo de licencias: están casados pero aún gozan de otras: Amor nupcial en el tálamo; asuetos en los harenes.- Y el corazón se le salía del pecho, emocionado, acariciando la idea de que él era uno de los grandes, los nobles, los dioses. Y que la Providencia -verdad absoluta-  le estaba agasajando con una ampliación de sus límites.



          Pero nada de esto lo llegó a pensar con claridad. Era un loco. Que además estaba borracho casi siempre. Para espanto de las olas, para el asombro del sol y de los venenos y animales malignos que se esconden en las cosas con ganas de matar hombres, no había muerto todavía y sobrepasaba ya los 51. Eso es lo único que me hacía mantenerme fiel junto a él, esperando por la Diosa, con la esperanza de Playa.



         Sabiendo que al fin habré de triunfar yo.



         Que mi tiempo es más amplio, más bello.



         Puesto que mi tiempo eterno.



         El suyo entero -desde el berreo niño hasta el estertor del viejo- algo menos que un día de mi Gran Año (que no es eterno).- Ya iba yo entendiendo tras tantos años el áspero y burdo hilo de los humanos mortales, sus afanes, ya hablaba casi por igual que ellos tras medio siglo en el espíritu de sus trampas. Casi pensaba ya igual que ellos...



         Mi Señor no podía pensar con claridad en la idea de ser un dios porque estaba bastante bebido y porque además le hipnotizaba aún con mayor fuerza la lujuria. Dentro de la vida absurda y despreciable que llevaba ahora -por suerte, mucho más cerca de su muerte- , no muy a menudo se veía en una oportunidad como esta: Pasar una noche de fiesta con una mujer bella que no fuera su mujer pero con permiso de su mujer y hasta con la seguridad física de su compañía. Sueños dese tipo se le habían pasado muchas veces por las mientes pero jamás llegó a creer que fueran a realizarse. Por eso, en una capa más profunda de su ser, permanecía en oración constante, dando gracias a Dios como solía -o a cualquier otra entidad de su abigarrado panteón-, por ser tan afortunado.- (suponiendo que aquello  fuera una suerte...).



         Con naturalidad pero con maneras de profesional , fue pasando de las palabras y las miradas a las acciones: Mi Señor se permitía cada vez más contactos físicos con la mujer de la que no se acordaba, de la que se estaba empezando a acordar a medida que le metía mano por zonas tolerables como los antebrazos. Con sagaz actitud de seductor avezado, tocaba poco y con delicadeza pero vigilaba mucho las reacciones de la chica y no daba un paso atrás en sus avances. Ella encaraba con entereza y templanza el ataque. - Pude sentirlo en cada una de mis células y de mis nervios. Vi cruzar los cielos una estrella fugaz en la noche delirante, de Este a Oeste. En mi mente el cielo se teñía de morado. Vi la noche en porvenir, todavía no había sucedido y ya la odiaba.















































EXTRACTO DEL DIARIO DE VIAJE DE JULIO DE 2009



        

"10 de julio. Aranda de Duero.



         "Fuimos hacia Madrid (...) La autovía hacia la capital parece haber permanecido sin ninguna reforma desde hace más de 20 años, brotan algunos yerbajos en las fisuras del asfalto cerca de Aranjuez, antigua carretera principal que atravesaba el gran patio con arcadas, el palacio y el río, la que cruzábamos con mis padres cuando era niño. A veces parábamos cerca del río a comprar fresas.- Comemos allí, entre los castaños de Indias centenarios porque se lo he propuesto a Morphi, justo cuando ella estaba pensando lo mismo.



         "El Rana Verde, el restaurante de cristal  que tiene un árbol enorme en medio  del comedor,  no sé por qué me evoca un tiempo pasado en el que me habría gustado vivir. Como esos cuadros de Renoir donde todo el mundo parece despreocupado y feliz en un cabaret verde con embarcadero.



         (...) "Calvario de retenciones interminables al pasar por Madrid. En Somosierra, al ver los afilados picachos, me acuerdo de Rafa y del regreso de Burgos (Quintana) hace ahora casi  un año.



         "Un poco por casualidad nos instalamos en este cámping de Aranda, el de los altos pinosy las hermosas piscinas.



         "En el vídeo de promoción de Decathlón montan nuestra tienda Quechua en cuestión de minutos; nosotros hemos tradado más de una hora.



         "Inicio sin esfuerzo el nuevo horario de sueño pues caemos rendidos alrededor de medianoche. Nuestros vecinos son una pareja de alemanes mayores y apacibles. Morphi les observa con cierto afecto porque a ella le gustaría ser mayor y viajar con su pareja en una auto-caravana.





"11 de julio. Aranda.



         "Desayunamos en la cafetería del cámping donde poco a poco los desconocidos sin rasgos ni historia van adquiriendo personalidad y nombre: El Hombre Doble (tal vez el dueño), la Neurótica, El Gordito Hiperactivo, etc.



         "Aranda está ocupada por camiones sin tráilers, engalanados con guirnaldas y flores. Celebran el Día de San Cristóbal como astutamente ha adivinado Morphi. Es asombroso lo que se parecen los bocinazos a una orquesta de vientos afinando. Hay también una compañía de teatro ambulante que va a representar la Hermosa Fea de Lope de Vega. Llevan un vehículo medio barco, medio automóvil, medio dirigible Zeppelin. Maquinaria del Inspector Gadget.- Y el ambiente de la ciudad es alegre y bullicioso. Pero cuando nos paramos a tomar una cervez en las terrazas de los soportales de la calle San Francisco, y Morphi habla de su experiencia en la universidad, sentimos que es de este ruido y de esta agitación universales de los que estamos huyendo. -Compramos tabaco, embutidos y vino y regresamos a nuestro campamento.



         El cámping, la vida del cámping es también una utopía social de veraneantes respetuosos aficionados al aire libre. Una utopía con alcance internacional que quizás inventaron los suizos, tan pacíficos como poco sociables. En realidad un cámping se parece un poco a un cantón suizo, algo olvidado en las cumbres como la casa de Heidi. -Yo banalizo la palabra "utopía" y podría escribir un catálogo de "sociedades perfectas" más abominables que la República, Las Leyes o 1984.- Pero no me río de la utopía: de la tentativa de realizar los sueños, de alcanzar un tipo de comunidad que permita el desarrollo de las capacidades y talentos.



         Los únicos que no son visitantes pasajeros del proyecto utópico son los trabajadores permanentes del cámping. El dueño es el fundador de la Nueva Jerusalén. No es de extrañar que las primeras palabras que cruzamos con él sean un alegato contra el aire aconidicionado y una apología del enfriamiento natural de las habitaciones por el "método de la abuela": cerrar la ventana donde da el sol, abrir la ventana donde da la sombra (estrategia que podrá servir en la meseta alta de Burgos pero que es inútil en un día de terral malagueño). Sus palabras con perfecta dicción castellana aparecían cargadas de significados esotéricos, como son las de un fundador de sociedades perfectas. Yo, aceptando la tracendencia del detalle, en seguida estuve de acuerdo en convivir con él y en integrarme en su comunidad ideal. De hecho, llevo más de 40 años persiguiendo utopías.



         Cualquiera que sea el proyecto de convivencia más deseable para el porvenir, debe ser un proyecto barato. Justo lo contrario de la utopía hiper-consumista del Primer Mundo. Un cámping es barato.



         Comimos en nuestro terreno de acampada y estuvimos en las piscinas hasta que cerraron. La de adultos tiene más de 30 metros y un ancho considerable. Es una piscina de construcción antigua (...) con las bocas de depuración anchas como un bazón vertiendo la lámina de agua pura, un poco más fresca que la de la pileta. El rompeolas está pintado de negro y el agua que te hiere en la primera impresión, es dulce y agradable como el Duero. Nado hasta 30 largos un poco sorprendido de no fijarme en el cuerpo de las bañistas, una de mis actividades favoritas. Pero es que hay muy poca belleza física aquí,



         "Es una de las horas más felices del año para mí. Morphi estudia Prehistoria y pasea sobre el público sus ojos de rayos X. Soy feliz nadando, haciendo yoga en el césped, escuchando las súbitas ventoleras en los árboles (como si avanzase un tren), mirando a las enormes tórtolas de dibujos pardos en el pecho. Soy feliz y lo sé.





"12 de julio. Aranda.



         "Ayer fui feliz, hoy sufro y no soy feliz. Pero me doy cuenta y no hago caso de mis padecimientos físicos (calor, herida del sol, agotamiento, aturdimiento). Sé que mi desánimo se debe a las incomodidades desta pequeña tournée que emprendimos con la intención original de merodear por la Sierra de la Demanda y que al final se convierte en un interminable y agotador recorrido en coche: San Esteban de Gormaz, Burgo de Osma (...)

Como vemos que Soria queda cerca, nos dejamos caer hacia ella por estas carreteras sin ningún tráfico, rodeadas de mieses maduras -en muchos pueblos vemos que están cosechando-, carreteras secundarias perdidas.



         "A Morphi le desagradan los sorianos y termina por contagiarme su aversión en un restaurante cerca del instituto de Antonio Machado (que ya visité años atrás con Lesbia). -Unos lugareños comentan mi aspecto de forma despectiva -voy en bañador y camiseta marrón-obscuro del mismo tono, gafas negras con montura blanca y el sombrero de paja casi roto- y Morphi les escucha. Ya no puedo negar que nos miran con descaro. Un empleado del Círculo Mercantil nos observaba tan fijamente que me he visto obligado a saludarle para demostrarle que no soy un ser tan sorprendente y hago cosas normales como preguntarle si podemos tomarnos algo. - "No me gusta esta gente", susurra Morphi cavernosa. Distingo cuándo sale su voz de un sentimiento profundo. Me giro para mirar al personal que nos rodea y siento de inmediato una punzada de espanto antes de reflexionar nada o de fijarme en ninguna cara. No es como si de repente me volviera para darme cuenta de que estamos completamente rodeados por vampiros o por mosntruos. Pero casi.

         "Es domingo y grupos de 4 ó 5 elementos de familias burguesas con anciana (que no les dirige la palabra) ejecutan su atroz ritual familiar. Sus semblantes son tan feos que duelen. Me invaden una desazón y una antipatía exageradas y estoy de acuerdo con Morphi en que nos larguemos de aquí cuanto antes. No le dedico muchas ceremonias al Poeta: Ya estuve muchas veces y peregriné hasta donde él estuvo: Hasta el Palacio de las Dueñas o Baeza o su pensión en Segovia  o su tumba en Colliure, lugares donde gravitan sus versos.



         "Tal vez fue ahí, en la plazuela de al lado del instituto donde empecé a sentirme infeliz.- Ahora sí vamos buscando la Sierra de la Demanda. Pasamos por Playa Pita tan abarrotada de domingueros que ni paramos. La sierra es muy hermosa pero voy agotado y me angustia la aguja de la temperatura del Clásico.- Nos cuesta llegar a la desoladora Laguna Negra que asocio al macabro poema-relato de "Los Hijos de Alvargonzález". Había fantaseado con bañarme pero al primer vistazo se me quitan las ganas y es por algo más que por el difícil acceso de las orillas y es por algo más que el cieno. Una pirámide con tejado de pizarra es el refugio de montaña pero me asomo y me da miedo el interior que parece más bien una vivienda en ruinas desas donde se pinchan los junkies. El silencio me asusta, se me antoja tenso e inhumano, como los rostros del restaurante de Soria. El reflejo del sol en declive pero todavía brillante sobre las aguas del lago despierta un sentimiento opuesto a la ternura, la admiración por una belleza en la que uno está de sobra. No hay un alma. Es como si ese paraje de alta montaña quisiera que le dejáramos en paz, absolutamente arisco.



         "Morphi me lleva en coche por un recoleto camino de esos con choperas siguiendo el curso del río hasta Lerma y nuestro palacio de jeque y jayma.- Soy infeliz y sé que esta excursión ha salido mal porque no estar mucho en el coche era lo que buscábamos al huir de Vieja Ciudad Costera del extremo Sur de Europa y porque no nos ha gustado Soria ni la Laguna Negra, con esfuerzo alcanzada.



         "Y porque desfallezco y el sueño no sacia este ansia indeterminada de comfort. Pero sí tal vez el rostro sonriente y atento de Morphi que todavía señala cosas que pasan y parece contenta contemplando lo que a mí ya me deja indiferente, pendiente nada más que de mi propio abandono a una especie de fatiga moral que del cansancio físico pasa al cansancio de sí mismo y de ahí al odio a la vida. -Lo conoces.- Siempre fue contigo.- Es como los poemas de Machado: que los conociste siempre y siguen invadiéndote y no te dejan nunca..., enigmas no resueltos.



         "Hay una sombra de eso, del "viejo odio contra tu corazón envenenado, tu corazón en las Furias" y a la vez una suerte de sonrisa interior se burla y asiste a la marea del nihilismo con indiferencia y hasta ironía, alguien que se ríe de que el mundo sea triste.- Por eso quizás me pongo a cantar el maha-mantram suavemente y todo empieza a enderezarse.- Cenamos en casa nuestra primeras comida home-made a base de ternera de Burgos (lo que no agradaría a Krishna).





         "13 de julio. Aranda



         "Vamos convirtiéndonos poco a poco en habituales del cámping. Ya bajamos a hacer nuestras compras al SPAR de la zona nueva de Aranda, la de la gran avenida de chopos de 15 metros de alto. Es temprano todavía cuando volvemos y, como señores que no tienen en la vida nada mejor que hacer que darse gusto a sí mismos, nos tomamos un par de "alpistes" en el apacible porche de la cafetería del cámping.



         "A esta hora hay poco movimiento y ya no recuerdo cuándo fue la última vez que me senté a tomar un vermouth antes de comer sin el menor propósito o tarea para el resto del día. -Otros vecinos de la Isla Utopía también disfrutan del "dolce fare niente" y de las "garimbas": Hans o "Papá Blanco" -el hombre alemán mayor con barba que ocupa la caravana contigua a nuestra tienda- se acerca con su fornido paso de pitufo sosteniendo un gran abanico de jarras de cerveza como una camarera bávara en la alegría de su Oktoberfest. Las suelta sobre la mesa de unos españoles y levanta el brazo en un gesto rudo pero generoso que significa: "Ahí tenéis eso". Y se marcha de forma algo tosca aunque ellos le invitan a sentarse. Como no ha sido romanizado del todo (ni sus antecesores) carece de buenos modales y permanece ajeno a la sonrisa retorcida, sedienta de morbosidades, de los latinos. Pero las Biere las ha pagado y las ha traído él. Eso es seguro. - La escena me deja un poco triste por su alcance socio-político. Los españoles beben el regalo de Papá Blanco y le echan de menos; es como si la Merkel después de regalarnos el AVE, la A-92 y todo tipo de fondos no hubiera querido sentarse con nosotros un rato.



         "Poco nos dura nuestra gandulería porque le pregunto a Carlos,el dueño,  por Atapuerca y al enterarse de que Morphi es una estudiante de la Arqueología y de la Historia (ya he dicho que su espíritu viene de Mesopotamia), nos conmina a no dejar de visitar el yacimiento de Clunia ni la localidad de Peñaranda de Duero donde se halla al parecer la botica más antigua de Europa. (...) Ni esto ni lo otro.

         "Carlos presenta la agenda monumental de las cercanías como un asunto personal, como si fuera imperdonable que no lo viéramos, me mira al fondo de los ojos casi amenazador, y habla de una forma lentísima y a la vez muy intensa como si intentara hipnotizarme con su perfecto acento castellano viejo, que no perdona una consonante ni una consonante doble ni se come nunca una ese, es como si estuviera hablando con Lope de Vega o con el Duque de Alba, yo también me pongo tieso mientras me dice que Julio Iglesias dio conciertos "solo para los amigos" en el anfiteatro de Clunia; no quiero preguntarle si estaba él entre los invitados, eso podría dar lugar a otra sesión de mirarme fijo fijo a los ojos como si me estuviera haciendo un interrogatorio,como si todo lo jurase sobre la Biblia o por su vida,  prefiero imaginarme a la mejor voz española de todos los tiempos cantando a la luz de la luna, sin micrófono, en las soledades de Castilla, en antiguo paraninfo, ante un auditorio de veinte personas; todas llorando naturalmente.-Está claro que no podemos dejar de ir a Clunia y a todo lo demás.



         "Los castellanos presumen de hablar poco y decir mucho. En los silencios de Carlos hay una tensión de la Hostia. Al final, bajo la cabeza abrumado por la seriedad con que este fundador de una Sociedad Perfecta me ordena -pues esto es lo que ha hecho con una cortesía impecable y tanto más autoritaria- a que abandone la Utopía, que no me apoltrone en el cámping. Su autoridad, apoyada en dos o tres frases muy breves pero en miradas fulgurantes que ponen a prueba los nervios, es más evidente cuando saca un mapa del ejército para comprometernos. Ha olvidado por completo su disfraz de camarero y empresario -no quiere que nos quedemos sentados en su bar pagando consumiciones, es más importante que vayamos a Clunia-  y nos obliga a hacer turismo. Morphi también parece un poco avergonzada por  haber tenido tan poca curiosidad y haber fantaseado con quedarse en el cámping sesteando. El castellano nos ha puesto las pilas y va a ser lo que él diga. Es su nobleza lo que nos obliga: la seriedad con la que se toma sus orígenes; la seriedad con la que  se nos impone.



         (...)



          "Volvemos de Clunia por la carretera perdida, atravesando pueblos olvidados. La tierra, la llanura, la mies dominan sobre todas las cosas y la figura del hombre es una rareza. En algunos pueblos no se ven más que ancianos sentados al borde de la carretera. Es como si,  siguiendo esta ruta, descendiéramos cada vez a lugares más recónditos y desiertos, excesivamente faltos de actividad humana. Algún cartel de Nitrato de Chile, Telefunken o Firestone indican que aquí toda vida se detuvo hace décadas.



         "Nos llama la atención una avioneta de la Primera Guerra Mundial apoyada contra el torreón del castillo de Coruña de los Condes, como si acabara de estrellarse. Es un homenaje al "primer hombre que voló" (en 1793: Diego Marín Aguilera), natural desta aldea.  Su artefacto, según una escultura del pueblo, era una especie de bicicleta con pedales de mano y pies para batir las alas a través de un sistema de piñones y cadenas.



         "Hay un puente medieval medio arrumbado y una figura de un guerrero que podría ser el Cid junto a un cartel que pone "camino del destierro", sin más explicaciones.



         "Peñaranda tiene una hermosa plaza de piedra con un palacio renacentista y una iglesia desproporcionadamente grande en relación a los habitantes del pueblo. Hay una posada con ciertas pretensiones bajo los soportales, pero la falta de vida hace que todo suene como suena la voz en una casa de la que se han sacado los muebles. El camarero mantiene unos modales mínimos pero no puede evitar mirarnos con la cara arrugada por el asco (igual que todos), como si pensase "¿qué harán estos aquí?, ¿de dónde habrán salido?, ¿qué querrán?" Aunque pertenezca al gremio de la hostelería no se le ve agradecido ni maravillado por los turistas.



         "Se ha levantado un viento súbito. El cielo se encapota. Castilla es una cosa muy seria. Tal vez macabra: la tierra de Alvargonzález.- Es ese viento de Solo ante el Peligro; anuncia un suceso criminal en el vacío de una pequeña estación de tren perdida. El viento hablando en sitios ex-céntricos y vacíos como Arizona o Castilla; su respuesta es obvia...- Nos preocupa que la tormenta vaya a tirar nuestra neverita en el cámping. Pero en casa todo está en orden.





         "14 de julio. Aranda-Burgos-Atapuerca-Aranda.



         (...) (...) (...) (...)





         "Habíamos pensado dejarlo todo recogido esta tarde para mañana salir temprano hacia Galicia.  Pero después de comer algo en la tienda y nadar un poco en la piscina, Morphi siente escalofríos, se siente mal, y decide acostarse sin cenar cuando el sol aún no se ha puesto.



         "De repente me veo solo mientras anochece y con la obscuridad se apodera de mi espíritu la tribulación. No sé si Morphi está enferma y decido posponerlo hasta que se recupere.



         "Sin ganas preparo un puré de patatas con atún y huevos y termino celebrando un patético festín de solterón. Tiene algo de trsite esto de comer como un oso en mi silla plegable mientras mi compañera yace con fiebre en la cama. Fantaseo que soy el hacendado de una finca sin vallas y oteo en lontanaza por si se acercara alguien a mi propiedad. La zona más inquietante son los seervicios del cámping demasiado grandes y desiertos de noche: la presencia humana solo se adivina por algún cincuentón que hace gárgaras o cualquier otro ruido monstruoso. También puede haber alguien duchándose entre suspiros atormentados de masoquista; parece que va a salir una fiera... En la otra punta de los lavabos asoma una figura realizando su toilette a esta hora extemporánea. O no se ve a nadie pero el grifo con temporizador está corriendo como si en los lavabos se desarrollase un Poltergeist. -Siempre me han dado miedo los Servicios Públicos.



         "Vuelco mi tribulación escribiendo y antes de acostarme meto la comida en la bolsa de la comida, la ropa en la bolsa de la ropa y cierro el coche y todas las cremalleras de la tienda, admirando el sentido del orden de Morphi; creo que algo de ello se me va pegando.





         "15 de julio. Aranda de Duero-Palas de Rei.



(...) (...) (...) (...) (...)





        



"16 de julio. Palas de Rei- Santiago de Compostela.



         "Desayunamos en el camino y, aunque el local no sea brillante, al menos acá sonríen y tienen pequeños detalles amables como no tenían los castellanos de Burgos o Soria que parece que se han quedado solos en su ancha tierra a fuerza de ser hoscos; solos y olvidados en su amplia tierra ancestral, cuajados en ese estupor de los ancianos en sus sillas al borde de la carretera secundaria por la que no pasa nadie desde los tiempos de Telefunken y del Nitrato de Chile, la vida huyó de los pueblos para quedarse en los mares del trigo y en el rumor bueno de las choperas.



         "Pero ya hemos llegado al aglomerado cámping de As Cancelas en Compostela. Nos recibe un sirimiri que nos hace temer lo peor. Ahora lo recuerdo: la esperanza continuamente defraudada de que luzca el sol sobre los prados siempre verdes y los árboles gigantes del Norte, un resentimiento infantil al mirar el cielo por la mañana y comprobar que de nuevo se ha encapotado. - Claro, el Norte tiene este paisaje opulento precisamente porque casi nunca hace buen tiempo. -O sol o Norte- . Pero la paradoja de admirar praderas donde jamás puedes tumbarte,  la sufren hasta los autóctonos. Los suecos están en el fondo deseando que haya un cambio climático para despelotarse en los fiordos y disfrutarlos de verdad. Si les gustaran la lluvia y el mal tiempo veranearían en Laponia y no en la Costa.



         "Y ya estamos ateridos en la parada del autobús que nos llevará al centro. Morphi se refugia en mi alerón como una gata herida y yo me hago el fuerte aunque mis sandalias sin calcetines me hacen tiritar de frío. Descendemos en la plaza de Galicia y nos dejamos ir por las callejas de piedra y los soportales hacia el Obradoiro. Hay muchísima gente y muchísimos vendedores. La puerta del Obradoiro la están reformando y los andamios impiden ver las figuras vivientes de los ángeles, profetas y apóstoles (sobre todo ese joven rubio que sonríe cuchicheando con su compañero).



         "Entre el gentío que apenas nos permite caminar, avanzamos hasta la capilla Santa María la Antigua (Corticela) donde escribimos nuestras plegarias o deseos y las echamos en un buzón de madera. Hay aquí un poco más de recogimiento que en el resto del templo. En realidad, nadie se comporta como si estuviera en una iglesia: no se mantiene el silencio y los guardias de seguridad ordenan a voz en grito la cola para el sepulcro del santo. Pronto irrumpe una guía con su grupo en nuestra capilla e inicia sus explicaciones en alta voz, muy lejos dese susurrar como amedrentado que nos enseñaron a respetar de niños en los lugares sagrados.



         "Veo a Morphi  emocionada y a la vez indignada con el comportamiento de la muchedumbre. En lugares como este, la catedral de Santiago, donde se acumula la historia del Espíritu, ella es el espíritu, el ojo siempre avizor que inspecciona silenciosa su patrimonio: Ella es la conciencia de la humanidad. Ya la he visto así otras veces: en Westmisnter, en San Pedro, en la Signoria o en Atapuerca anteayer. Ella está a la altura de las circunstancias, lo comprende todo, se hace cargo de todo. Si no quedara en el mundo ni un solo hombre capaz de entender  lo que quisieron transmitirnos nuestros antepasados en sus monumentos y ruinas, ella los entendería. Por eso ella sostiene la conciencia y el hilo de todo lo que una vez fue y la bandera del futuro. Su inconsciente carga con toda la cultura desde Sumer y los proto-cananeos y ni siquiera se da cuenta.



         "Salimos en seguida y ya no volveremos a pisar la catedral. Empezamos a sentir algo horrible en Santiago. Algo que nos pone tristes más allá de nuestra capacidad de comprensión. Es como si hubiésemos contemplado un sacrilegio o nos asaltase una premonición insoportable...



         "Un trío de músicos de San Petersburgo -acordeón, contrabajo y balalaika- interpretan con solemnidad el Adagio de Albinoni y luego la Danza del Fuego de Falla con un estilo Tchaikovski, sin la mordiente de los aires españoles, sin su apetito de explosión.- De todas maneras disfruto mucho con la música que ganaría si la despojaran de amplificadores y mediaciones eléctricas.



         "Pasamos a un restaurante próximo a la Plaza de las Platerías solo para tomar un vino, pero la generosa tapa de lentejas y la cordialidad de la camarera nos convencen y hacen que nos quedemos a almorzar. -Entra un grupo de gallegos pudientes y no sé por qué me fijo en un hombre fuerte con barbas negras y media melenita residual años 70; al día siguiente me tropezaré con su foto en el periódico -es como si yo, sin conocerle, le hubiera olido el tufo de famosillo-: Rs un político local, un pez gordo de la Xunta y va de mariscada en mariscada: en la imagen del diario sostiene un plato con mejillones en no sé qué feria. -Con tanto mejillón y tanto Ribeiro debe tener el metabolismo como un pecio.



         "Descendemos hacia la Alameda matando el tiempo hasta las 6 que empieza en la Colegiata del Sar -la catedral primitiva- un concierto de guitarra. Este ratito en el parque es muy hermoso porque nosotros hemos acabado convirtiéndonos -o tal vez fuimos siempre- en una pareja de raros que huyen del estrépito de las máquinas y de las vociferaciones de las multitudes. Y cada vez que damos con un rincón silente donde esas formas de energía en desorden están ausentes, somos felices.  



         "El recital bajo los arcos del pequeño claustro contiene una suite de Bach, trancripciones para guitarra de La Traviata, temas de Albéniz y una propina: la Rondeña de Regino Sáinz de la Maza (a quien una vez escuché de pequeño).- Esta última pieza es la que más nos gusta.



         "Merendamos en una terraza del antiguo Camino de las Murallas por donde circula nuestro autobús (el 4). Una joven gallega chilla como una rata jubilosa junto a sus amigas en una mesa próxima. De vez en cuando un petardazo rotundo como una bomba, solivianta el corazón. Cañonazos. Salvas. Delirio. El tráfico del camino atruena. Todo el mundo grita con alegría. Pasan tambaleantes borrachos y majaretas de gran urbe. Parecen personajes de una novela de los 80 que se llamara YO CONOZCO A TODO EL MUNDO: Santiago, Meca de la ruta del Norte, estaba abarrotada de peregrinos que han perdido la razón.- Una mujer pelirroja que podría tener 30 años lo mismo que 50, se levanta a menudo para saludar a señoras mayores que pasan por allí y que parecen más sus clientas que sus amigas. Viste de modo bastante estrafalario. Es como si tuviese allí en la terracita la recepción o su oficina. Yo no me la imagino más que ejerciendo de falsa pitonisa.



         "Volvemos a nuestro suburbio afectado por el Plan E -podemos dar fe de que se está aplicando hasta en la última calleja del último villorrio, hay obras inútiles hasta en pueblos que no figuran ni en el mapa- y compramos fruta, pan y otras cosas en el supermercado del barrio. En cuanto empezamos a hacer compras en las tiendas próxima al cámping, sea donde sea, empiezo a sentir una sensación de familiaridad y de permanencia, como si llevara años comprando allí y ya le hubiese cogido algo de afecto a la dueña gordita. Es como si llevásemos 1000 años en el cámping As cancelas.



         "En nuestra parcela toco un poco la guitarra pensando en el intérprete que he visto esta tarde. En sus glissandos y en todo lo que es capaz de sacar a un instrumento en definitiva igual que el mío, igual que mi pequeña guitarra de viaje con timbre de laúd medieval. De nuevo está haciendo a su manera el camino de Santiago, por segunda o tercera vez ya no recuerdo. Pero ella iba conmigo hace tres años.



         "La pareja acampada al lado me aplaude y me da las gracias cuando termino, igual que hizo aquel señor mayor de Locarno que viajaba con un niño, tal vez su nieto.-Él era alemán.- Estos son polacos."







































                   Mi Señor, de vez en cuando, necesitaba ser malo: Aquella tumultuosa madrugada de celebraciones sagradas en pueblo entenebrecido -y no muy lejos de Playa- acabó mal como había presentido. Mi Señor, lleno de Lujuria por Susana, había terminado por insultar y ofender a su otra amiga, precisamente la que les había traído en coche.



         La conductora se había sentido tan menospreciada por un comentario de mi Señor, que se levantó llorando y dijo que se iba. Les dejó a todos con un palmo de narices. Pero al poco Morphi se fue a buscarla mientras la telefoneaba con el móvil.



         -Nada mejor habría podido desear mi Señor que estaba muy enamorado de Morphi, según declaraba a la menor ocasión y ante cualquiera, pero que perdía el seso en cuanto veía a menos de 50 centímetros las caderas sultanescas de una sureña de 40.



-Les habían dejado solos en aquella terraza ajena al estruendo del centro donde se procesionaban esculturas de madera de los Dioses en distintos momentos de sus vidas (o eso me pareció, pues eran múltiples aunque entre sí se parecían). -Sentí en su entraña la ambición ilícita de seducir a aquella mujer casi desconocida, joven, nueva, durante el pequeño lapso de tiempo que les permitieran las pesquisas y maniobras de Morphi. Sería cuestión como mucho de media hora que regresase con la ofendida. No era fácil que en tan corto espacio de tiempo la mujer llamada Susana se calentase como una brasa del Sur y estuviera de acuerdo en hacer una visita a los Servicios del bar para disfrutar de cierta intimidad sexual. No era probable pero era posible.



         La imaginación de mi Señor -en eso se notaba que estaba totalmente ciego y borracho- resbaló por el resquicio de esa posibilidad remota. Se incendiaba su imaginación. Le parecía que amaba intensamente la Vida -las cosas que sin control le sucedían-, resbalaba cada vez más hacia los brazos desnudos de Susana que toleraban el conrtacto. Ahora mi Señor le estaba contando con giros retóricos y gestos misteriosos la historia de Susana y los Viejos en el Libro de Daniel. Seduciéndola al contarle la historia de la Casta Susana. No parece que con su largo relato del huerto de Joaquín donde se bañaba al atardecer Susana y de los jueces que la espiaron, no parece que intente hipnotizarla sino que él mismo está hipnotizándose y confundiendo a la mujer que tiene delante con la otra hebrea que tal vez vivió en Judea hace 3000 años y fue salvada de la lapidación por Daniel. No parece que intente seducirla sino que el seducido es él mismo. -Entonces llegaron Morphi y la otra amiga. -Mi Señor siguió portándose mal, ofendiéndolas hasta que, llegados cerca de donde iban a pernoctar, aprovechando un pequeño roce con la amiga, mi Señor abandonó el coche para seguir persiguiendo solo a la Lujuria.





























































EXTRACTO DEL DIARIO DE VIAJE DE JULIO DE 2009

(Continuación)



"17 de julio. Santiago-Fisterra-Santiago.



         "Para llegar a este famoso confín occidental debemos atravesar una Galicia deprimida que carece del aire pintoresco de otras zonas rurales. Son puebluchos a lo largo de la carretera con grises edificios de varias plantas. Pero al llegar a Corcubión y a la costa, la luz  cambia y también el aire de la gente.



         "Nos habíamos imaginado de otra manera el Fin del Mundo. Una comarca tenebrosa y llena de brezos semejante  a la casa de La Muerte y la Doncella de Polanski. No este cielo brillante ni estos bosques que descienden hacia el océano turquesa. - El cabo Finisterre es una península alargada con un faro en la punta. No es tan alto ni tan arisco como el de Sagres. Ni tan misterioso como las nieblas druídicas del Finisterre francés ("el lugar más occidental de Europa", rezaban los folletos de turismo galos). -Reaparecen los peregrinos y un hito señala el kilómetro cero del caminho.



         "¿Qué sentido tendrá esta peregrinación más allá del Obradoiro hasta el límite Oeste de España, una península de la Península Ibérica?



         "En prinicipio no quiero bajar por las rocas delante del faro pero Morphi ya cabrillea airosa hasta donde ya es imposible avanzar más sin despeñarse. -Por un momento somos los seres humanos más occiddentales de Europa junto a una peregrina extranjera que nos arrebata el primer puesto.



         "Detrás de nosotros, un niño francés muy chico recibe una andanada de advertencias, instrucciones y órdenes de su madre que siempre comienzan por un agudo "attention Tierry! "; realmente se trata de un terreno muy peligroso.



         "Meditamos.frente al Atlántico inmenso; es imposible no soñar con América y aunque el mar apenas presente oleaje, la inmensidad va anulando poco a poco el parloteo mental hasta que solo queda el sujeto que contempla, o se inunda, del paisaje sin pensamientos.



         "Y suena en el espíritu una música de postrimerías, de despedida, como el crescendo del sentimiento en el final de una película, con un gran plano general abierto sobre el horizonte, como si toda la historia ocurrida antes careciera de importancia, y la llegada a este espacio, a este tranquilo jugueteo del mar con las rocas, a esta anulación, fuese la verdad.



         "Soy yo quien pone término a este instante de infinitud y no sé por qué.



         "Al volver al coche nos fijamos en un chico con gafas canadiense, casi adolescdente, que reparte propaganda de una restaurante de Fisterra: El Pirata. Cuando nos ve con la hoja de publicidad de otro comedor del puerto, nos dice con gracia que el suyo es mejor. -Luego le observo mientras él ya no puede mirarnos: Camina airoso al lado de otro chico moreno que va en bicicleta; me pregunto cómo habrá terminado aquí; tan joven y tan lejos.



         "Terminamos por casualidad descubriendo El Pirata en el puerto de Fisterra (que casi es más grande que el resto del pueblo) y su estrecha y aguda baranda triangular sobre los muelles que me recuerdan a Tazones.- Nos reciben muy bien, el joven camarero con aspecto de pirata y la que parece su mujer.



         "Él asegura que de noche sale a pescar todo lo que nos va a servir y no hay ningún motivo para ponerlo en duda pues la parrillada de pescado que pedimos tiene un sabor insólito, fresco, marinero.



         "Pero a nuestro lado,-muy cerca debido a las dimensiones minúsculas de la terraza-, toma asiento una pareja de jóvenes madrileños que piden a su vez una parrillada de marisco (algo más cara que la nuestra).



         "Nuestra parrillada de pescado está buenísima pero es inevitable compararla con la de mariscos que va saliendo "a rachas", como dice el dueño: Navajas, gambones, mejillones, etc., etc-, etc.- A Morphi se le salen los ojos hacia la otra mesa, tan próxima que podríamos arrebatarles su comida.



         "Es una ocasión excelente para auto-observar el mecanismo de la Envidia y el de la negación de la Envidia, que suele ser mi reacción en semejantes circunstancias.



         "Hacia el final del banquete, los madrileños le comentan al dueño que están aquí porque se lo ha frecomendado el chico c        anadiense.Yo me conformo con  hacer eco y decir que a nosotros también nos ha traído él. -Entonces "El Pirata" nos cuenta que el canadiense vino a Fisterra como peregrino y que él se lo encontró en la calle víctima de un ataque epiléptico; lo acogió primero en su casa con su mujer y sus hijos y luego le alquiló un piso. Aunque en general -añade socarrón- no se fía de los peregrinos. Le garantiza comida y alojamiento a cambio de repartir propaganda. ' Ël no la reparte como los demás; es una persona de corazón. Y si tiene algo desagradable que decirte, te lo dice a la cara. Es noble. No le gusta que le manden'.



         "Según va acumulando los elogios, se hace más evidente que siente un amor desmedido por él y que no le importa pregonarlo. Me conmueve esta inusual relación entre el treintañero gallego y el Rimbaud norteamericano. No es frecuente ver a un hombre con el corazón tan abierto a la amistad.



         "-Y si algún día volvemos a Fisterra no iremos a otro restaurante sino al Pirata.



         "Por la carretera hacia Muros  surgen playas lacunares de ensueño, sin un alma. Es lo más hermosos que he visto en la hermosa Galicia. Damos una vuelta por Muros que nos parece demasiado bulliciosa y algo quinqui. Regresamos al cámping de Santiago pensando ya en largarnos cuanto antes.





"18 de julio. Santiago-Poio-Vigo-Salamanca.



         "Hoy es el día de retornar a donde estuvimos con Morillo, Guille, Carmen García-Joya, Anabela Priyzstupa y Féren a finales de febrero de 2006. Entonces, volviendo de una cascada que hay en Poio en la desembocadura de un arroyo sobre la ría de Pontevedra (Muiños da Freixa), nos prometimos volver.



         "En tres años y medio el lugar ha cambiado bastante. El prado es ahora un campo de fútbol de césped sintético de "última generación", como si hiciera falta aquí suplantar a la yerba. Ya no están los cisnes que intentaron morder a Morphi. Y en el sendero del torrente han puesto un panel explicativo que, por supuesto, ya ha sido vandalizado por los grafiteros. Nos quedamos un rato escuchando la canción del agua y evocando aquella excursión de membrillos de aquella Semana Blanca.



         "Sin subir al hotel La Vionta ni al cementerio donde nos sucedieron cosas tan extrañas (descritas en otro diario) nos dirigimos a Vigo. En la Estación Marítima le compramos un sombrero australiano a un negro de Centroáfrica; nos informamos de los barcos para las Islas Cíes, pero no hacemos la travesía en vista del montaje grunge de luxe que se presiente en lo que era un territorio virgen en los tiempos de bohemia de Bernardo y del Festival de Ortigueira. - Me acuerdo mucho de mi compañero de aventuras en el Norte en el 81, en el 82 y parece que desde siempre: Es verano, estamos en una carretera perdida de Galicia y él se ríe no sé exactamente de qué, tal vez de mí.- Él me enseñó a viajar, a no tener miedo.



         "Poco a poco va desapareciendo la vegetación norteña, las hortensias y las montañas. El Clásico resiste las cuestas. La carretera nacional desde Orense a Zamora con señales que avisan del cruce de "animales sueltos" sobrecoge por la extensión de la llanura, los encinares y la falta de almas. Estamos de nuevo en Castilla.



         "Nos relevamos bien en este trayecto marathoniano, de modo que alcanzamos la capital universitaria sin agotarnos y antes del atardecer ya estamos levantando la tienda en el cámping Don Quijote de Aldealuenga, a 4 kms. de Salamanca. Debajo de los sauces, las ctalpas, los chopos y los olmos. En la ribera del Tormes. 








            "19 de julio. Salamanca.



         "Día en que solo saldremos del Don Qujote para dar un paseo al atardecer por el casco antiguo de Salamanca. Ayer fueron muchos lugares y muchos kilómetros y hoy nos esforzamos en hacer el gandul lo más posible: Piscina, yoga, lectura, comida en el restaurante del cámping y la etapa de Verbiers en el Tour donde Contador consigue el maillot amarillo con un ataque impecable en la subida. -La Vuelta a Francia está siendo nuestra compañera en este viaje. Estábamos deseando ver la derrota de Lance Armstrong a manos de "su gregario", y hoy se ha producido. Un ambiente de euforia reina en el bar-restaurante-salón-social del cámping después de la victoria de Alberto Contador:  De algún modo se demuestra que las competiciones deportivas -como pasaba en la antigua Grecia- unen a las naciones: están muy interesados en el ciclismo no solo los españoles sino también los holandeses, los alemanes y los franceses que acampan aquí.



         "No llevamos tanto tiempo en la ribera del Tormes -entre Cabrerizos y Aldealuenga- pero ya algunas personalidades se van destacando: La camarera eslava de pómulos estragados y bellos ojos en los que titila un rastro de terror; la joven empleada grunge Inma, irreconocible sin su uniforme naranja; la niña de dos años de ojos celestes; el padre vasco triste; la pareja de vecinos asturianos con su mohína hija adolescente; los niños-novios de 10 años; etc... Pero entre todos ellos destaca con su voz atronadora el factótum Jose cuya carta de presentación no pudo ser más bruta ni más agresiva: -Mientras nos mostraba una especie de gran bombilla o linterna prendida al enchufe de la parcela, nos gritó que ¡¡cómo nos atrevíamos a decir que la toma eléctrica no funcionaba!!; nuestro error le había indignado sobremanera a aquel hombretón sanguíneo;  yo no sabía si pedirle perdón, o marcharme del cámping antes de sacar la tienda y los bártulos del coche.



         "Quise comentar con Morphi la mala educación y peores modales de aquel empleado pero ella una vez más me sorprendió: - Me susurró con cierto misterio que a ella le recordaba a un compañero de trabajo en el aeropuerto: Muy malas pulgas pero "al final el más recto y el más dispuesto a echarte una mano" . (-¡Qué larga es Morphi!)



         "La etapa de Verbiers le da ocasión a Jose de realizar un vehemente alegato en alta voz Contra la Tecnología en el Deporte. En alta voz porque su trueno furibundo es realmente muy fuerte, de modo que me impide atender a otra cosa que a sus palabras aunque me halle a 10 metros y separado por los ventanales de la terraza. -Exclama varias veces con despecho "¡Los putos pinganillos!" Ridiculiza con repugnancia las "estrategias de equipo" y compara esta decadencia actual del ciclismo con losTiempos Gloriosos de Bernard Hinault, Eddy Merckx, Poulidor el eterno segundón, Ocaña, Van Impe Rey de la Montaña,  y hasta Bahamontes, Anquetil o Fausto Copi. Su conocimiento de la Historia, me tiene apabullado pues no parece tan mayor: Es como si hubiese seguido las competiciones ciclísticas desde la época de Maricastaña, cuando los corredores dormían en los graneros y llevaban ruedas de repuesto colgadas del cuello y una llave inglesa en el coulotte, cuando Federico Bahamontes se tomaba un helado en la cima del Tourmalet  esperando al pelotón,  cuando no había retransmisiones televisivas porque aún no se había inventado la televisión.



         "Tiene una forma dramática de exponer sus puntos de vista. Necesita airear su furia caminando arriba y abajo y debatiéndose entre grandes gestos y expresiones groseras, como si todo se lo tomara como una cuestión personal: Si levanto los ojos de este cuaderno, en seguida se me acerca provocador y tropiezo con los suyos singularmente claros y potentes, exigiendo, reclamando, imponiendo mi aquiescencia y la de todos.



         "En otros ratos en la cafetería-restaurante-tertulia-video-club del cámping aprenderé, gracias a Jose: a) detalles escabrosos sobre El Lado Obscuro del Barça: conflictos de intereses inmobiliarios entre Cruyff y Núñez, conflictos pasionales entre Laudrup y Cruyff por la hija de este último; b)  la Marcha Verde (en la que Jose se vio involucrado); c) la universidad de Salamanca que vivía hasta hace poco de espaldas a la ciudad y a su gente; c) la transformación de las imprentas y librerías de la "Calle Rúa"; d) el tráfico ilegal  de ropa y equipos de montaña a través de la frontera de Andorra; e) la ambigüedad de los límites nacionales: hay un bar -según el testimonio indudable de Jose- donde estás entre España y Portugal dependiendo de qué sala elijas; f) tema que desemboca en una compleja disertación filológica pero encendida acerca del Euzkara Standard y el Antiguo Euzkara; g) el castellano antiguo y el moderno; g)  lo que a su vez le lleva... - Tiene carrete para rato. Da la impresión de poder defender diferentes discursos desde las 9 de la mañana -cuando le veo tomar su primer café del día- hasta la noche, cuando suelo visitarle. -No tolera de ninguna manera que se dude de su testimonio y todos percibimos que se volvería loco si alguien se atreviera a hacerlo. -La muletilla favorita de Jose, o su lema es: "Lo que estoy contando es verídico".- Cada vez me cae mejor y le admiro más aunque solo sea por esa pasión que le pone a todo, por su intransigencia, por el enorme debate que mantiene noche y día contra la mentira, las falsificaciones y los  "putos pinganillos" que yo también detesto ahora con toda mi alma  lo mismo que las repugnantes "estrategias de equipo".



         "Cuando cae el sol nos dejamos caer en coche por el carreteril del río hasta la "Roma chica", así afirma Jose que llaman a la Helmántica... -(¡Cualquiera se lo discute! ; habría que tener al menos el mismo interés en llevar razón que él...) Y sin embargo nada hay aquí de similar a la Septimontinata.-



         "Me gusta que se entre todavía a la famosa y renombrada urbe de Unamuno por un camino estrecho que pasa delante de la residencia de ancianos. El cartel de comienzo de población es pequeño, anticuado y modesto como el de tantos pueblos perdidos cuyos nombres casi hemos olvidado.



         "Sí: Es el tipo de fantasía provinciana que me lleva asaltando más de media vida. Salamanca era mi utopía de aburrimiento burgués (...)(...) (...)



         "¿Qué tengo que ver yo con aquello? ¿Y Javi Marcos, el amigo notable que me invitaba a su casa hace 25 años? -Le evoco intensamente todo el tiempo pero no le cuento nada a Morphi porque, creo, me va a decir, que no hago más que evocar ausentes, fantasmas, ex ,  muertos. -Aquellos viajes de mi juventud me parecen ahora aún más hermosos. Recuerdo que siempre venía en tren, y que salía de la Estación del Norte (de Príncipe Pío), y aquel mundo de trenes, los regalitos de música que solía hacerme Javi: grabadas por él mismo en cassettes naranjas de magnetofón pequeñas joyas como Relaxin at Camarillo de Charlie Parker, un concierto para piano y orquesta de Brahms que en general me dejaba frío, y otro de Rachmaninof que me gustaba mucho más.



         "Me emociono comprendiendo en silencio que él fue mi maestro y ahora daría cualquier cosa por ver de nuevo su querida cara de rana Kermit.- Decido guardarme todo este curso de pensamiento para mí solo, - tal vez cansado y aburrido de mí mismo y de acordarme tanto de Bernardo en Galicia, de Juan en el Algarve, de Marcos o de Amable o de Vicente Valero en Ybbozzim...; siempre amigos perdidos por todas partes. -Me avergüenzo de mi nostalgia y no, no se lo voy a contar a Morphi; - así mi Alma no se abandonará a la niebla dorada de los viajes a casa de Javi de Salamanca, en calle Jardines, cerca de santo Tomás de Cantérburi  a finales de los 80, cuando todos éramos como personajes de Cuéntame pero no sabíamos que trabajábamos en esa serie.



         "Me callaré, estaré medio triste, medio ensimismado y así casi no recordaré aquel tiempo en que fui feliz junto a mi notable amigo, mi compañero a lo largo de maratonianas jornadas de aprendizaje y de discusión.



         " Salamanca estaba llena de cafés, bares, pubs elegantes y todo tipo de locales que nos suministraban bebida, asiento y espacio para fumar. Javi me enseñaba cada uno desos sitios preciosos con la misma solemnidad, -o tal vez más-, con la que me enseñaba los monumentos importantes. Desde primeras horas de la mañana, se nos podía ver,- como personajes de una novela semi-cómica, semi-cínica de los 80 donde todo acaba de la peor manera posible- pateando las calles de Salamanca: Nos lanzábamos a nuestra pasión principal que era caminar y caminar conversando y fumando sin interrupción hasta que decidíamos refrescarnos en alguno de las múltiples y deliciosas tabernas de la Vieja Ciudad Universitaria. -Al mediodía no hacíamos ninguna pausa,  porque comíamos cerveza y tapas diversas; en seguida pasábamos a las cafeterías con visillos bordados y estanterías con libros y pedíamos café y fumábamos de nuevo a pleno pulmón: A veces por pura excitación, encendíamos un cigarro con la chusta del anterior. Porque estábamos de vacaciones, y nos podíamos permitir tales licencias. Volvíamos  a la casa de calle Jardines para tomar un poco de aire fresco y seguir charlando -pero menos- tumbados en el sofá del salón oyendo los Kindertotenlieder de Mahler, luego el Lamento de Isolda de Wagner y, como para terminar de asimilar todo eso, la Pavana para una Infanta Difunta de Ravel.



         "En casa de los Marcos no se podía fumar; esta era una de las razones por las que pasábamos la mayor parte del tiempo en las calles y en los bares.- Además Javi pertenecía a una familia numerosa: eran 9.- A veces pasaba Inés, su hermanita de 8 años, y yo no podía evitar mirarla una y otra vez: No era bella pero tenía una cualidad que brillaba. -(Entonces aún no me daba cuenta de que, habiéndola visto tan solo algunos minutos a lo largo de todos aquellos años, en realidad ya estaba enamorado de ella).



         "No pensaré en ella, no pensaré en ellos... -Pero es con una extraña ansia -como el desasosiego de los que andan arriba y abajo agitándose para aventar el dolor-, con una extraña tenacidad, que busco Santo Tomás Cantuariense. Todos mis recuerdos me llevan allí. No sé por qué. No recordaba la calle Zamora. No pienso más que en nuestro tío Tomás Dorado que fue director de La Gaceta, al cruzar la bulliciosa Plaza Mayor. -Más muertes, más muertos, más recuerdos...- No siento el menor interés por la catedral ni mucha por la fachada de la Universidad con su recóndita rana... Como si en la pequeña capilla estuviera el tiempo perdido, lo que he venido a buscar... (Patio de las Escuelas Menores... Un sueño de Javi donde oía una misteriosa música... Ya no recuerdo).



(...) (...) (...) (...) (...) (...) (...) (...) (...) (...)



"21 de julio. Salamanca, Cámping Don Quijote.



         "Hoy por fin hago la crónica de la jornada en que no saldremos para nada del recinto del cámping. Es un raro orgullo y la emoción se me agolpa en el pecho como si fuera a pronunciar el pregón de las ferias de mi pueblo, pero...¿cuál es mi pueblo? - Astalgorza o Askalgorza, un ciclista del País Vasco extremadamente espigado (más de lo normal para un ciclista), ganará hoy la etapa de montaña gracias a  una meritoria escapada. Alberto Contador afianza su liderazgo; Armstrong ya se dio por derrotado ayer. La crónica de Carlos Arribas en El País es una pieza maestra de literatura épica y su lectura un placer muy superior a determinados juegos sexuales; da igual que hayas visto la etapa por la tele el día anterior o que el periodista Arribas te la cuente por primera vez; todos los días espero con ansiedad  la crónica del Tour dese magnífico escritor y me la leo de un golpe, sin respirar.- Jose perora, diserta, declama, disputa, monologa, retuerce incansable su retórica haciendo retemblar con su vozarrón los ventanales.- Los campeonatos de natación sincronizada están regando de medallas al deporte español.- Sí, acaso no haya demasiado que contar cuando no sales del cámping, pero la tarde prosigue su tránsito de sombras, el viento se va calmando igual que todas las tardes, el tono del Cielo se va apagando de forma gradual pero con una sensación de sufrimiento, semejante a un parto, a una obstrucción: Del atardecer a la anochecida, luego del anochecer a la noche cerrada, y así...- Soy feliz cuando distingo tras larga contemplación del Cielo, el primer lucero, Venus? -Y lo sé. Hoy hacemos el Amor.





"22 de julio. Salamanca.Ibidem.



         "Etapa de montaña muy peligrosa donde se lucen los hermanos Franz y Andy Schleck (del antipático país de Luxemburgo). Contador les da palmaditas en las grupas y ejecuta la mayor injusticia: ¡descuelga a su propio compañero de escuadra Kloden que casi ha dado la vida por él en esta y en numerosas etapas anteriores! - Sí, es verdad que Contador no deja de mirar atrás  arrepentido, como una ternera que se ha fugado con dos hermanos-lobo desconocidos dejando atrás a su madre abandonada y muerta. Lo más noble sería esperar al desfondado Kloden y sufrir con él el puerto aunque se escapen los Schleck.- Ha sido un error dramático; los locutores no saben qué decir. Lo peor no es el sentimiento de culpa de Contador ni su mirada atrás solo para que la cámara le grabe, dé fe de su sincero arrepentimiento. Lo peor es la palmadita en la espalda a uno de los Schleck como dándole a entender: "Gana tú; yo voy a por la General". Eso y su gesto de cabeza hundida al cruzar segundo la línea de meta: Derrotado en maillot amarillo y con todos sus putos objetivos de "estrategia de equipo"  cumplidos. -Ha sido una etapa bastante triste que mañana comentará Carlos Arribas por escrito y comenta ya mismo en tono muy muy alto Jose, más indignado que de costumbre, colérico, arrebatado, algo más que enfadado con Contador por no haber disputado el triunfo de etapa. "¡Los putos pinganillos!", exclama con una especie de rugido. "¡¡Vais a ver el Tour vosotros porque YO no lo veo más!!". Tiene razón, una vez más, en el fondo pero no en la forma de decirlo: Es increíble el desprecio y el despecho con que ha dicho "vosotros"; uno se siente insultado. Pero "nosotros" -espectadores de varias nacionalidades y condiciones apiñados en torno al televisor colectivo de pocas pulgadas del cámping, no tenemos la culpa de que Contador haya hecho eso.- Y sin embargo, con sus gestos, con su mirada furiosa, con toda su actitud  es evidente que nos lo echa en cara: - "Nosotros" tenemos en el fondo la culpa de los pinganillos y de la degeneración del deporte, de la "degeneración en general" de la vida. Tiene razón. Por eso, como ya vamos conociendo  a nuestro líder, al factótum o máximo responsable de este cámping o sociedad utópica (es decir, sociedad prácticamente perfecta), le dejamos que se desfogue y bajamos la cabeza abochornados.







"El Día que No Existió...



         "En el día que no existió del viaje que no fue, sucedieron las cosas que no sucedieron.



            "En el día que no existió aproximadamente entre el 22 y el 23 de julio de 2009..., semejante a la pura equivocación, manchado de forma muy tenue por la mano de Dios, apenas comprensible... Semejante al miedo a la madrugada, a ese deseo de vagar mientras todos duermen, tal vez de acercarse a ellos para hacerles daño, o reírse de sus miedos desde otro mundo.



            "(Ojalá no se desperten: Empezaría a existir esa noche, se comentaría al día siguiente, el famoso Día Siguiente donde escribe el cronista sobre el Ayer que existió, entre desayunos con actualidades y noticias  del Coche Fantástico: "una trepidante aventura de un hombre que sí existe en un mundo lleno de peligros"...)



            "El día que no existió no es ese día que de ninguna manera debería haber existido, el que le costó más trabajo terminar al que escribe la novela de las vidas. -Los personajes circularon inconscientes y sonámbulos, sufriendo incluso un poco menos.- Fue capítulos después, mucho después, cuando se dieron cuenta de lo que habían perdido.- Y odiaron intensamente ese día.



            "¡Como si se pudiera odiar la estructura de un día! - El día que no existió no es el día negado por el convaleciente que dando la espalda al sol, renegando de los arcos naturales, pretende el desatino insostenible de atravesar de un solo alfilerazo el papel de varios días.



            "El día que no existió, el día de la Poesía. No estuve del todo despierto. Tampoco profundamente dormido. A medias feliz, a medias muerto. No hice las cosas bien. No fue un mal día. No fue el Día Perfecto.



            "Fue un día que no existió. Una rareza.



            "Del día que no existió apenas recuerdo nada... Pasan a veces, eso sí, ráfagas. Como el sabor de enamoramientos que no fueron, ideas de dudoso interés, actividades fascinantes y a la vez completamente inútiles como las del sonámbulo. -Puedo sentir aún algo, un eco de aquel día, lo percibo sobre todo cuando me paro a oír el viento...







"23 de julio. Peña de Francia.



            " Salimos por la mañana hacia el aislado peñasco que conocí hace muchos años gracias a mi padre que me llevó a la Peña de Francia. Allí me contaba las peregrinaciones de Unamuno, en burro. - (En general, nuestros ídolos del 98 eran grandes caminantes incluyendo al erudito Menéndez-Pidal. Intelectuales campestres o camperos).



         "Por las calmas y vacías dehesas salmantinas donde el toro pace en armonía con el caballo, uno no se puede imaginar la Peña envuelta en bruma y asaetada por una llovizna pertinaz de las que te calan en cuestión de segundos.- Me emociona este confín arisco. Así habíamos fantaseado el Finis Terrae -Morphi y yo, cada uno por su lado-: Inhóspito y tenebroso.-  Pero me emociona sobre todo el recuerdo de papá y de don Miguel que hacía aquí de vez en cuando retiros de 5 días para `no ir del barullo al barullo´·, y poder oírse a sí mismo... Y el tiempo no caía, aquí arriba en la Peña `gota a gota´ sino `copo a copo´.- Qué sabio y qué poeta es don Miguel en cada una de sus líneas -mientras no sean versos.- Incluso en un pequeño texto para turistas en el feo claustro del monasterio.



         "Tomamos un vino y una tapa de chorizo en el flamante restaurante-cafetería medieval que acaban de abrir junto al lugar de peregrinaje y la antena de Retevisión. ¿No sería mejor instalar estos aparatos sobre el mismo pináculo de la ermita? Los de Coruña de los Condes tuvieron por una vez una idea de vanguardia: Castillo cruzado con avioneta...- Es verdad que no eran el colmo de la hospitalidad pero creo que con eso querían decir que no eran tan carcas ni tan retrógrados: Uno del pueblo fue "el primer hombre que voló" (enunciado un tanto ambiguo pues se puede volar sin inventar el avión). Hizo algo tan moderno ya en 1793. Los demás, el resto de la humanidad que no ha nacido en Coruña de los Condes- dedicaron los siguientes 100 años a recortar la distancia tecnológica que les separaba de aquel pionero. "Sois imbéciles", eso es lo que creo que nos querían decir. -¡Con lo tranquilo que se está en el pueblo sin un alma!; hasta los stressados niños de ciudad veraneantes  terminan calmándose sobrecogidos por la densidad de los fantasmas. -- Y enfrente del castillo donde se estrelló la avioneta del siglo XVIII, "el Cid camino del destierro,/ con doce de los suyos,/ por la terrible estepa castellana;/ sangre, sudor y polvo/ en las duras aristas de las armas".- Es decir: "El pasado y sus glorias hace mucho que se han ido; este es solo un lugar de paso hacia un destierro más lejano";  un lugar de paso como los que salen al comienzo del Cantar de Myo Cid: es la aldeucha donde la niña les da agua: más olvidado, más destierro que el propio destierro.- "El futuro no merece la pena: La aeronáutica  nos da risa porque hace siglos la inventó uno del pueblo; no te lo vas a creer y nos da igual. La vida es lo que no merece la pena".



         " -Ahora veo hasta qué punto son profundos los castellanos en su falta de locuacidad (no es el caso de Jose, que será un re-trans-terrado). -No creo que vayan a seguir mi recomendación de instalar toda clase de repetidores y antenas en los pináculos de la catedral de León, artificios eléctricos que en las noches de invierno reproduzcan el horror de las tormentas sobre el castillo del doctor Frankenstein.



         "No hay mucho ruido en la posada del monasterio pero en la capilla de la Virgen bonita alguien habla a voces: no son los visitantes sino el cura; tendría que haberle llamado la atención y elegir con cuidado las palabras más mordaces para recordarle que está en un templo. -tal ve esto nos hubiera llevado a esa larga discusión teológica con la que siempre sueño mientras todoelmundo me dice o que Dios no existe o que sobre Él no se teoriza.



         "Cruje y rechina en la posada una puerta en manos de algún viento. Parece que estamos solos, congelados en ese instante inmediatamente anterior al ataque fulminante de los vampiros. Pero veo algo que se mueve debajo de una imponente mole de madera negra, una armadura y las paredes pétreas...; sí, es la pierna del joven camarero latinoamericano, la menea en su soledad tal vez somatizando las ganas de salir corriendo de aquí. -Y ese chirrido metálico se convierte en la principal fugura de sonido y yo me creo que puedo escuchar lo que me dice el viento, el Espíritu. Es papá por supuesto, pero también todos los espíritus chirriantes, tensos siempre, erráticos desencarnados que están de alguna forma en el espacio y a la vez ya no están, no pueden, des-encarnados, estar del todo ya.- Puedo soportar la emoción desagradable, el niño-miedo incluso a la misma palabra phantásmata. Mi oración de pequeño siempre era la misma: "Sé que existís y que estáis cerca, puedo sentiros; pero por favor no os manifestéis mucho, y sobre todo no me aterréis".



         "En chillidos de unos niños ahora en la piscina o en el cu-cú de los palomos también habla el Espíritu. Y en el desatino de la anciana supuestamente loca, en la madrugada.- El Loco: energía infantil en descontrol aparente.- La expresión del animal en la tarde de canícula. El miedo a los muertos, las emociones imposibles de sostener: el gran miedo a que no haya nada, a que el corazón se equivoque: que no haya Dios ni Poesía ni futuro para la humanidad.- Soportar la verdad desagradable de que el ateísmo es verdadero lo mismo que su opuesto: que Tú eres lo único que existe y alguna vez en sueños puedo verte: sonriendo imprevisible, siempre más sutil, más seductor que mi sueño...



         "Rezar desde el miedo a no creer. Atravesar eso como aguantar la música atonal que hace daño, como las partes de los conciertos de piano en que Beethoven llora y llora, gime y se retuerce de dolor en escalas descendentes  que antes me obligaban a no oír más, a dejar de llorar, y ahora cada vez tengo más dulzura, más paciencia para recibir eso, hasta un apetito por esos sabores de sonido límites, como el chirrido de los goznes desta posada de la Peña de Francia movidos por rachas de viento, caprichosas como los roces del metal contra el metal, y a la vez dotadas de intención y de significado.



         "(...) (...)







"24 de julio. Regreso.



            "No le he dedicado ni una sola línea a nuestra vivienda desmontable. Me proporciona cierta seguridad: Siempre tendremos esta magnífica tienda de campaña si las cosas se ponen feas y España cae a niveles de escasez semejantes a los de Argentina en los 80 como augura Ignatius (que la gente pasará de ganar 3000 €, a ganar 300).



         "Deconstruimos nuestro habitáculo pausadamente  y como es la tercera vez que lo hacemos, lo hacemos mejor. No deja de asombrarme que un pedazo de lona, varillas y cuerdas pueda alzarse vivienda, y admiro al ingenio que la diseñó para que millares de excursionistas como nosotros la disfruten tras comprársela en la multinacional Decathlón. No lo dude: Compre Quechua y no se arrepentirá.



         "Finalmente la lona yace en el suelo, hecha un guiñapo; nosotros consolamos su tragedia acicalándola un poco, quitándole las hojas y enrollándola para meterla en su ataúd. -Toco "Adiós Muchachos" sentado en el morro del coche y me parece un poco estúpido emocionarme...



         "No sé por qué me he despertado pensando que Jose es un Vengativo y no un mero Charlatán. Con la fuerza de convicción del primer pensamiento se me ocurre un experimento: Si cuando le anuncie que nos vamos, muestra alguna clase de pena, entonces es un Vengativo; si no, un Charlatán. Esto no tiene ningún fundamento pero me resulta indudable. Así que sigo haciendo mis cosas, me olvido del asunto y dos horas más tarde arribo solo a la cafetería y le comunico a Jose que nos marchamos. - `Tan pronto´, dice él con voz, por una vez, suave.  Será por espíritu comercial, por amabilidad profesional pero me halaga muchísimo confirmar mi hipótesis: Es el Matón Bueno, Robin Hood, Luis Candelas, el Zorro. Le contesto -excesivamente alegre- que se nos acaba el dinero y él también se ríe, hasta el vasco cabizbajo ríe.



         "Antes de partir, Jose nos regala un excelente vino de Toro y yo juro y perjuro que volveremos, mientras me pregunto cuántos le habrán dicho lo mismo y no habrán vuelto nunca.



         "Antes de comer alcanzamos la ciudad de Santa Teresa y sus famosas murallas. Creo que Ávila se ha convertido en un monumental suburbio de Madrid como demuestra el ritmo trepidante del párking subterráneo y la estrepitosa excitación de los niños de la plaza con soportales frente a una de las entradas principales al recinto amurallado.



         "Nos acecha el Síndrome de Soria, las caras de asco a la castellana pero aquí todo el mundo va aceleradísimo, como los niños en la vorágine de sus juegos, y no nos miran mucho.



         " Comeremos junto al embalse del Burguillo en un sitio glam desos que te sirven spaghetti sin queso ni mantequilla ni nada y luego te cobran 20 eurazos. Es, con diferencia, la peor colación y la más equivocada de todo nuestro veraneo pero no nos enfadamos porque la terraza sobre el embalse tiene vistas muy hermosas. Una sola pareja disfruta de la playa allá abajo y de toda una enorme superficie de agua. La playita es perfecta y hay muchas más. Mientras tanto la Costa del Sol será una plaga de chinches. -No deja de asombrarme el asunto de la densidad demográfica.



         "Por la carretera entre encinares hacia Toledo, una densidad de policía infrecuente. Por fin nos da el alto un joven guardia civil cuya voz amable me tranquiliza de inmediato. Solamente me advierte de que lleve conmigo el papel blanco del seguro además del verde. No tengo ni idea de lo que me quiere decir pero sonrío agradecido a su tono y a sus modales más que al contenido, para mí ininteligible, de sus palabras. Morphi sí se ha enterado de todo. El joven guardia sale al medio de la calzada y nos da paso con gestos marciales que parecen escoltarnos. `Quien nada debe, nada teme¨, sentencia Morphi mientras seguimos nuestro camino triunfales."

                                                                                                  (...)





























HOY HE VISTO A DOS FELICES







Hoy he visto a dos felices

Mientras iba a mi trabajo,

Tallador  inmoralista

De arduas masas de membrillo.



Pasaron en bicicleta,

Pasaban con otro ritmo.

Como seres de otro mundo:

Barca, río y alameda.



¿Por qué iban a ser infelices si aún no estaban casados?



En torno a ellos la ciudad

Iba extrayendo un espasmo

En el confín maquinario

De la excavación del odio.



Y ellos, los dos felices,

Ajenos como escuchando

El fondo de playas suaves

Tras el trepidar del hombre.

Ella se giraba sonriendo

Como si así le animara

Y él fuera aún muy novato

En paseos de pareja.



Sus caderas en el chándal

Y su pecho en el jersey

Blando, novia bien amada.

Él, torpe, se sonreía.



Entonces cambió el semáforo

Y luché  entre la rapiña de infelices,

Sonriendo, todavía fascinado,

Por mi espacio hacia el trabajo.



















         EL ALMA, Yo, debía resolver todos los enigmas:



         Ese había sido el estado de espíritu de mi Señor al final de aquellos años en Vieja Ciudad Costera del extremo Sur de Europa. -Yo adoptaba sus denominaciones, y así ,en parte, transigía con Lavadores de Manos; y  su pensamiento, y su voz, entraban en mí-: (Antes yo siempre rimaba).



         Mi Señor había visto  a dos felices y les había envidiado.



         - No llegaba a decirlo así, con todas las palabras, pero era evidente: Se moría de celos:- He aquí la simple explicación de su problema o poema: La  pareja de ciclistas era por lo menos 10 años más joven que él.- Les envidiaba su juventud. - Él estaba de camino a su trabajo; ellos en cambio dando un paseo cerca de la playa: Es decir, les envidiaba su ocio.- Les envidiaba sus cuerpos tonificados por el ejercicio.- Envidiaba, o deseaba (en este caso era casi lo mismo)  el cuerpo de ella, que se imaginaba blando, fragante y acogedor... Como hubiera dicho él: "envidia a la tercera potencia y con subíndice",.



         Mi Señor no desperdiciaba ocasión de agitar su sexo. Era capaz de masturbarse durante un silencio de semifusa lo mismo que de dormirse en el bigote de una gamba, como habría dicho él robando frases de aquí y de allá.- Antes yo así no hablaba...



         -Pero les envidiaba sobre todo el Amor: Joven, ocioso, fragante. - Mi Raptor, mi Benefactor había perdido toda inocencia de Eros, todo contacto con esa fuente. Era nula su capacidad de enamorarse tras tantas aventuras... Sí, tenía pareja, amor estable; pero del mismo modo que determinados psicópatas asesinos se casan y llevan vidas en apariencia normales.



- Entonces vi en el espacio entre mis ojos y las cosas, algo así como una mancha  o fumarola azul, blanca y negra, una pulsación difuminada y fugitiva, una constelación semi-imaginaria de energía; era su horrible ripio de los que había visto tan felices. Aquel ente  flotaba, se contraía como un órgano, se dilataba en el aire, como si se debatiera en los estertores de la muerte, semejante a la muerte boqueante de los perros y de otros animales, y caía al suelo  tras haber cumplido su vida, su misión: Miré el prodigio abriendo los ojos hasta notar la tensión de mis párpados. Quedé contemplando el espacio y no vi otra vez sino el suelo, limpio y blanco. La mancha desvanecida, aniquilada, sin rastro de materia. Como si nunca huniera existido.



         - Cuanto antes descifrara todos sus fraudes de poemas o viles acertijos de drogadicto egoísta, antes sería libre de mi trovador Raptor, aquel fanático de la Poesía. Por lo menos llevaba 46 años perdiendo la cabeza por esa Señora





- Estábamos en el 2009 y mi Señor gracias a estas y a otras impresiones empezó a soñar con el campo.



         De nuevo.



         Empezó a detestar las ciudades.



         Otra vez.



- Pero sobre todo empezó a soñar que se encerraba con su mujer en alguna soledad perdida donde nadie les distrajera. - En realidad, cuando vio a los dos felices, lo que había empezado a echar de menos, era el Amor.





         Y DE REPENTE allí estábamos los dos, cara a cara en el caserón.



         Confluyendo su historia con la mía, su narración con la mía, su novela y su poesía:



         Era el 1 de septiembre de 2009 y mi Señor estaba en una extraña casa de campo en medio de una ancha tierra cubierta de cereal. A lo lejos un río que se empantanaba en ciénagas pero que, imperceptible, seguía su curso en dirección al sol poniente, hacia la Costa, hacia el Portugal lejano...



         - Reconocí  la casa porque ya habíamos estado muchas veces en ella en la imaginación: Era su fantasía para el invierno: Una madriguera con chimenea y bien provista de todo tipo de substancias: Deseaba una intimidad navideña con su pequeña familia en una soledad perdida pero al mismo tiempo poseer una frasca de marihuana de 5 kilos y una piedra de cocaína del tamaño de una pelota de tenis.



         ...Y toda clase de criaturas vivientes devorables -pollos, pavos, cerdos, terneras lechales, besugos frescos, rodaballo y hasta lomitos de canguro- en la nevera. Le gustaba usar el horno para flambearlos con Rémy Martin. Pero igual que bautizaba con licores sus platos caníbales favoritos, se regaba a sí mismo con vasos anchos y tintineantes de dos variedades de whiskey químicamente incompatibles...



         Desde las 10 ó las 11 de la mañana, con la excusa del "aperitivo", el Borracho ya empezaba a cacharrear con el vermú, la botella de Pedro Ximénez o la simple cerveza o el tinto de verano. Substancias y nombres a las que yo había debido de acostumbrarme.



         Mientras tanto no paraba de cortar zanahorias y de cocer escarola, patatas blancas y brócoli como si estos aromas pudieran tapar el dulzón de carne de cordero asándose con toda su grasa en el horno. -Para cuando ya estaba en su punto el asado, lo dejaba reposar y la emprendía con un pudding.-En cuanto lo dejaba en el interior del horno, volvía a beber, a menudo cambiando de substancia para ver qué le pasaba. Yo le sugería que se fumase un buen porro -ya había aprendido a decir esta clase de vulgaridades- para poner colofón a su Mañana de Ama de Casa Aburrida en el Invierno en el Campo.



         Lo que más le gustaba era esa hora totalmente muerta de las dos de la tarde; todavía demasiado pronto para comer; demasiado tarde para volcar otro vermú u otra cerveza. Eso ya sería una demora, y un exceso. Por eso mejor préndete un porro. Es más científico. Es muchísimo más sano. Y no hablemos de ecológico: Es mucho más costoso el alcohol que el cáñamo. - Yo le aliento a mi Señor el Drogadicto a que se meta un buen mai de hachisch. Está en posesión de unas reservas que parecen onzas de chocolate. Tendría que fumarse más de mil porros al día para que se le agotasen antes de que termine el invierno. También le animo mudamente a que pase cuanto antes a mayores y saque de una vez la bola: -"Total, ¿qué tenemos ya que hacer? Si el asado con su guarnición está listo y el pudding apagado y enfriado y todos los cacharros de la cocina limpios, colocados en su sitio, el suelo barrido, la mesa puesta, el reloj en hora.-  Las dos y cuatro, la hora muerta. Lo tienes ya todo hecho. Ahora pegan unas lonchas ", le martirizo.



         Los pequeños ruidos  que hace a solas liándose su sórdido porro de cáñamo prensado y aceitoso, me hacen despreciarle hasta extremos físicos: Parece que la cocina va a salir ardiendo de lo mucho que le odio en esos momentos. Es algo más que ganas de golpearle o de hacerle sangre, va más allá de desearle con tenacidad la muerte. Es enorme el asco y la repugnancia que me producen los pequeños sonidos domésticos que hace sobre la mesa de la cocina al liarse su primer porro del día.



         Mientras nosotros nos dedicamos a estas rutinas de invierno, su mujer languidece en otra estancia.



         Su hijo sueña.




































EL CAMPO. SEPTIEMBRE DE 2009



         Pero déjame, querida Lectora, que sueñe. No seas cruel y déjame que viva a mi manera. No me explotes. No me humilles más. No me lleves otra vez a las ciénagas del realismo sucio. ¿Quién te dijo, oh Musa, que yo fuera el Cronista-Periodista? ¿Dónde he firmado, como Dylan,  que contaré la verdad y nada más que la verdad? Nada menos que 1007 páginas después, debería resultar obvio que no alcanzo a descalzar ni la suela del zapato de Margaret Mitchell ni de su obra; - es decir, falto de perspectiva, a causa de la proximidad temporal, déjame que lo fantasee. Tal vez no como fue, sino como yo me imaginaba que era y me empeñaba en que fuera.



         Al principio todo me pareció obvio y sencillo: Llevaba casi 10 años añorando el campo desde la ciudad: Era fácil ver montañas por encima de los bloques de las barriadas; ahora sería al contrario: yo viviría allí atrás, más allá de las montañas, donde apenas quede gente. Nos iríamos de la Costa y de la Urbe, al Silencio Florido del Campo. Casi no usaríamos aparatos. No moveríamos el coche. No gastaríamos un duro. Estaríamos cada día más fuertes y más sanos. Sería como una prolongación del cámping dese verano pero... todo el año. Y en vez de yacer en el suelo, dispondríamos de cama.



         Todo salió a las mil maravillas: En menos de un mes habíamos alquilado a bajo precio (eso me pareció) la casa de mis sueños. En principio, la vivienda era lo de menos. El agente inmobiliario Candi me mantenía hipnotizado con sus ojos celestes y sus maneras de caballero castellano antiguo. Me parecía bien cualquier cosa que él decidiera. Estaba dispuesto a quedarme hasta en una vivienda que no me convenciera si a él le parecía bien. Por eso un día le confesé, como si ya fuera un amigo, que lo que andábamos buscando no era un piso en el pueblo  ni nada parecido sino una casa en el campo. -Eso disparó la fantasía comercial de aquel viejo hombre de negocios. Con gélida indiferencia me informó de que su hija había ganado el premio regional o nacional de cortes de membrillo. A continuación me contó una leyenda de Santa Teresa de Jesús (bendita sea). En tercer lugar me confesó que a él le encantaba el campo, como a mí, y que si no vivía allí todo el tiempo es porque su mujer no quería. - Un halo de misterio envolvía a nuestro intermediario y medio amigo.



         Por fin una mañana, haciéndose cargo de nuestras preferencias, Candi se sacó un as de la manga y nos llevó a lo que me pareció un bonito chalet de los 70 en medio de un olivar y descampados.



         Nada más trasponer la cancela de la entrada, me asombró el tamaño del árbol central del jardín: ¡Un vetusto álamo blanco que hacía ruido y daba sombra y era todo un espectáculo en la mañana de septiembre!  Desde ese mismo momento decidí que viviríamos allí al lado dese ser de inusitadas proporciones, el gran álamo blanco del centro, dominando desde la altura al pequeño olivo. Son dos árboles admirables que transmiten sabiduría y amor, entran ganas de pasar mucho tiempo cerca de ellos.- Casi no miro el resto de la casa, hipnotizado por el árbol, por los álamos boleanas y los rosales y adelfos y más y más árboles que empiezo a distinguir más allá del gran álamo blanco que no dejo de admirar boquiabierto, incluso cuando vamos por dentro de la casa yo sigo "pillado" y miro al árbol desde dentro. Es muy hermoso.



         Es el 1 de septiembre de 2009. Ha sido dicho y hecho: nos vamos de la ciudad al campo. Lo decidimos esta última Nochevieja, lo recuerdo. Adiós al mar y a la urbe y bienvenidos al campo.¡Y ahora estamos en el campo, en la casa de mis sueños, bajo el gigante centenario! Es una felicidad grande haber hecho lo que quiero, estar junto a una mujer que me quiere y me secunda y me acompaña. Ahora que se ha desvanecido el Amor, sé que la amo.



         Estamos en el campo y allá lejos se encienden los fuegos artificiales de las Ferias y Fiestas del piueblo. Ni siquiera nos planteamos la idea de bajar. Estamos bien aquí. En nuestra casa alquilada. Y parece que los cohetes voladores de colores estallan por nosotros, nos dan la bienvenida. -Nosotros encendemos todas las luces de fuera, todas las farolas del jardín y escuchamos el estrépito de la pólvora. Luego allá lejos se acallan.- Yo empiezo a tocar la guitarra en nuestro extraño patio de entrada, rodeado por hectáreas y hectáreas de campos y campos. Suena bien y, de repente,... empieza a asomar la cabeza el primer gato: Se mantenía a cubierto dentro de una maceta del patio; luego va saliendo otro. Son como serpientes de cascabel fatalmente atraídas por la música. Salen, muy despacio, como si emergieran del sueño,  en total 4 gatas: una madre rubia con sus tres hijas. Es como si aceptaran nuestra presencia: De momento se ponen de perfil, no se entregan pero tampoco se encubren, y apenas nos miran, pero parecen escuchar la música atentamente. - Yo no sabía entonces que aquellos hermosos animales que de tan extraña manera se presentaban en la noche de la feria, acabarían por robarme el corazón y sus nombres -Lola, Negra, Tigre, Copito- prendidos a mi memoria como el Catálogo de las Bellas que me Turbaron.



         Déjame soñarlo, déjame contártelo tal como yo la novelé mientras lo vivía: - Indudablemente habíamos hecho lo correcto al trasladarnos a vivir bajo el álamo blanco de 15 metros de altura y tal vez 10 de diámetro. Las primeras mañanas me levantaba excitado y lo primero que hacía era salir a verlo como si temiera que aquel gigante de raíces blancas y superficiales, redondas y suaves como cañerías, pudiera marcharse. "¿Cómo estará a estas horas de la mañana el árbol?". Varias veces al día necesitaba tocar su ancho tonco bondadoso, abrazarlo, subirme a su horqueta, besar sus ramas jóvenes, sentarme en el repecho que hace la raíz, semejante a una serpiente enroscada sobre el césped, quedarme absorto en el campanilleo que hacen las hojas, cada una simpar y todas a la vez sinfónicas, más sonoras cuando las mueve una súbita ráfaga de viento.



         Necesitaba que Morphi tanto como su hijo se rindieran a la misma admiración desordenada que yo sentía por el álamo. Por eso a menudo les sacaba el tema y pasaba horas hablándoles de las maravillas de aquel grandullón centenario pero con el pelo verde intensamente brillante.- No fuesen a decir de él algo despectivo como que echa muchas hojas: - Eso más bien es un privilegio, un regalo: Porque me permite  barrerlas, rastrillar el césped, limpiarlas, olerlas, manosearlas, mezclarme con ellas, savia con piel.- El árbol es un asombroso fenómeno de juventud en la vejez o de lozanía venciendo al Tiempo. Los perfumes y las mujeres huelen bien pero no como las hojas del álamo: medio verdes, medio secas, aún flexibles, con nervaduras como pequeños canales de terciopelo, no del todo hojas muertas... Yo no sé qué sería capaz de hacer si alguien se atreviese a matarlo; su vida -en mi opinión- es muchísimo más valiosa que la de un ser humano.



         - Hasta que Morphi no expresa alguna clase de amor por el fascinante vegetal, no paro. -Al final comprendo que me comprende, que ya lo ama un poco a pesar de que no llevamos en esta casa de campo más  de dos días.- ¡Pero es que es muy fácil y casi automático enamorarse de un ser tan bondadoso, tan grato, tan antiguo, tan bello y tan imprevisible! Y si Morphi no comprende la suerte que hemos tenido al ser aceptados por él y por los gatos, entonces no puede comprenderme a mí. - Si paso más de dos horas lejos de él, lo echo de menos y debo volver a sentarme al pie de mi árbol. Ya no soy feliz si no estoy todo el tiempo con él. Ni las personas ni los animales, ni las flores ni el Cielo son tan bellos como este robusto álamo, cuadrado y flameante como una campana en su cerro (Cerro Gordo).-  Su sombra es algo más que un fenómeno lumínico: de noche también se percibe, bajo su enramada, un cinturón de energía más obscura. Recuerdo leyendas de gente que se durmió bajo un árbol sagrado. Es obvio que el árbol tiene alma, un alma sabia y longeva, un alma muy hermosa. - Sí, Morphi lo entiende, sabe,  acepta que nos hemos quedado esta casa solo y exclusivamente por el portentoso animal con hojas que es el rey absoluto del jardín. - Pero ella va a su propio ritmo y manera. A ella las que le tienen absorta, son las gatas. - Con frecuencia veo a Morphi totalmente concentrada en las evoluciones de las gatas. Pasa semanas enteras observándolas en silencio. O más bien, intentando sentir lo que sienten ellas. Quiere descifrar sus sentimientos e ideas. A mí a veces ni me oye, tan pendiente está de los cuatro animales.- A ella le ha dado la locura de los gatos. A mí la del álamo. El niño sueña en su cuarto con Maquiavelo, Caterina Sforza, el Duomo de Florencia,  el incendio del Reichstag, Rocky, John Fitzgerald Kennedy, los gangsters de Chicago, Grand Theft Auto  y la Guerra de Independencia Norteamericana. Tiene la cabeza como un cencerro a sus 9 años- La vida es fácil para él y se rige todavía por una ley única y absoluta: Apoyar con todo su corazón, toda su alma y toda su mente lo que diga su madre. -Incluso indicaciones que ella pronuncia medio en trance - mientras sigue estudiando  a la gata madre y su relación distante con sus tres crías- él las ejecuta de inmediato con la mayor seriedad. Pobre gilipollas. Los efectos a largo plazo de la educación que está recibiendo -si es que le estamos "educando"- más que preocuparme, me hacen gracia. -Después de todo, tampoco el desarrollo de mi favorito -con todo el espacio del mundo a su alrededor para extender sus ramas y crecer libre- ha estado exento de sufrimiento y errores; su raíz retorcida así lo evidencia.



         A la semana, Morphi ha empezado a hablar con las gatas. Las gatas la entienden y contestan con una amplia variedad de registros que van del maullido en diversos tonos, al gruñido o la expulsión de aire por la nariz en una expresión de rechazo. Eso por no hablar de su lenguaje corporal que es aún más elocuente. -A veces Morphi les pregunta algo y,  la que llamamos Negra, habla; es decir articula un "NO" que suena distintamente: un gruñido arrastrado con una ene clara y una O bien redonda. Por un instante nos quedamos congelados. Es evidente que un gato puede emitir, si quiere, un "NO" ... Luego la Negra sigue comportándose de forma normal, como si quisiera tranquilizarnos, haciendo las cosas que suele hacer un gato: En su caso morder con voracidad cualquier clase de comida, holgazanear al sol, jugar con sus hermanas y andar de aquí para allá curioseando.- (Por entonces aún no entendíamos lo de "la curiosidad mató al gato" pero pronto íbamos a experimentar el  amargo sentido dese dicho).



         De momento la vida de Negra, como la del niño, era bastante fácil. Estaba claro que los gatos eran capaces de entendernos pero no estaban dispuestos a obedecernos. Por eso ningún gato ha sido nunca domesticado. Cuando les intentas enseñar alguna cucamona como si fuesen perros -por ejemplo, a darte besitos en la nariz- te miran con una




































arrogancia impasible: Eres idiota -parecen pensar- .¿Tú te has creído que voy a hacer esa tontería por ti?-Y después de haberte puesto en tu sitio, permanecen a tu lado sin mirarte, algo ofendidos quizás, entrecerrando los ojos como reyes antiguos, serenos, seguros de su majestad, conscientes de que no tienen que agradarnos ni darnos nada a cambio.



         Sin embargo ellos dan la vida por nada. He podido observar que casi ningún gato muere de viejo-: Una tarde volvíamos a casa y los faros iluminaron el alargado cuerpecito de Lola, la madre, atropellada en la carretera a pocos metros de la cancela de entrada a nuestra vivienda. Morphi, conectada profundamente con aquellos felinos, fue la primera en darse cuenta de lo ocurrido; empezó a llorar.



         No fue sino el primer gato que, entre lágrimas de rabia, tuve que enterrar de mala manera en el olivar de enfrente.- Lola había sido una gata muy hermosa, blanca y dorada como alguna de sus nietas. Su control sobre sus crías era absoluto: A veces se situaba en la cornisa de la ventana, donde los cachorros no podían llegar, y los dominaba con sus grandes ojos verdes.



         Con su muerte parecía que nos había entregado a sus hijas, como si solo hubiese vivido hasta que apareciésemos nosotros para cuidarlas. Yo entonces aún no sabía nada de la misteriosa forma de vivir y de morir de los gatos. Por ejemplo, no sabía nada de su heroísmo sin causa. Lola había sido la primera mártir. Y su vida había tenido sentido.



         Nuestra locura por los gatos aumentó: compadecíamos a las tres huérfanas y en cualquier detalle creíamos ver que echaban de menos a su madre (cuando lo más cierto es que simplemente no añoran a los difuntos porque no les lloran).- Morphi adoptó dentro de la casa a las tres des-madradas: Botitas, Tigre y Negra, de caracteres tan distintos como sus fisonomías.



- Botitas era blanca pero de un blanco sucio, la cara y las orejas obscurecidas por siniestras manchas negras, igual que los pies que habían dado origen a su nombre: Cuatro botitas negras diseñadas por la naturaleza y la ciega genética en un capricho sin objetivo. Era silente y arisca como niguna. Y no parecía sentir afecto o interés por los humanos. Era intratable y no consentía acercamientos.



- Tigre lucía un pelaje gris y atigrado. A mí me parecía mucho más bonita. Digna y elegante, tomaba sus distancias con los hombres, pero no era arisca. Con el tiempo llegamos a comunicarnos con ella de maneras bastante complejas. -Comprobé que para hablar con los gatos era preciso no pensar; es decir hablarles de corazón -como hacen ellos- y no pararse a pensar en la locura que estás haciendo. Por eso el genial personaje tontiloco de Murakami  (Kafka en la  Orilla)  puede comunicarse con ellos. Recuerdo que una vez estuve casi cinco minutos explicándole a una gata hambrienta cómo podía acercarse a la azotea de mi casa para que le echase comida; de repente, al acabar mi explicación vi que la gata me escuchaba inmóvil pero me sentí ridículo: cómo iba a entender una serie de palabras tan complicadas: En cuanto subí a casa me acerqué por curiosidad a la azotea: allí estaba la gata, en el preciso punto que yo le había explicado antes. - También escribir una novela o creerse un personaje de novela constituye un mérito para ser un candidato al manicomio, y sin embargo algunos perseveran.



- Por último, estaba la Negra que en realidad tenía el color marrón de uno desos trapos que hay en los talleres mecánicos, algunas trazas más rubias o de color chocolate contribuían a esa impresión de tela mojada en aceites. La Negra era sucia -dentro de lo sucio que puede ser un gato- y desaliñada. -Su figura no era perfecta sino larguirucha y barriguda como la de sus hermanas que, cuando se ponían en pie en la ventana, parecían husos o zeppelines, vientres con la misma forma que el delfín pero peludos. La cara triangular y enigmática como una siamesa de mala raza y peores intenciones. Los ojos alucinantes y amarillos.- Sin embargo sería este animal prodigioso, voraz y medio salvaje (siempre había vivido a la intemperie) el que al final nos robó el corazón.- A Morphi ya la tenía hipnotizada para que le diera a ella las latas de atún antes que a nadie.



         Nuestro romance con las gatas, el álamo y el campo no parecía tener fin. En tardes completamente vacuas yo leía hastiado a Stieg Larson o la Isla del Doctor Moreau. No terminaban de cautivarme porque me atraía más el árbol debajo del cual me sentaba a leer. A lo largo de la tarde su expresión y su sonido iban variando. Cada dos o tres páginas me detenía absorto ante la belleza del álamo, le decía en silencio cosas afectuosas e intentaba contagiarme de su espíritu que me parecía extraordinariamente sagrado y benéfico. No conseguía creerme que hubiera tenido la suerte de vivir junto a ese gigante.



         Leía a los más fantásticos de los fantásticos: cuentos de Martín-Garzo, Solaris, Las Tribulaciones del Estudiante Törless, y por enésima vez y de nuevo sin éxito, empecé Las Olas. - Me parecían excelentes y me avergonzaba mi falta de entusiasmo pero levantaba cada dos por tres la vista del libro para mirar al árbol. Era imposible que me cansase de mirarlo, era como estar viendo el rostro de la Diosa. (Y a veces parecía, cuando cerraba la novela, que yo y el alma fuésemos uno, respirásemos al unísono).



         Cada vez me importan menos los escritos. Los problemas de los estudiantes austríacos de una academia militar me resultan extraños, me dejan frío la cultura y el aprendizaje. Mi ídolo no ha necesitado estudiar nada. Me gustaría parecerme a él. - (Otras veces, después de varias semanas viviendo, caminando y durmiendo entre árboles ya fui feliz como ellos y sentí en mi cuerpo algo de la naturaleza santa desas criaturas).



         En realidad cada vez me importan menos los hombres. Tal vez se me esté pegando también algo del carácter arisco de los felinos. Los rosales, la hierba, las gatas, las estrellas de noche, la chimenea, la lluvia... Todo esto me mantiene absorto igual que la adoración continua del gran álamo blanco. Con Morphi no hablo más que da gatas y temas afines. El niño me pregunta por la Noche de los Cuchillos Largos y por la Noche de los Cristales Rotos. Yo se las cuento de manera que no se pueda olvidar en su vida pero además añado la Noche Triste, la Noche de San Bartolomé y la Masacre de Esmirna. Para mantenerlo en estado de shock.



         Cuando bajamos al pueblo parecemos zombis, hombres-gatos, forasteros de la ribera, quinquis, extra-terrestres, hippies, marcianos, excéntricos, chiflados o gitanos. Los lugareños siempre presuponen que Morphi es rumana o de algún erótico país del Este; nunca española y por supuesto de ninguna manera del pueblo. Los setentones se ponen galantes con ella y hasta se turban un poco cuando la ven bajar en bici al pueblo. Es algo que no han presenciado nunca.



         Nos miraban mucho pero cuando se paraban en medio de la calle a inspeccionarnos sin disimulo, al menos no arrugaban la boca con expresión de asco como los de Soria. Más bien tenían un aire irónico, suavemente despectivo, fácil de soportar. Esta debía ser la famosa diferencia entre Castilla la Vieja (el Quijote) y Castilla la Nueva (Sancho Panza). En 100.000 años de Historia humana no había sucedido allí absolutamente nada. Ni siquiera una sola batalla famosa pues la de Alarcos o la de Consuegra no las conocía nadie o carecían de importancia. No había nacido nadie eminente y si los había, renegaban de sus orígenes como Antonio Gala o les tenían que quitar el título de Hijo Favorito del Pueblo como al arquitecto Miguel Fisac. Pedro Almodóvar por su parte había sido más cruel al mostrar a lo largo de varias películas el proceso de embrutecimiento irreversible de su propia madre. No contento con eso la había humillado paseándola por diversos platós para que representase su sainete rústico y se riesen de ella. (Caramba con el mariquita que adora a mamá). - Todo el mundo odiaba aquella tierra de la que huyó el Quijote. El sosegado erudito y poeta Ángel Crespo profería maldiciones cortas, extremadamente biliosas, a la manera dantesca cuando escribía de su lugar natal; cosa que hacía poco, para no excitarse. -Era un territorio que sacaba lo peor de uno. -Pero entonces aún no nos dábamos cuenta.



         Por no haber, ni siquiera se registraban grandes eventos históricos como los de Atapuerca Starlite, donde -a falta de toda novedad en un presente árido -como la desolación de sus pueblos sin vida- algunos científicos simulan cierta excitación dando un día la noticia de que Miguelón tenía una infección en la boca o que han hallado el cráneo de un Antecessor con señales inequívocas de haber sido asesinado. - Ni eso. Un cierto silencio paleontológico pesaba sobre toda la comarca: Ni siquiera había huellas de dinosaurios como en Tazones donde tampoco pasa nunca nada pero al menos pueden consolarse pensando que tiempo atrás la playa fue un lugar concurrido donde campaban y mugían reptiles como el brontosaurius o llegaba Carlos V con todo su séquito y los aldeanos le ofrecían un tazón de leche caliente. -Aquí no habían querido venir ni los dinosaurios. Los homínidos primordiales habían preferido hacer su yacimiento-santuario en otra parte. - El ser humano aún no existía y aquella tierra áspera y monótona, de un rosa suave, sin Historia, preñada de secretos y de aguas subterráneas, ya estaba.



         La población estaba compuesta mayoritariamente por viejos y ancianos felices y socarrones que disfrutaban de una salud estupenda en aquel lugar donde no había sucedido nada trascendente en los últimos 100.000 años. Su afición favorita era comentar en medio de la calle la estupidez de los tiempos y de las costumbres modernas. Casi ninguno tenía coche ni lo había tenido en su vida. Usaban boina en invierno y sombrero en verano. Se desplazaban en bicicletas de los años 70 y aún más antiguas pero primorosamente reformadas y mejoradas. Sabían hacer toda clase de cosas con sus manos: desde aparejos para pescar lucios  con cucharilla, hasta falsificar un grabado de Ignacio Meco, abrir surcos regulares con el arado o preparar trampas para conejos, levantar una casilla o arreglar el motor de una bomba de agua. Algunos eran zahoríes. Otros vivían en casas encantadas. Otros pertenecían al linaje de los Duendes. Entre ellos era muy habitual hablar de lo que habían soñado. En general, aquellos pueblerinos más que conversar, enhebraban relatos: Eran unos consumados cuentistas y podían pasar horas contándote historias de... un hurón que tuvieron y que se les escapaba de todas las jaulas hasta que... Lo que a su vez dará lugar a que otro se acuerde también de otro "sucedido" sobre hurones... Y así.- Lo fundamental es que eran felices, morían centenarios (así lo atestiguaban numerosas lápidas del cementerio) y rechazaban la modernidad como una cosa cómica y absurda. En esto se parecían a algunas poblaciones indígenas de la Amazonia y a los míticos masais.



         En general nos caían bien aunque los mirásemos de lejos. Aunque no conseguía olvidar la suerte que había corrido Gauguin en el pueblo de la Bretaña o Wittgenstein en el Tirol, y en general los artistas que se empeñaron en volver a la Naturaleza, al campo y a los pueblos.



         Habíamos pedido traslado al campo con la idea de simplificar. Llevar una vida más ecológica y más económica.- Doy fe de que la experiencia nos costó la salud y el dinero:



         Año y medio rompiendo palés a golpes de riñón y con un pico (carecíamos de hacha) para hacer leña y prender la chimenea -único medio de calefacción eficaz en el caserón de Cerro Gordo-, me causó tres hernias inter-vertebrales en la zona de la cintura. Benditas sean mis hernias si componen mi biografía hecha carne y cartílago: Después de todo, quizás soy algo más que un personaje virtual y virtuoso de papel y plasma, tal vez soy un ser humano de verdad -como a veces me temo.- En ese caso mis dolencias y taras físicas son de competencia pública lo mismo que mi producción semanal de esperma, el estado y coloración de mis heces fecales día a día, o mis horas de trabajo y de sueño. O el morboso asunto del tamaño de mi pene (unos 27.96 cms. en erecciones espectaculares). . - (Puesto que los personajes de novela carecemos de privacidad. El narrador omnisciente le persigue más allá que las cámaras de Gran Hermano puesto que penetra también en sus sueños, en sus emociones y en sus pensamientos más ocultos. Como hace Margaret Mitchell con Scarlett O´Hara y su frase: "Pero eso no lo pensaré ahora; lo pensaré mañana.")



         Mi cadáver será mi auto-biografía. Sobre mi cuerpo están escritas la línea de la Muerte, las heridas de la Vida.- Qué bonito, qué bonito. Cómo acepta el tío, oye. Se hace viejo, se hace feo y él no llora ni lamenta. Ole el tío.

        

         (Después de todo, mis memorias, mi Catálogo no son sino una explicación larga y detallada de lo que una buena antropóloga forense como la bella doctora Temperance (Bones) podría deducir a partir de la observación científica de mi cadáver).



         Nos trasladamos por llevar una vida más natural y más sencilla pero el campo nos costó la salud y nos complicó la vida: El regreso a la naturaleza estuvo a punto de destrozar la estructura de nuestros huesos para siempre:-



         En una zona famosa por su sequedad,  sus sequillos, sus secanos y sus secarrales,-  (la Mancha Humeda suena  a algo sucio:  a esperma, caca o sangre en el pantalón del pijama; nadie quiere vivir en una mancha húmeda-  aquel otoño de 2009 empezó a llover a mares y ya no paró hasta el mes de junio.. Yo me acordaba de Cien Años de Soledad mientras abrigado como un esquimal y tomándome un café en una especie de recibidor acristalado, miraba llover  un día detrás de otro y admiraba las metamorfosis y emociones del  álamo en las noches de tormenta.- Yo había instalado mi cuarto de trabajo lo más cerca posible de mi ídolo. Lo malo es que ya en octubre empezaba hacer bastante fresco en aquella habitación toda de cristal. Solo cuando las incomodidades  comenzaron a afectarme, me fijé un poco en los detalles de la extraña vivienda que habíamos alquilado a causa de que en su recinto vivían, fascinantes, las gatas y el álamo.



         A todo esto yo debía bajar al pueblo todas las mañanas para cumplir mis obligaciones laborales en una de las dos Fábricas de Membrillo del Estado. No era la única productora de residuos químicos en aquel lugar bucólico: La chimenea de la Olivi -una fábrica de ácido prúsico- con su estatura de más de 40 metros, dominaba el perfil bajo del pueblo con su castellet o caserón normando al lado, como un siniestro palacio de Drácula en medio del paraíso de los Cárpatos, simbolizando la sumisión feudal del pueblo a sus opresores. Día y noche arrojaba cantidades de humo blanco y humo negro como en un cónclave eternamente indeciso. A consecuencia destos vertidos, muchas mañanas el aire se volvía hediondo e irrespirable. Ninguna ciudad estaba tan contaminada como aquel pueblo idílico próximo a una reserva natural de la biosfera. Los lugareños podían enorgullecerse de tener una atmósfera más enrarecida que la del cinturón industrial de Pekín.



         Pero el agua también era tóxica: En una de las presas artificiales del río pudimos ver los grumos de espuma química que producía el río al saltar, cuajarones del tamaño de pequeños icebergs de jabón o de algo parecido, nadando en un líquido marrón y hediondo: El pueblo entero arrojaba sus basuras directamente al río con la excusa de una planta depuradora a la que nadie, más que los flamencos y los patos, se acercaba porque el hedor era inaguantable. Pero además existía una cooperativa vinícola y una fábrica de vinos y zumos que desaguaban en los cauces públicos. - Por si esto fuera poco, el agua potable  del pueblo era tan caliza que dejaba una pátina blanca en las jarras tan solo después de haberlas rellenado 3 veces. Por no hablar de los pesticidas, los herbicidas y abonos que se filtraban hasta el freático y añadían más ingredientes a esa mezcla ponzoñosa que nadie era capaz de echarse al estómago.



         Apenas había industrias pero las pocas que había tenían un tremendo potencial destructivo: Además de las cooperativas vinícolas y la factoría de ácido prúsico, una empresa danesa se dedicaba en las afueras a generar hélices de gran tamaño para matar aves en vuelo. Y a tan solo unos kilómetros de nuestra localidad -en su término todavía- estaba lo peor: Unas instalaciones militares subterráneas pero provistas de múltiples antenas de comunicaciones; nadie sabía exactamente de qué se trataba.- Algunos murmuraban amedrentados que la incidencia masiva del cáncer en el pueblo tenía tal vez relación con las ondas emitidas por las antenas de los campos militares casi camuflados en aquella tierra de nadie, vallas sin emblemas ni carteles ni banderas en la carretera hacia el Sur, una que no aparece en los mapas.



         Y si no era por eso, sería por el ácido prúsico... O quizás era la amargura: Había una tasa de suicidios más alta que en Lituania o en Oslo. Tenían un aire más insano que el smog de Londres pero a la vez eran tan infelices como los búlgaros, los más asqueados de Europa con sus propias vidas de acuerdo según datos estadísticos:  La mayoría de los varones de más de 40 años se ahorcaban, se pegaban un tiro con la escopeta, se estrellaban con el coche en la carretera del río o les daba un infarto a causa del abuso del alcohol.



          -A los pocos meses empecé a comprender por qué eran tan felices y socarrones los viejos nonagenarios: Para que ellos jugasen a la petanca bromeando sobre cierta palabra inglesa que han oído en la TV y que les hace mucha gracia, sus hijos tenían que inmolarse.- Los viejos eran de hierro -venían de los tiempos del hierro: cuando le clavaron un cuchillo de carnicero a José Ruiz de la Hermosa en las escaleras del teatro-  y no volvían a verter una lágrima ni a pronunciar sus nombres. Insistían en mantener su inocencia pre-tecnológica (aunque ellos dominaran todo tipo de técnicas: desde encontrar nidos de gorrión a fabricar un mosquitero o soldar el aluminio) y los auto-asesinatos, como el cáncer,  eran esporádicos, un accidente, un secreto más que callar. - Las mujeres ya estaban amargadas antes de que se matasen sus maridos, pero ahora eran más infelices y la viudez no las liberaba sino todo lo contrario.- Los más jóvenes (menores de 40) sí eran felices y como en todas partes manifestaban su felicidad con estrépito. Pero alguno se adelantaba siempre y le daba un patatús en una fiesta, anticipando el futuro de los demás. - Nadie era feliz. -Salvo los viejos-. Para mantener la fantasía de los viejos de todo igual que siempre, todas las demás edades sufrían y perdían sus vidas. - Pero se sometían a ellos como a los rituales de la Iglesia porque sus viejos representaban un estado superior de ser y ellos no habían encontrado nada mejor. Y por eso los nonagenarios eran nonagenarios y los de 40 se suicidaban a los 40.



         - Habíamos pensado que íbamos hacia la vida pero nos encaminábamos hacia  la muerte. 



         - Según nos adentrábamos en el invierno -que era mi fábula de la casa de campo rodeada por la nieve, bien provista- empecé a pasar de la  canción del verano al cuento de terror navideño. La transformación vino precedida de una serie de malos presagios como la muerte de Lola, Gran Gata Madre.  Pero no fue el primero ni el único.



         De noche, meditando en la perfección del álamo y en la manera de adquirir su serenidad y su belleza, podía percibir una especie de fuerza obscura que me indicaba que abandonase aquella casa. Pero yo me rebelaba. Salía cada media hora a la intemperie aunque siguiese lloviendo para observar con entusiasmo el comportamiento y el sonido de mi héroe, el álamo blanco, una música   que jamás se repite a sí misma.



         - En noches lúgubres, ante la chimenea apagada, una cadena del tirador hace ruidos rítmicos como si quisiera establecer un código conmigo de dos golpes y un golpe. - Empiezo a sentir miedo pero rezo y me calmo y por supuesto rechazo ese juego; luego sabremos que aquí, en este casa, murió y pasó sus últimos días no hace tanto el padre de los propietarios. Quiere que nos vayamos. Nos está echando. Y no, no es el viento.



         - Y hubo malos presagios de todo tipo. Pero cuando ocurren, uno no hace caso. No te trasladas de casa solo porque te da mal rollo o porque la chimenea apagada  hace de ouija. No. -No te das cuenta de que te has equivocado cuando Morphi te dice que has pintado las paredes precisamente con el único  color que ella aborrece y le da mala suerte: el amarillo.- Era la segunda semana de nuestra estancia y una voz profunda me dijo que ese detalle y otros señalaban claramente que terminaríamos mal.- Pero yo no quería créermelo,  no actuaba en consecuencia ni me planteaba marcharme. - Eso tal vez lo haría un oriental, un gitano. No yo, medio francés aflamencado a lo Pepe le Mokó;  español italianizante pasado por las dunas romanizadas de culta Tripolitania.



         Pero tal vez lo más lamentable del pueblo era el estado de las mujeres de mi edad. Si ser fiel era no caer en la tentación, aquí iba a ser fidelísimo. La primera vez que las vi, no podía creerme que estas fueran los seres humanos hembras en los que yo tenía que fijarme por ser más o menos de mi  misma generación. Estaba acostumbrado desde la adolescencia a vivir rodeado de mujeres, chicas, damas, señoras y hasta fulanillas guapas. En la Costa los parámetros de belleza fisonómica solo eran igualados por las legendarias guaraníes y hawaïanas así como por los superávits de hermosura material que se registran en algunas zonas de Polonia, Suecia, Etiopía  o la Polinesia. Había tantas mujeres guapas que te habituabas.  Se daba por supuesto. (Es falso que haya feos y guapas en todas partes y en la misma proporción; ya he comentado antes que, en mi opinión,  el problema vasco se origina en la falta original de encanto y femineidad de las euzkaldunas).



         La primera vez que vi a las madres de los amigos del niño, sentí vergüenza por haber descendido a un nivel tan bajo: Eran horriblemente gordas, bastas y avejentadas; era imposible imaginarse nada erótico con ellas. Me sentía profundamente humillado al verme en su manada: ¿Será que yo también había envejecido y me había afeado y no me daba cuenta y que a partir de ahora los animales de mi especie iban a ser para siempre estas matronas chillonas y vulgares? ¿Eran ellas las que me correspondían? Una insoportable tristeza me invadió y empecé a entregarme a la depresión estacional que muchos padecemos a partir de octubre.



         No me preocupaba que no llegáramos a fin de mes o que la casa cada vez mostrase más manchas, aspectos indeseables y malos augurios. -Pero privarme de mi alimento de vida, eso no. Miraba a Morphi como quien se agarra a un clavo ardiendo: La edad ya iba haciendo mella en ella, siempre iba vestida como una nómada de Laponia, con el plumífero blanco cerrado hasta las rodillas incluso dentro de la casa. Tres o cuatro capas de ropa y gorro calado hasta las orejas. Pero aun así parecía 10 ó 15 años más joven que sus coetáneas del pueblo. E infinitamente más bella. Por eso los sesentones se ponían calientes cuando la veían; dado el nivel estético del pueblo, era como si vieran a Beyoncé bajando en bici. - Ahora que ya no estaba enamorado, me daba cuenta de que la amaba.



         Tras dos años de convivencia y tres de relación (en bigamia durante bastantes meses) me había decepcionado casi por completo: Todos los grandes proyectos que acaricié en torno a su espléndido porvenir, mis sueños y esperanzas en torno a Morphi se habían venido abajo. - Alguna vez  había yo intentado retornar a mi libertad primitiva de solterito con pareja fija  estabilizado en el adulterio. Pero entonces Morphi había mostrado todo su poder y sin alzar la voz, clavándome sus ojos glaucos  glaucos  glaucos -no serenos- me había traído de vuelta al redil. - Yo estaba haciendo el mismo recorrido que la inmensa  mayoría: el español medio, el ciudadano cero: Sentando la cabeza: Una y otra vez martilleaban en mi memoria las Coplas a la Muerte de Don Guido de Machado: Me reconocía: "Murió don Guido, un señor / de mozo muy jaranero, /buen galán y algo torero, /de viejo gran rezador".



         Gracias a Dios, mi problema vino a solucionarse en la Fábrica. Allí, bendita sea mi suerte,  había algunas mujeres hermosas. A una de ellas ya la conocía pero no la había visto desde hacía mucho tiempo. Era la hermana de Javi-Kermit al que tanto había evocado aquel verano en Salamanca pero a quien al final - (¿por qué?)- no me decidí a llamar. Me acordaba aún del día que ella nació 30 años atrás: Su hermano se había quedado a comer en nuestra  casa ya que su madre estaba dando a luz. Teníamos 15 años y a mí me resultaba raro, casi inmoral adquirir hermanos a esa edad.- Ahora, tres década más tarde, Inés -asi se llamaba- se había facultado como Modeladora Profesional  de Membrillos y, feliz casualidad, ¡trabajaba en mi misma Fábrica! Ahora  Inés Marcos era una Isolda angelical,  rubia pero con ojos color de  miel, chispeantes y pícaros en extremo como los de su padre o su hermano.



         Me saludó con alegría y hasta con algunos melindres de timidez, como si mi presencia la devolviese a la infancia. Yo recordaba aquella niña a sus 7 años, ya entonces parecía irradiar -igual que ahora- una especie de resplandor de talento. No era porque todos asegurasen que era superdotada o porque tocara con virtuosismo el violonchelo. Sino por algo más. Tal vez por su aspecto modoso, nada engreído.- Nosotros estábamos descansando de nuestras caminatas en el salón de calle Jardines, oyendo bocados exquisitos, composiciones que me parecen raras pero que Javi cree que debo oír: La Noche Transfigurada, Sketches of Spain o a los Gershwin; alguna vez pasa la pequeña Inés y saluda con delicadeza, parece que quiere hacerse más pequeña de lo que es y sin embargo consigue lo contrario: Es como si me saludase Mozart niña. Estoy convencido, como todos, de que llegará lejos. Como mínimo, íntérprete de reputación internacional. - Era excelente. Bastaba verla. Era mejor que el resto de los seres humanos. En cualquier sentido en que se quiera interpretar la palabra "mejor". Era, por ejemplo, mucho más bonita que ninguna niña de su edad.



         Inés era el tardío producto-estrella, el resultado acabado de la familia Marcos Rivas tras los intentos de Tomás, Javi, Óscar y Quique. Cuatro varones la habían precedido como acercándose cada vez más al blanco pero sin terminar de acertar. - Inés era un diamante. Una singularidad.- Cuando ella aparecía yo no sabía cómo comportarme. Y eso que yo era un experimentado hombre de mundo a mis 20 años  mientras que ella solo tenía 7.



         Ahora estaba frente a mí casi tres décadas después, como un personaje novelesco en un novelesco reencuentro de novela. Pero a diferencia de Marcel y su regreso al salón de Guermantes en el último tomo de La Recherche (Le Temps retrouvé), yo no asistía a un macabro carnaval de arrugas y pelos encanecidos.- Inés solamente había mejorado. (Que yo pudiera recordar no poseía en los 80 esos volúmenes en los pechos). - Ahora era una mujer. Y muy hermosa.



         - También Flaubert imaginó en La Educación Sentimental un reencuentro 20 años después absolutamente desgarrador y patético: Los amantes ahora pueden pero ya son demasidado mayores para empezar nada.



         - No iba a ser mi caso, no iban a ser así mis Veinte Años Después: - Ella era absolutamete joven, absolutamente rubia ...  y me sonreía. Estaba absolutamente encantado de coincidir  con ella en el mismo centro de trabajo de lunes a viernes  de 8.35 a 14.40 durante 9 meses. Oportunidad infinita para verla caminar con su larga melena rubia con guedejas de Isolda. Verla recién levantada a las ocho y media o casi fatigada al final del día. Su presencia es tan pura que no parece posible que pueda emitir sudor o excrescencias. También su voz es extraordinariamente clara y sonora, un viento -como la de Morphi- pero cargada de la alegría de las primeras tormentas de otoño. -No puedo describir lo que siento cuando oigo la voz extremadamente musical y alegre de Inés. -Comprendo que los Marcos siempre fueron y siempre serán superiores.



         Todavía ahora, al escribirlo, escucho en mi memoria la voz adamantina, un poco cómica de Inés Marcos. Es la voz de una mujer sana y feliz en la flor de la vida. La voz de una mujer que habla inglés, francés y alemán. Es la voz de una mujer que puede cantar arias de Mozart, las cantatas de Bach, Porgy y Bess o el Lamento por la Muerte de Iseo. La voz de una mujer que puede percibir la diferencia entre un silencio de fusa y uno de semifusa. La voz de una mujer que posee "oído absoluto". La voz de una mujer aún plena de posibilidades -no como yo, que ya no tengo ninguna-, destinada a grandes cosas. Todavía.



         Me la imaginaba en Norteamérica y su paso por el pueblo no era más que un accidente temporal, una etapa preparatoria como esas jornadas de transición en el Tour donde no pasa nada ni se altera la Clasificación General. Inés llegaría a ser Coordinadora-Monitora de los Monitores de los Moldeadores de Moldeadores de Membrillo. Beca Fullbright en la Universidad de Berkeley o en el Smithsonian. - Su perfil de princesa celta me hacía soñar en los azures del mérito verdadero.



         Excelente, prominente, eminente con toda justicia.



         Era de un azul ultramarino asociado al Atlántico, a Occidente y a los rasos de la Academia. Semejante a las cosas que alguna vez soñé o sentí en torno a Sylvie, nuestra amiguita belga, la que a veces venía a vernos en las tardes interminables de Libya como quien se va a jugar un rato con los perros del vecino.- (Y tal vez todas habían sido nada más que invenciones y novelerías mías: ¿Qué habrá sido de Sylvie más de 40 años después? -Miro las noticias internacionales, el rostro de las celebridades y de los mandatarios, y no la veo.- ¿Qué será de Inés?)



         - Me parecía un milagro que la hermana de Javi me concediera su presencia y hasta algún detalle de antigua amistad. Una vez más, no me olvidé de dar gracias al Cielo porque una señorita  tan linda y tan valiosa me regalase su conversación o se tomase un café conmigo. -Aunque enamoradizo y nada práctico, yo también tengo mi lado realista: era consciente de que no iba a seducir a la hermana pequeña de Javi: esto no seguía el guión de otros tiempos, cuando del café pasaba a la invitación a comer y de ahí al "¿subimos a mi casa? - Eso ya no. Ni siquiera debía fijarme en el bulto de los pechos de Inés. Ni en la proporción de su cintura, piernas y glúteos. No es necesario que califique con números o categorías las distintas partes de su anatomía como hago siempre.



         No iba a repetirse la comedia eterna de Eros; estaba informado de la edad a la que Giacomo Casanova abandona por jubilación sus memorias. Los coleccionistas de mujeres de Kundera, los cultivadores del idilio, también lo dejaban cuando se hacían mayores. Del Don Juan Místico se podía pasar al Viejo Verde.



         Yo no pretendo competir con Mussolini  y sus 5000 relaciones íntimas con hembras, fulanonas y fanáticas fascistas (según le calculan los historiadores; ya que él no llevaba un catálogo, como yo). Pero hay que tener en cuenta que il Duce no vivió mucho. Yo, con marcas anuales mucho más discretas, puedo emularle a la larga si me cuido y me lo trabajo:  En 3 años de fornicación diaria -con 32 días de asueto; 33 los bisiestos- se puede alcanzar el pico de las 1000 eyaculaciones y en tan solo 15 años se pone uno a la par del maschio italiano: Tus primeros 5000. - Los especialistas no consideran "asquerosamente rico" a nadie que no tenga por lo menos 5 millones de euros en sus cuentas. - Tampoco debería otorgarse el título de garañón hipersexual a quien no haya escalado algún 5000.



         - Lo imposible es enamorarse 5000 veces. Mussolini por ejemplo estaba enamorado solamente de su mujer y de su amante Clara Petacci, que le acompañó hasta la ejecución y la profanación de los cadáveres. Otra cosa es que se follase a millares de admiradoras sobre la alfombra renacentista o contra la mesa de la Presidencia de la República.- Mussolini era un macho católico, blanco, payo, normal... En fin, como yo.- Querida Lectora, es imposible enamorarse 5000 veces. - Los terapeutas catalanes como Joan Garriga, los filósofos franceses como Michel Serre pronostican que los de nuestra generación nos enamoraremos de verdad unas tres o cuatro veces como mucho. Las biografías de los que nos precedieron arrojan más o menos la misma cifra. - Nadie se ha casado 5000 veces.



         - Estábamos en otro momento, no en la Época del Pelotazo (los 90) sino en la Crisis. Estábamos en otro capítulo de la novela de la vida. No en la de intentar ligarse a todas las obreras jovencillas de la Fábrica de Pueblo Costero (Estepona) ni en la Salamanca de los prodigiosos 80. Ahora yo era la pareja de Morphi, el padre putativo del gilipollas de su hijo, un pater familias con intenciones religiosas muy,  muy serias.



         - Además , -como por contagio con el nivel del pueblo-, mi aspecto físico se había deteriorado mucho: había engordado hasta adquirir la cintura de trigo y chorizo de un auténtico Sancho Panza, se me habían caído la mayoría de los dientes, como a Cervantes, mi pelo ya no tenía lustre, había perdido todo mi sex appeal. -O eso me creía yo.



         Además, debido a nuestro compromiso con la vida natural, siempre iba desaliñado y bastante sucio. Intentaba asearme a pesar de las condiciones de nuestra vivienda y para ir al trabajo escogía mi mejor ropa pero mis estándares de higiene y de atuendo no eran del siglo XX ni del XXI. A mis compañeros de la Fábrica les llamaba la atención que siempre fuera despeinado y que oliese a fogata, mi profusión de camisetas térmicas, viejas camisas de franela, dos pares de pantalones y de calcetines,  gorro de lana o boina francesa, bufanda de dos metros, guantes de cabritilla. Lo veían excesivo y ridículo. Siempre me hacían comentarios:  que si venía del Polo, que si se notaba que era del Sur...- Era como hacerle chistes a alguien que tiene hambre y no puede disimularlo. Para eso sí salían de su habitual impenetrabilidad castellana: Se les disparaba el ingenio  al verme muerto de frío, pareciera que eso les causara regocijo.- (Entonces ni se me ocurrió pensar que la Envidia y el Odio fueran tan hondos -guadianescos pero tan intensos-  en aquella comarca donde todo está encerrado -como observó Pío Baroja en El Árbol de la Ciencia- : el vino, el cereal y el aceite; el ganado, el dinero y las mujeres. No pensé que se pusieran de buen humor por verme aterido, que eso les excitara, que en el fondo me deseasen la muerte, suavemente, claro, pues aún me conocían poco y es necesario conocerse a fondo para odiarse a fondo (o tal vez no: ¿puedes odiar también a un desconocido que te da un codazo sin querer?)).



         Así que no me sentía capaz de seducir a una mujer como la hermana pequeña de Javi. Yo era un cincuentón pourri, un junkie, un moldeador burnout, un gordo castellano-manchego que no huele muy bien. Un tipo acabado.- Ella era un diamante.



         Mi mujer era una desempleada sin titulación académica, sin porvenir ni proyectos y había sobrepasado los 40. En cambio Inés -colmada de acreditaciones que ni siquiera conocíamos porque no presumía- ya había alcanzado con menos de 20 años que yo, mi mismo estatus laboral y me había adelantado en el socioeconómico. Como cuando el maillot amarillo cogía en la falda del puerto  a los escapados que habían arrancado antes y los dejaba atrás para subir la montaña con las super-estrellas. Mi mujer era decepcionante; Inés admirable. - Sin embargo, algo me decía que ahora que no estaba enamorado de Morphi, empezaba a amarla, a querer sus limitaciones y su imperfección. La quería más desde que me había decepcionado y se cayó el montaje de evolución y crecimiento personal que había ideado para ella. No sería la egregia Inés pero era mi querida Morphi, mi ladera. No buscas, comparas y cambias a tu mujer por otra si encuentras otra mejor, como hace la gente con los electrodomésticos o las guitarras.  

(- Pero yo ni siquiera me decido a abandonar mi viejo instrumento por uno nuevo y flamante que además me regalan).



         Por eso  agradecía tanto que Inés Marcos me dedicara algo de atención en las horas libres del trabajo, que eran muchas a principio de curso.- Una de aquellas mañanas alegres de septiembre, mientras caminábamos hacia una cafetería, le pregunté si tenía hijos. Recuerdo que en aquel mismo momento pasábamos bajo el campanario de San Pedro donde anidan las cigüeñas que taren a los bebés de París. -Ella me dio una respuesta tópica y claramente evasiva: "Bastante tengo con éstos..." se refería a los trozos de carne de membrillo que ella igual que yo, en el cumplimiento de sus deberes como funcionaria de carrera -pues tenía contrato laboral de por vida desde que aprobó las oposiciones, a la primera, con "Sobresaliente cum laude" y deslumbrando al tribunal-, amasaba, manipulaba e in-formaba hasta convertirlos en dulces listos para ser distribuidos y devorados por el sistema de libre comercio.



         - Pero no es lo mismo -pensé para mis adentros, algo afectado por esa          respuesta-. No es lo mismo tener hijos que hacer membrillos.



Algo en su forma de decir aquello me resultó chirriante: Tenía más de 30 años y ninguna intención de ser madre. Mi admiración por sus encantos físicos y espirituales sufrió una deflagración. Me entristecía como se entristeció Luna -nuestro guía y hombre para todo en la travesía del desierto del Thar- cuando le contamos que en Europa la mayor parte de la gente a su edad no tenía mujer ni hijos y vivía sola; eso le daba pena.



         Lo había dicho con una expresión rara, carente de su acostumbrada seguridad en sí misma. Casi como si esperase esa pregunta tarde o temprano, le  resultara incómoda y la despachara a toda prisa. A ninguno de los Marcos le faltaba agilidad mental. Yo siempre fui menos rápido y espabilado que ellos.- Quizás la maternidad era ese tema de la oposición que ella llevaba mal o que ni siquiera se había mirado.- O quizás en mi pregunta se transparentaba -por mi tono o por mi mirada- lo que de veras  hubiera querido preguntarle y no me atrevía: Si tenía novio (daba por supuesto que no estaba casada).- Es curioso que a lo largo de 3 años como compañeros en la Fábrica, jamás llegué a preguntárselo nunca. Aunque casi es inconcebible que una mujer como ella permanezca al margen de los hombres.



          Inés Marcos no era la única mujer bella en la Fábrica. Como había estado leyendo últimamente las novelas de Stieg Larson -que el mismo Vargas-Llosa calificó de "malas" o "folletones" pero memorables- empecé a confundir a mi compañera de Departamento con un personaje de Los Hombres que Odiaban a las Mujeres. Debo decir que en todas las Fábricas de Membrillo los formadores o moldeadores se agrupan por departamentos: Por ejemplo, Inés pertenecía al de Música; yo al de Filosofía.



         Parecerá extraño pero Inés y otros músicos se encargan de impregnar la carne de membrillo con acordes e inspiraciones líricas que parecen imprescindibles para la elaboración destos famosos productos españoles. Mientras que yo y los de Filosofía nos conformamos con entonar largos monólogos y discursos mientras pasaban los membrillos sin forma  en las cintas sinfín sin dejar de vigilar el efecto que ello hace sobre las pellas. El efecto, naturalmente, es muy sutil: ¿Qué efecto va a hacerle a un membrillo cantarle canciones?- Sin embargo, debido a una tradición muy antigua cuyo sentido o intención nadie recuerda, se considera irrenunciable que el material pase por estos procesos: Otros Moldeadores más especializados, más exigentes, de otra laya, manipulan año tras año esa especie de gelatina informe marcándole extraños signos alquímicos como la estructura pentagonal de la molécula del benzeno. Ellos son los que más trozos arrojan al basurero, los más selectivos.



         - (¿Y por qué les sorprende la naturaleza de nuestro trabajo de artesanos más próximo al encantamiento o al maleficio y, sin embargo, no se sorprenden ante el espectáculo  del sistema educativo, multitudinaria compañía de encantadores de serpientes? Pues profesores de Matemáticas persiguen al niño durante 10 ó 12 años curso tras curso remachándole en los sesos las tres reglas aritméticas y todas las reglas matemáticas que se derivan desas tres inocentes operaciones que todo el mundo conoce y utiliza. Cantan y obligan a cantar a los escolares ensalmos ininteligibles pero sagrados como el famoso número Pi durante tardes tristes y frías de invierno, monotonía de la lluvia en los cristales. Confían en que esas ceremonias afecten de alguna manera a los jóvenes estudiantes como si fuesen pulpa de membrillo y la entonación de mámtrams y el manejo de algoritmos fuesen a endulzarlos o a mejorarlos. -El mejor trozo de membrillo es el que está dispuesto a aprenderse cualquier cosa que los señores profesores exijan que sea memorizada).



         Pero todo sucedía y se transmitía a través de hechizos, de sortilegios, de actos mágicos, de instrucciones, de palabras. Nadie manipulaba a cráneo abierto las conexiones neuronales de sus alumnos ni de sus discípulos. En ese sentido ni siquiera Osho había llegado tan lejos en el lavado de cerebro. Nadie ponía las manos directamente sobre la carne de membrillo; para eso estaban los Moldes (sobre los que, a veces, improvisábamos e innovábamos; aunque muchas otras, poníamos el mismo molde de siempre). Parecía una tontería sostener conversaciones filosóficas -o más bien monólogos monomaniacos- al paso de un confite y esperar que adquiriese por ello alguna cualidad de sabor o de forma o de no sé qué, distinta.



         El Estado Hispánico sí creía en ello y destinaba nada menos que 5 Moldeadores para la inspiración de Atenea repartidos en las dos Fábricas Nacionales de aquel pueblo de Castilla donde nunca había pasado nada ni nunca pasaría nada. 



         Mi compañera de departamento se llamaba Ana y era la más encantadora criatura que yo hubiera podido desear. Alguna vez desayunaba con ella y con Inés y me sentía Sultán Pachá en el paraíso de las huríes. -- Fue de nuevo un bello otoño plagado de bellos coloquios de Eros con las bellas. - Todo platónico, - pero para mí era suficiente.



         Con el fin del otoño y las primeras nieves -a las que asistimos en primera línea, a la intemperie, antes de que los hombres la ensuciasen- también mi ensueño se fue desvaneciendo. Presagios cada vez más truculentos lastraban la inminencia de la Navidad y la fábula del invierno recogido en el campo con la que tanto había soñado.



         - Una corneja de ulular atronador y desagradable me lo decía de noche. El tirador de la chimenea le hacía coro y campaneaba siniestro dos toques distintos que venían a significar: "No. No . No". En los ojos amarillos de la gata Negra se encendía una idea y reverberaba. Un frío estremecedor salía de la boca negra del hogar apagado... Hoy ya no voy a romper más palés; ¿qué tal estará  a esta hora el álamo?



- Otro día, intentando encender a las bravas la chimenea francesa fuera de uso de la sala de paso, arrojé gasolina y provoqué un pequeño incendio que carbonizó una manta y los bajos de un sofá.- Todos los signos eran malos, todos los signos eran negros.- Los animales vagabundos o erráticos que pululaban por los contornos terminaban llegando a nuestra casa como a un oasis en medio de las inmensidades del campo. A veces era un mastín sin dueño que pretendía le adoptáramos. Otras veces eran chicos borrachos que regresaban de alguna feria. Otras, los locos y raros del pueblo que se sentían atraídos por nuestra forma de vida. Otras, la policía. U obreros extraviados que preguntaban por una finca. Me sentía como si regentara una desas gasolineras del Oeste americano donde solo pasa un coche de allá para cuando.



         Pero casi siempre eran gatos los que recalaban de sus vagabundeos en nuestra Casa del Granjero de Cerro Gordo (antigua granja avícola y hoy bodega abandonada) frente al convento de clausura de las Siervas de santa Teresa (Bendita Sea), al comienzo del camino de Griñón, cruzando la carretera de circunvalación del pueblo, alzado sobre su loma lo suficiente para que se destacase el álamo blanco como una especie de Torre Eiffel. - Hubiese podido quedarme a vivir toda la vida en aquel paraíso: La Mancha podía parecer un desierto árido, pero en cuanto hacías un pozo, tenías un vergel. Y todo lo necesario para la vida, la tierra lo daba sin esfuerzo y en grandes cantidades.- Pero las señales eran  aciagas.



         Nada me apetece menos que narrar nuestras desventuras y mis excesos en aquella Nochevieja de 2009.- A veces cuando me pasaba con el alcohol y mis pasiones se desquiciaban, llegaba a insultar y a amenazar a Morphi.- Al día siguiente, como buen borracho, no me acordaba de nada hasta que Morphi no me lo iba recordando.- Yo me angustiaba: ¿Era posible que hubiera dicho aquello, que hubiera hecho eso? -No me reconocía, y sin embargo era Yo, o al menos alguno de mis yoes: ese personaje machista y zafio que el alcohol y las emociones eufóricas activaban en mí. -Me daba mucha vergüenza y pedía perdón hasta más veces de las necesarias, todo el día arrepentido, culpable y preocupado. ¿Cómo había sido capaz de decirle a Morphi algo tan feo? No conseguía perdonármelo a mí mismo.- Así del placer de humillar pasaba a la culpa y de la culpa al perdón y otra vez del perdón al placer... No dura la felicidad ni lo que dura una pompa de jabón, como diría Dylan.- No, no deseo contar nada de aquella Navidad desventurada. -Que no obstante bien recuerdo:



         - Es una tarde obscura y fría de enero, monotonía... Morphi se ha quedado dormida en la banca delante de la tele y de la chimenea. Me parece que está más pálida de lo habitual. Como se está ya haciendo de noche, intento despertarla pero su cuerpo parece totalmente laxo. La zarandeo un poco más fuerte por los hombros y es como un peso muerto.- Entonces su hijo salta hacia ella con un grito de terror y la sacude por todas partes hasta que ella, lentamente, recupera la conciencia y, como quien dice, la vida.



         -Pensé que Morphi había tocado fondo. La idea de quedarme viudo antes de haberme casado con ella, no me seducía pese a su extravagancia.- Empecé a cuidarla sin que me lo notara mucho. Empecé a mirarla como si fuese mi vieja amante de las trenzas grises. Ahora que me daba pena por haberla hecho sufrir tanto, ahora que había estado a punto de perderla aunque al final se quedó conmigo y con las gatas, ahora que todo era vulgar como la vida misma, sentí que la amaba y que quería cuidarla.



         El tráfico de felinos era incesante; estos animales tienen muy buen olfato (aunque también tienen buena vista, un oído extraordinario y patas almohadilladas que les permiten caminar por un zarzal sin pincharse). Las tres gatas empezaron a ponerse calientes según salíamos del invierno. Diversos pretendientes, venidos de no se sabe dónde, empezaron a invadir el recinto y a tratar de montar a nuestras gatas. El primero en llegar era casi un cachorro y le llamamos Flaquito por su delgadez. Luego se hizo un gato grande y esbelto al que ya no le cuadraba el nombre. Flaquito era un gato tranquilo y solitario que ejercía a su manera el famoso papel de macho alpha. Si Flaquito era el jefe varón de aquel núcleo zoológico y el único macho y padre de la siguiente generación -pero no el único como demostraron los pelajes de la descendencia-, era todo eso de manera bastante particular: ¿En qué consistía su poder? No tenía ninguno. Ni autoridad. Permanecía siempre apartado con elegancia, ajeno a las trifulcas y saltos de las tres hermanas. Alejado pero por allí cerca. Nunca se peleaba por la comida sino que las dejaba a ellas en su rebatiña y luego comía él solo. O no comía. Era ya un gato grande y no parecía necesitar a nada ni a nadie. Encarnaba a la perfección el sueño o el ideal de todos los gatos.- Y su vida tenía sentido.



         En realidad todo lo que hizo el Flaquito para merecerse su posición de macho alpha fue plantarle cara a su alter ego, su propio padre al que llamamos Chulito por lo difícil que fue echarle. -Chulito era idéntico a Flaquito: gris y blanco, la misma estatura. Pero Chulito tenía otro carácter: maullaba más, se resistía a irse cuando le amenazabas; había venido desde los campos a por comida y por hembras pero no fue capaz de enfrentarse a mí y ni siquiera intentó hipnotizarme como suelen hacer los gatos. -Por la noche secundé a Flaquito en su lucha con su padre por los tejados. El ruido de dos gatos arañándose, mordiéndose y mirándose con odio en la noche, no es dulce ni suave. - Ni Flaquito ni yo éramos muy machos, pero juntos habíamos conseguido expulsar a aquel intruso de maullar continuo.



         Todavía quedaba lo peor: Un enorme gato rubio que se hacía llamar Manuel (nadie recordaba haberle puesto ese nombre pero, por algún motivo, estaba claro que aquel animal de mal fario se llamaba Manuel;  y hasta su nombre daba miedo). Era tan grande como un cachorro de león y a veces aparecía de madrugada a cuatro patas sobre la mesa del salón. Con un raro movimiento, al verme, alargaba el cuello y, con intención de hipnotizarme o de asustarme -lo que logró- emitía un sonido rarísimo parecido al aullido de un perro; es como si me estuviera maldiciendo o anunciando mi muerte, da muy mal rollo y siento que me están temblando las piernas. Luego, me rehago y tras abrirle la puerta de la calle, lo pongo en fuga armado con un palo. Los próximos encuentros con Manuel serán todos de pura violencia física y pedrazos cargados de intención. -Me daba miedo pero al final también lo expulsamos.



         Y también pasaban algún tiempo con nosotros gatos huérfanos, algunos muy pequeños y con los ojos espaventados de los salvajes: Speedy, Charlot y otros que al final decidieron marcharse. Estos eran los que más me conmovían por el miedo continuo que había en sus rostros desprovistos de ternura o de capacidad de juego.- Solamente una noche aquellos fugitivos se calmaron un poco,  y fue cuando les toqué la guitarra.  



         A veces al atardecer veíamos el fantasma de Lola o al padre de todos los gatos, el Gato Mítico: no era un gato salvaje, no era un gato montés, era una leyenda, parecía un lince, todo bigotes y barbas, como achinado, enormemente sabio. Su presencia estremecía porque sus movimientos no eran deste mundo. No buscaba nada, no quería nada, no acechaba, no te miraba. Era un presagio, un aparecido, un espíritu. Nadie posee su majestad, da la impresión de no temer a nada ni a nadie. Es el más solitario de los solitarios. El más silencioso de los silenciosos. Ha venido, o se ha aparecido, para ver qué ocurre con sus descendientes, para bendecirlos. -Luego se desvanece. Siempre es emocionante.- Es curioso que al Padre Primordial de Todos los Gatos nunca lo vemos más que cuando estamos solos, como ocurre con el fantasma de Lola.- El niño y Morphi dicen que también lo han entrevisto, sobre todo al atardecer. -Se parece a los linces pero es mucho más hermoso y elegante, tiene muchísimos años, sabe mucho y la muerte no puede con él.     



         - Conseguí que llegáramos un poco más alegres al verano de 2010. El niño estaba absorto en las Memorias de François de La Rochefoucauld y me hacía preguntas sobre la "Jornada de los Engañados". Aparte de satisfacer su curiosidad, yo le di una pequeña panorámica sobre la regencia de María de Médicis y el reinado de Luis XIII. Se le ponían los pelos de punta y se le iban a salir los ojos de la cara cuando le daba detalles morbosos de las ejecuciones, las conspiraciones, los adulterios y las batallas. Pobre idiota, ¿no me has pedido información? -Yo no tenía ni idea de qué efecto tendría todo esto sobre su proceso de crecimiento. Tenía solo 10 años; tal vez yo le estaba ofreciendo un espectáculo para mayores de 18. Pero él seguía absorto en aquellos sucesos lejanos y se hacía cargo de ellos. Creo que se habría enterado de otra manera si yo no se lo hubiese contado.



         Ahora nuestro mayor deseo y objetivo en la vida era contemplar todo el tiempo a las 14 crías que han engendrado entre Botitas, Tigre y la Negra. Las tres hermanas han conseguido sincronizar sus ciclos para parir en la misma semana, con pocos días (u horas) de diferencia. Catorce cachorros y cachorrillas como el remolón y meloso Peter, gran aficionado al tinto de verano o "alpiste" que ingiere con lametones voraces directamente del vaso o del dedo.



         Nada nos importa ese verano lo que ocurra allá lejos, en la Costa, en la ciudad, arrojada desde la Noche de San Juan a las desmesuras y las utopías de la fiesta. Nada nos importa lo que suceda allá abajo, en el pueblo, donde suelta su penacho de humo la chimenea de la Casa del Horror.



         Nosotros somos una pareja o un triángulo de vividores que se toma un tinto con gaseosa antes de comer. Estos vinos tienen el encanto campestre de aquellos otros en casa de Julio a los 17 años, cuando nos demorábamos bebiendo de la frasca y mirábamos a Pilar tomando el sol de espaldas. -Toda la vida pudiera estar contemplando cómo retozan, brincan y juegan los pequeños gatos, sus inusitadas acrobacias al saltar sobre las sillas de cámping. -Al caer la tarde se despabilaban y empezaban sus carreras y sus juegos. Cada vez seguíamos más sus ritmos de sueño (18 horas durmiendo).



         Al menos éramos naturales y antiguos en nuestra ceremonia de  despedir al padre Sol: Antes de que cayese sobre la horizontal anaranjada de la llanura, salíamos a la parte de atrás, al otro lado de la alambrada a presenciar el crepúsculo, siempre inédito aunque se reproduzca día tras día. - Yo por sistema siempre me liaba un porro. En principio para potenciar las sensaciones. Pero, pensándolo un poco mejor, tal vez para no sentir mis verdaderas emociones. -Morphi se giraba hacia las gatas que nos habían acompañado, proseguía sus conversaciones con sus amigas y se desentendía de mí. En aquel momento regañaba a la Catalana -ya no recuerdo por qué- mientras la gata la miraba impávida, como miran los gatos cuando intentamos enseñarles lo que está mal y les pedimos que no lo hagan. La Catalana -cuyo nombre completo, debido a sus tres colores, era en realidad Crema Catalana- la miraba como diciendo: "¡Cómo te atreves tú, una simple humana, a decirme a Mí lo que tengo que hacer?". Morphi entendía su contestación y se callaba mientras la joven gata prevalecía y seguía a su rollo, tal vez más excedida que antes de regañarla.- Si cualquiera hubiera escuchado a Morphi hablando con las gatas de aquella manera, la hubiese considerado una majareta. Pero yo también me comunicaba con ellas de muchas maneras distintas y me parecía normal.



         Alguna vez habíamos hecho alguna excursión más larga al atardecer seguidos como el Flautista de Hamelín por un reguero de animales que iba disminuyendo a medida que nos íbamos alejando de la casa. Los perros, los caballos y las ovejas se dejan pastorear; los gatos no. No llevaban collar ni cadena ni lo habían llevado nunca. No obedecían órdenes. No respondían a un nombre. Nos seguían porque querían y volvían cuando querían. Al final solo nos siguió la Dorada pero de manera imprevista decidió quedarse en un chalet hipnotizando a un pastor alemán, al que redujo tan solo mirándole y, por así expresarlo, haciendo manifiesta la superioridad de su presencia. - Nunca podré olvidar aquel fenómeno pasmoso de una gata de pocos meses dominando y sometiendo a un perro grande sin proferir un ruido ni apenas hacer un movimiento.



         Otras veces cogíamos las bicis y derivábamos por la red de caminos y de lomas suaves, ideales para el ciclista. Buscábamos el frescor del río y de los cenagales que de todas maneras siempre quedaban muy lejos y solo llegábamos a entrever. -Siempre terminábamos en algún sitio horrendo como si los fantasmas y espíritus adheridos a aquella tierra hosca, no nos quisieran entregar su paraíso. Frente a una charca de petróleo, dando una vuelta en torno a una montaña de basura, cerca de la chimenea de la Olivi  que huele a podredumbre... - Pero somos felices. -Sí.- Pero, de repente, ya no tengo ganas de canturrear la sintonía de Verano Azul, ya no me río tanto tras haber descubierto una nueva zona de contaminación, otra herida que no conocía del río. El pobre río con nombre de Diosa -Hannah-  cuya vida es mucho más larga, sagrada y valiosa que las nuestras, meros accidentes en su curso.



         -Tenían el río hecho una mierda. Apenas había turismo porque la gente en las ciénagas se aburría hasta llorar y enfadarse consigo misma, pero podían presumir de que sus aguas estaban más sucias que los canales del Arsenal de Venecia o el Ganges en Benarés. Lo sé porque me he bañado alguna vez en los tres sitios aunque esté rigurosamente prohibido. - La última vez que me di un chapuzón en el Arsenal, tuve que ahuyentar a una rata de gran tamaño para poder salir a través de un tablón donde ella se había hecho fuerte.



         Era nuestro segundo año y empezábamos a entender de qué iba el pueblo y a sentir en nuestras carnes aquello de "pueblo chico, infierno grande": Salvo la generación de los abuelos (los nonagenarios felices) y la de los jóvenes aún por determinar, todos los demás habían abrazado cada cual a su modo la causa del Mal y de la Muerte. -Los más honestos se arrancaban la vida a sí mismos así que cumplían los 40, y punto; no puedes ser un suicida múltiple, no puedes ser un suicida en serie, ni tampoco infligirte a ti mismo una larga y cruel auto- tortura.



         - El pueblo era conocido por sus altas cifras de suicidio y de casos de cáncer. El pueblo era famoso por el avance imparable de la muerte. Ahora entendíamos por qué era el pueblo de las Brujas.



         Por si al gilipollas de mi hijo le daba por preguntarme, repasé las obras de brujería que había leído y practiqué averiguaciones en la Biblioteca Municipal hasta hacerme una idea clara de los seis procesos por satanismo que tuvieron lugar en el pueblo más o menos por la misma época que el proceso de las Brujas de Zugarramurdi. - Más de 30 años atrás Javi Marcos (Kermit) me había prestado el libro de Julio Caro-Baroja.



         Pero una cosa es entenderlo y otra muy distinta soñarlo: Mi imaginación no podía dejar de proyectar rostros llenos de odio y de malicia mientras las supuestas devotas de Satán ardían vivas en la pira de San Roque.- Y en mi sueño aquellos rostros malicioso eran los de los nonagenarios felices.



         Lo que ocurría -y seguía ocurriendo- era ominoso. Si al imbécil de mi hijo putativo le daba por preguntarme por las brujas y su mundo, le contestaría "Es una larga historia" y empezaría a contársela despacio, hasta que sintiera asco y miedo de la raza humana, capaz de hacer cualquier cosa en cualquier momento. -No era tal vez una historia muy instructiva pero, al fin y al cabo, si no le contaba yo, se la contarían otros. En el pueblo existía un interés extraordinario por el pasado y las crónicas. Celebraban una vez al año, en el Museo unas Jornadas sobre la Historia del Pueblo a las que asistían personas de todas las edades y condiciones, desde el mecánico Caldera hasta los hippies de la ribera. De estas jornadas se escribían y publicaban las actas. También había un par de volúmenes exhaustivos sobre el pueblo desde la Edad del Bronce hasta la postguerra. Como nunca había sucedido allí nada, todo estaba perfectamente investigado: el Laminium romano (Alhambra), la casa (kalaat) de Rabáh musulmana, la orden militar que tomó el nombre de sus enemigos, las monjas, las brujas, la Desamortización y la guerra civil.- Y si tenías alguna duda o laguna podías preguntársela al cronista oficial del pueblo, don Gesualdo Bustos, que lo sabía todo y había excavado en todas partes.- Su autoridad nos confortaba: gracias a él podíamos entender por qué el pueblo era como era, campo de la amargura y de la destrucción mutua.- Entonces yo no me daba cuenta de que hasta esta misma pasión por la Historia era tanática, enemiga de la salud y de la vida.



         El pueblo era horrible, era la muerte pero el campo era delicioso, era la Vida.- Refugiémonos en el campo.- No salgamos nunca.- Total, las pocas veces que salgo siempre me meto en alguna movida: me roban la cartera, se me rompe la bici o acabo durmiendo en otra ciudad con un divorciado que trabaja en una ONG. - Es mejor para mí, que no salga.- Para una vez que volví a las andadas, un Guardia Civil  hace poco tuvo que perdonarme la vida.

         Yo iba cruzando la localidad de Almagro a más velocidad de la permitida y después de haber consumido hachisch, cocaína y cerveza desde las 7 de la tarde. Ya en la salida de Almagro y al pie de una iglesia, el BMW dio un salto al embestir a 120 contra un desacelerador que también era paso de zebra, había sido como si una barca chocase de cara contra una ola.- De inmediato un Guardia Civil me echó el alto. Tras preguntarme si no había visto el paso de zebra, me pidió la documentación y me preguntó si había bebido. Le respondí que 3 cervezas y que disculpase mi imprudente conducta al volante, que yo era Moldeador de Membrillos, un ciudadano responsable que no veía el momento de llegar a casa con su mujer y sus hijos. El agente me advirtió de que podían hacerme soplar en el alcoholímetro y luego se alejó con mis documentos hasta la radio de su coche donde estuvo poniéndose al día de mi historial en la DGT.- Estuvo un rato largo.



         Cuando volvió, parecía que había estado viendo un largometraje de aventuras. Suspiró fastidiado y devolviéndome mi carnet y los papeles del coche me dijo: "Por esta vez no le vamos a hacer el test de alcoholemia. Pero la próxima vez que pase por aquí, procure venir fresco". A continuación propinó dos golpes secos al techo del coche ordenándome que me largara. Pero yo todavía me entretuve un poco dándole las gracias de todo corazón. En un minuto amé y admiré intensamente aquel desconocido, o al menos sentí un agradecimiento que se parece al Amor: El Guardia Civil al examinar mis antecedentes por radio, se había percatado de que con una infracción más por pilotar bajo los efectos del alcohol, siendo reincidente, sería sancionado con pena de prisión (lo que no era responsabilidad suya ni yo se la habría atribuído); pero el policía decidió darme una última oportunidad.- Una vez más me socorría mi Ángel de la Guarda, no me dejaba solo: había tomado la figura de aquel Guardia Civil. Bendito Sea.- Solo me gustaría decirle donde quiera que se encuentre, que con su actuación memorable ha hecho mucho más beneficio a la circulación vial que si me hubiese multado.- No olvido la palabra que empleó ni su tono ni su intención ni su mensaje: "Fresco". -Así he conducido (casi siempre) desde entonces en honor a aquel caballero.



         No me olvidé de darle gracias a Dios por haberme librado de la cárcel por los pelos.- Pero aunque mi karma acumulado era sin duda el causante deste pequeño milagro, con todo, era mejor que no saliera. Que me refugiase con mi mujer y mi cría en el campo.- Parece que, con los años, cuando me emborracho, trasnocho y me drogo, me convierto en un ser cada vez más explosivo y más repugnante.- No me doy miedo a mí mismo; pero casi.



         Vive bien, quien bien se oculta. Mejor permanecer escondido. Pero al final, siempre acabo conociendo gente e implicándome, saliendo de mi madriguera. En la Fábrica conocí a un adolescente que iba a determinar mi vida. Se llamaba Gonzalo y al presentarse era como si te estuviera diciendo: "Párate en este nombre; no es cualquier nombre; es nada menos que mi nombre". - Por puro inconformismo no vestía como la gente de su edad (en camiseta, chándal o vaqueros y deportivas) sino con camisas antiguas, pantalones de tergal, zapatos obscuros, una chaqueta a juego y tupé con raya a la izquierda. Parecía el escolar modelo de los años 50 o un personaje del Hogwarts de Harry Potter.- Lo suyo era una mezcla de neo-realismo italiano con cine de terror.



         Sus modales eran exageradamente ceremoniosos, finos y agradables, mucho menos toscos que los del pueblo. Me recordaba a los quinceañeros que había tratado en Cuba o en India, verdaderos gentlemen enanos con una cortesía que apabullaba y que te hacía dirigirte a ellos como si fuesen señores y no mocosos. Desde el primer minuto Gonzalo parecía empeñado en convencerme de su valía y de la seriedad de sus proyectos de estudio. -Tenía todo el aspecto de un pollo gordito, educado y ambicioso, como Pachón en el primer encuentro. E igual que él, a la vuelta de unos meses -no creo que debido a mi influencia pero sí coincidiendo con ella- iba a experimentar un cambio radical: De la camisa y de la chaqueta de niño bueno démodé, iba a pasar a las provocadoras camisetas de veterano de Vietnam en silla de ruedas. De ser extremadamente formal y discreto, pasó a transformarse en un Frankenstein desaforado. El que había sido a sus 14 un pipiolo correctísimo, a los 15 resultaría irreconocible en el bandarra anti-social, pendenciero y fumeta en que acabó convirtiéndose.



         Era evidente que Gonzalo sentía un interés personal por mí. Es decir, que quería aprender de mí algo importante en general para su vida. - Yo no podía decir lo mismo. No sentía el menor interés en aquel jovencito de voz grave y profunda. Tampoco esperaba que me fuera a facilitar pistas.- Sin embargo me caía bien. Me gustaba su voz. Me agradaban sus modales pomposos. Me parecía guapo. Me hacía gracia.- Recuerdo con exactitud el lugar y el momento en que me fijé por primera vez en el rostro de aquel adolescente todavía desconocido. Algo en sus facciones nobles y proporcionadas me resultaba muy familiar y me provocaba una corriente de simpatía inexplicable.- En otras ocasiones, a lo largo de mi historia había sentido esto,  una especie de déjà vu  en torno a  alguien que me acaban de presentar pero que terminará por formar parte de mi destino.



         Adopté como un igual a aquel joven bisoño que a su manera discreta se daba tantas ínfulas pero que, por otro lado, era tan gentil como un oficial de West Point.- Entonces decidí contarle el Mahabhárata, el Ramayana y los Vedas.- No sabía muy bien qué me empujaba a hacerlo ni qué efecto tendría sobre su cerebro ya que no es posible pasar `por las Escrituras Sagradas de la India y seguir siendo el mismo. -Tal vez se lo conté porque parecía dispuesto a escucharme. -Durante todo el otoño no hicimos otra cosa más que hablar de Krishna y de Aryuna, de Bima y de Bishma, investigar y deambular en el océano de las epopeyas y  la sabiduría antigua. - A Gonzalo le gustaban los mitos; a mí también.- Hablarle a él de batallas, posiciones estratégicas, armas secretas y carros voladores era como hablarle de ovejas a un pastor. Lo entendía todo, también el significado de las acciones.- En algún momento, después de muchos días leyendo y escuchando, el propio Gonzalo empezó a recitar el Mahabhárata. A contarlo y a explicarlo a su manera sin pedirme opinión ni siquiera mirarme. Gonzalo estaba dotado para entender lo antiguo. Igual que le pasaba con las batallas napoleónicas, que podía reconstruir la disposición de las tropas y la forma en que se atacaron, ahora las curiosas actividades de Sahadeva y de Draupadi, la partida de dados trucados y la alianza de Krishna con los Pándavas, habían pasado a formar parte natural de su acervo y de su memoria: Podía hablar de sus hazañas como si las hubiese presenciado y apenas apartarse un ápice de la letra y del texto. Su voz firme y engolada indicaba que estaba hablando como un médium, de la misma forma en que los bardos, los cronistas y los poetas han transmitido desde la más remota antigüedad las leyendas, las canciones y los sucedidos.



         Pero lo más importante es que Gonzalo era capaz de captar las emociones de Dhritarashtra o de Yudhisthira. Hablaba como si fuese ellos. Igual que hacía con Napoleón.



         Escuchaba con gusto el nombre de Krishna y me animaba a llamar a Sat para que viniese a la Fábrica y conocerle (pero yo hacía años que me había apartado de mi amigo el monje). Sin embargo, tampoco se pasaba todo el día escuchándome.- Quería más.- Su manera de pedírmelo fue regalarme una selección de la música que oía: Como buen "retro" (o anti-moderno) escuchaba mayormente cuartetos de Corelli, conciertos barrocos y música norteamericana de los años 50 tipo Elvis Presley, Frank Sinatra, Nat King Cole, Sara Vaughan, Ella Fitzgerald, Carmen McRae, Dean Martin y sobre todo Bing Crosby, cara de ángel.



         -Gonzalo puso unos villancicos de Bing Crosby y yo caí emocionado: Era el tipo de Navidades Blancas que llevo persiguiendo toda mi vida. Y casi estábamos en Navidades.- La voz satinada de Crosby era capaz de sugerir todo eso y a mí se me saltaban las lágrimas.- Gonzalo, con tan solo 14 años, se hacía cargo de la tremenda impresión que su música estaba haciendo sobre mí. Observaba en silencio y sin alterarse mi emoción como si desde siempre fuese mi Amo, mi Señor, mi Raptor.- (Entonces él, que aún estaba más o menos tranquilo, no sabía que nuestra relación terminaría por des-centrarle mucho más que a mí).



         Me contó que Bing Crosby había sido un maltratador y un adicto al popper, que tomaba con JFK. Siempre terminábamos riéndonos al figurarnos orgías de Kennedy, Marilyn y Crosby en popper;  luego el cantante de la voz de terciopelo volvía a su casa y... les daba a los hijos una soberana paliza. Porque sí. -Sin embargo no tenía nada de gracioso que un hombre dotado desa manera de cantar, pudiera a la vez ser un vicioso y un cerdo hijo de puta con sus retoños.- Como a Gonzalo le gustaba, igual que a mí, imaginarse películas, historias y musicales, veíamos a Bing Crosby deshumanizado, drogado, grillado torturando a sus hijos con mirada gélida mientras les acuna con The Bells of St. Mary´s



         - Las cosas podían haber sido así, más extrañas de lo que me había imaginado. Esto es lo que parecía insinuar Gonzalito con su conmovedor florilegio de piezas de jazz y Christmas'  Carolls.



         Todo podía ser más raro que quedarnos anclados en las verdades eternas del Bhagavad-Gita.- Gonzalo era capaz de comprender el conocimiento espiritual porque era capaz de comprender la poesía y el mito.- Pero quería algo más.- Me contaba que George Washington -al que ambos admirábamos, y por distintos motivos, -igual que a Bonaparte- ,  teníamos siempre a mano- había sido cultivador y fumador de cáñamo porque en cierto pasaje de sus memorias comenta que ha separado las plantas macho de las hembras. -Expresaba su curioso modo de ver la vida montádose una especie de musical nazi cuyos principales personajes -de acuerdo con su physique de rôle- eran los personajes reales de la Fábrica. Yo, por ejemplo, hacía de Nazi Bueno. Gonzalo, de Judío Errante. - Interpretábamos curiosos duetos de Raptor y Raptado, Verdugo y Víctima.



         Nos reíamos hasta doblarnos pero él quería más y yo, finalmente, tuve que darle algo: Le dije que "Hitler había subido al Cielo".



         - Fue como un campanazo, una explosión de locura en la mente de mi presunto discípulo. Durante un rato solo guiñó los ojos y farfulló incoherencias como quien sufre de un  cortocircuito en la base del hipotálamo. No hacía más que repetir la frase como un maníaco. Me preocupó; a lo mejor se quedaba tarumba para los restos. Pero no, a los pocos minutos volvió en sí, centró la mirada y recuperó su discurso y su actitud habituales.-  Le aclaré que era una cita de Raoul Donald Walsch y de su afamada obra Conversaciones con Dios. - Quise explicarle por qué Dios (Dios mismo, alive e in person) en el tercer volumen ese texto llega a decir que Adolf Hitler en el fondo fue inocente y puro, y por tanto fue al Cielo.- Pero Gonzalo no necesitaba tantas explicaciones: Para él era obvio que el Führer debía estar en el Paraíso.- Teniendo en cuenta la fantasía de Gonzalo, le sería fácil representarse el Walhalla de Hitler: Un paraíso alpino lleno de secretarias de los años 30 cuidando de Adolph, el Artista Ensimismado, el Romántico par excellence. En realidad ni siquiera tenía que fantasearlo; lo había visto en aquellas grabaciones de Super 8: Hitler en El Nido del Águila con Eva Braun y un séquito de amiguetes hiperbóreos. "Claro, claro. Tiene razón", recapacitaba Gonzalo demasiado serio, demasiado atónito  todavía."Hitler cuando murió, subió al Cielo".



         - Por una vez me preocupó el efecto que esto pudiera ejercer sobre su proceso de formación. Si hay algo en lo que coinciden hoy en día todos los educadores, es en el principio de que a los niños no se les debe hablar bien de Hitler.- Algunos serán de la opinión de que no se hable de él en absoluto.- Otros esperarán una exposición fidedigna de los hechos acontecidos y al final una enérgica condena moral. -Pero nadie desea que los escolares admiren y quieran al líder de los nazis. Porque si le tomaran cariño y aprecio, es posible que empezaran a imitar sus métodos.



         Gonzalo había venido buscando algo y no se iba a ir de vacío: Estaba muchísimo más desmelenado que a principio de curso. -Ahora no hablábamos más que de la Guerra de los Siete Años y de la Fundación de los Estados Unidos.- Gonzalo estaba absorto en aquellos tiempos remotos igual que el gilipollas de mi hijo. Podía describir la batalla de Austerlitz como si hubiese estado presente. En algunos casos corregía la exactitud histórica de algunas series de TV como Napoleon de la TF1 francesa: el final de la batalla de Waterloo, puntualizaba,  no fue como se refiere en ese episodio de la serie. Fue más heroica.



         Recordé que con 9 ó 10 años yo había leído una biografía de Napoleón y la derrota de Waterloo -en parte causada por un mariscal que se apegó al cumplimiento de las órdenes cuando era obvio que habría sido mejor desobedecerlas- era lo que más me había impresionado.- Sin embargo no recordaba los detalles de los últimos ataques ni de la rendición. Pude comprobar que Gonzalo tenía razón, al examinar los libros de Historia. -Gonzalo estaba mejor documentado que los guionistas de la televisión pública francesa.



         Bonaparte era un personaje que salía mucho en nuestras conversaciones. Pero en realidad no era un personaje ni tampoco un tema sino que Napoleón se encarnaba en Gonzalo y Gonzalo podía hablar durante horas seguidas de Napoleón como si fuera el mismo Napoleón.



         Gonzalito estaba fascinado por los asesinos de masas. Se tomaba en serio a Stalin, a Mao, a la Bomba Atómica y a la Yihad (300 millones de víctimas según el artículo de wikipedia). Napoleón había tenido el honor de ser el primer asesino moderno de masas y por eso lo teníamos siempre a mano como un Diablo perfectamente reconocido y reconocible. Daba mucho juego en los musicales.



         Estaba interesado en los Grandes Malvados (Most Evils) pero también en los monstruos dignos de compasión como el Hombre-Elefante del que te hablaba como si hubiese sido un chico de su barrio al que una vez defendió para que no le arrebataran su carrito.- Mientras caminábamos de allá para acá en la lluvia sin encontrar en todo el pueblo un solo rincón que nos acogiera, aquel imberbe de 14 años me revelaba con voz enfebrecida el significado oculto del encuentro de la Extraña Criatura  del doctor Frankenstein con la niña y con el ciego.



         Susurradas por aquel chico que entraba casi en trance cuando hablaba de Mary Shelley o de Wellington, aquellas revelaciones me nutrían, me hacían entender mejor las cosas: Nosotros mismos éramos los monstruos y terminaríamos desvaneciéndonos en los confines del Polo Norte.



         Gonzalo todavía no había empezado a tomar hipnóticos (empezaría al año siguiente, en cuanto cumplió los quince, en el minuto 1 de su cumpleaños) pero ya era capaz de visualizar las brumas cárdenas de Manhattan en el cielo primaveral de un poblachón manchego. Su imaginación era un ensanche: los arrozales de Vietnam y el limo de El Nilo emergían para él, para nosotros,  en las sobrias lagunetas medio secas de La Mancha



         - Alarmada por la naturaleza de nuestra relación, su madre vino a verme. Era una mujer pequeña y atractiva con la voz cantarina y semi-histérica de Gracita Morales. Su hijo la había imitado muchas veces. Nos imaginábamos a su madre delante del juez acusándome de pervertir a un  menor de edad y de haberlo metido en el mundo de la droga además, naturalmente,  de sodomizarle de vez en cuando. Fingiendo su voz de pito obligábamos a la madre a decir cosas que jamás diría.- Era increíble lo que Gonzalo la despreciaba.- A mí me salía decirle cosas como que "era su madre" y que "tenía que amarla y respetarla". Pero contenía estos impulsos moralizantes y al final no le decía nada pues yo tampoco habría sentido afecto por mi madre, o por cualquier otro ser humano, simplemente porque la relación genética y las costumbres me impusieran ese sentimiento. Es decir, nunca funciona el tienes-que-querer-a-x.



         -¿Hay que obedecer y respetar a nuestros padres y a nuestros mayores? ¿No era precisamente ese aserto el que mantenía cautivo al pueblo en la Muerte? ¿Y si el respeto a los mayores era el respeto hacia unos energúmenos enfermos de Odio y Envidia que juegan a la petanca y sonríen felices mientras sus hijos se extinguen entre los dolores del cáncer, los infartos súbitos, los accidentes de coche y los suicidios par delicatesse?



         Gonzalo ponía la voz de Gracita Morales de su madre y cacareaba estupideces. Vencido por la risa y aunque no fuera correcto, no podía dejar de sentir que su madre era una pobre gilipollas resentida siempre chilloteando órdenes y amenazas a las que no había que hacer ni caso.



         Nada más encontrarnos,  me echó en cara que no cumpliera mi horario laboral.  Porque ella  había venido antes y yo no estaba. Empecé a sentir que odiaba su pequeña figura exigente. Aguantando la cólera, nos sentamos a hablar de su hijo y en seguida -era veloz e inquieta como una ardilla (o como una rata)- me exigió que no fuera amigo de su hijo. Me eché a reír: Era imposible prometerle eso: - ¿Qué ley establece la edad media de mis interlocutores? - Uno solo elige hasta cierto punto de quién se hace amigo, con quién se vincula. -Pero aquella mujercita no se acordaba de Sócrates en aquel momento y seguía insistiendo: Me prohibía terminantemente toda relación con su hijo. Muy bien. Como dicen los españoles: Cojonudo: Lo nuestro se iba a parecer a lo de Romeo y Julieta: ¿Cómo podía impedir que nos relacionáramos?- Pero como insistiera tanto y estaba encendida, procuré tranquilizarla:  Le prometí que "haría lo que pudiera" (como si le dijese que intentaría dejar de fumar), la invité a salir al patio de los Olivos, el rincón menos feo de la Fábrica.  Intenté que se relajase:  charlamos de música, concretamente del Anónimo veneciano. Yo trataba así de calmarla pero no pude dejar de fijarme en sus muslos con medias blancas asomando bajo su falda. Ella no era fea ni parecía mayor como las demás mujeres del pueblo. Era erótica.  - Y, estaba claro, me consideraba una influencia perniciosa. Tal vez tuviera razón.



















        









         YA no estábamos en el caserón sino de nuevo en la Costa (no en mi Playa), seis años más tarde (2015): mi Señor, mi Raptor parecía mucho más triste y avejentado. Había dejado por unas horas su trampa familiar con mujer e hijo para intentar hablar conmigo en la terraza de una heladería del paseo marítimo. Como de costumbre, yo resultaba invisible para los demás.



- He estado dudando en incluirle en mis memorias -decía con tono lúgubre- pero la verdad es que cada vez que pienso en los primeros tiempos en el pueblo, Ángel Q. (Descanse en Paz) reaparece insistente. Como si le debiera un memorial. Como si su destino encerrase alguna clave sobre el mío. La memoria tiene sus propias inercias...



         Suspiró y miró hacia el mar, hacia el infinito. Yo entendí más de lo que él entendía: Le debía un memorial a aquel difunto porque se sentía culpable de algún modo de su muerte; reaparecía en su imaginación porque tenía miedo de acabar como él.



- Le veo alto y nervioso, - continuó- siempre vestido de negro, una capucha de pelo blanco grisáceo cubre su cabeza y esto le da un aire cosmopolita, europeo. Sus ojos son hondos y trágicos... enfermizos, frágiles.  Como si, a pesar de su estatura, estuviesen acostumbrados a mirar desde abajo. Pronunciaba la "ere" a la francesa y era moldeador de membrillos en la sección de Francés.



         Volvía a detenerse y a contemplar el mar: sentía ternura y nostalgia.



- No sé por qué supuse que Ángel podría saber dónde se conseguía hachisch en el pueblo. Me contestó que desde la época de sus oposiciones a modelador no había vuelto a probar esa droga. Se había encerrado con un amigo en una casa de montaña en Cazorla para preparar la prueba y allí había fumado mucho y le sentó mal.- También me contó que en la Fábrica existía un grupo de moldeadores que se juntaban para perfeccionar  su francés y me animó a unirme. Por la tarde se desarrolllaban clases de teatro en el Ayala (la única sala de espectáculos de la localidad). Los viernes después  del trabajo algunos compañeros se reunían en el Chaparral para tomar cañas.



- Todo me pareció propicio, en especial lo del teatro viniendo todavía del impacto de la segunda Escuela de Amor donde había descubierto su poder como medio de auto-conocimiento de las pasiones. A lo mejor en este pueblo perdido yo podría encontrar idiomas, cultura, amigos, descubrimientos...



         Volvió a suspirar; el humor que le ensombrecía era semejante al viento de la Muerte. Hubiera debido alegrarme de verle cada vez más próximo a su final...



- Pero todas mis ilusiones y esperanzas se frustraron: el grupo de Francés fue decayendo hasta extinguirse, el teatro al final nada tenía que ver con lo que yo había aprendido con Gema en la Escuela de Amor, hasta las cañas de los viernes se clausuraron por falta de asistencia.



         Su tristeza esta vez fue más densa, me miró como si de veras me viera, me invocó intensamente en el ensueño que manteníamos desde hacía 30 años, casi se fundió conmigo:



- Hay algo amargo en mis recuerdos de Ángel Q... Esperaba más de su amistad. (¿Fuimos alguna vez amigos?) Me apabullaba su aceleración. Al final de aquel primer curso discutimos en el Chaparral cuando me dijo que yo no era escritor si no había publicado. Ese comentario me llenó de ira, seguramente porque tenía razón. Porque no soy sino una criatura de papel, ni siquiera un ser humano...



         Al cabo de otro silencio fúnebre mi Raptor, mi Verdugo se rehizo para concluir:



- El curso 2011-2012 por fin obtuvo lo que tanto había deseado: un destino en Madrid, en una Fábrica ideal, ubicada en el pueblo de su grupo musical favorito: Vetusta Morla. Ese mismo año enfermó de cáncer y murió en julio. Él había sido quien me abrió las puertas del pueblo. Pero las puertas daban siempre a sitios demasiado angostos.









MEMBRILLOS

2010-2011.



        

         Presagios cada vez más ominosos nos obligarían al final a marcharnos del caserón y  del campo. Mientras tanto en la Fábrica, el segundo año, me vi enfrentado a una remesa de carnes de membrillo como no había conocido nunca. A decir verdad,  estos jóvenes materiales presentaban un avanzado estado de  descomposición...  O de formación -:   Ya casi eran pasteles.



         Habían sufrido a lo largo de más de una década todo tipo de laqueados, barnices, edulcoraciones:  Francés de Camus e Inglés de Tolkien, la tabla de los elementos periódicos de Mendeleiev hasta el tecnecio, Matemáticas del Caos , Filosofía :(De la Banalidad del Mal al Diario de Ana Frank y la V de Vendetta pasando por Hannah Arendt), la Física de Cuerdas, la Química de Rupert Sheldrake como dos damas de pantalones ajustados y tacones puntiagudos  que hacen en julio sus viajes a Thailandia o a Zaragoza. -Eran membrillos muy ilustrados:



          Historia desde Papá Nöel a Garibaldi pasando por Barbarroja.  Geografía Humana del País de los Fantasma. Informática en lógica triádica con Criptografía de Tercera Contraseña y generación de valores financieros pay-pall. Dibujo Técnico de Poliedros Multi-irregulares a lo Lucca Paccioli.  Y, cómo no, la tozuda sintaxis, la  gramática negativa, la   morfología inflexible, la semántica árida... Como un hombre con el cuello rotundo que hace NO con la cabeza y mil veces NO antes de que hayas acabado de hablar. - Eran postres muy formados.



         Algunos membrillos  ya llevaban por entonces  a sus espaldas largos estudios  de música o artes plásticas: estudios de diez años. Sabían tocar el clarinete, la tuba, distintos saxofones, el piano y por supuesto la guitarra. Alguno había pintado al óleo y a tamaño real nada menos que la Gioconda de Leonardo. Otros como el membrillo llamado Saúl, Rey de los Ejércitos ya habían construido incubadoras artesanales para crías de mirlo. El dulce ente no menos destacado al que llamábamos Luis  obtuvo una calificación de 10 sobre 10 -entonces todavía no existía como máximo la de 13-,  en el concurso 1ª) provincial, 2ª) comarcal  3ª) autonómico, 4ª) nacional, 5ª) continental (UE),  y finalmente 6ª) mundial  de membrillos  de Sri Lanka,  . Lo bordó.-  Y apenas eran más que membrillos de 17 años.



         Eran la crème de la crème de la créme , el buque-insignia, la última flor, el grupo estrella, el canto del cisne de los Años del Pelotazo, el renacimiento de la movida, el atardecer de los años gloriosos, el retorno de la Década Prodigiosa,   una especie en proceso de extinción, los Elegidos para la Fama, el proyecto ideal, la utopía realizada, las Ovejas Blancas, una perita en dulce, canela en rama.  Eran de lo que no hay: los membrillos perfectos.



 - Gracia y  belleza imprevistas brillaban en la `piel de aquellas reposterías de la banasta 2011. Raqueles e  Irenes  de las que o se mencionarán aquí los nombres: Bellas azules como la paz y los rasgos redondeados de la bondadosa huérfana, Bellas de largas piernas como auroras de valquirias, bellas de  pechos pisciformes  como valiente es el nombre de Helena....  



(Curiosamente más de uno de ellos, sin haber llegado a los 20, ya había perdido a su padre... La Muerte sorda ahorcaba de vez en cuando a los hombres de 40 sin que nadie pudiese dar una razón. El infarto, el accidente de coche o el suicidio  se comentaban en los días posteriores al entierro y luego se escondían debajo de la alfombra, en las cuevas, bodegas, neveras e hipogeos incalculables que horadaban todas las casas, como si los lugareños intearan escapar del pueblo ampliando sus viviendas en dirección al Infierno). 



         - Ahora estas jóvenes golosinas completaban su última fase en la Fábrica Nacional de dulces sosteniendo  una apariencia engreída, autosuficiente, resabiada;  más que cínica, burlesca. - Menudos membrillos. Qué creídos. - Unos soñaban con participar en Gran Hermano convencidos de que les bastaría entrar en La Casa para ganar el concurso, tan grande era el encanto de sus plumas y de su forma de ser. Otros, compuestos de materiales  procedentes de Bulgaria, estaban rastreando las bocas y las sedes de todas las chicas del pueblo. - Eran por uno u otro motivo  algo fuera de lo normal. Los mejores que se habían visto y que se verían nunca en la cadena  taylorista de preparación de productos alimenticios industriales. Amasados, cortados, merengados, preparados y horneados con mimo desde hacía más de un lustro. A estos no se los iban a comer los perros del Kentucky Fied Chicken ni los contratantes marroquíes de segunda generación de la Albufera.  Alcanzarían las mesas y los manteles de Palacio. Eran chucherías para reyes, éter de las altas esferas.



- Tal vez por eso a   algunos modeladores se les antojara que a veces se reían de ellos, que les tomaban el pelo con sus tirantes bocas de líneas de chocolate; idea paranoica tratándose nada más que de inertes masas de azúcar, agua y  membrillo.

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