AUTOBIOGRAPHICA
X
Fragmento del Diario de 2016
- "Ayer no
me acordé de la muerte de papá (20 de junio de 2001) ni de la abuela (1969, en
la misma fecha) hasta que mamá no me lo recordó por teléfono. Igual, después de
todo, tenía razón Maquiavelo y uno olvida antes el asesinato de su padre que la
confiscación de su patrimonio. Pues mi padre en cierta forma fue asesinado por
el sistema sanitario pero su herencia no se me va de la cabeza.- Hace más de 47
años que falleció mi bella abuela Consuelo que me puso el nombre de Jean.-
Resulta extraño pensar en estas cantidades de tiempo: Quince desde que Brígido,
papá, ya no está en este mundo. - Cuando hablamos de difuntos, siempre
terminamos patinando sobre los formulismos y el sendero liso del tópico. Lo
cierto es que esta fórmula ("ya no está en este mundo") es mucho más
exacta que "falleció" (que suena a que le ha dado un desmayo) o
"murió"-la misma palabra "Muerte" es sumamente opaca.
-"Quiero
Diario, no más Poesía, ni noveleos; no más postureo; solo Diario: Verdad: Razón
auto-bio-graphica, "escribir en
serio"...
-"La Trampa
es el Lector. La Trampa es seguir pensando que existe un Lector: Si Amiel,
Unamuno o Ignatius -o yo- acariciamos la fantasía de que alguien antes o
después va a acabar siendo el Testigo Perfecto de nuestra larga Confesión
Íntima, la presunta "autenticidad" de los Autobiograhica Diaria, se
desvanece.
-"Mierda de
conejo. ¿No estoy yo ahora mismo escribiendo en mi
cuaderno-agenda-solo-para-mí-solo, y ya
se me va el tono a lo elevado y a lo teórico como si alguien me oyera, como si
escribiera novela? -Mierda de conejo todo lo anterior: Volvamos:
(...) "¿En
qué capítulo me salté a Ramón y a Jaime, cuándo empecé a omitirlos?
"A Jaime Narváez lo conocí en el
91 cuando no era más que un membrillo hipersensible al que le acababa de dejar
la chica de sus sueños. Luego Jaime me presentó a Ramón Peco al que solo he
mencionado antes en la para él amarga noche con las dos aprendices de
ninfómanas.
"Lo que me gustaba de Ramón y de
Jaime -igual que de Aricia- es que eran de Arte, de Imagen, y no tanto de
Letras. Eso me hacía verles superiores, más de este siglo:- Aricia no estaba, como yo, indignada con los tiempos modernos. Ramón
tampoco. Aricia con el pelo color fucsia
hablando sin parar de Joseph Beuys, Ramón con su voz rotunda -que suena como si
estuviésemos en el interior de una tinaja- evocando a Philip K. Dick, me
convencían de que yo también amo a la vanguardia y soy una persona de mi época. No un retro.
No un apestado.
(...)"Las
tetas de Anne, la bohemia burguesa que representaba Jaime: siempre con una
novia alemana, un trabajo distinguido en una revista de "tendencias"
que se llamaba Vanidad (precisamente como su defecto o pasión principal), un
apartamento en Madrid que parecía el de un joven triunfador. Jaime a su manera
era un pijo pero tolerante con el lado obscuro, dispuesto a dar alojamiento en
su casa a un equipo olímpico. Integrado, elegante, con pelas. Pero generoso.
Lunes 27 de junio
"Anne Hardies, la chispeante
holandesa de 17 años. Rubia y libre, procedía del mundo semi-hippy de los
guiris que se quedaron en la Costa.- La primera vez que me detuve a
considerarla a ella y no solo a admirar sus ojos infinitamente coquetos, blinking blauw, fue cuando sermoneó a sus compañeros
membrillos por carcajearse del sexo. Desde su esquina isolada de la cinta
sinfín, vestida con una camiseta sin mangas que permite atisbar sus pechos
opulentos y el vello rubio de sus axilas como cabello de ángel, esa chica
diferente, rara avis, les suelta al
resto que son unos infantiles con sus estallidos de risitas siempre que hablan
de sexo. Y cuando los 30 restantes se callan abochornados por su regañina, Anne
-la siempre ausente, la solitaria- se hace dueña absoluta de la palabra y con
un tono serio, algo enfadado, desarrolla una contundente apología del sexo. Con
palabras naturales y razonamientos claros, les recrimina por tomárselo a broma,
por convertirlo en algo sucio y grotesco.
"Yo la admiro en ese momento. Está
guapísima. No parece que sus pechos (bastante visibles bajo el escote) sean tan
grandes. De repente parece que Anne es una chica menuda, pequeña y sabia, venida de otro mundo -como Sylvie-,
para echarnos en cara nuestra vulgaridad. Comparados con Anne somos unos garrulos. - Yo no puedo estar más
de acuerdo con ella. Y no correré detrás
de sus faldas a la salida de La Fábrica para pedirle una aplicación
práctica de sus teorías. O sea, que no
quiero sacarle algo de sexo solo porque se ha atrevido a hablar de sexo con
franqueza.
"Ya no pensaba tanto en los senos
de Ène dulces como melones ni en su pupila azul capaz de provocarme una
erección solo con detenerse una décima de segundo sobre mí. En aquel instante je tomba amoureux, caí enamorado
sin resistencia ni redención posible.
"Por alguna razón asociaba a Anne
con Rimbaud. Tal vez porque ella era belga flamande y el poeta de Charleville vivió algunas
calamidades de su bohemia en la burguesa Bruxelles.- Tal vez porque Anne era de las raras, de las zíngaras, de las chaladas,
de las que a mí me suelen gustar. Una anormal. Como Rimbaud que era anormal
para todo, hasta en su capacidad de retención léxica que le permitía, con tan
solo diez años, escribir de carrerilla las redacciones de Latín de todos sus
compañeros de escuela. -Así de extraño, así de superdotado fue A.R. - Anne
parecía la chica de los ojos violetas a la que abandonó en la estación tras
haberse fugado juntos de casa.
Miércoles 29 de junio
de 2016
-
"Era erótica Anne Hardies con la
que nunca tuve contacto físico salvo aquel extraño trayecto en ascensor cuando
meneó los pechos bajo mis narices como si me pasara un plato suculento para que
lo oliera... Vertido y volcado en una Primavera Verdaderamente Variopinta, la
que vino tras el invierno de lluvias extremas del 96 en Bello Pueblo de Costa,
vergel perdido en falda de Sierra Roja.- Era femenina Anne como la Playa, la Sierra
y la Costa. Y todo en aquella primavera.
"También era erótico Jaime Narváez
igual que Ramón, Paco Gálvez, Pocha, Luisa, Felipe, Nacho Crespo y su hermano
Chema, y Carlos el rubio estudiante de Arquitectura canario, compañero de piso
de Chema en Sevilla.- ´Erótico´ para mí significa: algo que me atrae/fascina porque olfateo en ello una dimensión
superior, un estado superior de ser.
(...)
"Jaime me presentó (hacia 1997) a
Ramón en El Brújula y tras presentármelo se quedó callado y en segundo plano mientras
Ramón disertaba durante 3 ó 4 horas seguidas sobre las vanguardias, el Dadá
y Marcel Duchamp (precisamente Aricia
me mantiene cautivo en la secta dese francés casi invisible, quintaesencia del
artista experimental y revolucionario).
"Aparecieron cuando desapareció la
Duende. Eran más sofisticados que la Duende y que el universo todavía medio
gris de los 80, que iba quedando atrás. Iban asociados a la Vanguardia igual
que Pocha pertenecía a CNT de Ciudad Maldita aunque carecieran de local. Pocha
era una caja sin fondo, un baúl de sorpresas. Lo mismo investigaba el
Suprematismo ruso que me daba una explicación científica de la diferencia entre
cannabis indica y cannabis sativa o
cualquier otro detalle o rebuscado conocimiento sobre el mundo de las drogas.
Pocha podía satisfacer mi curiosidad al
momento y sin consultar ninguna fuente. Y lo que era mejor: me podía conseguir
muestras destas plantas y que me las vendiera un amigo suyo del sindicato sin
sede.
"Él no tomaba nunca nada como no
fuese un par de cervezas y sin pasarse de la raya jamás. Contaba -con sus
grandes, profundos y conmovedores ojos castaños- que había tenido una mala
experiencia con la marihuana y que por eso no la probaba.- Para mí era evidente
que le daba miedo y a la vez le atraía. Y si no, ¿por qué le interesaba tanto?
"A mí me gustaba fumármelos en
toda su cara y que él me mirase alarmado con sus ojos anchos bajo su flequillo
de Beatle: "Ten cuidado Jean, que es una maría muy fuerte
con un 75% de THC..." Con voz casi
trémula aportaba datos totalmente contrastados en torno al riesgo de fumarme
aquello como yo me lo estaba fumando: estaba asustado por mí (al final quedó
demostrado que la razón la tenía él: a raíz de aquella despreocupada fumada de
una variedad alucinógena me precipité a una vorágine de multiaventuras que
desembocó en violencia...).
"Me gustaba de Jaime y sus amigos
que fueran 10 años más jóvenes que yo y que ninguno tomara drogas.- Ya las
tomaba yo por ellos.
"Al principio nos veíamos en el
piso franco que Pocha y sus camaradas tenían alquilado en avenida del Rey
Santo, zulo de un sindicato sin sede.- No hay persona más razonable que Pocha
ni por tanto más moderada. Sin embargo su filosofía política -expresada con
toda calma, sin aspavientos ni retórica- era exactamente la misma que la mía y
la de los compañeros de calle Eguiluz en Vieja Ciudad Costera del extremo Sur
de Europa: O sea: La Anarquía era una utopía, una tontería, pero el
anarcosindicalismo no. Eduardo me había explicado la diferencia -a lo largo de
aquellas noches sin fin frente a una partida de ajedrez- y yo no podía
olvidarla ni dejar de estar comprometido a mi manera con la Idea, la única
solución real a los problemas sociales: trabajadores que de forma pacífica
-huelga general indefinida- se unen y se liberan de sus opresores porque se
auto-organizan.
"Mientras yo me fumaba en sus
narices un porro detrás de otro, aquel casi post-adolescente de metro 90,
grandes ojos marrones y cautos que, parecían, a sus 20 años, haber temido y
haber sufrido mucho, Pocha, que vivía solo con su madre (como el 80% de las
familiias monoparentales españolas), me soltaba un largo y pormenorizado
discurso sobre los orígenes no de la Anarquía sino del anarcosindicalismo desde
Emerson, Max Stirner, Tocqueville y Thoreau hasta Chomsky. Pocha lo sabía todo
y sus argumentos eran demoledores. Y sin embargo nadie aparentemente menos
incediario que aquel joven discreto de flequillo ondulado, novia de toda la
vida y alta capacidad de re- concentración. No se parecía en nada a un
come-curas ni a un radical tabernario ni a un izquierdista de salón ni a uno
que se hace el guapo revolucionario delante de las camaradas del comité
ni a un fariseo que suelta su soflama. Tampoco se parecía al
aristócrata-anarca de Ernst Jünger. Lo de Pocha con la Anarquía era más serio.
"Y lo mío también. No postureo
sino sed de Verdad y de Justicia... - Pero nada más escribir esta frasecilla
inocente ya me he ido... Sí, este es mi puto Diario donde no escribo para Nadie
sino para mí mismo pero si pretendo dar explicaciones sobre mi ideario político
es como si estuviese cogiendo el micrófono de la gala de Eurovisión, es tan
íntimo como la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos... Y yo diserto
para convencer no sé a quién de lo maravilloso que soy. En vez de recordar y de
contar solo los avatares de Eros.
"Pocha podía contarte y recordaba
qué iglesias fueron incendiadas durante el llamado "Agosto de Sangre"
de 1936. No solo las de Ciudad Maldita (donde vivía agazapado entre su casa, el
zulo y El Perro, -el disco-bar de Simón y de Felipe) sino de Vieja Ciudad
Costera del extremo Sur de Europa. Yo también me las sabía, después de más de
20 años en el Sur, en la ciudad con dos ríos, el Wadal-Orke y el Wadal-Medina,
críptica Mainake, "Atlántida sumergida", de fundamentos más antiguos
que Fenicia, más vieja que la Babilonia que se hundió -así lo recordaba una
copla flamenca -"porque le faltó el cimiento", urbe amable en su
bahía a la que Vicente Aleixandre llamó Sombra del
Paraíso (si es que se refería a la
ciudad, como decían sus habitantes). No se lo curró mucho el poeta acreditado
con el Premio Nobel honoris causa del 27. No gastó el poeta bendito de
Wellingtonia3 demasiadas células nerviosas para llamar a la Ciudad Costera del
Extremo Sur de Europa, "imitación" de lo Perfecto, que es lo que
quiere decir "sombra del paraíso". Con su poemario en prosa
Pasión de la Tierra había
despeñado por el abismo a toda la poesía de su generación. García-Lorca y
Miguel Hernández habían sido asesinados, Cenuda y Alberti en el exilio. -Era un
libro ilegible.
"No parece que en una ciudad de
puerto, tan dichosa que los poetas la comparaban con el Edén -como a la mítica
Cádiz con La Tacita de Plata-, la gente
pueda llegar a ser tan malvada y sanguinaria como para ejecutar al párroco de
Santiago descerrajándole un tiro en el cielo de la boca en calle Córdoba para
luego mearse dentro de ella. -Si en la Costa todo el mundo era feliz, ¿cómo
podía haber ocurrido eso? ¿Y por qué habían mutilado y ultrajado a los Cristos?
¿Por qué había corrido tanta sangre?
"El joven pero sabio Pocha no
tenía respuesta para esto. Al menos no intentaba aclarar las atrocidades de la
guerra. Yo sí podía entenderlo mejor desde que conocía la superpoblación de
fantasmas de las calles del centro, la mueca malévola de las 4 de la madrugada
en la Alameda y la violencia adherida a cada centímetro de su pavimento.
"Seguía drogándome para lanzarme a
la violencia callejera contra los presuntos culpables deste estado de cosas.
Más que un pensamiento político ácrata sincrético, yo tenía un batiburrillo de
ideas. Mientras Pocha -Javier- me consideraba con preocupación y a la vez con
respeto, y fumaba otro cigarrillo de tabaco sin darse cuenta de que fumaba más
desde que conversaba conmigo, yo solo hablaba de posibles atentados
neoanarquistas más o menos absurdos como reventar por la noche los escaparates
de la librería de El Corte Inglés estrellando con violencia contra los
cristales blindados un proyectil más duro:
bujías de porcelana que de inmediato serían respaldadas por una piqueta
que abriría más brecha hasta permitirnos asaltar los stands, llevarnos todos los libros, enciclopedias y
discos posibles, y volver a salir cuanto antes para desaparecer en el dédalo de
calles adyacente y dejar nuestro botín a buen recaudo en diversos escondrijos.
- O bien, provocar un incendio en la Delegación arrojando una bengala que
penetrase por una ventana del quinto piso (siempre la dejaban abierta por la
noche) y abrasase los archivos.
"Luego salía del piso franco de
Pocha y sus camaradas y me sucedían cosas. Los extraños sucesos del Drogado
continuaban sin excepción hasta altas horas de la madrugada y hasta el día
siguiente.
"La alternativa al pre-terrorismo soft de los 90 con distintos
bombazos en Nairobi o en Buenos Aires, eran las hetairas multinacionales de los
clubs próximos a la estatua del Marqués de Heredia en la Ciudad Costera. Las
conocía bien. O nuevos establecimientos cerca de Ciudad Maldita, en
Pozuelo: localidad de la llanura
castellano-manchega que apenas era una aldea pero que, desde antiguo,- desde mi
infancia-, ponía a disposición de sus habitantes masculinos una oferta de
prostitución de 3 burdeles, incluyendo al sórdido Pistolas, verdadero antro con
madames horrendas y avejentadas, y un
hilo de bombillitas de colores tan siniestro como aquel de Eleusis. Alguna vez
lo visité cuando era más joven, por curiosidad, como quien prueba un queso
demasiado curado. Pero no volví más.
"Ahora, acercándome a mis 40,
dejaba atrás ese puti-club decadente y sucio, para descubrir la nueva oferta
atravesando el pueblo: una especie de chalet con baranda en medio del silencio
de las viñas y de los olivos. Las paredes estaban pintadas del color de las
galletas. Entré y en seguida me llamó la atención una joven de ojos azules y
senos opulentos. Pues parece que yo, en aquella época, no pensaba más que en
intoxicarme y en acariciar bellos senos. Las princesas de Valaquia, las novias
de Drácula y las Siboneys, no cambiaban el mundo ni resolvían nada de las inquietantes
cuestiones planteadas por Pocha -que esperaba aún su momento, permanecía
escondido y se mantenía lúcido- pero me aliviaban. - Al final perdí a Pocha
como he perdido a todos mis amigos."
MI SEÑOR una vez más había perdido el
hilo. Del 2011, de las lagunas encantadas y de su entusiasmo por el ente
llamado Gonzalo o por los que llamaba
membrillos, pasaba a recordar los
senos perdidos de Anne en el 97 o a otros amigos de aquella época que se
llamaban Pocha, Ramón o Jaime y que, ahora, si se los encontrase por la calle
solo le saludarían brevemente. Y aún intercalaba recuerdos más lejanos de su
juventud en Madrid. Tal vez lo hacía para atormentarse.
Estábamos ahora
en lo que él llamaba Ciudad Maldita, a donde había jurado no regresar.
Mi Señor ya no
vivía con el ser llamado Morphi sino con su madre.
Languidecía y
empezaba a sus 52 años a temer a la muerte.
Apenas podía
verme ya, apenas me hablaba. Pero Yo, su Alma, le susurraba sin que se diese
cuenta.
Y aunque estaba muy perdido e invariablemente
triste, le llevaba a proseguir su narración, el sentido de su vida, en el
último punto donde la habíamos dejado.
ANTES DE QUE MORPHI SE FUERA
Sí, pierdo el hilo y sin embargo me he prometido contar hasta el final
todos los avatares de Eros...
Acaso todo empezó a
degenerar por un pequeño movimiento de vanagloria: cuando un día me di cuenta
de que llevaba más de 20 años "meditando" y cantando el mamtram. Desde que Sat me enseñara a decir
Hare Krishna, Hare Rama, desde que Sat me
dio el maha-mamtram en el 92 y el
rosario o mala que no he perdido.
Por una vez la edad no me
pareció una acumulación enfermiza, una cuenta atrás, una amenaza, la crónica de
un deterioro progresivo sino una especie de capital espiritual, un progreso,
una promesa, la historia de un enriquecimiento.
-Con un orgullo que, en ese momento,
me pareció legítimo me dije que llevaba ya dos décadas con el mala -el rosario de cuentas de sándalo
que me regalara Sat tras perder otro- entre las manos, practicando a mi manera
poco devota e inconstante pero sin abandonarlo nunca del todo. -A pesar de mi
continua melancolía ¿no podría ser que
aquello me procurase algún tipo de beneficio? Pensé que casi sin darme
cuenta "eso" se había
incorporado a mi ser, formaba parte de mí y me mantenía en estado de gracia.
Tal vez fue la misma
vanagloria que al Conde de Saint-Germain -infinitamente más perfecto que yo- le
condujo a las cárceles de la Inquisición según cuenta en la Santísima Trinosofía.
En la primavera de 2011 junto a amigos de la Escuela de Amor de Vieja
Ciudad Costera del Extremo Sur de Europa había entrevisto la felicidad en
Ruidera. A la vuelta de aquellos días de mayo en las cabañas del cámping, y
bajo el efecto del libro de Rudolf Steiner Cómo
conocer los Mundos Superiores, me pareció que se empezaban a abrir en mi
sensibilidad canales de percepción y de amor hasta entonces desconocidos. -Con
el lenguaje del sentido común, el sabio
Steiner afirmaba que todos poseíamos en potencia facultades sobrenaturales que
podían ser desarrolladas a través de sencillos ejercicios como cultivar el
sentimiento y el pensamiento de manera definida dirigiendo la atención a
fenómenos como el brote de una hoja o el marchitamiento de una flor, o la
salida y la puesta del sol y de la luna
diarias.
Había adquirido esta
obrita muchos años atrás pero no lo había leído - del mismo modo que sucedió
con el Libro de Oro de Saint-Germain.
Como si ciertos autores primero se acomodasen en mi casa y tomaran su lugar en
mis estanterías antes de que llegase el momento adecuado para entrar en
contacto conmigo. -Pues Steiner se refería de continuo a la iniciación y a los maestros aunque no ofrecía más detalles al
respecto sino que quien deseara saber algo de las dimensiones superiores, tarde
o temprano daría con un instructor. De hecho la primera condición para ser un
investigador de los misterios era la devoción:
"Existen niños
que elevan la mirada con respeto reverencial a ciertas personas; sienten por
ellas un respeto profundamente arraigado en su corazón, que les impide todo
pensamiento de crítica u oposición. Tales niños, al llegar a la adolescencia,
se sienten felices al levantar sus ojos hacia algo digno de veneración. De las
filas de estos niños provienen muchos discípulos de la ciencia oculta. Si una
vez te has detenido ante la puerta de una persona a quien veneras, y has
sentido en esa primera visita algo como un temor reverencial al mover el
pestillo para entrar en el recinto, que para ti es un 'rincón sagrado',
entonces has experimentado un sentimiento que puede ser el germen para tu
futuro discipulado en la ciencia oculta. Es una bendición para todo
adolescente, poseer semejante sentimiento como una predisposición, y no se crea
que pueda ser germen de sumisión o esclavitud. La devoción del niño hacia una
persona, se transforma, más tarde en devoción hacia la verdad y el
conocimiento. Por experiencia se sabe que los hombres que han aprendido a
venerar donde la veneración está en su lugar, son los mismos que saben actuar
sin humillarse; y la veneración siempre está en su lugar, cuando surge de las
profundidades del corazón humano".
-Yo recordaba
haber sentido desde pequeño aquella admiración reverente: ante la casa del
maestro Usero, el que a los diez años me enseñó los rudimentos de la guitarra.
Y mucho después ante el piso abismal del Filósofo en Fuengirola. Y todavía
ahora, en el pueblo, había sentido como un privilegio ser citado por el Poeta
en su casa retirada al fondo del parque, custodiada por un ciprés y una antigua
ermita, planta baja y subterráneo que atesoraba libros de poesía, dibujos y
grabados del pintor D´Opazo entre aromas
de tabaco de pipa inglés.
Había conocido a Miguel
Galanes, el Poeta -como Vicente Valero lo fue en Ibiza- a través de una suma de
casualidades mezcladas con intenciones:
Elisabeth,
una compañera de la Fábrica que también escribía versos (y cuya amistad al
final perdí, como otras tantas, debido a
mis excesos) me invitó a una reunión de su grupo poético que se llamaba Hanna,
como el río misterioso que nace en las ruideras. Pero la cita era en Ciudad Maldita donde para
mí todo estaba contaminado de mediocridad. De modo que desestimé la idea.
Sin embargo, por un camino tortuoso, terminé asistiendo a
aquel cónclave de vates a los que yo llamaba "locales" y cuya
compañía me parecía degradante: Un día, en El Cano´s, el único del bar del
pueblo que yo frecuentaba -aparte de la cantina de la Fábrica de Membrillos-
apareció una mujer de unos 60 años, grande y alta, tocada con una gorra de lana y ropas que
evocaban la bohemia parisina. No solía verse a nadie así en medio del secarral
donde nunca había pasado nada desde hacía 10.000 años. De modo que de inmediato
le pedí al dueño del local, mi amigo Ángel, que me la presentase y me acerqué a
su mesa. Mi instinto no me había engañado: Marisa Vaquero -así se llamaba- era una mujer notable no solo por su estatura
o sus grandes ojos: Hablaba de forma grave y pausada, como si estuviera
escribiendo todo lo que decía, mientras
su mirada fija y solemne de sacerdotisa se posaba sobre mí pero no para
dominarme sino para al final desembocar en un rasgo de humor o en una sonrisa
maternal. Era viuda y aún parecía estar enamorada de su marido. Había nacido en
el pueblo pero vivía en Leganés y pasaba tiempo en la Costa. Escribía poesías.
Me contó que conocía a un tal Fernando
Beltrán, que se ganaba la vida como
nominador, es decir bautizando empresas como Amena, OpenCor o La Casa
Encendida. - Desde el principio me agradó Marisa y accedí
a llevarla en coche a la reunión del grupo Hanna ya que ella no tenía vehículo.
No solo por hacerle un
favor a aquella mujer mayor pero libre, tan distinta de las que había conocido
en el pueblo. Sabía que entre los poetas estaría Miguel Galanes que para mí
transcendía largamente al resto de representantes lugareños del Parnaso.
Nada más llegar al
colegio Jorge Manrique donde se celebraba el evento, me topé con José María, un
poeta que conocía de la Caterva, una taberna con terraza detrás de la fuente de
la Plaza Mayor. Allí habíamos compartido libaciones, fumadas y versos (los
suyos sí me gustaban). De modo que me alegré de verle y en homenaje a los
viejos y buenos tiempos, antes de pasar,
nos fumamos un porro de marihuana que determinó el resto de mi
actuación: La señora con aspecto de maestra que dirigía aquella asamblea
cultural quiso presentarme al grupo como modelador en la Fábrica de Membrillos
pero yo le impedí con rudeza que lo hiciera: no quería mezclar mi desempeño
profesional con el oficio de poeta. Luego intenté recitar algunos de los versos
que había traído:
Mi Amor totalmente imposible
Con mi Soledad eterna
En pérgola franqueable
Baila su separación...
Pero me resultó imposible proseguir. Se me antojaba cursi y ridículo
aunque todos me animaran a que siguiera. En vez de eso saqué un legajo que yo
había escrito sobre La Semana Fantástica
de Fernando Beltrán, un comentario bastante crítico sobre el poemario del
nominador, y leí algunas páginas. Después de mi confusa actuación se sucedieron
otras: Un señor tocado con boina y con
todo el aspecto de proceder del campo recitó una décima espinela y varias
estrofas populares; otro tipo más urbanita enjuto y con gafas se lanzó a una
avalancha de imágenes mitológicas en arte mayor; mi compañera Elisabeth declamó
una poesía erótica que jugaba con lo cotidiano y sonaba natural y amena; por
fin José María intervino para atacar a un agitador cultural de los 70 al que
otro grupo poético de la ciudad había rendido un homenaje póstumo donde se
hacía una referencia peyorativa a los del Hanna.
Miguel Galanes no leyó
absolutamente nada pero prestó mucha atención a mi diatriba contra Beltrán,
antaño compañero suyo de armas en el movimiento Sensista y, en la actualidad,
ex-amigo. Galanes me miraba de otra forma después de haber escuchado mi ácida
glosa de La Semana Fantástica. Mientras
todo el mundo se levantaba como si se pusiera fin al espectáculo más
aburrido del mundo y corriera prisa
pasar a otra situación menos sofocante, me dijo que tenía razón en mis
observaciones sobre Beltrán pero que no comprendía por qué no había terminado
de recitar mi propio poema. Yo, envuelto
en el torpor del cannabis, me hice el
tímido y recordé que a Antonio Machado tampoco le gustaba declamar sus versos.
Galanes hizo un gesto que reducía a la insignificancia mis justificaciones. Con
naturalidad y en medio de la estampida general de versificadores, quedamos en
vernos en el pueblo una media hora más tarde. Miguel no llevaba coche sino que
le había traído en el suyo Banegas, un empresario de maderas con inquietudes
literarias y culturales de todo tipo. Yo llevé de vuelta a Marisa, y Banegas a Miguel.
En el coche, Marisa me habló de su marido, de
la soledad, de los viejos tiempos cuando todo era felicidad e inspiración. De
círculos de verdaderos escritores en el Instituto de Cooperación Iberoamericano
de Madrid, autores cuyos nombres salen en los libros de texto o se mencionan en
los suplementos culturales. Ahora todo aquello había pasado y ella era una
mujer mayor pero bella, viuda y sin porvenir. Yo podía sentirlo como una
tendencia a la ternura y a un afecto excesivos. Me pareció que me estaba
haciendo amigo de aquella señora a gran velocidad y hasta traté de ofrecerle
palabras de consuelo sobre su viudez. - Palabras y reflexiones que a mí se me
antojaban sabias y que fueron totalmente inútiles. Ella solo le reprochaba a su
marido haberla dejado sola, como si su muerte por cáncer fuese un abandono o
una traición. Ante eso nada valían mis discursos.
Después de una larga
espera en El Cano´s, por fin aparecieron Banegas y Galanes. El dueño del
aserradero insistía en llevarse de cena al viejo poeta pero el poeta
Galanes se resistía explicando que su
mujer, Esperanza, no había venido de Madrid; y no le parecía adecuado pasar solo una velada con dos parejas. Pensé
que se trataba de un hombre autocontrolado y sobrio, ajeno a la vanidad de los
placeres sofisticados de los viernes. Prefería refugiarse en su bella soledad,
fumarse una pipa inglesa y hablar por teléfono con su larga Musa. O quizás ni
siquiera necesitase hablar con ella. Yo en circunstancias similares habría
sucumbido a la proposición de Banegas o de cualquier otro Mecenas. Ni siquiera
me habría planteado estar traicionando con ello a Morphi. Pero no era yo al que invitaban.
No tardó mucho en
retirarse. Pero antes, su mirada aguda de pájaro se fue clavando en mí y casi
sin hacerme preguntas sobre mis intereses y ocupaciones, me hizo un rápido
pronóstico sobre mi futuro:
Dijo que tiempo atrás
había conocido a otro Modelador de Membrillos que vino al pueblo buscando el campo como yo. Vivía en una casilla cerca de la ribera
y era un personaje excéntrico; terminaron echándole de la localidad...
- Luego de haber despachado con
esta historia mi porvenir (que por los acontecimientos posteriores, como se
verá, apenas se apartó de tal
predicción) empezó a interrogarme sobre Heidegger al que yo detestaba con
ahinco desde mi paso por Friburgo y por su cabaña en la Selva Negra. En
realidad no dije nada que tuviera el mínimo interés sobre el filósofo del Ser y
el Tiempo; era una substancia a la que apenas recurría en el proceso de
elaboración de pasteles en la Fábrica. Pero a Galanes mi desapego hacia el
rector nazi le hizo gracia igual que mis críticas a la ortografía de Beltrán.
Tal vez veía en mí un espíritu libre. Solo porque me parecían mucho más
transparentes los textos de Rilke que los comentarios de Heidegger a los textos
de Rilke. O porque le hablé de la obscura choza en la montaña de los Holzwege
y de cómo me invadió la tristeza junto a la fuente del filósofo y hallé una
mata de belladona -o de algo parecido- con la que intenté intoxicarme para
evadir la pena por Alemania y su pensador. Todo esto ya ha sido narrado.
-Había ido al colegio
Jorge Manrique con el oscuro instinto de encontrar a un hombre de conocimiento, alguien que pudiera enseñarme nuevos
avatares de Eros. Apenas había leído más que dos o tres cosas de Galanes y ni
siquiera me gustaron. Pero, por algún motivo, solo sentía interés por él y, una
vez más, la fortuna me favorecía puesto que Miguel, a juzgar por su sonrisa
sarcástica pero benevolente tras la pipa,
me concedía una nota alta en aquel examen atropellado de Filosofía donde
también salieron a relucir otros nombres como los de Paul Celan, Husserl,
Walter Benjamin o Wittgenstein. Para los demás asistentes al cónclave del Hanna
yo no pasaría de ser un pirado que critica agriamente a un escritor,
Beltrán, que casi nadie conoce. Para Marisa -que era quien me dejó el libro
de La Semana Fantástica y que había
tratado a su autor- yo había estado demasiado duro y me merecía que lo fuesen
conmigo cuando presentase mis trabajos (percibí un tono de amenaza pero me daba
igual). Para Miguel yo era un soñador simpático y lúcido y eso era lo único que
me importaba.
Sin embargo, como no
intercambiamos teléfonos, supuse que no volveríamos a vernos. Me equivoqué:
Mediante una nueva
maniobra del Destino, el Dios Personal
que maneja los hilos invisibles de los acontecimientos, me condujo de nuevo
-sin proponérmelo- hacia la persona que sería mi Maestro durante años.
No solo me gustó de
Miguel aquel trepidante interrogatorio sobre Filosofía. Ni su falta de interés
en los deleites mundanos:
Al poco tiempo de nuestro
encuentro con los del Hanna, mi compañera Elisabeth -a quien más tarde perdí
por mis excesos- se me acercó en la Fábrica para anunciarme que Galanes quería
quedar conmigo. De nuevo parecía que el Destino me obsequiaba con una suerte
excesiva: Lo normal es que fuera yo -insignificante modelador- quien me
acercase al escritor reputado.
No tardé en llamarle y en
peregrinar a su vivienda recluida en el fondo del parque.
En vez de hablarme de sí
mismo o de sus trilogías, prefirió enseñarme los cuadros que colgaban de las
paredes de su casa, grabados en su mayoría ténebres del pintor gallego Juan D´Opazo, transterrado a
La Mancha. Parecía mentira que alguna vez se hubiera ganado la vida pintando
carteles de cine de la Gran Vía.
Lenta y solemnemente me
fue contando la vida de D´Opazo: Un amor
infortunado en su juventud le había conducido a la soltería, que ya no abandonó
nunca. - Me pareció que ya había oído esta historia: los más románticos se
enamoraban una sola vez y si eran rechazados ya no le intentaban más. ¿No fue
ese mi proyecto después de conocer a I., mantener toda la vida el recuerdo de
lo que no pudo ser?
Pero, en realidad, ¿qué
podía saber yo de la vida sentimental de aquel solitario sobre cuyo recuerdo se
volcaba ahora Miguel, como si lo invocara, como si estuviese oficiando algún
extraño ritual de invocación de fantasmas o de máscaras de carnaval como las de
los grabados que ensombrecían el salón y producían una magia negra y a la vez
apacible? - Tuve la sensación de que aquello era algo más que una charla trivial
entre dos personas que acaban de conocerse. Parecía que el Poeta me estuviera
transmitiendo el espíritu de D´Opazo.
Al parecer tras ejercer de maestro de Dibujo
durante años en el recién creado
Instituto Laboral José Ruiz de la Hermosa
le habían echado de la enseñanza por carecer de título. Y a partir de entonces se había ganado el pan
dando clases particulares. Al menos conocía dos personas que ahora eran a su
manera artistas avezados -Luisa Acosta que daba clases a los niños en su casa y
Manolo el del estanco - y que habían aprendido a trazar formas sobre el papel
en las láminas de Messeguer que utilizaba D´Opazo.
Igual
que al otro Modelador de la casilla en la ribera le acabaron expulsando del pueblo.
Los
recuerdos de la postguerra de Miguel parecían advertencias y premoniciones
sobre mí para el siglo XXI.
¿Era
casualidad que mi Fábrica, el lugar donde yo modelaba membrillos, llevase su nombre- Juan D´Opazo- y que ahora estuviese escuchando de labios de
Galanes en aquel refugio la crónica todavía viva de su existencia conclusa más
de 20 años atrás?
Una
rara emoción se había apoderado de su voz y parecía olvidado de sí mismo igual
que yo de mis propias vicisitudes y problemas. Solo pensábamos y evocábamos a
don Juan d´Opazo. - Pude ver al viejo artista en una foto junto al olivo de la
plaza. Me recordaba a Gonzalo Torrente- Ballester por las gafas enormes que le
cubrían la cara, el bastón y la espalda semi-encorvada. Junto a él, un Galanes
de piel tersa y brillante, algo morena,
resplandecía protector al lado del anciano. Recordé que Miguel había tenido que
cuidar de otros desde los 17 años.
Luego
nuestra conversación, -nuestra primera conversación a solas- se empezó a poner
más lúgubre pues, ya no recuerdo de qué manera, empezamos a acordarnos de José
Ruiz de la Hermosa, una de las primeras víctimas de la guerra civil.
"José
Ruiz de la Hermosa, funcionario de la Delegación de Hacienda de Canarias,
muerto en Daimiel (Ciudad Real) el día 2
de noviembre de 1933.
"Afiliado a las JONS desde 1931, asistió al mitin
del Teatro de la Comedia, para lo que se había trasladado en avión desde Canarias, lugar donde trabajaba.
Al finalizar el acto, marchó a Daimiel (Ciudad Real), su pueblo natal, donde asistió a un mitin
organizado por las Juventudes Socialistas. En un momento del mismo, cuando se hallaba en el uso
de la palabra un tal Alcázar y estaba criticando al Gobierno porque "no
sólo no facilita el trabajo a los obreros, sino que los ametralla", uno de
los asistentes añadió: "Y los mata", a lo que Ruiz de la Hermosa
respondió a viva voz con un "acordaos de Casas Viejas". Entonces, el joven jonsista se vio rodeado por
una muchedumbre enloquecida, que se abalanzó sobre él, linchándolo hasta
expulsarlo del local. Ya una vez en la calle, uno de los asistentes al acto le
asestó una letal puñalada con una aguja de cardas, dejándolo moribundo. Cuando
su cuerpo yacía en el suelo, el resto de los asistentes del acto le rodeó y se
ensañó con él, golpeándolo hasta que fue trasladado a la Casa de Socorro, en la
que ingresó cadáver. Una burla del destino hizo que el autor de la puñalada se
llamase Pedro José Ruiz de la Hermosa."
"Está
considerado el Primer Caído, pese a no militar en Falange, en atención a su asistencia al mitin fundacional, donde dijo aquello
de "Yo soy jonsista, pero de José Antonio"
"Uno de los
institutos de educación secundaria de su localidad natal llevaba su nombre
hasta la década de 1990,
fecha en que la institución cambió su nombre a Ojos del Guadiana."
(wikipedia).
A las informaciones usuales Galanes
añadió el detalle de que el cuchillo de carnicero -y no la "aguja de
cardas" que menciona wikipedia- con el que se cometió el asesinato, había
sido prestado por un carnicero de la localidad esa misma mañana al asesino; es
decir, que el crimen de José Ruiz de la Hermosa se perpetró con premeditación y
alevosía.
- Entendí perfectamente la esencia o
mensaje de aquel primer encuentro con mi maestro: Significaba en resumidas
cuentas que el pueblo idílico donde no había sucedido nada en 100.000 años, era
de armas tomar, igual de sanguinario y de peligroso que cualquier otro, con sus
asesinatos, sus violadores, sus parricidas, sus motherfucker, sus personajes malditos, sus brujas y sus duendes. El
mensaje general del Maestro no era en absoluto tranquilizador. Si yo había
venido al pueblo con la pretensión de cambiarlo o de hacer por mí mismo algo
nuevo, terminarían echándome como habían expulsado a aquel maestro que vivía en
una casilla de la ribera. O matándome con una aguja de cardas o con un cuchillo
de carnicero.
Sin embargo, a pesar desos presagios
ominosos que yo no terminaba de tomarme muy en serio, mi vida por un breve
momento pareció normalizarse:
-Todo
funcionaba bien. Éramos felices en plural. Yo disfrutaba de mis abundantes
momentos de asueto como de mis horas de estudio preparando moldes de membrillo
y otros materiales. Una variedad de estímulos culturales daba color y
sofisticación al ocre de los plantíos y al olor a cabra tan cerca del pueblo.
Amigos inusitados me hacían olvidarme de los encantos y finezas de la Corte:-
- Miguel
Galanes con sombrero de cazador del Tirol y gafas de cristales alzables, -el
último grito de Coronel Tapioca en gafas para seniors-, un espárrago de bolígrafo bic en el bolsillo de la
chaqueta por si le asalta la inspiración, zapatos camperos de 350 euros y, en
suma, perfectamente equipado, se
aparecía en El Chaparral de Ángel, en la Feria, para compartir una caminata
hasta Navaseca, y extrañas revelaciones.
- Miguel
Herreros con su mirada severa tras sus gafas magistrales, casi dando tumbos a
causa de su imaginación de compositor medio loco, o quizás debido al exceso de
trabajo como simple profe de guitarra, surge casi tambaleante en la plaza,
sostenido por su bella mujer Ana y sus dos hijos: Miguel y Javier. Con Miguel
Herreros y con Ana siempre terminaba hablando de lo mismo: de los yihadistas y del atonalismo (como si los
dos temas guardaran alguna relación ...; como insinuó Stockhausen, el 11S era "la mayor obra de arte del siglo XX"; claro: las torres eran
como pentagramas puestos de pie: los aviones estrellándose eran el atonalismo
rompiendo las leyes de la armonía; en definitiva, la culpa del 11S la tuvieron los músicos). - A veces también
hablábamos de otras cosas como la política nacional, el Algarve o los países
del Este.
- Carlos el
Físico se aparecía como una especie de gacela tímida y a la vez arrogante junto
a la fuente de Pomona (La Gorda) del Parterre; al final Carlos siempre
terminaba fatigándome con su angustioso modo de tensar el discurso (cosa que ya
he descrito)-
- O
aparecía Miguel Ángel, al que ya dediqué una semblanza en este catálogo.
- O
Gonzalo.
- O José
Manuel.
- O Fran.
Pero de Gonzalo y de querido Fran ya he escrito semblanzas, hijitos. Mientras
que de José
Manuel, que la solicita desde hace tiempo, no. De hecho, es lo que
vengo de redactar ahora mismo, una especie de poema-relato sobre Fran,
una especie de semblanza bastante angustiosa... (-La gente cree que los
novelistas, los personajes de papel, los hombres de letras llevamos una vida
apasionante sin darse cuenta de que el
día a día del escritor consiste en largas horas sentado a su mesa de estudio,
en la posición del escriba, hecho un 4, fumando lo indecible y echando humo por
las orejas. ¿Qué es lo que tiene de bueno?-)
Recuerdo
que nuestro "primer encuentro real" -es decir, a solas- se desarrolló
un 21 de diciembre de 2009: Hacía mucho frío y ningún membrillo había venido a
la cinta transportadora aquella mañana ya casi navideña. Copos de nieve cubrían
el pueblo de un silencio y de una inactividad conmovedores. No se oía un motor
en muchos kilómetros a la redonda. Y aunque yo pasaba por una de las épocas
peores de mi vida, casi era imposible no creer en Dios si en el fondo de tu
corazón sentías un poco la Navidad, la nobleza del gran álamo blanco, el
heroísmo sin causa de las gatas, los dones del invierno, y todo eso.
No había venido nadie salvo el
membrillo llamado José Manuel. Era ese tipo de membrillo
obstinado, obsesivo, voluntarioso, casi anal,
cabezón o tenaz según se prefiera, en cualquier caso con la testuz de un
toro. Era esa clase de candidato a los exámenes finales de membrillos
superiores y saporizados, uno de esos que no se pierde un examen ni una fase,
que no falta nunca, ni siquiera cuando hay permiso para faltar.
Admirando su aplicación y preguntándome
qué hacer con aquel novillo descarriado de los membrillos, le propuse tomar un
café fuera de la Fábrica.- Debo decir que muchos destos jóvenes dulces de
membrillo son capaces de entrar a un bar y tomar café a sus 17 años. José Manuel
lo hacía perfectamente.
Una vez sentados en los taburetes de
aquella sucia y obscura taberna, José Manuel tomó la palabra y ya no la
abandonó en una hora. Yo tenía sueño y frío y hambre y sensación de debilidad y
de ninguna manera la energía de aquel membrillo post-adolescente. -La verdad es
que me disgustaba hasta su nombre. No me caía nada bien. -Pero como estaba
deprimido, exaltado y a la vez exhausto, le escuché vagamente hablarme del
pueblo y de sus personales vivencias políticas. Al cabo de 15 minutos decidí que José Manuel me caía simpático y
que tal vez pudiésemos llegar a ser amigos. (- En mi profesión es natural que los modeladores se hagan
amigos de los membrillos y viceversa.-)
Aquel encuentro a las 8 y media de un
21 de diciembre con el espantoso gorgorito de fondo de los castratti de San Ildefonso cantando el Gordo, aquel primer vis à vis con José Manuel me dejó turulato
para el resto de las Navidades:
-No puedo presumir de haber bebido y
absorbido sus palabras una a una ni de
recordarlas con exactitud; a esa hora recién amanecida de los días más
cortos del año, la verdad es que yo
estoy como para pocos esfuerzos
mentales:
Estoy
medio dormido, medio sonámbulo, y le escucho a medias -sindicatos, Iglesia, ayuntamiento, Foro Cívico, concejal del PP amigo
suyo, plenos municipales, orígenes
judíos de Gonz. De la Al. , Trastorno Afectivo Estacional, etc...- pero es
fácil reconocer que estoy ante un joven membrillo inteligente, bien informado y
bien estructurado: Me está dando una
soberana paliza mientras intento disimular que tiemblo de frío y de hambre: Me
está contando en esencia los intríngulis más obscuros del pueblo, su cara
oculta (no sé por qué cada vez que algún lugareño coge confianza conmigo, me
acaba confesando que el pueblo es muchísimo más infernal de lo que yo me había
imaginado.
Y yo se lo agradezco y le admiro por
informarme. Se puede decir cualquier cosa de José
Manuel menos que sea un joven membrillo iluso que viva en los
mundos de Yupi. Todo lo contrario: Tiene 17 años pero parece que tuviera 37.
Parece un señor serio e hiper-responsable. Sus ideas y puntos de vista también
son los de un ciudadano sensato y conservador de 50 ó 60 años. Todas sus tomas
de postura coinciden sin variación con la llamada derecha sociológica o
"derecha demográfica". El hecho de que todavía a día de hoy se enfade
tanto si los amigos se lo recordamos -que es "un poco" de derechas- ,
no hace más que confirmar nuestra hipótesis. José Manuel es tan auténtico que
solo de pensar que le confunden con uno de derechas, se pone enfermo y lo pasa
realmente mal.
Creo que, en cuanto duerma unas horitas o me conforte un poco, hasta podría
hacerme amigo de este José Manuel
al que no había hasta ahora tomado en cuenta y que, la verdad, me desagradaba un poco quizás porque como
membrillo escribe bastante mal, o tal vez por su innegable popularidad (ha sido
elegido Delegado de su clase de membrillos curso tras curso). Alguien tan
perfecto, tan concienciado, tan comprometido, tan auto-disciplinado, tan
idealista, me daba un poco de yu-yu. -Pero al final no tenía más remedio que
reconocerle sus méritos. Fue él quien me buscó a mí. No sé por qué. Era como
Pachón: que veía en mí no sé qué sabiduría milenaria y quería sacármela. Pues
muy bien. José
Manuel no tenía ni idea de los terrenos en los que se estaba
metiendo. - Al igual que Pachón
algunos años atrás en Vieja Ciudad Costera del Extremo Sur de Europa, José Manuel
a través del anhelado contacto conmigo empezaría a cambiar y degradarse como
víctima de una enfermedad crónica. -Al igual que las mujeres que insistían en
ser mis novias, adelgazaban y se convertían en sombras de lo que fueron.
En cuanto regresamos a nuestro centro
de trabajo (la Fábrica), me llama el Señor Director. El Señor Director no es
muy alto pero tiene el olfato de un zorro, vista de lince y oídos por todas
partes. Se entera de las cosas no solo en directo sino antes de que ocurran. A
las diez de la mañana mi Director, Maroto,
ya se ha enterado de que yo me he fumado unos porros 16 horas antes. Es inútil
negarlo porque Maroto presenta una avalancha, un verdadero ejército de
informantes: La última la más desconcertante: Su propia hija que vive en Berlín
pero que se ha enterado de mi peripecia a través de twiter y se lo reporta a su
padre.- Comprendo que las redes están incendiadas y recorren desde el pueblo el
mundo y luego del mundo regresan al
pueblo.
A las 9.35 ya se ha enterado de que he salido del centro
con un membrillo menor de edad desde las 8 y 36 (aprox.) hasta las 9.34 h.,
cosa que no está autorizada y podría acarrearme una sanción. "Falta leve. O sea, bonito suspensión firme
de empleo y sueldo por tres meses. ¿Qué me dices ahora, bonito?", me
acosa el Jefe de Estudios Don Ramón.- "Joder,
tíos, no me jodáis ahora", les digo sabiendo que estoy ante mis jefes
pero que también son un poco mis amigos: "Que me vais a detraer el sueldo por tan poca cosa... Mirad que yo y mi
mujer nos quedamos con una mano delante y otra atrás".- Sabía que esta
última expresión les iba a tocar la fibra, pero en un rapto de inspiración hice
un gesto danzante bastante soez que les obligó a reírse:
Maroto
esbozó un gesto indefinible que significaba "yo hago la vista gorda si es por eso" pero también era algo
más profundo, algo así como un gesto de olvido, de perdón y de dejar pasar el
instante. Como veterano delantero-centro, saeta rubia, Maroto conservaba a sus años
una agilidad facial sorprendente: fue capaz de unir en una sola mímica esos
cuatro gestos.-Respiré aliviado: Papi Maroto solía amenazar pero luego había
que tocarle mucho las pelotas para que te pusiera una sanción económica; papi
Maroto solía perdonármelas.
"Porque somos buenos, bonito, porque hemos sido demasiado buenos... Que
si no, te metíamos un informe de
Directiva y luego un Expediente Equis que te cagas y no vuelves a entrar en la
Función Pública en la puta vida. Como lo oyes", me acosaba Don Ramón
amariconadísimo y en exceso pegado a mis pantalones. Yo le sonreía como si
fuese la Reina del Marabú y me escurría por la puerta del Despacho del
Director, - el despacho donde el intento de humillaciones memorables que no
consiguieron su objetivo , despacho del Señor Director donde el lenguaje de la
sanción y el horrendo zumbido del silencio con ordenador interpuesto, el
despacho de las acusaciones y los choques, con su platito de caramelos para la garganta
y su horrenda pintura castellano-manchega a todo color. Bendito despacho.
Bendita Fábrica. -Tuvo
que ser un movimiento de vanagloria el que precipitó mi caída cuando en
apariencia todo funcionaba bien y me sonreía a mí y a los míos la Fortuna. Un
descuido en la minuciosa contabilidad del karma y te descarrías. Estoy seguro
de que mi error fue aquel instante en la terraza al empezar la primavera del
2011, cuando me dije que llevaba más de 20 años cantando el mamtram, recordando a Krishna y que aunque
era un devoto pésimo e inconstante, al menos era pertinaz en mi bhakti. Fue pensar eso -que estaba
bendecido, que era un favorito de Krishna- y todo empezar a precipitarse...
Hubo un encadenamiento de
episodios de violencia física:
1º) Una tarde en casa de un amigo (que no desea salir con su nombre en
estas memorias o catálogo) me vi
obligado a golpear entre los ojos con una silla a un vasco insolente que
pretendía tocarme la cara aunque yo ya le había advertido dos veces de que no
se atreviera; el vasco terminó sangrando en abundancia, llorando y atendido en Urgencias.- En cuanto
me di cuenta de lo que había hecho, sentí un enorme arrepentimiento y compasión
por mi víctima. - Los etarras han tardado 40 años en completar un movimiento
emocional que a mí me llevó solo unos minutos.
2º) Esa misma semana me vi en la necesidad de cruzarle la cara a
Banegas -el joven empresario de éxito con intereses culturales in genere- en El Cano´s (no solo el mejor bar del pueblo
sino uno de los mejores del mundo). Banegas, que venía "muy animado"
de los servicios, al verme en compañía de su mujer y de su hija, me saludó con
una violenta colleja que no admití. Cuando le dije en el tono más serio y hasta
amenazante que pude que no me gustaba que me saludase así, él insitió y me dio
otro golpe en la nuca aún más fuerte que el anterior. Perdí por un momento toda
intención de reflexionar en lo ocurrido o de pararme a meditarlo y sin
pensármelo repelí a mi asaltante con dos sonoras bofetadas en las mejillas que
le dejaron congelado y le pusieron en su sitio. Como él mismo reconoció ya no volverá a saludarme con tantas
confianzas.-Al igual que en el golpe al Vasco, me arrepentí también
enseguida de haber agredido a Banegas delante de su mujer y de su hija pequeña.
3ª) A ,los pocos días de los anteriores incidentes, un grupo bastante
nutrido de gitanos en El Calorrito juzgó necesario y pertinente sacarme a
golpes del local -cuando yo ni siquiera había abierto la boca sino que había
dirigido nada más que una mirada sonriente y general a los parroquianos- y luego me apalizaron en
la calle hasta tenerme tendido en el suelo y a merced de que me quisieran dar
una patada en la cabeza; cosa que no hicieron pero podrían haber hecho; no
estaban tan locos.
Era evidente que las tres
peleas o agresiones estaban conectadas puesto que se habían producido con muy
pocos días de diferencia. Al mecanismo del karma se le había pelado un cable o
se le había saltado un fusible. Al fin y al cabo, no hay nada más ateo que
creer en la mecanicidad del karma: ley sin Legislador; en cambio, los creyentes
son los que creen en lo a-kármico, en las acciones de Krishna, en su
misericordia sin causa.
Era evidente que algo
malo me estaba pasando y que debía detenerme, apartarme y meditarlo. Sin
embargo los tumultos y las riñas
prosiguieron a pesar de mi aparente tranquilidad y hasta buen humor...
4ª) Esa misma primavera duramte la comida de empresa en el Lady Gema, y
como ya venía sucediendo de otras veces y aún volvería a sucederme, tuve un
cruce de palabras con un compañero (Julio Gómez) y acabamos acercándonos uno a
otro con intención de golpearnos y los presentes al final tuvieron que agarrar
a Julio mientras yo le insultaba a mis anchas ya con toda comodidad y sin miedo
a poder ser agredido físicamente.
5º) En realidad el episodio del Lady Gema en junio de 2011 venía de
otro epsiodio anterior con violencia: Cuando me dio por desgarrar la propaganda
electoral de la plaza (salvo los pasquines de Ciudadanos en Blanco) y luego
quemarla; todo había ido bien aunque yo estuviese borracho y lleno de rabia,
hasta que empecé a quemar los carteles que colgaban de los soportales y pasé a
hacerme una especie de tea o antorcha para quemar un enorme y odioso cartel
rojo sintético, no ya de papel sino de lona o de plástico. No fue difícil
prenderle fuego. Empecé a acariciar la idea de quemar la madera de los
soportales, las propias casas, el pueblo... Entonces aparecieron Ana la
Cantante y el vasco Juan y me hicieron huir mientras llamaban por teléfono a la
policía.
6º) En el transcurso de aquella comida de empresa de final de curso -a
la que yo siempre me refería como "cena de empresa" o "cena de
fin de curso"-, también ofendí a una compañera provocándole una crisis de
ansiedad y herí en su honor a varias otras
con mis comentarios o mi comportamiento.- En cuanto se me pasó la
borrachera y el entusiasmo de aquella fiesta peligrosamente eufórica, me
arrepentí muchísimo de todo, sentí pena por mis víctimas y empecé a pensar cómo
les pediría perdón y qué podría hacer para compensarles. Pero era imposible
compensarles. Y además: Como -debido al calor- las vacaciones de un Funcionario del Modelaje de Membrillos duran
más de 3 meses (este es uno de los motivos de que en nuestro país la de
Modelador constituya una bicoca, un puesto envidiable: : los más de 100 días de
vacaciones al año), no volvería a ver a Julio ni a María Luisa ni a Elisabeth
-ni a otros que a lo mejor ofendí o humillé pero que , a causa de la borrachera
y del "ciego"-, no recordaba
haber ofendido. No los volvería a ver en tres meses.
7ª) En aquella misma primavera o comienzos de verano de 2013 un
auto-denominado policia secreta me puso 17 ó 18 denuncias por desacato a la
autoridad en una libreta que llevaba y hasta me amenazó con llevarme al
calabozo inmediatamente, sin por ello conseguir asustarme. Hubo un momento en
que se convirtió en una especie de juego: a ver quién desobedecía a la
autoridad más veces en menos tiempo.- Aquel joven policía secreta con barbitas
y montado en un costroso SEAT 124 rojo sin distintivos, tenía un
problema: no inspiraba respeto. No me podía inspirar el menor respeto. Yo no le
concedía ni el más básico de los derechos humanos: el derecho a mandar, el
derecho a darme órdenes: en cierto momento le pregunté en qué lugar de la acera
del Silver (o Enigma) debía ponerme para hacer justo lo contrario.Y todo por
defender a Muhammad,
que se fumaba un porro en la puerta del Enigma con David Fernández-Menor y conmigo.
Y el único que había fumado había sido Muhammad pero al final la denuncia había
sido contra mí. - Más incidentes policiales. - El chirrido en los engranajes de
las ruedas de relojería de mi karma
duraba demasiado... Esa anomalía casi permanente, ¿no iba a cesar nunca?
8º) Quedaba con José Manuel, el Bueno, el Noble, el Honrado,
el Perfeto. Me ponía de los nervios.
Pero no podía evitar quedar con él de vez en cuando. Su contumacia, su nobleza,
se lo merecían. -Debo sumarle como otro número en el cómputo de incidentes de
violencia pues en cierta manera era violento no dejar esta vez que José Manuel
se adueñase de la palabra sino como en un hechizo ágil, desde el primer momento
tomarle por sorpresa y a lo largo de un paseo largo irle hipnotizando con
palabras y razones al verbal y razonable José Manuel, todavía me caía un poco
mal, todavía me quedaba una cierta tendencia a faltarle el respeto. Y eso es
violencia: Al final terminaba desafiándole en El Pande a una partida de ajedrez
donde le arrollaba con tanta rapidez y contundencia como si hubiese jugado con
un niño de 7 años. El candor de José Manuel asustado al jugar al ajedrez
conmigo -su Modelador- me conmovió. Pobre membrillo. -Más adelante, ya era
2015, estábamos José Manuel y yo solos bajo las estrellas, en la penumbra
cómoda de la terraza de San Isidro, la terraza es casi mayor que el resto de la
casa. En nuestra terraza tenemos 17 variedades distintas de adelfos, un
naranjo, un olivo, aloe, potos, claveles, rosales, geranios, lavanda, romero,
jazmines, cactus y otros vegetales. - La Luna, Seleni de vario nombre, surca la
bóveda del cielo directamente sobre nuestras cabezas, Es evidente que gracias a
este baño de Luna nos volvemos 20 veces más sabios, más silenciosos, más
afectuosos, más sabios.-Aunque también puede ser la excelente calidad de la
marihuana que me estoy fumando. Soy más feliz porque tengo un posturón de 60
euros en un bote de cristal de mostaza de Dijon. Esta posesión me hace sentirme
seguro y animado ante el verano que comienza.
- (Yo me ponía violento hasta en la intoxicación pacífica de la yerba.
Y los rebotes y rebrotes de violencia no cesaban): José Manuel a aquellas horas
de la noche de julio consideraba necesario o pertinente confesarme las zonas
obscuras de su corazón, zonas obscuras, cavernas e intimidades que no desvelaré
aquí.- Para mí era evidente que estaba enamorado.- Pero él no se daba cuenta.-
Durante al menos otras tres ó cuatro horas José Manuel el Honrado, el Racional,
el Perfecto estuvo deambulando en un monólogo obsesivo sobre una tal María,
joven mujer por la que yo empecé a concebir una enorme animadeversión sin
haberla visto nunca, tan solo por lo que me contaba de ella José Manuel: era
una pija estúpida que humillaba y menospreciaba a mi Noble Amigo. No me hacía
falta más para detestarla sin conocerla. Estaba seguro, al mismo tiempo, de que
la tal María sería atractiva; hasta su nombre sonaba bien. Tal vez la María de
José Manuel oliera bien...
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