GONZALO Y
LOS MEMBRILLOS
Desde que cumplió los 15
y tal vez como consecuencia kármica colateral de nuestras lecturas aquel
invierno -el Mahabhárata, el Ramayana y el Éxodo, entre otros- Gonzalo
se pasó al lado salvaje.
Para empezar, se puso a
fumar pero no como suelen fumar los jóvenes normalmente sino como si hubiese
nacido para fumar un pitillo detrás de otro, como si viniese ya de otras
encarnaciones con hambre de tabaco, con una codicia y un deleite casi
lujuriosos que me alarmaron pues claramente vi que aquello solo era la antesala
de los verdaderos humos (cáñamo y opio).
Gonzalo estaba fascinado
por el aroma sofisticado del estanco de
la plaza y, en general, por el aroma de todos los estancos. Con dinero
ganado por sus ancestros Dios sabe gracias a qué maniobras o negocios, ya había
comprado diversas variedades y marcas de cigarrillos. Hablaba de Gitanes y de puritos de Borneo como
quien habla del chocolate belga y de chucherías. Pronto empezaría a interesarse
por otro tipo de chocolate también
llamado "costo". De momento se compraba Zippos con certificado de
autenticidad, aprendía a entubar cigarrillos perfectos, experimentaba una
extraña glotonería, se masturbaba los labios con la poco erótica nicotiana tabacum.
No tardaría mucho en
incurrir en los porros como yo había previsto con triste exactitud. -Una tarde
me llamó muy excitado para preguntarme "qué pensaba del hachísch ya
que yo le había confesado en un momento de incontinencia, que había probado la
cocaína". Antes de emitir
ningún juicio al respecto, quedé con él y mientras nos fumábamos un porro por
la ribera del Azuer le advertí seriamente acerca de los peligros y daños que
causa el THC. -Así eran todas mis enseñanzas.
A la vez que iniciaba su
escalada por el fascinante mundo de las drogas, Gonzalo en sus gustos musicales
y en su indumentaria pasaba de los años 50 a los 70 saltándose por la cara los
60 que, al igual que yo, odiaba con toda su alma.
En su corazón sonaban ahora las melodías
trivialmente trágicas que escuchaba Charlie
en Vietnam. De hecho Gonzalo parecía conocer la selva, el monzón, las
explosiones de napalm y la matanza de
la Colina de la Hamburguesa como si hubiese estado allí. Como si fuese un
veterano mariscal de campo especializado en los conflictos bélicos de la zona,
podía remontarse a la guerra de Indochina y a la de Corea para explicar la
intervención: cuando los EE.UU. perdieron la inocencia.
Gonzalo se estaba
convirtiendo -no debido a mi influencia pero sí quizás en sincronía con nuestra
relación- en un membrillo amargo que solo pensaba en fumar, agredir a las autoridades y burlarse de los
mayores. Ya le había pinchado a un vendedor de lotería que osó meterse con su
hermano Juan Luis las 4 ruedas del coche
con un pica-hielos. Así se las gastaba. No fue sino la primera de una larga
serie de pequeñas conductas ilegales con las que empezaba a definirse a sí
mismo: - Su madre le encontró en su
cuarto una botella de Johnnie Walker; lo que ocasionó una sonora trifulca. -Fue
amonestado y expulsado de la Fábrica dos o tres veces por comportamientos contrarios a las normas de convivencia y por menoscabar la autoridad de los Modeladores
insultándoles con expresiones castizas muy arcaicas como "lechuguino,
petimetre, ganapán" o "hermoso". -Algunos no sabían si les
estaba faltando o hablándoles a la manera del Capitán Alatriste.
Les manifestaba su
absoluto desprecio con palabrotas que habían pasado de moda en el siglo de
Ronsard. -Pero seguían sonando despectivas-. A esos insultos anticuados Gonzalo
les añadía una pizca de ordinariez castellano-manchega variedad Manzanares.
Mezcla explosiva entre la violencia verbal a lo José Mota y la altanería
aristocrática muy siglo XVII. El resultado es que ofendía a sus superiores
llamándoles "pisaverdes, sansironés, pamplinas" e "hijos de puta".
-Naturalmente fue expulsado durante una semana de la Real Fábrica como
membrillo disruptivo. Mi presunto discípulo ya se había hecho tristemente
famoso. Era la Oveja Negra, el último de la fila siempre allí con sus cosas, la Extraña
Creatura pero sin la compasión del ciego ni la amistad de la niña. Un
fracasado, un echado a perder, un futuro delincuente juvenil, un resentido
lleno de ira, un activista furibundo -como Tom Cruise en Nacido el 4 de Julio- a favor de los estallidos bélicos. -Era el
Chico Malo oficial y con certificado de garantía por si se volviera bueno
poderlo cambiar por otro que siempre tenga broncas, cause problemas y mantenga
a su madre alarmadísima.
Mi discípulo, mi fruto,
en cierta manera mi membrillo es un quinceañero degenerado que se queda en
éxtasis al desplegar sobre un trozo de plástico verde su postura de 20 εuros de
Juana super-skun (Premio Castilla-La
Mancha 2011 a la variedad más voluminosa): Es una hermosura ese manto de
cogollos verde-obscuro. -Pero tampoco es para quedarse así, más que en
XTC. Como si llevara toda la vida
aguardando esta satisfacción, como si viniera con ganas de fumadas desde avatares anteriores. Como si este
momento lo hubiese estado esperando desde hace milenios: cuando hunde su larga
nariz inglesa de oso goloso en el nido de flores de marihuana que piensa
fumarse. En su deleite, en su sonrisa glotona hay algo que me da un poco de
asco y que también me asusta: - Creo que es esa soledad, esa autosuficiencia
del novel drogadicto. Ése del que decían que era mi Discípulo.
Lo que duele es que ni
siquiera me vea: Yo no importo, no
existo. Solo existe la marihuana, solo existe La Droga, la droga y él… El olor
un poco ácido como el limón y a la vez dulzón como la yerbabuena; cruce de menta, cítrico y perro
mojado. -Eso me da pena y dejo ahí solo
a mi hijo con su juguete peligroso que le conducirá a infinitos males. No voy a
fumar con él, menor de edad. Esto sabía que tendría que pasar. - Solo
imaginarme a su madre denunciándome por haber iniciado a su hijo en el cannabis dispara mi humor: La voz
hilarante de Gracita Morales se despepita ante un juez y un tribunal
imaginarios: "Le enseñó a fumar
porros. Y es homosexual. Pretendía seducir a Gonzalo".
Pero ahora no tengo ganas
de reírme solo ni de pensar que la madre es una pobre mujer siempre
preocupadísima por nosotros mientras nosotros nos lo pasamos en grande
pitorreándonos de todo lo que Toñi, la madre, dice, hace o piensa.
-Me da pena Gonzalo ahí solo, a 20 metros: me quedo observándole y él
ni se da cuenta, no tiene ojos ni sentidos más que para su postura de super-skun, pobre chico.- Le miro y
lloro por él: le veo totalmente enganchado, new
kid in town del carrusel de las drogas en su never ending tour. Jamás había conocido a un junkie de 15 años, alguien tan tierno y ya tan metido en tóxicos
como el tabaco y su mundo vaporoso. - A Gonzalo la gente le reconoce ya porque
siempre va fumando: Si no va fumando, no es Gonzalo; es imposible. Consume más
pitillos diarios que Adolfo Suárez, el Rey, Santiago Carrillo y Felipe González
juntos en las delirantes fumadas de la Transición y del Golpe. Fuma más que
Fritz Perls. Fuma más que Helmut Schmidt. Semejante a los dragones y al Hombre
de Fuego siempre va envuelto en una fumarola. Es un decidido partidario del
suicidio lento por auto-agresión directa al sistema cardio-respiratorio
(pasando por el nervioso). -Mi hijo es un monstruo igual que yo, su
quasi-padre, quasi-colega, quasi-discípulo, quasi-modelador-modelado y seductor
seducido . -Así de volátil era nuestra relación.
-Sí, yo poco menos que lo he creado y en el fondo me siento culpable...
¿Cuánto tardará el jovencísimo Gonzalo en recorrer el proceso de caída al abismo, incidente escandaloso con
trauma , desintoxicación, terapia, liberación, normalización y recaídas en
los fumables? -Cuánto sufrimiento innecesario. Qué pena. Los post-modernos,
los post-nietszscheanos decían que era
bueno meterse en todos los charcos, no mirar pasar los deseos desde la ventana,
no reprimirse. Pero quizás se equivocaban.
Aquella semana de
expulsión solo sirvió para que Gonza se escorase más hacia lo marginal y los
marginales. La mayoría de sus amigos -igual que los míos- eran gitanos o
marroquíes que trapicheaban en El Carmen. Rusos, rumanos y hasta libyos como el
hijo de Gadafi eran el tipo de gente con la que solía encontrarse mi tóxico
hijo espiritual. La lectura del Mahabhárata
y de otros textos épicos había hecho mella en su cerebro para siempre. Estaba
muchísimo más loco después de pasar por los Vedas. Y era como si yo en el fondo
disfrutase dejando a la gente turulata con mi amargo anti-sistema
anti-educativo consistente en arrastrarles - con gusto- a lo peor,
llevarles al lado más loco de sí mismos.
-Llegó el fin de curso y
Gonzalito ya no era capaz ni de atarse los cordones de los zapatos o de abrir
una puerta normal. Parecía un desecho e iba desastrado: siempre con la misma
camiseta verde militar, unos holgados vaqueros feos, caídos y sucios sobre su
cuerpo de morsa obesa, zapatillas igual de negligentes, cazadora negra de
cuero, gafas de sol redondas a lo John Lennon y la chapita de los marines
colgada del cuello para no olvidar los horrores de Saigón ni los espantosos
atardeceres amarillos sobre los arrozales... -El desasosegante poniente vietnamita, el lado
más cruel de Oriente le persigue en sus peores viajes, cuando, por abuso de
marihuana, a Gonzalo "le da un amarillo".
A final de curso estaba
fatal: Drogado, aturdido y acabado. Era lamentable que estuviese
"acabado" sin haber cumplido aún los 16; pero así era. Resultaba más
que evidente en su estampa de chico al que se le ha ido la cabeza por las
drogas, persona que padece una discapacidad cognitiva y psico-motriz permanente
por abuso de substancias. Un irrecuperable. En eso se había convertido mi
discípulo, mi membrillo preferido,
después de algunos meses de relación conmigo. - Tal vez esto me permitía
ver más viejo que yo a un simple mocoso quinceañero. Verle consumido tal vez me
produjese algún turbio regocijo, alguna clase mala de felicidad disfruta de que
Gonzalo esté hecho un guiñapo, que se haya quedado grillado en plena
adolescencia mientras que yo, -el que le metí en esto-, estoy perfectamente de
la cabeza con 30 y pico años más.- Igual esa fue mi intención desde el
principio.
Antes de que se marchara de vacaciones aquel
junio del 2011, jugué con él una partida
de ajedrez en el bar de Alí junto a la terraza del Piscis. Fue como jugar con
un mono o con un niño: Su arrogancia es tan grande que le da lo mismo perder.
Juega totalmente distraído y habla en voz alta -muy lentamente, como los
dementes- de la batalla de Yorktown y de la aventura de Lafayette en América y
en Francia, de Thomas Payne, de Ulysses Grant y de Thomas Jefferson...
Naturalmente terminamos un día más evocando a George Washington y el cruce del
Delaware. Gonzalo puede contarte a qué temperatura estaba el agua o cómo iba
vestido el futuro Presidente de la Unión. Dice que fue mucho más heroico que
como aparece en la famosa pintura. "Fue
peor", asegura; y yo le creo. Las guerras de Norteamérica y en general
todas las guerras son para él una cosa más que conocida. Ahora también puede
contar a su modo la de Kurukshetra.
Pero aunque alucine los
atardeceres cárdenos del Hudson sobre el llano castellano sin haber estado
nunca en Nueva York, o le dé por narrar durante horas cómo fue la tragedia de
Gettysburg - "la primera derrota
seria de los sudistas"- , y todo eso, tiene las neuronas carbonizadas,
está totalmente transtornado y trainspotter.-Qué
pena.- Le digo que se cuide y deje las drogas que le están machacando el
cerebro y arrojándole en brazos de los codiciados psicólogos de la Seguridad
Social y las reuniones de grupo semanales de Alcohólicos Anónimos. Mientras
tanto me voy liando un mai de
discreto en la terraza de la plaza del pueblo y le pido con educación al
musulmán Alí un tercio de Mahou. -Así
solían ser mis enseñanzas.
-Pobre Gonzalito, que
Dios te ampare; que yo me largo. No estoy aquí para acompañarte en el breve
camino escalonado de los yonkarras y los drogotas. No estoy aquí para
satisfacer tus expectativas de púber in
cannabis. Por mí puedes reventar solo:
- Tú tienes tus drogas y
yo las mías. Tú eres un pobre imbécil que se ha jodido la vida y yo un sabio
que la he salvado. -Tú eres tú y yo soy yo- . No te digo hasta luego, te digo
adiós. Tú, Gonzalito, eres tú, lo que no deja de ser una putada; y yo soy yo.
No estoy aquí para ayudarte ni para
acompañarte ni mucho menos para quererte. Creo que estoy aquí para joderte,
para arruinarte la vida. Si te veo con el agua al cuello, a lo mejor te doy una
patada en la boca. -Tú eres tú y yo soy yo.-
Si por el camino alguna vez nos encontramos..., pues vale. Y si no,
tampoco pasa nada. -Tú eres tú y yo soy yo-. No soy tu padre ni tu madre,
gracias a Dios, me alegro muchísimo de no serlo. Tú a tu bola y yo a la mía.
- Y la verdad es que pareces una marmota sebosa ahí recordando con voz
engolada y a una velocidad tediosa la quimera de Tara, las plantaciones de
Virginia y sus perfumes, nostalgia del Viejo Sur, el Sur profundo..., de manera que muchas veces ya no sé si estoy
hablando con Gonzalo, con George Washington o con Rhet Butler. -Gonzalo habla
raro. Incoherente.- Le recomiendo que se cuide y ya solo pienso en marcharme
encomendándole a Dios...
-Ya sabes, Gonzalo:
cuando menciono tanto a Krsna, cuando
tanto invoco a Krishná, -ayuda de la Providencia- , es porque la cosa se me va
de las manos y no sé qué hacer.
- Así que ahora que te cuide Dios o la Vida o el Universo o los
semi-terapeutas de la pseudo-sanidad semi-pública. O los semidioses del
Valhalla. Que te cuide tu madre. Que te malcríe tu padre. Que se hagan cargo de
ti tus abuelos paternos. Que cuide de ti el libro de Rousseau que te regalé, el
Discurso sobre las Artes y las Ciencias. Que
cuide de ti Bing Crosby. Que te cuide Dean Martin. ¿O prefieres como
papá-monstruo a Frank Sinatra?- Yo me marcho.
Pero mientras Gonzalo
iniciaba su peregrinaje por los gabinetes de la asistencia psicológica
semi-privada y se acomodaba al patético
perfil del drogadicto adolescente que les confiesa a los terapeutas que fuma
THC pero que quiere quitarse, mientras tanto los Membrillos Perfectos, los de
la banasta de junio de 2011, aquellos materiales excelentes de la última
planta, eran llevados más allá de los estrechos límites de la Fábrica hacia
procesos de moldeado y saporización más avanzados.- Un poco más de canela y me
hubiese corrido solo de olerlos pasar.-
Estaban buenísimos. Tenían 17 años, la edad de la belleza estúpida.
Se movían hacia mundos
superiores como la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid (ETSAM)
donde moldeadores incesantemente rancios que se iban relevando sin dejar nunca
de ser carcúmenes, enseñaban sumisión un día tras otro, el sentimiento de
superioridad socio-profesional y la auto-conciencia mágica de las élites. ¡No
era lo mismo que un membrillo hiciese la carrera de Arquitectura que tener un
módulo de administrativo o trabajar en una peluquería! -Las primeras semanas
los modeladores no hicieron más que repetir a los membrillos que ellos estaban
destinados a "regir el espacio"
y que, por tanto, debían sacrificarlo todo -el ocio, las distracciones, los
amigos, la pareja, la familia, los sentimientos; toda vida personal- en aras de
ese objetivo que les convertía en seres olímpicos. -Después de estos discursos
iniciales sobre lo que se les venía encima a los dulces, los moldeadores
empezaron a entonar las letanías académicas de costumbre; ya se las sabían de memoria después de tantos cursos.
Pero de vez en cuando
volvían al tema de la importancia transcendental de la Arquitectura y la
distancia enorme que separa a un simple ser humano normal de un verdadero
Arquitecto. -Solo eran espontáneos, solo se salían del guión, solo se
emocionaban cuando les venían estos impulsos de auto-elogiarse.
Los más maquiavélicos
hacían que compitieran entre sí los membrillos, creaban élites dentro de las
élites, excluídos dentro de los excluídos. -Repetían con harta frecuencia que para que hubiese personas con éxito, primero
tenía que haber fracasados y perdedores, derrotados y vencidos. ¿Qué clase
de carrera sería aquella donde todos ganan la medalla de oro?- La tarea más
importante de la ETSAM consistía en detectar a los mediocres y expulsarlos. A
través de múltiples pruebas, trabajos y exámenes los membrillos eran
estimulados para que revelasen su verdadera naturaleza: Si eran o no de los
triunfadores, de los buenos, los eficaces, los creativos; o, si por el
contrario, eran de los que se derrumban ante las exigencias y las presiones; de los malos, los inútiles, del montón. -Algunos podían disimularlo
durante meses pero al final eran
descubiertos. En realidad, era muy fácil detectar qué membrillo tenía talento y
cuál no: casi siempre los membrillos que mejor se llevaban con los señores
modeladores, eran también los que conseguían mejores porcentajes en las
evaluaciones. Los más antisociales también solían ser los membrillos más
desechables. -Solo aprobaban todas las evaluaciones el 1% y daba igual la
calidad de los materiales que llegaran en cada promoción; esta cuota se
mantenía constante como las tasas nacionales de suicidio. -( Es curioso
observar que la palabra "evaluación" casi puede confundirse de un primer vistazo con
"eyaculación" : Primera eyaculación, segunda eyaculación, eyaculación
final y eyaculaciones de septiembre).
Empeñado en llevar la
competitividad hasta el paroxismo, a un modelador de Proyectos se le ocurrió
formar un Top10 de selectos entre los más de 200 membrillos que componían la
primera promoción de modelados de la ETSAM. Esos 10 escogidos obtendrían una
serie de privilegios y oportunidades.
- De inmediato se desató entre los membrillos una guerra sin cuartel
para arrebatar las mejores calificaciones como fuera. Muchos no durmieron
durante todo el trimestre. Pero los que más trabajaban, muchas veces eran
considerados los más mediocres.- Poco antes de Navidad se hizo pública la lista
de los 10 elegidos. -Nadie entendió el criterio que se había seguido para
distinguirlos. Nadie dio ninguna explicación. Todos acataron aquella decisión
plagada de consecuencias.- Al fin y al cabo no le explicas a un pastel por qué
lo has desechado de la cinta ni por qué has conservado otro que tenía mejor
aspecto. -El éxito era una cuestión de "aspecto", un
"aire", algo indefinible como el Duende.- Por eso la mayoría trataba
de imitar el desparpajo y la bohemia de
los triunfadores. Y era muy triste cuando el modelador los desenmascaraba
mostrando que detrás de su disfraz de sabios locos o de artistas excéntricos solo
había un alma calculadora y al acecho siempre,
vacía y desierta, un sin-substancia, un tipo hueco incapaz de ser nunca
en la vida Arquitecto.- Te echaban, porque se habían dado cuenta de que no
valías.
- Fue en ese momento -al
verse excluido del Top-Ten- cuando el ente de membrillo al que llamábamos
Miguel Ángel -igual que al ratón de La
Milla Verde le llamaban Señor Jingles- decidió abandonar la ETSAM y el
estudio de la Arquitectura aunque desde niño no había soñado con otra profesión
ni tenido otra vocación.
- Meditando sobre los
conceptos más que sobre las palabras éxito y fracaso, triunfo y derrota...,
llego a la evidencia de que tienen razón: No
todos pueden ganar en una carrera olímpica. Hay muchos menos arquitectos
que personas que lo hayan intentado. Hay más médicos frustrados que médicos en
ejercicio. Y más escritores y artistas frustrados que escritores y artistas que
terminaron de realizar una obra. -En cambio, las carreras de Derecho o
Filosofía no son de las que más residuos arrojan-. El prurito de distinción que
proporciona el Nobel se debe a que no es democrático, no tiene derecho todo el
mundo. En cierta forma, licenciarse en
la carrera de Medicina o de Arquitectura es como recibir la estatuilla
del Óscar a los Efectos Especiales.
-Sin embargo, no veo la
necesidad de ganar siempre: Cuando gano a un mismo rival dos partidas de
ajedrez, la tercera la juego casi dejándome derrotar por equilibrar un poco las
cosas; en las ocasiones en que dos chicas se han visto atraídas sexualmente por
mí, he llamado a un amigo para compartirlas como sucedió aquel verano con las
dos aprendizas de ninfómanas. Mucho menos interés en humillar a mis oponentes
tengo en otros aspectos de la vida como el dinero o las victorias
intelectuales: Hasta cierto punto me parece normal compartir un euro con el
mendigo si llevo 50 en la cartera, o
dejar que te roben un poco si posees diez veces más dinero que tus pobres
amigos. Tampoco me gusta en una conversación destacar demasiado y silenciar
todas las voces porque la mía es la mejor y la más maravillosa. Entre personas
rústicas o embrutecidas, procuro disimular,- igual que hace mi madre-, la sutileza de mi nivel de lenguaje y
rebuznar como ellos. -Me fatiga ser el número uno. -Prefiero ser del montón y
que los demás me dispensen del protagonismo.
Será cierto que para que haya vencedores tiene que haber vencidos y que la vida se
parece a unas olimpiadas. Pero no me gusta competir y ni siquiera, me gusta
vencer. Y por supuesto no me gusta la guerra ni comparto la idea de Heráclito
ni de Gurdjeff sobre la contienda como esencia del mundo. Vencer siempre es triste:
- Sé, por ejemplo, que la mayoría de los escritores de mi generación
caerá en el olvido mientras que yo permaneceré como una de las siete estrellas
de La Pléyade junto a Joachim De
Bellay, Pierre de Ronsard y los demás príncipes de los poetas que, al igual que
yo, bebieron en las fuentes de Grecia. Pero no tiene sentido despreciar a los
demás o competir con ellos como si yo perteneciese a una estirpe más egregia
que los letraheridos de mi país y de mi época, como si yo fuese el único que
merece la pena después de Tiempo de
Silencio de Luis Martín-Santos y La
Crónica del Alba de Ramón J. Sender.
(- Todo lo que vino después habían sido tostones insoportables como Alfanhuí, El Jarama o Volverás a Región.
Se notaba que España no estaba muy novelesca:
Hasta que no llegaron Ruiz Zafón y Javier Cercas -y la excepción de Arturo Pérez-Reverte, empeñado en emular a
Galdós- y otros que habían pasado por el
realismo fantástico, la novela española era una de las más aburridas del
mundo).
-Yo esto lo veía con claridad
pero no me hacía sentirme un triunfador. Más bien me daba pena por mi patria. -
Ojalá hubiese más escritores de la estatura de Sender y de Unamuno en mi época,
ojalá en vez de tan solo dos Revertes (Javier y Arturo) hubiese veinte, ojalá
Umbral, Manuel Vicent, Terenci Moix, Fernando Arrabal, Javier Marías, Félix de
Azúa, Llamazares, Eduardo Mendoza, Vázquez-Montalbán o Alberto Vázquez-Figueroa
hubiesen terminado una obra "importante" (como solía decir mamá). -
Pero al menos Vázquez-Figueroa o Vázquez-Montalbán no se lo habían siquiera
propuesto: nunca habían querido ser Marcel Proust sino autores de consumo
rápido que no escribían para la posteridad; por eso a mí me gustaban.- Ojalá yo no fuese el triste ganador en solitario de
esta carrera de fondo.
Me agradaba y me halagaba
que un membrillo que había pasado durante un año por mis manos, ahora estuviera en un centro de estudios tan
selecto como la ETSAM. -Pero no podía dejar de recordar las peripecias de
Ignatius en aquella misma institución universitaria 40 años atrás.
-Había sucedido en el
mismo edificio: Ignatius entonces, -en aquel verano de los 70-, acababa de
desvelar el Misterio de los Plomos del
Sacromonte (su conclusión parecía ser la misma que la de Unamuno: no había
misterio, fue una falsificación, Dios no existía), empezó a trabajar como
moldeador en la Escuela de Arquitectura y a ejercer en el Madrid de la Movida
como artista de provocativas "acciones" o performances que duraban la vida entera, uniéndose a los
estudiantes rebeldes al tardo-franquismo en sus huelgas, asambleas y pintadas.
- Lo de las pintadas y las acciones provocó un expediente disciplinario contra
Ignatius que al final se fue de la ETSAM sin haber durado un curso. De la
patada en el culo que le dieron las autoridades, Ignatius acabó en Japón.
- Me gusta y admiro a Ignatius por su rara inocencia de ser feliz hasta
en las circunstancias más desdichadas. Si hay algo a lo que pueda llamarse sabiduría, en eso debe consistir (y eso también es hallar la unidad (el Bien)
en lo diverso como él mismo me enseñó: resolver un problema de conocimiento es
un acto también de Amor). -Mal había terminado mi Maestro -pues aún no he conocido
al Buddha, al Hombre Perfecto pero he
conocido a Ignatius, y ya es bastante-, mal había acabado su aventura en la
ETSAM. Él convirtió un exilio político en un viaje de iniciación al Oriente.-
¿Acabaría mal Miguel Ángel?
Sin duda: Fue pensarlo un
instante mirando el arroyo de Ruidera y una ráfaga de aire agitó las ramas
temblonas de los chopos: -En la naturaleza Dios nos habla más claro; casi es
imposible no oírLe si te sincronizas con los Arroyos, los Árboles y el Aire.-
No tuve ninguna duda del mensaje y aunque pueda reconocer que es irracional,
consideré como un hecho fehaciente del futuro que mi querido membrillo el
excelente Miguel Ángel no iba a acabar Arquitectura.- Como terminó ocurriendo.
Por ahora,-en 2011- pese a los malos presagios de los que nunca
hacemos caso ( o no hago caso del todo), me sentía ufano del resultado de mi
pasteleo o de mi pastelización llamada Miguel Ángel, un simple bizcochuelo de
pueblo emborrachado y horneado como hemos podido y ahora hele ahí, nada menos
que en la ETSAM.
-Yo que siempre me enamoro de las hippies,
de las tres o cuatro veces separadas, de las groopies, de las putas, de
las malas mujeres, de las abandonadas, de las lassies, de las indigentes, de las prostitutas de la Bukovina, de
las daysies, de las ninis, de las lazies, de las freakies, de las que se
quedaron chaladas entre el Cuarteto de
Alejandría y Marilyn Manson, o perdieron la chaveta poniéndoles cartelitos
en griego a las cosas. Yo que siempre me enamoro de las raras y de las locas.
De las fracasadas y de las perdidas. Yo que siempre me termino haciendo amigo
de los inmigrantes, de los narcotraficantes, de los mendigos, de los colgados,
de los delincuentes, de los estrambóticos, de los gitanos y de los yonquis. -
Yo, por una vez tenía un pie, como quien dice, en una institución respetable
como la ETSAM a través de mi hijo espiritual el membrillo Miguel Ángel.
-Yo mismo me volvía respetable al haber clavado aquella pica en
Flandes. A toda costa quería defenderla. -A pesar del presagio en el arroyo de
Ruidera, y aunque Miguel Ángel me contara que estaba amargado, que no tenía
tiempo para nada sino para hacer continuos trabajos evaluables, que no comía,
que no dormía..., bastante me importaba a mi que se destrozase la salud con tal
de que defendiera la estatura académica: - Lo mejor para un centro
universitario de éxito, de alto rendimiento, es que un gran número de
estudiantes curso tras curso se suicide porque no puede aguantar la presión.
Eso sí que es desechar pellas de membrillo y tirarlas al suelo.- En Oxford y en
la London School of Economics las
tasas de auto-asesinato permanecen peligrosamente elevadas como indicando que
se trata de una Universidad de élite.- A mí no me preocupaba que se fuera a
matar.
Me imagino más o menos
así su decisión de abandonar:
Miguel Ángel una mañana a primera hora
fantasea y medita en su lugar de la cinta de sinfín y mira por la ventana
mientras un modelador les grita con expresión de maniaco que el Arquitecto es
como Dios o, simplemente, que el Arquitecto, el Gran Arquitecto, es Dios. Miguel Ángel ya ha oído esa
perorata con variantes en más de una ocasión pero esta vez contemplando por la
ventana el paisaje de los pinares de Moncloa a las 8 de la mañana, decide dejarlo. -Su alma tiene en ese
instante el control sobre su voluntad consciente y decide en ese momento con
toda claridad y resolución dejar la
carrera. - En ese instante, -creo-,
sintió una gran libertad que se sobreponía al miedo, a la vergüenza o a
la culpa que sentían otros yoes dentro de él y ya anticipaban las consecuencias
desta decisión.
-Estaba escrito: La ETSAM
-¿el éxito?- y mis amigos no podían llevarse bien: Miguel Ángel había terminado
mal, igual que Ignatius desterrado a Extremo Oriente en los estertores de la
Dictadura.
En cuanto renunció a sus
hermosos sueños profesionales de Arquitecto, el dulce llamado Miguel Ángel
-igual que hablamos de Homer Simpson o de Charlie Brown- empezó a cobrar mejor
aspecto. -Como si follase más.
Por ahí se habían
desvanecido mis fantasías de alcanzar cierto status o al menos prestigio profesional llevando membrillos ya
hechos a alguna Universidad de renombre, esas donde los estudiantes se tiran
por la ventana por un 4.5 o se ahorcan si les ponen un 3 mientras profesores de
sonrisa gélida descuelgan los cadáveres
pero mantienen el nivel de exigencia.- Bueno, al menos todavía me quedaba
Carlos.
-El membrillo casi
etérico al que llamábamos Carlos -igual que algunos quarks tienen nombres que
parecen de tripis: charm. strange, bottom... (sonaban a alucinógenos)- había decidido hacerse
cargo de la Reina de las Ciencias, La Ciencia por antonomasia, lo que yo
siempre quise estudiar: - Había decidido escalar el inmenso edificio de la
Física.
-Carlos era un membrillo
de éter y sus ídolos eran Richard Feynmann, Alexander Grothendieck, Una Bomber,
Olivier Messiaen y John von Neumann cuyo
nombre también te podía decir en húngaro.
- La verdad es que yo no tenía que salir del pueblo para cultivarme:
Carlos me instruía sobre mil cosas y en
sus ratos libres estudiaba japonés. Miguel Ángel passaba de Lloyd-Wright y de la Bauhaus y me sugería que leyera La Arquitectura de la Luz de un
autor zen. Gonzalo podía contarme la batalla de Gaugamela y la embestida en que
Alejandro aterrorizó a Darío con una serie de detalles que me convencían de que
en la realidad fue más heroico, que fue
peor. También podía describir con vivacidad batallas y campañas más
antiguas, batallas casi olvidadas: Si se le acababa la Historia escrita,
proseguía hacia lo retro, en la dirección de la nostalgia y saltaba a las
contiendas fabulosas de los mitos como si hubiese apoyado su brazo en los muros
de Troya y pudiese corregir cualquier versión de los hechos.
-No me hacía falta ir a
la ciudad para cultivarme. -Un ramillete de entes raros me mantenía excitado
con sus raras búsquedas, investigaciones e intereses.- En realidad ¿por qué me
fascinaba Washington en el cruce del Delaware?, ¿a mí qué más me daba? -Y
yo en realidad ¿qué saco con que Carlos
se haya leído en diez días el libro de más de 1000 páginas de Hofstadter Gödel, Escher y Bach. Un Eterno y Grácil Bucle?
- ¿Y por qué me emociona tanto que Miguel Ángel ese comienzo de verano me pida
que le diga o le dé algún libro que leer?
- Era inútil como la sátira que no busca ningún objetivo ni lleva a
ningún lado. Pero estábamos elevando el nivel cultural del pueblo en medio de
la descompensación de la burricie, lo mismo que estábamos elevando las medias
de la localidad en relaciones sexuales completas compensando la falta de Eros
de amplias mayorías secas y castellanas. Él con su desempeño en las auroras de
la infidelidad y yo con mi deseo constante de mi pareja Morphi. Contribuyendo
con entusiasmo al logro de los objetivos comarcales de aumento de la frecuencia
de coitos por habitante y año. No me hacía falta salir a Madrid ni a Antigua
Ciudad Costera del Extremo Sur de Europa -donde hasta los taxistas parecen
trovadores fenicios- para obtener estímulos intelectuales o altas tasas en
dardos de Eros.
Al final, en un golpe premonitorio, aturdido
por la tarea de elegir un libro entre
todos los libros para que lo leyera el membrillo-espuma Miguel Ángel,
(membrillo bello), le di dos: El
Manantial de Ayn Rand y La Vida está
en Otra Parte de Milan Kundera. -El loco que hay en mí calculó con frialdad
que aquellos dos libros eran los que más daño podrían hacerle, los que más
podrían perjudicarle.- Como terminó ocurriendo. -Según fue avanzando nuestra
relación -pero no creo que a causa de ella- Miguel Ángel empezó -igual que
Gonzalo- a ponerse más loco, reír más de lo normal y expresar extrañas teorías
que no entendía más que él. - Era para mí muy evidente que estaba follando más
que antes, se le notaba.
Desde que dejó
arquitectura, Miguel Ángel me proponía cada vez que me veía, que hiciésemos
juntos una ingesta de peyote junto con un amigo suyo que padecía ataques
epilépticos. Yo, -drogota pero sensato-, le dije que ni se le ocurriera.
-Ahora Miguel Ángel no le hacía ascos a los cigarros de tabaco,
marihuana o haschích. Pero no tenía
huevos para meterse a fondo en el mundo de las drogas.
- No, no era un kamikaze como Gonzalo, el Hombre en Llamas. - Más bien
Miguel Ángel se cuidaba como un
cuarentón aprensivo de esos que llevan siempre un botiquín y un kit de
supervivencia a las excursiones. -Quería hacerse el porreta pero para eso hay
que valer- : Chicos como Gonzalo que afronten el cáncer de pulmón y la futura
EPO sin escrúpulos, a cara descubierta, saliéndoles al paso, casi buscando
bronca con la Muerte, no hay tantos. -Si no, ya habría muerto toda una
generación- :
-En contra de la alarma por el
aumento del consumo y el descenso de la edad de iniciación en los jóvenes
-una alarma que duraba en los medios de comunicación por lo menos desde los
años 60- la mayoría de los chicos controlaban y descontrolaban con las drogas.
Y solían controlarse en todos los sentidos más que sus padres (descerebrados
por las trapisondas de los 90).-
Fanáticos extremos del humo como Gonzalito no había muchos. Miguel Ángel
iba a hora de flow y de neo-grunge (o de snob, de cualquier cosa que se pronunciase en ucraniano, en un
idioma extranjero); pero no era de
ésos.
Se
sentía liberado y había decidido resolver todas las cuestiones en un libro que
se llamaría La Búsqueda. Previamente
Miguel Ángel se propuso enterarse bien del estado de los conocimientos humanos,
al menos de los científicos. Por lo cual, en un ataque de consumismo cultural
muy propio de los picos maniacos, compró en las librerías de Madrid una gran
cantidad de obras que iban desde una Historia
de las Matemáticas de Stephen Hawking hasta la Teoría General de Sistemas de Ludwig von Bertalanffy.
- Aquel proyecto loco de resolver todas las preguntas o, lo que es lo
mismo, establecer por escrito una Filosofía
como Sistema fue un delirio de Miguel Ángel que yo alenté todo lo que pude volviéndole
más desequilibrado.
-Estaba claro para mí que
proponerse escribir un tratado que resolviera todos los problemas filosóficos,
era un síntoma inequívoco de enloquecimiento. Wittgenstein declaró que el Tractatus pretendía disolver todas las
cuestiones importantes y desde entonces
ya jamás estuvo en sus cabales. A Nietzsche le sucedió lo mismo con su plan de La Voluntad de Poder que al final
eclosionó en la multitud de sus librejos, alegatos y ladridos o performances literarias postreras como El Anticristo y demás escorzos y
provocaciones que no nos gustaban a Sleyzer ni a mí. - Y gente menos famosa que
escribiera sus pensamientos convencida de que lo iba a esclarecer todo, había
conocido no a muchas pero sí a varias: personas siempre e invariablemente locas
o en el camino hacia la locura.
-Por eso vi con evidencia que
Miguel Ángel se estaba quedando tarado, majara,
taraja con La Búsqueda y con todo eso, y sin embargo le animé con
gran cinismo a que prosiguiera su insensata arquitectura de razonamientos que
le estaban abrasando el cerebro después de haber padecido cortocircuitos y electroshocks de auto-importancia y
auto-humillación en la ETSAM.- Le animé a que siguiera La Búsqueda hasta que reventara. -
Pero él estuvo listo y en un momento dado también abandonó el proyecto
quemando en un fogaril de su cercao
-le acompañaba sintomáticamente (o psico-mágicamente) su padre- aquellas miles
de páginas que componían La Búsqueda;
-obra hoy lamentablemente desaparecida.
-Estaba como una cabra desde que Kundera transformó su sensibilidad y
ahora condensaba sus pensamientos en Post-Its que pensaba articular de alguna
manera en una obra que sería La
Continuación de la Búsqueda . Pues muy bien-: Un amigo suyo resumía su día a día mediante
grabaciones de vídeo de 6 segundos para
cada jornada de modo que un año se condensase en poco más de 3 minutos y la vida entera de un hombre en una sinopsis
de 4 horas; la idea era buena. Mucho más ágil que escribir unas memorias o
anotar palabras en un diario. -Miguel Ángel andaba embelesado con la vida, tal
vez porque estuviese follando con alegría durante aquella temporada, y
desarrollaba una Filosofía del Flow
consistente en pensar que todo está perfectamente bien y que no hay que empujar la barca.
-Le irritaba sobremanera que le preguntase qué
estaba escribiendo o qué estaba dibujando. Con enorme indignación y menosprecio
me aseguraba que no leía nada, que no escribía una línea, que no dibujaba. Y
que no tenía por qué hacerlo. Ni le importaba una mierda lo que yo pensase de
ello. Además, - argumentaba con su voz delicada y su léxico lleno de matices- ,
estaba desarrollando un proceso de
embrutecimiento consciente: ver partidos de fútbol con los amigotes dando
rienda suelta a su lado macho hispánico podía ser más sabio que leer a
Wittgenstein. - Yo entonces le acosaba con libros de Rudolf Steiner que él me
devolvía asustado porque presentía que eran la verdad pero que él en ese
momento de su juventud sensual no podía ni quería asumir ni practicar. -Esto me
entristeció enormemente.- No pude predecir que tan solo dos años más tarde
Miguel Ángel habría leído y asumido más a Steiner que yo. - Qué extraña
relación entre moldeado y moldeador.
Al principio el ente al que llamábamos "Carlos el Físico" -igual que
hablamos del Mar de la Serenidad o
del Blues de las Noches Perdidas - no
me pareció tan inteligente o brillante como el prodigioso Miguel Ángel. No se
expresaba tan bien. Carlos desarrollaba sus pensamientos deteniéndose en su
discurso para hacer tensas pausas reflexivas y luego proseguía la frase hasta
alcanzar mediante subordinadas encadenadas un nivel de complejidad angustioso.
Así hablaba. Algo había de angustioso en la complejidad mental de los
razonamientos y preguntas de Carlos: Era mareante:
-Desde el primer día y desde el primer minuto no discutimos de otra
cosa sino de si Dios existía. Carlos era de una ateísmo sereno, sólido e
inexpugnable. Me sentí un perfecto estúpido al evocar el orden de las galaxias
y las regularidades de la astrofísica y todo eso como evidencias científicas de
las que se deduce la existencia de Krishna. - Contarle esa milonga a Carlos el
Físico sonaba sin sentido. Tal vez tuviera razón como Unamuno, como Yupanqui,
como la mayoría: Dios al final no iba a
existir. Verás como al final no va a existir... Ni
la Diosa...- Sí, claro, también estaban los creyentes: por ejemplo,
Miguel Ángel que no solo creía en Dios, sino que charlaba con Él personalmente
cuando se le antojaba. Pero, claro, el membrillo Miguel Ángel pensaba así
porque estaba echando los primeros polvos reales de su vida y, estando tan
empinado todo el día, Dios le parecía casi evidente. -Oriol Junqueras, el Chapo
Guzmán, Ruiz-Mateos y Gonzalo también creían en Dios con naturalidad; pero en
un Dios con una mala leche terrible y animado de unos planes de venganza
abrumadores.
-Así que estaban medio locos: El Dios de Oriol Junqueras llevaba
barretina, bailaba la Sardana y tenía cara de judío. El de Ruiz-Mateos vestía
las eróticas mallas de Supermán, en su vida normal era un caballero jerezano y
golpeaba a los malvados hasta eliminarlos.- ¿Debía tomarme en serio todas las
creencias religiosas? ¿Y si la imagen de Dios fuese una enorme hoja de cocaína?
- Si Dios era una simple, alucinación (como decía Fritz Perls, el
ateo), entonces un continuado pensamiento en Dios es una sucesión de
alucinaciones. Es decir, la religión es
psicosis.
- (Por eso en la medida en que estaban más drogados, más idos, mejor
follados, tanto más creían en Dios-. Igual que se alucina con más facilidad en Tahití
que en Alemania y hay más ateos donde hace peor tiempo).-
Pero Carlos no estaba en absoluto loco y en
dos o tres frases desde el primer encuentro deshizo todo intento de identificar
la mecánica cuántica con el indeterminismo. -No se podía decir que no
supiéramos de qué estábamos hablando. - Tal vez tenga gracia ser la rubia tonta
que dice que no puede entender la ecuación de Einstein sobre la equivalencia de
masa y energía. Pero a esas alturas ya lo sabíamos todo sobre el Principio de
Incertidumbre de Heisenberg, la Paradoja del Gato de Schrödinger y el
comportamiento poético de los electrones- Lo habíamos leído todo. Entendíamos
todo. Pero Carlos de un plumazo había echado a Dios de su Sytème du Monde. Puesto que
la cuántica no era indeterminista sino tan solo una nueva mecánica.
- Me parecía que el
membrillo llamado Carlos -igual que diversas variedades de marihuana reciben
denominaciones como Cheese, Channel o White Widow- había viajado hasta la
excéntrica Facultad de Física de la Universidad Complutense -igual que yo 30
años atrás fui a la de Filosofía para investigar a Ortega- solo para venir a
decirme que no, que la cuántica nada tenía que ver con los mundos
sobrenaturales insinuados por cuatro hippies:
Ken Wilber, Claudio Naranjo o Fritjor
Capra. Ni Física del Tao ni hostias.
-Carlos había ido a las fuentes, al máximo nivel de conocimientos dentro del
país y venía diciendo que, según la actual teoría Física, Dios podía muy bien
no existir. -Tal vez tenía razón, pero me había amargado la tarde. - Ya solo me
apetece dejar a Carlos y volverme a casa a rezar el nombre de Krishna, a decir
muchas veces los nombres de Harí,
Madhava, Kesava, Gopala, Govinda, Krishná y así, repitiéndolos, inducir mi
propia psicosis religiosa. -Y tan contento.
Aquel fue el verano en el
que no salimos del pueblo. En realidad, ya lo habíamos intentado otras veces.
Pero al final nos resultaba imposible y teníamos que salir corriendo con los
bártulos del cámping hacia algún viaje improvisado y sin presupuesto. Por muy fuertes
que quisiéramos ser, el pueblo siempre terminaba por asfixiarnos. Lo mejor era
pasearse de madrugada en bicicleta por la soledad sonámbula del pueblo, sin un
alma. Algunas veces teníamos la impresión de estar soñando lo que estábamos
viviendo, nos parecía un sueño en el mismo momento de estarlo viviendo.- En esas ocasiones enigmáticas Morphi y yo no
hablamos ni apenas necesitamos mirarnos.
Yo, a pesar de todo, me
empeñaba en ser feliz (como mi madre) aunque fuésemos a pasar los dos meses de
vacaciones en aquel arisco poblachón del secarral manchego, mancha húmeda de no
sé qué substancia. -Pretendía ser feliz en mi ocio con Morphi, mis películas de
10 horas, mis libros de 1000 páginas, mis extraños amigos y las piscinas. -Para
mi suerte el Ayuntamiento acababa de inaugurar un complejo de tres estanques de
baño público al aire libre. Fui uno de los primeros en disfrutarlas y luego un
visitante asiduo.
Eran muchos los que se quejaban de la falta de
atractivos del pueblo, pero yo tenía placer más que de sobra con los baños de
sol desnudo en mi terraza de Poniente, las visitas diarias a las maravillosas
piletas públicas de aguas benéficas y la nueva novela de Michel Houellebecq que
acababa de comprarme antes de que se hubiera traducido al español.
-Gracias a internet y a los periódicos, me enteraba no solo de lo que
había publicado o estaba publicando -yo había leído todas sus novelas, pero
también su poesía que me parecía lo mejor de su producción: Houellebecq era un
Poeta- sino también de lo que estaba escribiendo en ese mismo momento. - Desde
una obscura localidad de una zona calificada de "desierto" por su
baja densidad demográfica, desde un insignificante pueblo de 17.000 habitantes,
yo estaba tan al día de la carrera literaria del francés como puede estarlo un
hombre de letras parisino. - Conocíamos hasta los chismorreos de la prensa
sobre la detención de Beigbeder, su amigo. - Si Houellebecq se convertía al
islam, nos enteraríamos antes que nadie.
- Houellebecq acababa de
publicar El Mapa y el Territorio y
era evidente que estaba haciendo Historia, que había escrito y terminado, bajo
la apariencia de una espeluznante crónica criminal, una novela perdurable casi
a la altura de Las Partículas
Elementales. Nos gustaba en general cualquier cosa que publicase la vieja
hiena cínica. Nos gustaba él, y, con amor de Lectores, apoyábamos sus actitudes
y sus puntos de vista pues le agradecíamos todo lo que nos había aportado.
-Estaba claro que para
Houellebecq Dios era una mentira de esas
viejas putas, las hippies-.
-
Me sentía feliz
recibiendo la actualidad de las mejores novelas de mi tiempo mientras de manera
caprichosa terminaba de leer Herodías
de Mallarmé, los Cantos de Ezra Pound
(sin poder asumirlos o entenderlos) y versos en sueco, por no descuidar a la
Musa Lírica. Sentía la necesidad de
entender la mejor y más difícil Poesía de mis contemporáneos. Llegaba a
comprender los Cuatro Cuartetos de
T.S. Elliot, pero no a su amigo o amante Ezra Pound. - Me daba cuenta de a
dónde yo no llegaba (tal vez esto fuera el único progreso). - Llegaba a Desnos
pero no llegaba a Mallarmé aunque éste fuera anterior. -Perseveraba-: Algún día comprenderé todo el sentido de los Cantos, sabré si son verdaderas
profecías o retruécanos sin sentido. - Lo entenderé no porque tenga más cultura
o más inteligencia sino porque ... entonces no me dejaré encantar por la
belleza de los Cantos de Ezra Pound:
- ¿lo entenderé porque no lo leeré como Poesía?
La sensación de estar
leyendo todos los libros y poder dominar a mi manera tanto la novela y la
poesía universales, como el resto de los conocimientos humanos (la Física) era
una tranquila seguridad como los fines de semana interminables del pueblo, sin
otra cosa que hacer más que leer y estudiar. - (La sabiduría re-úne; no se
lamenta de perderse en la inmensidad).- Cuando el tiempo de la tarde y el de
los calendarios parece muchísimo más
amplio que cualquier tarea que uno se proponga. - El muerto tedio de domingo de
pueblo en el que maduran las cosas.
Sábato murió aquella primavera casi
centenario, como si hubiese sellado un pacto con el Diablo, con Abbadón, con
los ciegos, con el Mal. ¿Por eso había vivido tanto? -No creo...- Como inútil
homenaje que a nadie nutría, decidí releer una vez más sus tres únicas novelas,
las que marcaron mi vida. - Ya no entendía absolutamente nada del Informe sobre Ciegos. Había algo en ese
libro dentro de un libro, relato dentro de novela, había allí, en su núcleo
algo que sobrepasaba la intención o el resultado de una simple narración
literaria. Sobre todo, en el descenso a los infiernos de Alejandro Vidal-Olmos
y en el horroroso final de Alejandra. -Era imposible olvidar que Sábato -con
posterioridad a la escritura del Informe
sobre Ciegos- se había visto obligado a confeccionar el ominoso informe Nunca Más sobre los desaparecidos y
torturados durante la guerra sucia de la Junta Militar. -Los dos informes se
parecían demasiado.
-Aquello era más que una
novela,- pero yo no sabía lo que era. Tampoco era un mito (un mito ya no
conmueve a nadie). Acaso se trataba de una Verdad Eterna que se había
desprendido por casualidad de algún sitio.- Como no sabía qué hacer con ella,
"me sucedió" lo mismo que
30 años atrás, cuando leí por primera vez en 1982 en Madrid Héroes yTumbas: -Me mareé, lo leí delirando
de fiebre, perdí toda capacidad crítica; como si no quisiera en el fondo
entender lo que decía: Para Sábato no es
solo que Dios no exista sino que es un inútil y un incapaz mientras que el
Diablo gobierna el mundo.- Y lo peor es que tenía razón.- Desde que Ernesto
Sábato a los 18 años nos comunicó estas cosas, ya no pudimos vivir de la misma
forma. Nuestra visión del mundo se volvió muchísimo más inquietante y
espantosa. Las instituciones caritativas o humanitarias como la ONCE nos ponían
la carne de gallina.
Ahora, en 2011, en busca
de alguien con quien compartir esta soledad que arrancando de un túnel y
pasando por las tumbas y los héroes, (siempre derrotados), desembocaba en un
gigantesco Diablo de la Modernidad que convertía a los hombres en engranajes,
-en busca de compartir con alguien mi dolor/obsesión por Sábato, el escritor y
sus fantasmas, estuve algún tiempo husmeando en la web y en otras partes quién andaba todavía por ahí, como yo, leyendo a Sábato, quién quería
discutir su mensaje.
Me pareció que casi todo el mundo lo había
olvidado. Ahora los nuevos escritores de Buenos Aires lo tenían por démodé y lo mencionaban solo para marcar
distancias y mofarse de la cantidad de veces que en un párrafo Sábato podía
repetir las palabras "angustia", "tristeza" y
"soledad". Como si hubiesen superado a Sábato, como si Sábato no
hubiese pasado el expediente del XXI.- No podían estar más equivocados.
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