ABLA
Comenzaba el año 2003 con otra guerra
internacional: la de Iraq, que ganaron los americanos al principio por 0 a 3
pero al final casi la perdieron.
Y yo seguía descendiendo, descendiendo
en el interregno donde, súbito, a veces, aparece el amor nuevo.
Mi entusiasmo por las nínfulas de
veinte años no había hecho más que aumentar con los años: De repente una tarde
vi avanzar hacia la Fábrica de Membrillo a eso de las cinco de la tarde una
curiosa figura llena de colores todos medio cobre, medio sucios. Yo tomaba café
antes del trabajo en el bar de Marcos.
Era alta
–como
parecía casi todo el mundo en la ciudad: si no grandes, sí estirados-,
paso de gracia felina, pelirroja o rubia, pelo al borde de las rastas y ojos de
gran cachondeo con tonos de ámbar.
Miro con atención a este gracioso ser
de los mercadillos y su figura me parece tan polícroma que no quiero mirar ya
otra cosa. Me olvido de Lesbia, de Helena, de las últimas de la lista, de las
sucesoras de Sylvie, de los interregnos, de Dios, de la Verdad, del Cielo.
Ahora y por mucho tiempo solo quiero
seguir viendo cómo camina esta joven bohemia de mil colores. Sé que baila: una
vez la vi moviendo la cintura a gran velocidad en un bar del centro, una
improvisada danza del vientre para música technotrónica... Lo hacía tan rápido
que me dio miedo. Pero ella se reía, no parecía temerle a nada ni a nadie.
Abla no debería haber nacido aquí, en la ciudad sino más al Sur, en las
salvajes playas de Cádiz, hacia Tarifa y Bolonia, donde se goza la vida libre,
donde las dunas, los pinos y el mar grande. Ella pertenece a los chiringuitos
de la Costa, y a los artesanos del cuero, del tatuaje y del piercing, y
a los puestos de la muralla. Y a la chusma. Sí, los habitantes locales son una
especie rara de saqueadores que se quedaron aquí, medio se asentaron, para
esquilmar a los extranjeros y visitantes. El verdadero nativo es rubio. Su
vocación es el bandolerismo.
Pero aunque parezca silvestre más que
del campo, es una criatura de ciudad. Por mucho que no se peine ni se cambie de
ropa. Un animal de suburbio y periferia pero con castizo acento andaluz.
Sobreviviría en Berlín sin aprender más allá de dos o tres fórmulas en alemán.
Mírala: Parece salida de una moraga de
la playa de Sacaba, de un rito musical ancestral en torno a una antigua hoguera
en El Chorro... Y sin embargo no deja de ser una urbanita, una ninfa del arroyo
(como suele llamarlas Marcos), aunque en
su jerga adolescente, merdellona y
sub-andaluza no se entienda ni se use el término.
A mí no me importa que no se lave o que
sus botas estén adheridas a la piel de sus pies a causa de largo contacto. Me
da igual y hasta me parece gracioso que Abla
hable mal y diga “reflán” en vez de “refrán” o se exprese con otras muchas
formas del underground y del romaní. Me encanta que carezca por completo
de cultura o modales.
En realidad me quedé hipnotizado cuando
supe su nombre y supe que bailaba. Ahora, transcurrida más de una década, veo
que me enamoré de su nombre antes de nada: Abla sonaba como Alba y por eso su
nombre significaba amanecer; pero no un
alba sana, aseada, industriosa sino el alba del asesino y del drogadicto,
pálida, crispada de angustia. Por otro lado Abla era un imperativo con falta de
ortografía como si lo hubiera escrito un retrasado mental o un borracho. Era un
nombre muy raro: “¿Cómo te llamas?” “Abla”. No parecía nombre sino verbo. Pero
es que Abla sonaba casi como el grupo Abba, sonaba casi igual que el cuarteto
AbbA de rima doble. Es decir, había algo fascinante en una quinqui blanca que
se llamase Abla, un ensueño de suecas altas y de muchos colores, la historia
incompleta que introducen los 4 primeros versos.
Me gustaba que no hubiese leído un
libro en su vida, que se ganara la vida en los tenderetes en vez de acudir a
algún centro de gilipollas de la enseñanza (institución por lo menos tan inútil
como la Fábrica de Moldeado de Membrillos (FMM)). Se ganaba sus “jurdeles” y no
necesitaba mendigar a sus padres, era
una trabajadora independiente frisando los 20 años; eso era normal en la
Costa donde los chicos de los suburbios obreros (La Luz, Huelin, La Unión,La
Trinidad, La Palma, etc.) todavía en el siglo XXI, entran en la industria, la
hostelería, la albañilería o el comercio con 16 años o con menos. En mi opinión
esto es bueno o al menos fomenta una cierta pasión por la libertad y la
independencia personal: algunos empezaron a trabajar a los 7 años.
Así que Abla no es una universitaria que come la sopa boba. Era
totalmente imposible imaginarse a Abla vestidita de uniforme, ni siquiera como
fantasía pornográfica.
Por eso desde el principio tuve miedo
de una chica que se llamase Abla o Alba o Alma o Ada – ¡Habla!, pálida amanecida de la angustia
-junto a la sueca belleza de dobles parejas -y un poema inconcluso- , tuve
miedo y me propuse paliar los defectos de formación cultural de aquella zíngara
rubia, castaña y pelirroja que me da un
poco de miedo cuando responde descarada a mis miradas desde la otra acera, de
camino hacia la Fábrica de Membrillo del barrio obrero.
Antiguo barrio bajo, arrabalero, más digno de
un tango que de una rumba. Barrio de crimen moderado (un asesinato al año),
pequeño narcotráfico y cuchillo en el transpatio. De chándal blanco y gorra de
rapero pero con ancha cadena de oro al cuello y fe inconmovible en la veste de
El Cautivo. Barrio gris de cemento, asfalto, gimnasios, garajes y locutorios de
Nigeria. Barrio prol, isletas de asfalto, sin más verde que los dos centenarios
eucaliptos que cortaron en el párking frente a la Fábrica. Barrio bajo,
extra-radio, sin césped ni parque ni campo, barrio de cisternas, scaléxtric y
ferroviario. Barrio de ominosos fantasmas de entrevías. Construido en los 70
para los afortunados obreros que levantaron la mojiganga de la Costa.
Y
por allí pasaba ella, aquel ser de reggae aflamencado, que podría haber
estado frente al fondo turquesa de playas meridionales.
Abla parecía alta y era evidente que
estaba muy buena. También era evidente que era una descarada, una mala chica,
una de esas que te meten en problemas... En fin, hay muchas palabras para
llamar a ese tipo de mujeres. Se reía desde la otra acera y me sonreía de una
manera que me asustaba.
“Muchacha
que sale al encuentro. No debes casarte nunca con semejante muchacha” .- Sí, el I-Ching
-que solía echarle a Sonya mientras le acariciaba la espalda, los brazos, las
piernas...-, a veces era transparente: No te comprometas con jovenzuelas
busconas que salen a buscarte a ti (como ésta) . Era más que evidente a quién se refería.
Pero entonces ella me escribe un
mensaje picante en un idioma rudimentario más o menos convertible al
español: “arguien” le ha dado mi
número de teléfono y me propone una visita al Acuario. No me lo pienso mucho
antes de responder: Quedar con la joven Abla o Alba o Abba, la del nombre
bonito que hipnotiza, junto a la chusma y el alba, quedar con ella en el
paseo de la Farola para fumarnos unos porros y ver el acuario es el mejor plan
del mundo para después del trabajo. No es una cosa triste la vida sino una
esperanza inmediata de placer que se cumple: Quedar solos yo y Abla.
Es el mejor plan del mundo y soy feliz una noche más en el anhelo de
Eros: No solo se trata de oler de cerca a Abla o de intentar acostarme con
ella. Va más allá: Cultivarla, mostrarle la historia de su ciudad, las tortugas
del acuario, la teoría de la evolución, en fin: una cosa lleva a la otra... En
este caso la parte de la cultura la cargo yo; no como otras veces.
De modo que la llevaría a innumerables
exposiciones en el Centro de Arte Contemporáneo, que es el mejor museo de la
ciudad, le leería libros en voz alta,
aprendería Latín, mitología, Inglés, Francés, todo al mismo tiempo y en muy
poco tiempo... Sí, la voy a dejar turulata con mi sistema de educación. Y
también escribiría para ella cosas, ya
estaba empezando a mencionarla de continuo en mis poemas. Sí, ella sería mi Pygmalión, mi fair Lady
(pues era rubia en un sentido profundo...).
... Ella a cambio, me ofrece la contemplación
privada de las curvas de sus caderas –que son anchas y sultanescas, altas como
velódromos- y de los movimientos de sus
piernas en medio de los senderos y borboteos del acuario; las piscinas, las
aguas y los animales en sus cristales apenas existen; apenas me fijo en las tortugas, las
mantas-rayas, los tiburones ni en ningún otro ser sino en ella, que es joven,
salvaje y perfecta.
No soy yo sino ella, -la joven ondina
flamenca, la reencarnación de las amantes analfabetas pero hechizadas de
canciones de Dylan como One more cup of coffee-, es ella la que me ha
llamado. -Muchacha que sale al encuentro; no pienso casarme con
semejante muchacha.
No se anda por las ramas: en su
lenguaje semi-gitano me propone que nos montemos un rollito, que hagamos
un arreglo. Es decir, que follemos. Yo estoy plenamente de acuerdo. Ella me
da un caderazo casual a manera de conclusión cuando subimos el puente de la
Alameda, de nuevo hacia los tenderetes. Parece la vida una cosa feliz que
avanza de triunfo en triunfo como las victorias de César. Pero todo es
mentira...
El humo blanqui-verde del haschich
entre las cachimbas y tapices de la India era su ambiente desde primeras horas
de la mañana y empezó a ser el mío. Pero igual que “el flamenco es una ruina”
(como sentenció una vez Marcos ), la bohemia es casi inseparable de la pobreza
y la miseria. Empezó siendo un néctar; terminaría en veneno.
Como diablo enamorado me aprestaba a ir
a ver por la mañana a mi joven corruptora en su puesto del mercado. Y como todo
era Oriente entre las queridas imágenes del Om y de Shiva y de mandalas, el
sándalo y el oscuro Krishna, - me creía un
pecador meditativo como Siddartha o Sinuhé cuando sucumben a la lujuria. Un
sabio pecando... Una contradicción en los términos... No era un sabio sino un
salido, que no es lo mismo.
Y la única verdad es que el alma en el
fondo sabía que se estaba encaminando hacia las criptas, las catacumbas, los
fundamentos, la innumerable montaña de despojos que era la Antigua Ciudad
Costera del Extremo Sur de Europa: una necrópolis productora de cadáveres desde
hace más de veinticinco siglos, tal vez cinco mil años, la ciudad del Sur más
vieja que la Roma Eterna. La ciudad
actual se podría ver como una especie de emparedado entre el subsuelo de
muertos del pasado por abajo y el cielo de los muertos por venir andando
encima.
Y ella –la emisaria de todo eso, de los
númenes del verdadero flamenco (el que a veces la hacía llorar en silencio a las
tantas en mi casa, oyendo un disco antiguo del Chaquetas o de Fosforito).
Por otro lado no parecía rehuír el tema del sexo ni de los cüernos. A Abla la conocí siempre con novio. Su novio
no hablaba absolutamente nada y venía de
Amsterdam o de la Luna. Me cayó mal de inmediato. Pero como si me preparara a
traicionarle con ella, sin apenas habernos conocido, una noche fingí ser su
mejor amigo, le dije que los españoles eran demasiado posesivos mientras que en
Holanda y Alemania había más libertad. Él estuvo de acuerdo y a lo largo de 12
años todavía es lo que más me atormenta...
Se repetía diez años después sobre el
teatro de mi mundo de nuevo la historia de la Infiel, de la joven, y yo caía de
nuevo. Pero no se puede repetir el pasado, solo reinventarlo.
Ella tenía novio, yo tenía novia, Sara
tenía novio, todo el mundo tenía novio, todo el mundo llevaba ases en la manga
y las alianzas escondidas en los bolsos. Se ha podido demostrar que las tasas
de coitos nacionales están relacionados con las tasas de infidelidad: A más
cüernos, más polvos, parece lógico: En la Costa, se centuplica y se rebasa
la tasa promedio española de contactos
sexuales completos (unos 90 al año). Y para eso lo mejor es tener novio o
marido y ponerle mucho los cüernos. La infidelidad es la fórmula. La
infidelidad y la traición son las verdaderas drogas. La infidelidad es el
principio, el medio y el fin: Amar a
Dios sobre todas las cosas y muy en segundo lugar a las mujeres. - Pero tal vez
fuera un sueño y eso no fuera posible más que en sueños...
En la Costa no solo había tres sexos, drag
queens, transformistas con tetas y barba, Bibis Andersens, deformaciones
genéticas, sino que todo el mundo era más o menos bisexual o pentasexual. Se
follaba por semana 7 veces más que en algunas zonas de Soria (4 orgasmos al mes
como mucho y de poca calidad; tal vez haya alguna correlación con la producción
de mantequillas de la misma provincia). A veces, en la primavera de la Costa,
se oía gemir a los amantes a través de las ventanas abiertas de algún piso de
Huelin, ventanas de Mendoza abiertas a los gemidos y a los jardines y al
romance del mar y en ese silencio... una mujer joven gritando de placer en lo
que hubo de ser una cópula de 10 minutos, algo extremo y rápido y conclusivo. -
Como el nervio de la misma ciudad.
No esquivábamos el tema del sexo ni del
dinero ni de las drogas. Solo por eso yo me creía un verdadero santo. Ya no
éramos unos niños aunque ella tuviera poco más de 19 años ni esa descarada falta de vergüenza. No lo esquivábamos, lo íbamos urdiendo a lo
largo de semanas de aquel mes de guerras santas y preventivas saliendo del
invierno. Lo iba armando como un atentado o un argumento de defensa: Nos
acostaríamos, claro. Pero necesitábamos antes ciertas cosas: mi casa, nosotros
y drogas. (Sí, nosotros quedábamos como emparedados entre la casa y las drogas,
como los vivos entre muertos, objetos entre objetos).
Una noche de viernes compramos una
cantidad considerable de cocaína en el Zeppelin a través de Manuel Antonio. Nos
tomamos varias rayas. Hicimos desastrosamente mal el amor o como se quiera
llamarlo. Ella al final estaba corrida, follada y descontenta. Ni me miraba.
Quería coger un taxi, se quejaba, se marchaba. Nunca más volveríamos a hacerlo.
Nunca más volvimos a hacerlo.
Tras eso, poco a poco entre nosotros
fue instalándose una especie de odio y de repulsión que se parecía al amor y al
deseo.
“Niño muerto, asesinado, antes de su propia alba...
No
se conservarán sus restos de clínica en la
cloaca
INTERREGNO
2001-2005
Veo cada vez más cerca la hora de cerrar
mi catálogo. Ya he llegado al año 2001 y estamos en 2012. Esto es una mala
noticia para muchos admiradores y seguidores de mi hazaña, lo sé; pero una gran
noticia para otros. Por ejemplo, para todas las afortunadas que de 2001 a 2005
acapararon los primeros puestos, la zona media y la atestada cola de la tabla.
Allí donde se agolpan los desechos, las heroinómanas, los zombis y toda suerte
de mujer degenerada y enfebrecida, la morralla del planeta Venus, hojarasca o
broza de los jardines de Afrodita. Las que están a un centímetro de ser feas.
Las enfermas, las ajadas, las paralíticas, las cojas, las viejas, lo más bajo
de mi tabla, el anti-Eros. Quiero decir, recuerdos...
Mis interregnos eran eclipses de Eros
después del duelo. En teoría volvía a salir con Lesbia tras el episodio de
Abla.
Viajábamos muchísimo para alejarnos de
nuestros problemas: a Moguer donde padecí una depresión con constipado digna
del Poeta Juan Ramón; a la India, a Italia, a Provenza. Nuestro último viaje fue
el de Santiago. Los problemas seguían...
...No, me falla la memoria, nuestro último
viaje fue a Creta, a Herssónisos o Hersonisos.
No, nuestro último viaje fue a Baelo
Claudia, Bolonia, Punta Tarik y
regresando por Marbella.
- No, no quiero saber cuál fue el
último, (¿a Montségur, la ruta de los castillos cátaros, a Lisboa?)... Ah,
no quiero recordar tanto,- y sin embargo soy la memoria de la humanidad
en acción, el Legislador, el Cronista, como el viejo bardo lascivo que ha
estado en todas las batallas y ha visto todas las cosas, habla todos los
idiomas y sale en todos los cuadros...Yo Soy.-
Mis interregnos no eran eclipses de
sexo puesto que –como voy observando gracias a este pormenorizado informe- no
fueron tiempos de sequía, de abstinencia, de celibato, de falta de carne
fresca, de labios resecados por la carencia de contacto con el sexo opuesto.
Nada de eso. Siempre una legión de consoladoras protege al bello hombre en
duelo. Tristán es el verdadero seductor y no el valentón de Don Juan.
- Una legión de mujeres (Sisters
of Mercy) protege su tristeza sagrada. Eso es lo cierto, el enigma del
hombre-Luna como yo,- en ese aspecto un ser sobre-natural o sobre-humano,
llámalo como quieras. Pero en todo caso, querido e improbable lector, aceptarás
conmigo que el sujeto desta singular historia no es humano...
No quiero ni acordarme de los múltiples
sacrificios humanos que ejecuté en aquel tiempo intermedio: Una maestra de
Económicas al borde de la frigidez, besada entre los visillos de la Luna; una rusa que hablaba de Dostoyevski pero al
final no era rusa rusa. Y la chica de Madagascar. Y las de Nuevas Hébridas.
Marroquíes, nigerianas, rumanas a cientos, a millares, a miríadas. Me acostaba
hasta con nativas de la Antártida y con laponas del Ártico de paso por nuestra
ciudad. Y mi vida era un cabaret,
un quilombo, una catrera, un chicle, un tango.
Y el folklore –el misterio del
flamenco- adherido a los cimientos líquidos de la ciudad, era como el cántico boreal de los vientos que
asolan Marte. Allí cabía de todo: Japonesas en pareja, colombianas á trois,
escocesas de hermosas tetas, alemanas de piernas robustas y culo trapezoidal,
gitanas fascinantes, y hasta las míticas de Venezuela (que también podían
llamarse Daniela como sus rivales del Cauca). A veces me acostaba con mujeres
de países que no salen en los mapas (la Bukovina o el Kurdistán). –Las
trabajadoras españolas aseadas y decentes reemplazaban a las geishas a
partir de las 7 de la mañana, era como el comienzo oficial de la Feria o de la
temporada de caza: la mejor hora para salir a ligar y a empitonar mujeres, por
llamarlo de alguna forma.
Se follaba muchísimo. A diario,
semanalmente o anualmente los gráficos de barras sobre relaciones sexuales
completas en la Costa, rompían, con picos descomunales, los parámetros promedio
de las naciones más lúbricas: EEUU con sus 300 orgasmos completos por habitante
al año; seguida por Rusia: 260; y más abajo: España: 90; Japón y la India: 40;
etc.
Y sin embargo no era
feliz .
Conmovido,
lloro y río.
-
Presumo de no llevar una “lista” de donjuán y ¿qué otra cosa es esto que
escribo? ¿Un catálogo de las bellas que turbaron a Jean Souffrance? ¿Los
avatares de Eros? Y qué. Ya veo el final, mi final, la muerte del Poeta, queda
muy poco... Pero puedo extenderlo más... -
Eso está al alcance de cualquier buen
narrador... Aahhgg. Sí, amigos, hermano..., siento que pronto voy a morir...
Yo, Jean Souffrance, loco de la carretera, drogadicto, meridional-arquetipo. Así como he vivido, así me voy a morir. “The same way I´m leaving/
is the same way I came”. Cada vez tengo más ganas
de cantar, de cantar a voces, como si me poseyera el espíritu de algún viejo
bardo tarado.
Sí, es más que un hecho: desapareceré
-como tal vez el mundo- en muy pocas páginas.
Desapareceré como un personaje de
novela que se llamaba Jean Souffrance.
- ... Otra opción más
larga, más original sería clasificarlas
por religiones en vez de por nacionalidades: Grupo (AAA) Budistas e hinduístas,
luciferistas, gnósticas, devotas del Avesta: 0;
Grupo con calificación (AA)
israelitas o católicas libanesas, drusas o sirias: 1 ó ninguna; Grupo (A) ateas francesas, ateas inglesas y
católicas españolas: varios cientos; (B): musulmanas + fieles a la Iglesia
griega-ortodoxa+ protestantes africanas + adeptas del animismo: 1003.
Es obvio, que algunas religiones
ofrecen más sexo que otras y que el ateísmo clásico, la Ilustración y todo eso,
no promueven más el sexo que el muftí de Kapurtala o el patriarca de Antioquía.
Lo verdaderamente difícil es acostarte con una budista del Paraguay o cosas
así.
- Y siempre
es fácil bromear, huír, escribir cuando duele pero más atrevido escribir sin
pensar: Sueño a Don Juan en su escena del cementerio, el convidado
de piedra, el burlador de Sevilla como Eros enfrentado a Zeus... -Pero forzoso
es decirlo: las diferentes religiones condicionan el ránking del sexo en diferentes países y
sociedades: El hombre prefiere follar antes que comer y el amor es todavía
más adictivo que el sexo...
Sí, es mucho más atractiva una budista
hiper-racional de facciones de porcelana y cuerpo cuidado como el de Aomame de
Murakami, una mujer que se levanta a las 4 de la madrugada a meditar, que una profesora francesa atea especialista
en sexología o en filosofía y que no se ha acostado todavía a esa hora haciendo
sabe Dios qué.
Las prostitutas islámicas tienen mucha
menos cotización que las putas que pertenecen a la Iglesia ortodoxa. Y éstas a
su vez menos que las católicas españolas
que a su vez están menos cotizadas que las rubias protestantes, las
anglófonas blancas medio ateas o las legendarias rusas neocomunistas.
- Siempre es una salida fácil, tonta,
bromear con la muerte.
- “Vendrá la Muerte y tendrá tus ojos”.
- No es tan
fácil cantar a lo que duele, - ... al interregno de 2001 a 2005...
El interregno no es la falta de aventuras eróticas –incesantes- sino del amor
sincero. –Nada ocurrió de interesante tras la Muerte del Filósofo en 2002; nada
ocurrió en el 2003, nada en el 2004 hasta el 11 de marzo. No sé por qué lo
presentí. Iba a pasar algo muy gordo. Está escrito. Lo presentí. En la mañana
del 11 de marzo, me había quedado a dormir en casa de Sarah y a eso de
las 8 de la mañana exploté. Exploté desde el suelo, de modo que me puse de pie
en el mismo movimiento: fue como si una bomba imaginaria me levantase de estar
tumbado en el suelo a estrellarme contra la pared de pie, a la misma hora que
explotaban a 500 kilómetros las mochilas de la estación de Atocha. -Fue muy
raro.
Y salvo eso, no ocurrió nada reseñable
en 2004. Ni en 2005. Casi nunca ocurría nada.
INTERREGNO
DEL INTERREGNO 2001-2005. ADENDUM: CNT
Pues
no solo se enamora el amante del Amor de las mujeres, de los hombres, de los
animales y de los sitios, de las ciudades y de las islas, sino de instituciones como la Confederación Nacional
de Trabajadores.
Es sabido que a las mujeres les
ponen (es decir, “les ponen cachondas”) las sotanas y los uniformes: lo
institucional. Hay mujeres que se orinan de excitación cuando suena el himno
nacional, algunas se humedecen ante la proximidad del pantalón azul de un
policía de tráfico; mientras que otras sufren picos maniacos con las
oscilaciones del IBEX 35. Hay señoras enamoradas de Telefónica y otras de Endesa.
Del Ministerio de Hacienda está de algún modo enamorado el funcionario solemne
que trabajó allí 3000 años. –Este amor loco por las instituciones es lo que
explica su pervivencia. - Yo me enamoré de un sindicato por su nombre: CNT: la
idea de una con-federación nacional e internacional de trabajadores era moderna
y en tres siglas lo resumía todo.
Enamorarse de la Idea era estar
convencido de ella, una especie de teología política o de política teológica a
la luz de la razón natural. Es decir, que desde niño la Anarquía me había
parecido el mejor sistema de auto-organización social. Enamorarse de la Idea
era estar convencido de la posibilidad de su realización: una comunidad feliz
de hombres y mujeres liberados del Estado y de la propiedad privada.
Enamorarse por su nombre, como cuando te enamoras de una chica por su
nombre; o bien ya te gusta una cuyo
nombre no conocías, y al enterarte de cómo se llama (Daniela, por ejemplo), te
sientes todavía más atraído. - Las siglas
de la CNT lo resumen todo: el porvenir de la Humanidad, su
aventura política inmemorial y hasta su presente.
Es cierto que por más que
quisiera, no podía olvidar su pretérito
cubierto de sangre: esa mezcla de pistolerismo y de utopía burguesa: El activista
Eduardo Bute consiguió explicarme a lo largo de una larga noche sin sueño, la
vida y la muerte de Buenaventura Durruti hasta hacerme sentir no admiración
sino compasión por el mito ácrata, el que asesinó al obispo de Zaragoza siendo
aún adolescente, el que anduvo por América Latina asaltando bancos .- La utopía
burguesa tal vez era Ferrer i Guardia y su Escuela Moderna aunque Unamuno había
dejado escrito que hicieron bien en fusilarle porque era un corruptor y un
criminal indeseable.
La utopía bondadosa e inocua era La
Conquista del Pan del príncipe Kropotkin, El Hombre y la Tierra de
Eliseo Réclus, Reforma o Revolución de Mijail Bakunin y otros muchos que
yo había leído muy joven gracias a mi padre, que me enseñó la anarquía cuando
aún iba en pantalón corto. Aunque él fuera un burgués.
No me gustaba el pasado ni republicano
ni decimonónico del Sindicato; ni Durruti ni Federica Montseny ni Fourier ni
Ferrer. Tampoco me convencía del todo su presente. Es decir, la sombría célula anarco-sindicalista de
calle Eguiluz y sus curiosos afiliados y militantes, simpatizantes, curiosos de
paso, compañeros de viaje (como yo) que no quieren carnet pero pagan sus
cuotas, infiltrados, submarinos, espías, camellos, nostálgicos, estudiantes,
soñadores y parásitos. Pues todo eso y mucho más podías encontrarte en la sede
de CNT de la Gran Urbe Costera del Extremo Sur de Europa a principios del XXI,
mi último o penúltimo interregno.- ¿O no éramos el presente, la vanguardia,
sino que quizás nos habíamos quedado estancados en el pasado?
Antonio Jaime –el Secretario al que
todos respetábamos- solía recordarnos que nosotros no éramos anárquicos ni
mucho menos “anarquistas” sino tan solo aprendices de ello.- Entonces, porque
le entendíamos sin necesidad de mayores explicaciones, asentíamos en silencio.
Eduardo –mi joven amigo- solía disertar
más largamente no solo para darme una lección sobre la vida, hazañas, crímenes
y muerte del legendario Durruti como si lo hubiese conocido en persona, sino
que con frecuencia tomaba la palabra en la Asamblea por mucho tiempo para
aclarar la fundamental diferencia entre anarquía –que es un sueño-
y anarcosindicalismo –que es una
realidad. El presente del Sindicato tal como lo argumentaba Eduardo, era vivir
la utopía en el presente. -El padre de Eduardo era un pintor argentino que residía en una chabola pero de la Milla
de Oro, en Marbella; la madre pertenecía a la alta burguesía andaluza y tras
casarse en segundas nupcias con un constructor multimillonario, Eduardo se
había apartado de ella y no mantenían ninguna relación; en cambio, sí visitaba
a veces a su viejo en su favela de la playa.
Eduardo, tras aprobar la Selectividad y
el Bachillerato con “magníficas calificaciones”, no había proseguido
estudios. Había sacado un 10 en la traducción de griego. Pero había preferido
irse a los albañiles “porque no hay nada más burgués que un universitario”
(como me dijo una vez). Se ganaba la vida a sus 20 por sí solo, igual que Abla,
y a las asambleas solía venir con una camiseta manchada de pintura, toda una
demostración de que venía de trabajar, de que era un obrero. Su voz era de
grajo, maltratada y ronca a causa del fumeteo pero hablaba con rotundidad, alto
y claro (como casi todos en la ciudad costera: sacando el aire del pecho, a pocos
decibelios de la vociferación). Tenía la nariz rota de boxeador, el pelo
rebelde de un irlandés, el achulapamiento ilustrado y lunfardo del Río de La
Plata, los ojos verdes estrábicos a causa de un pasón de LSD en Holanda.
No se cansaba de explicar, de
aleccionarnos: Nosotros no éramos un sindicato como los demás, un sindicato
con adscripción política: No era necesario siquiera ser anarquista para ser
de CNT, y en las siglas no hay alusión alguna a la Idea ácrata . Tampoco éramos
un sindicato de clase, pues “trabajadores” hoy en día podían ser tanto los profesores burgueses como los
mecánicos o albañiles más o menos aburguesados. Nosotros éramos –y esto al
parecer tenía precedentes en los años 30- una agrupación anarco-sindicalista
de sectores y oficios varios: el Metal, la Construcción, Ferrocarriles, el
Transporte, los Taxis, la Enseñanza, la Hostelería, el Modelado de Membrillo,
etcétera, etcétera, etecétera. El anarco-sindicalismo es fácil de llevar a
cabo; la anarquía es una monserga. Tenía razón aquel muchacho con pinta de
hombre.
La Revolución organizada desde
distintos gremios o síndicos mediante la Huelga General Indefinida –que sería
una gran fiesta semejante a las vacaciones indefinidas y a la parada de la
producción de los cataclismos- , sigue siendo en la actualidad el único
porvenir político digno de un ser humano que se respete a sí mismo. Ese día
todos descansaremos.
Pero no fue Edu quien me trajo a la
vieja sede de Eguiluz sino otro camarada de cuyo nombre no quiero acordarme...
Y sin embargo aún lo recuerdo con la quemazón del Amor herido: Fue Fidel quien
me llevó a CNT.
Tres años después, venía yo de trabajar
de la Fábrica de Membrillo a eso de las diez de la noche, entré en la sala de
la CNT y allí estaba Eduardo sentado en torno a la larga mesa que cubría casi
toda la habitación donde se celebraban las asambleas. Sin darme tiempo a
sentarme ni a saludar me preguntó si estaba dispuesto a alojarle en mi casa.
Añadió que solo sería por algún tiempo, hasta el 1 de mayo exactamente. Había
intentado buscar alguna habitación alquilada y no había encontrado nada desde
que volvió de Ámsterdam. De repente no parecía tan arrogante ni seguro de sí
mismo como siempre, sino solo un chico solitario que no tiene donde caerse
muerto.
Yo no le contesté de inmediato sino que
le dije que teníamos que hablarlo. El año anterior yo había estado viviendo con
Sarah, la Golfa Pérsica y nada podría haber salido peor pues al final
tuve – aun siendo el propietario- que
abandonar mi piso para que ella –la inquilina- se fuera y con ella todos los
amigos y amigas de diversas razas y especies que solía llevar a casa y que se
quedaban casi siempre a dormir. Incluyendo un gran danés vagabundo, -un perro-
, que se encontró por la calle (hay que aclararlo porque también llevó daneses
humanos que eran casi siempre grandes).
¿Para qué volver a experimentar?
Yo solo en mi casa de solterito
cuarentón con novia segura y follando entre semana con todas como si llevase un
pasaporte –tener mujer- que me garantiza vía libre hacia la cama y la
penetración universal, yo era el hombre más feliz del mundo. La vida de los
demás –jóvenes incluidos- era un aburrimiento de los tiempos del blanco
y negro. Solo yo tenía una vida semejante a los televisores en colores,
dobles, de su pequeño culo por donde
zapeo sin esperanza. -¿Para qué experimentar ahora con este Eduardo
al que conozco apenas de hace dos semanas?
- Porque es lo coherente, porque es
lo digno, porque en realidad cuando me lo ha preguntado así, con humildad, si se
podía quedar a dormir, desde el primer momento me ha gustado la idea.
Era lo digno o lo coherente como la
Anarquía: Después de todo yo no había entrado en CNT por ponerme medallas de
revolucionario y de guapo. Ni para fisgar en el sanguinario pasado de la FAI.
Ni por coquetear con la Idea y luego largarme a contar por ahí que había estado
con los anarquistas y que me habían decepcionado. Ni para ligar. Ni para
disfrutar de un Club Social (como dijo Antonio Nadal, “el Demonio”, al darse de
baja en CNT poco antes de mi ingreso).
Yo ya era anárquico antes de juntarme
con los anarquistas. Yo era anárquico antes de que naciese la Idea. Mi padre me
enseñó el abecedario de la Anarquía a los 7 u 8 años, tal vez antes. –Sí, yo
soy lo anárquico, el anarca, mesías de todos los anarcos y de todos
los narcos. Y con más mérito que los militantes infatigables como Antonio el
Demonio o los mártires Sacco y Vanzetti. -Yo soy la Idea.
Habría sido incoherente negarle
albergue y comida temporales a un compañero y amigo del Sindicato. En pocos
golpes de voz nos pusimos de acuerdo, nos fumamos unos porros de polen y
terminamos la noche caminando hacia mi casa de la Trinidad, Eduardo llevaba una
bolsa de deportes pequeña que era todo su equipaje en la vida.
ZAMBA
DE MI RIUNATÁ
Zamba de mi Riunatá
Del río Carcarañá
Y aroma a jacarandá,
¡Levanta tu verdor
De greda litoral
Prendido a las riberas de Iberá!
Zamba de mi Paraná
Cauca que no he visto nunca,
Lanzas sueño en Famayá
Mascando mi guaraná,
Almíbar de la bella guaraní.
Vidala del Maestro Atahualpá,
Ése que vino de lejos,
Hechiza en tu noche clara
Las cuerdas de mi cerebro.
Todo era un sueño erótico y lejano como
la anarquía... La actividad anarco-sindicalista me dejaba mucho tiempo libre:
nigerianas y rumanas a patadas, manadas de marroquíes, avalanchas de
ucranianas, legiones de colombianas que se llamaban Daniela, ejemplares
aislados de la mítica venezolana... Y, sin embargo , jamás las utópicas rusas
(no bielo-rusas, ucranianas, lituanas o letonas que había a montones). Ni casi
ninguna argentina, brasileña, norteamericana, nepalí, china o kazaja. El mundo
de la prostitución no estaba del todo globalizado.
Sí, lo más difícil era hacer el amor
por la mañana con Beatriki, a eso de
las doce con una amiga negra que no cobra, y por la noche con mi novia oficial,
Lesbia. Al último combate llegaba semi-exhausto y Lesbia me hipnotizaba con lo
de Príapo y Tisbe. Tal vez no sea un récord Guiness pero no está mal: tres mujeres diferentes pero en la misma jornada:
“Dama Blanca no me escribe/ Negra Dama no me llama”. Pero ¿por
qué no con 4?- Y puestos a competir con la Bohemia libertina de Milan
Kundera en los 60, ¿por qué no 5? -Querido lector, estoy seguro de que
esperarás ahora que presuma de 5 ó 6 cópulas en 24 horas (y podría hacerlo).
Pero ya he dejado claro que yo no escribo esto por presumir de follador
(disculpe la distinguida lectora esta forma de expresarme).
Sí, una vez cumplidas mis obligaciones
laborales y políticas, ¿quién o qué me impedía dedicarme a lo que más me gusta
en la vida, el viejo arte (o tal vez vicio) de burlar a las mujeres, -al mayor
número posible-, seducirlas, gozarlas, conquistarlas y luego guardarlas bajo
siete llaves emocionales, cautivarlas?
Para un devoto este plan de vida o
proyecto existencial no deja de desatender lo esencial: la devoción, la
dedicación continua al Amado Krishna-Eros. Pues
lo que debe hacer un ser consciente en su tiempo libre es meditar o rezar. Y no
tumbar hembras.
Y yo lo sabía. Y sin embargo... creía
que podía tocar a Dios-Eros en la carne y en la pulpa de las mujeres, tocar a
Eros en el interregno. Que no podía haber contradicción entre sexo y Eros, sexo
y Krishna, sexo y Cristo. –O eso necesitaba
creer: que meditaba mientras hacía el amor con unas y con otras en cantidades
capaces de humillar las estadísticas de Nueva York -(una de las ciudades más
empinadas del mundo).- Que estaba viviendo la utopía o realidad divina del rasa-lila, el pasatiempo de las pastorcillas
con Krishnaji.-
Pero yo no soy Dios sino un hombre o personaje literario afortunado en los
placeres de Venus para los que poseo un don natural
que casi carece de límites. Pues llego ya a mi edad final y siguen sucumbiendo
los corazones de las bellas a mi embrujo. - Es increíble, un verdadero milagro.
Y creía, querida Lectora, que yo era
Dios: Dueño de Todos los Poderes, Dueño de Todos los Placeres, maha mohana o ladrón de corazones. Y escribía
para Él, que es: “De qué maneras Amado me
aparto/ y en lugar de meditar/ en las palmas de tus manos/ pequeños poliedros
de carota/se parecen regulares a sus labios”. –Pero está escrito que
Krishna puede saciar todos los deseos
lujuriosos del ser humano. –Y mi Lujuria no se saciaba –o no se sacia - nunca.
Tal vez sea imposible enamorarse de ciertas cosas: es difícil
sentir eso por un picaporte, por una freidora, una plancha de pelo, un secador
o por un acta matrimonial. Tal vez sea posible enamorarse de un martillo; hay
mucha gente enamorada de su tazón de desayuno o de su automóvil. -Tal vez sea
posible enamorarse de una fría institución si estás lo bastante caliente: morir
de amor por el Banco de España, perder el sueño por el Tribunal de Cuentas,
sufrir erecciones pensando en las previsiones del BCE, ponerte ciego en una
fiesta de la ONCE, me resulta imaginable.- Lo que es un hecho es que yo estaba
enamorado de la desastrada sede de
calle Eguiluz y
sus usuales frecuentadores. –Nos enamoramos de un perro, de un gato paralítico,
de un ratón maloliente, de iguanas, de
ardillas, de periquitos, de canarios, de serpientes, de caballos... de
instituciones. Pero sobre todo nos enamoramos de mujeres.
La casa nos la alquilaba un viejo
militante al simbólico precio de un euro. Pero cuando él murió, sus herederos
decidieron venderla. A partir de su demolición yo ya nunca aparecí más por la
sede, la nueva sede de CNT, como frecuentemente me reprochara Pablo, uno de los
jóvenes más idealistas del Sindicato: “Y tú, ¿cuándo vas a dejar de hacer el
tonto y comprometerte y militar de verdad?” –Ante lo que yo me echaba a
reír halagado, porque Pablo se daba cuenta de que yo soy la Anarquía y me pedía
que no me fuera. –Pero lo cierto es que nunca más volví.
Sí,
parecía un símbolo: La sede de CNT en calle Eguiluz ya no existe más que
en nuestros recuerdos, en los recuerdos de los que fuimos durante años sus
moradores, los anarcas.
Aquella casa era un incunable de la
memoria, testimonio y archivo de su pasado guerra-civilista –cuando CNT era la
primera fuerza sindical en la ciudad, muy por encima de UGT y otras-, y
manifestación de su vivo, de su ardiente, de su eterno presente de siglo XXI.
Desde muy antiguo había sufrido todo
tipo de ataques, pedrazos, asaltos, robos con perforación del muro, incendios,
inundaciones. Y allí estaba.
Pero no pudo contra la especulación
inmobiliaria. Gracias a ella fue vendida, demolida, derruida, reducida a polvo
como Cartago. Ni el tornado del 2009 respetó el solar resultante, con la
violencia que tienen los elementos en el clima casi tropical de la Costa: El
ciclón dobló los hierros del panel que anunciaba la construcción por venir e
hizo volar por los aires a la gente en la zona de La Unión, El Paseo de los
Tilos y la estación de autobuses; entró por la Costa, por Torremolinos y avanzó por el Oeste de la
Ciudad, luego creo que volvió al mar. -Sí, todo eran símbolos, mensajes
cifrados de Dios: La Anarquía no era incompatible con la religión de Krishna ni de Cristo ni de Eros. Puedes ser una ferviente papista (o católica)
y al mismo tiempo pagar tus cuotas de afiliada a CNT. Puedes ser diputada
del PP y a la vez militante de CNT. ¿Quién te lo impide, querida e inusual
Lectora, con la que cada vez fantaseo más y más en mis poluciones, mujer
perfecta?
Sin embargo la CNT cambió de sede.
A otra mejor, más moderna donde ya nunca
fui. La última vez que participé en la Asamblea no teníamos sede, sino que fui
a un local de una asociación muy cutre
del Llano de la Trinidad para hablarles del referéndum contra la ilegible
Constitución Europea (proyecto creo que fallido tras el rechazo de varios
países de la UE), pregunté si el Sindicato mantenía alguna postura oficial
sobre este punto más allá de las posturas individuales de los presentes.
Entonces, tras un silencio de todos, habló el secretario Antonio Jaime para
decir que él particularmente votaría que no pero que el asunto no le importaba
y que tal vez ni fuera a votar. Entonces volví a tomar yo la palabra para
defender un rato largo la idea de que había que votar que NO al absurdo de una
super-constitución de constituciones, en vez de abstenerse. - Cuando se cerró
aquella Asamblea me pareció que había convencido al menos a mis compañeros de
sindicato. No lo sentí como una victoria personal sino como una victoria de la
Idea. Así que se apoderó de mí una vez más la exaltación; triunfante y caliente
como se debió haber sentido el revolucionario Mayakovski en su camisa de dandy.
- Y me fui al centro a iniciar mi doble vida de crápula cuarentón.
Yo digo que las ideas políticas no son
cuestiones de gusto como si te gusta la fresa o el chocolate, el pescado o la
carne, el Barça o el Real Madrid, las mujeres o los hombres, las morenas o las
rubias. Al igual que la Teología, no son asuntos solo del corazón sino sobre
todo de la cabeza. Es decir: objeto de análisis y de decisión racional. No es
razonable enamorarse de un Sindicato pero la Anarquía sigue siendo la única
idea razonable, el fin de la opresión.
Los asuntos políticos
deberían ser una cuestión puramente intelectual.
Así tal vez lo vieron algunos
intelectuales anarquistas como el maestro Ernesto Sábato, Lev Trotkski o Noam
Chomsky. –No hace falta estar loco para ser anarquista; basta pensar en ello: La Anarquía es la única
alternativa a la injusticia.- Y yo escribía:
“De qué manera Amado
Te
rechazo, te rehúyo:
Los círculos de tu incienso
Pretero por los de grupas;
Tu voz por el aliento
Oloroso
en la mañana de lluvia
De mujer rubia en la lluvia;
De
ella no y deTi me asusto.”
Lo que no era sino
un largo lamento por conformarme con el amor de las mujeres y abandonar el Amor
Verdadero, el tema de mi catálogo. Así puede que tal vez Dios se apiadara de mí
y me diera de todo: Sexo y Eros para toda la Vida Eterna (pues el orgasmo se
parece a la eternidad aunque se acabe; un orgasmo continuo que no nos matara
sería la felicidad absoluta en términos humanos).- Pero eso no fue posible aunque entonces, por momentos, yo me creyera
que sí. Un romance de un promiscuo con justificaciones piadosas...-Mi fantasía
libertina del que-tiene-novia- asegurada –dentro de lo que cabe, claro- pero se
acuesta con todas las que puede, acabó explotándome en la cara el día que Lesbia
se enteró de una sola de mis múltiples infidelidades, que por más breves que
fueran no dejaban de ser cüernos.
Quiero recordar a la atractiva Lectora,
que se es infiel con independencia del tiempo empleado en ello: Cierre los ojos
por un momento e imagínese, la distinguida Lectora, una serie de encuentros
sexuales completos pero fugaces, de muy pocos minutos –quickly- con los
empleados de las gasolineras, el fontanero, los taxistas o con algún policía de
los que hacen controles y te piden que bajes del coche un momento porque
quieren que les abras tu maletero. Siga imaginando que Vd. les contesta con
desparpajo “¿queréis abrirme el maletero?”, pero dicho de una forma y acompañado de unos
gestos que parecen significar otra cosa. Imagínese una escena pornográfica con
esos dos agentes enfebrecidos. Algo breve y conclusivo. - ¿Por durar unos
minutos no va a ser una infidelidad?
La mujer absolutamente promiscua, la
devoradora de penes, -cuantos más mejor y hasta en racimos de 4 ó 5- , la
mítica Lilith, la mujer fatal - Mata-Hari, Cleopatra, la Viuda Negra, la Dama
de Blanco-, toda la patulea de demonias
y diablesas, aterroriza y hace temblequear a la mayoría de los varones de sexo
masculino (tomando en préstamo la expresión del anti-poeta Nicanor Parra). A mí no. No creo en ellas: Ni
frígidas ni ninfómanas; lo que
hay es mucho tío inexperto, mucho bruto suelto. – Yo puedo hablar porque he hecho
vibrar de tibia vida los senos de la mujer fría de deseo. Yo apaciguo a la
insaciable y he saciado el apetito –al menos su apetito de un día y una noche-
de mujeres que se consideraban ninfómanas (o “muy putas”, vuelva a disculparme
la palabra). - Hablo de hechos; no de ficciones vanidosas. Porque soy el devoto eterno de Eros.
Aunque dure unos minutos o segundos o
décimas de segundo: es una infidelidad. Antes de prepararle el desayuno a tu
maridito, ya has cometido 7 u 8. ¿Cuántas veces piensas pecar a lo largo del
día? –Eres infiel cuando desayunas con tu esposo, cuando le despides en la
puerta, eres infiel cuando la cierras, eres infiel cuando te quedas sola y
empiezas ese mundo lúbrico que no me atrevo a imaginarme. Pecas aunque sea “un
rollo de un ratito” o de “aquí te pillo aquí te mato”; rollos de una noche,
cópulas a contra-reloj en los servicios de un disco-bar, sexo genital o
anal en la tienda de la estación de servicio, vigilando no aparezca ningún
coche (sí, aunque no te corras, eres infiel, es evidente). Y ya no te
hablo solo de “folladas” sino que
también algunos bailes son indecencias e infidelidades.
Si te dejas tocar las tetas está clarísimo que
eres infiel a tu marido o a tu novio; desde pequeña sabes que te pueden tocar
cualquier cosa menos el culo, las tetas y el pubis. Puedes magrearte con media
ciudad la noche de un sábado, volver a tu cama conyugal hediendo a macho y no
haber follado. Pues muy bien. Pero eres jodidamente infiel y ahora ya no te voy
a pedir disculpas. No.
Y eres muchísimo más infiel por los
besos que por los polvos o folladas con emisión de esperma libre o con condón (porque
uses preservativo, no dejas de ser infiel, no te creas). Eres más infiel
si le besas que si te lo follas. Medítalo un poco. Un solo beso a veces
pesa, mujer infiel...
Y yo pecaba de infidelidad en
conciencia, palabra y obra. Era infiel hasta por omisión. Iba por el mundo y
por la ciudad reventando las puertas de los desgarrados hímenes de las mujeres
(era imposible encontrar diez mil vírgenes)... Y cuantas más puertas salían
volando por las embestidas de mi discreto ariete, mayor era la velocidad de mi
caída. - Pero no duraría tanto. Me iba a estrellar muy pronto... -Tal vez
empecé a tocar fondo cuando Lesbia en 2004 se echó a llorar al enterarse de que
yo había estado con “una negra” (pero si era por eso, también había estado con caucásicas; y con
mestizas, mulatas, cobrizas criollas; y
con bereberes albas; y hasta con cheyennes; y con mongoloides del ártico). –
No, no tengo corazón para burlarme de su llanto: Yo quería ponerle los cüernos
pero que ella no se enterara nunca. Era como amarla a distancia. Aunque fuera
siempre mi pareja y mi novia de toda la vida, la oficial, la verdadera, la
segura, la limpia. - No debí traicionar a Lesbia. Fue por aquel primer
beso. El primero de una serie inenumerable.
Todo empezó a ir de mal en peor como si
el tejido de mi karma, a pesar de mis muchos (o más bien constantes) pecados –o
a pesar de una única pasión básica-, se empeñara en aleccionarme, en
corregirme, en darme más lo que necesitaba que lo que deseo, como
una mano invisible de Madre que se empeñara en re-conducirme no quizás en
dirección al Bien- pues yo parecía un seguidor del Mal y del Diablo- pero al
menos sí en el sentido de una compensación o re-equilibrio de mi karma.- Lo que en el fondo, tal vez,
equivale a lo mismo: Bien = Equilibrio Cósmico= Karma.
Era el 2004: no se moría ya más gente,
no había ya tantas masacres, las “normales” para la programación de un
Telediario. Se notaba en el aire que iba a ser un año más tranquilo que el
2003. -Todas las pitonisas de la ciudad lo habían asegurado, y eran miles (yo
estaba medio enamorado de una que se llamaba Bárbara). Me moría de sed, me
hubiera bebido las bodegas de los
palacios de Atila, fumado enteras las plantaciones de Virginia. Y aunque era el
novio de Lesbia, seguía en el interregno, el desierto donde todo está muerto,
seco y sin amor. Como un país que tras el fallecimiento de una reina, espera en
un impasse a la siguiente, igual de loca, igual de problemática que su
antecesora. Una impostora. - Coronación simultánea de varias reinas
advenedizas en el corazón de un loco...
AUTOBIOGRAPHICA
II
Y digo yo: ¿A dónde conduce todo esto?
–Y no me refiero, claro está, querida Lectora, al hecho insignificante desta narración,
al proyecto de mi catálogo, sino a cosas más grandes: La Vida, nuestro planeta,
la Luna... -¿Para qué existo yo, para qué existe el mundo, qué significa ser
?
¿Será que pretendo interpretar una
versión actualizada de las memorias políticas de Trotski o de La Rochefoucauld?
–Ni quisiera ni podría; pero hay algo
aquí de ellas.
¿Acaso la Autobiografía de un Yogui
del swami Paramahansa Yogananda? –Yo no podría haber escrito algo tan
poético; parece que nunca –o tal vez “nunca en esta vida”- podré alcanzar la
pureza y la evolución del devoto de la Maha-Devi.- Pero me gustaría. Y
algo de él hay en esto.
¿O quizás los Vislumbres de una
Infancia Dorada,o la Autobiografía de un Místico Espiritualmente
Incorrecto? – Sí, algo hay del gurú del sexo, Osho o Rajneesh, en todo
esto.
Pero tal vez no se trate de algo tan
transcendente sino que sea la simple lista de don Juan, la crónica o catálogo
de las bellas que me turbaron. Las memorias de Casanova en 8 tomos.
Y ¿a dónde, Señor, me lleva todo esto?
–Memorias, pues, político-teológico-eróticas.
TE
HUYO
¡De qué manera, Amado, te rehúyo
Y pequeñas
mazorcas de maíz
Me hacen pensar en el tímpano
Rubio de maizosa
rubia!
¡De mil modos, Amado, me aparto:
Diminutos
poliedros de carota
Se parecen regulares a sus labios!
¡E invocándote te huyo
Por los fondos de un oído
Absolutamente rubio
Y el aliento en la mañana de una mujer en la lluvia!
Los
círculos de tu incienso
Pretero por los de grupas.
INTERREGNO DEL INTERREGNO DEL INTERREGNO EN
EL INTERREGNO 2001-2005
Había pasado Abla de manera tan
ignominiosa que acordarme no quisiera; había pasado Beatriki;
había pasado antes Aricia, y antes Mysia, y antes... la Duende, otras..., mi
Novia, Voyelles, Michelle, Sylvie...- Sarah –con la que nunca
tuve nada- al fin se había largado de casa pero seguía presente a no mucha
distancia. Lesbia también sostenía su posición mientras pasaban los años y las
mujeres del interregno de las que no terminaba de enamorarme; era como el
macizo del Mont-Blanc, que parece que ha estado y va a estar siempre
ahí.- Pero es mentira: hasta las montañas macizas acaban desmoronándose.
Y también, gracias a Dios, estaban y
continuarían estando en próximas temporadas las chicas de una noche, las
mujeres de hola y adiós, humanas del minuto con cópulas ágiles como silencios
de semi-fusa: Darse el lote en el tren con una pasajera conocida de hace un
rato, acabar haciéndolo en los servicios de la UVI con la hija de un infartado
(no parecía muy afectada), morrearse con la solitaria pero cariñosa cajera de
la gasolinera en los 600 segundos que dura el repostaje... Había sexo
instantáneo a chorros, estaba por todas partes, 24 horas al día. A veces me
sentía acosado por desconocidas que me tocaban el culo en los transportes
públicos o pegaban su rodilla a mis genitales. Me parecía que todas estaban en
general necesitadas en extremo. Había que abrise paso por la ciudad como en
medio de una nube de langostas.
Mujeres de una semana, ambulantes,
nacidas para esquilmar o ser esquilmadas. Saldos de 7 días, de sábado a sábado
a veces viviendo en sus casas. Eran explosivas.
Mujeres de 15 días que, lo mismo que el
grupo anterior, por motivos de humildad
y brevedad no aparecen en este catálogo.- (O al menos, no aparecen siempre
ni todas; sería la historia de nunca acabar).
Amores de verano, de Navidad, amores de
primavera, amores otoñales (los más bellos por lo tristes). -Duran por sistema
menos de tres meses, no cubren nunca la estación completa: un summer love está
más que terminado a 21 de septiembre; y no empezó el 21 de junio.- Sin embargo,
los desgraciados que luego traicionaron al Amor Verdadero, los recuerdan
ideales por el resto de sus vidas.
Amores de San Valentín no existen: el
día de San Valentín es el día de los cüernos, como observó el sabio inca
Fernando Humberto. Y era verdad: Solo puedes poner los cüernos, si tienes
pareja; y por eso las gráficas en ascenso de infidelidades se disparan el 14 de
febrero; habitualmente media hora después de haberse intercambiado los novios o
matrimonios los regalos. - También ese día suben las tasas de coitos,
eyaculaciones y orgasmos completos. Es como si la necesidad de amor romántico
ordeñase el semen y el fluido vaginal de la población ese día. Aunque según mi
hipótesis, los que en San Valentín copulan más son los que no tienen novio, y
no los infieles. La probabilidad de conseguir un orgasmo profundo y amplio esa
noche en la ciudad costera alcanza la cota del 999 por 1000; lo que en la
práctica significa que a menos que seas un tipo repulsivo, maloliente y sin
gracia la ciudad te garantiza que vas a follar por poco que pongas de tu
parte.
- Yo en San Valentín ni salgo; pero
a veces mi efluvio parece que atrae a las mujeres que se cuelan volando por mi
balcón o por mi ventana, por el teléfono y hasta por mi propia imaginación en
mi soledad eterna...-
Noviazgos razonables de uno o dos años:
“Nos llevamos muy bien; ahora solo somos buenos amigos”; -es que tal vez
nunca fuisteis otra cosa...
Pero mujeres, como las mías, que den
para décadas, para una vida entera, para reencontrarlas más allá de la muerte,
con otros cuerpos, en otras encarnaciones..., de ésas no hay tantas.
Ni, por supuesto, hay tantos hombres.-
No sé por qué siempre se me olvida que el distinguido Lector –día a día más
probable puesto que presiento que se va acercando mi fin, que estoy en las
últimas páginas y que yo camino con calma hacia... ello-, el amable seguidor de
mis vanas peripecias bien pudiere no ser una hembra, una dama, una señora o
señorita de sexo hiper-femenino.- Y
tampoco hay tantos hombres que sirvan más que para usar y tirar, como los kleenex.
-La inteligente Lectora ya sabe que los pañuelos desechables pueden usarse para
diversas cosas.
...No era nada feliz aunque la vida
olía todo el tiempo a mujeres; era más o menos, como el olor de un asador de
pollos para alguien que trabaja 16 horas entre esos humos y aceites: lo lleva
clavado a las meninges cerebrales y podría olerlo con total nitidez in mente en la rara circunstancia de
que no hubiera al alcance ese olor de manera física, es decir, que no hubiera
cerca ninguna prenda femenina. -Lo mío era El Perfume. Lo mío era el
estigma del basurero de EMASA que por mucho que se duche no puede arrancarse de
la imaginación el aroma dulzón del camión de la basura (y no huele igual que
los contenedores que engulle sino más dulzón). - No era nada feliz aunque
durante 24 horas y hasta en las tinieblas más profundas del sueño, me rozaran y
me soliviantaran los velos de las musas con sus distintos encantos
ultra-físicos. Semi-diosas del éter, criaturas celestiales, venusinas,
graciosas emisarias del Empíreo.
Al fin Edu puso fin a nuestro idilio de 3
meses viviendo juntos, él como trabajador manual en el ramo de la construcción
sacando carretillas de tierra de un antiguo hotel en trance de restauración, yo
como obrero intelectual en la Fábrica de Membrillo cobrando más y trabajando en
teoría menos horas. - De febrero a mayo de 2003 no tuvimos una sola discusión.
Es decir, no tuvimos una sola pelea o situación desagradable entre nosotros.
A veces pienso si no habría sido mejor
inclinarme por la orientación homo-sexual, ser gay. - Creo que Osho dice
que los maricas son llamados gays, porque tienen una tendencia a ser
alegres, “aves del nuevo gay- trinar” (A. Machado). A mí me encanta el
mariquita gaditano lo mismo que el gracioso sarasa de Madrid; el bujarrón del
Barrio Chino de Barcelona me vuelve loco lo mismo que “las lesbianas” del País
Vasco (superatractivas como Iratxi en agosto de 2008) o los sevillanos que son
moñas. O los “divinos” de Ybbozzim que se llamaban “Lolo”. Me cae bien hasta el
homosexual bilbaíno que me quiso “dar de hostias” por burlarme de los maricas y
faltarle el respeto al País Vasco. Me
cae bien el marinero enamorado de su capitán euzkaldun de ojos celestes y barba
blanca. Soy totalmente favorable a las
prácticas homo-sexuales y hasta mono-sexuales porque suponen un retroceso de la
competencia. Por eso animo a todos los hombres –y hasta a mi propio hijo que
con 14 años todavía no se ha definido- a que se concentren en el culo y en la
mucosa anal de los tíos, de manera que dejen espacio a los que amamos a la
mujer y su bel coño.
Por eso simpatizo tanto con el
Colectivo de Gays y Lesbianas; casi puedo decir que estoy enamorado de la
bandera del Arco Iris (es obvio que
podemos enamorarnos de una bandera lo mismo que del logo de una bebida
isotónica).- Y sin embargo, ahora que
voy a alcanzar el medio siglo y prácticamente morirme, todavía no he sufrido
una penetración anal en regla por parte de un tío macho ni he empitonado yo
tampoco a ninguno; disculpe la delicada Lectora estos términos algo subidos de
tono pero claros y diáfanos:- Quizás es lo que me ha faltado: ser gay.
No era nada feliz. Edu, mi compañero se
marchaba como prometió: el mismo 1 de mayo, el Día del Trabajo, coincidiendo
con la llegada de su novia que volvía ese día de algún sitio de Europa, tal vez
de Ámsterdam.
Habíamos compartido casa, comida,
porros, partidas de ajedrez de 10 horas, charlas políticas que duraban hasta
36, salidas a los bares del Centro: - no siempre los manidos y sucios Road
House, Onda Pasadena, ZZ Top, el Zeppelin sino también al más burgués El Liceo
donde conseguí que nos dejaran pasar previo arreglo de la ropa de Eduardo en la
calleja trasera antes de sufrir la
inspección de los porteros. - Eduardo Bute, -albañil y militante anarquista
bien conocido por la Policía, denunciado por hacer pintadas y por altercados con
la autoridad- , se colaba en el bar más
pijo de la ciudad, ese palacete modernista casi rococó con escalinata de
mármol, techos con fantasías de estuco, un tragaluz o linterna en la bóveda, enormes espejos, y puertas y ventanales y
balcones del XIX que él examina admirado con ojos de alarife, de masón, de
constructor de catedrales mientras yo le
acompaño en su visita cultural con un ojo, mientras con el otro voy absorto en
los efluvios, aromas y formas de las pijas super-femeninas que bailan, se pavonean
y nos miran como si nos brillara el aura.
A la salida nos recibía el baño de
Diana y el castigo de Acteón en línea geométrica con la plaza de Uncibay donde
se rapta a las sabinas y el cazador aún es un hombre con sus perros.
Habíamos compartido muchos libros, pues
Eduardo, sin haber hecho la tontería de
ir a la Universidad, era un gran lector tanto de literatura como de ensayo. En
tres meses había devorado ya una buena parte de mi biblioteca y toda mi colección
de discos. Decía que el LSD le daba ganas y capacidad para leerse la Biblioteca
del Vaticano, en el caso de que le dejaran. Yo fantaseaba que la dedicación a
la lectura de este obrero de la construcción, sus conocimientos musicales (pues
los fines de semana era el pincha-discos de un famoso bar del Centro), su afán
en general por conocer, era un atavismo de sus ancestros masónicos, entre los
cuales se contaba un alcalde de Ronda de 1820.
Yo no conocía esta veta de la ciudad y de su provincia, otro venero de
su identidad: la masonería. Pero Edu, como buen aristócrata, tenía la pasión de
enseñar y me enriquecía cada día. Podía hablar durante horas del fusilamiento
de Torrijos y dar detalles sobre los acompañantes que yacen bajo el monolito
laureado de la Plaza. Muertos célebres en su urna, rodeados de millares de
muertos.
Quizás habría sido mejor ser marica,
enamorarme de Eduardo y seducirle como Verlaine sedujo a Rimbaud, o no sé si
fue al revés. Pero ahora que recuerdo..., lo de ellos terminó muy mal.- Por
tanto, después de todo, a lo mejor no sería buena solución para mí, hacerme
gay, o serlo.
Habíamos compartido esa misma mañana la
habitual anti-manifestación contra los sindicatos “oficiales” UGT y CCOO.
Habíamos ido como todos los años a la Plaza de la Merced a reventar el acto y a
insultar y en ocasiones amenazar o pegarnos con los partidarios del actual statu
quo, que es una mierda digna de ser barrida y lavada por los nuevos
tiempos. –Sindicatos oficiales corruptos y putrefactos, más putas que las putas
porque comercian con lo sagrado: con el sudor y la sangre del obrero;
sindicatos vendidos, vendidos a la ilusión de un capitalismo salvaje estilo
Singapur o Belice pero con concesiones a los obreros y prestaciones sociales estilo Suecia o Canadá.
–Algo totalmente imposible.
En primer lugar, porque esto no es
Suecia ni nosotros la Policía Montada del Canadá con sus heroicas gestas. Esto
se parece mucho más a Botswana, el Yemen o Mongolia (capital, recuerde la
cultísima lectora: Ulán Bator; el nombre de la ciudad ya sugiere la brutalidad
y rudeza de sus costumbres).- Aunque nos llamemos “europeos” en medio del
pitorreo solapado de los franceses, alemanes, italianos y otros que sí lo son
de verdad y desde siempre, el nigeriano por detrás sin que te dés cuenta le
está intentando tocar el culo a tu mujer y el inmigrante argentino de la
avispada de Leandro Alén ya se la ha calzado o se la va a calzar pronto
(excúseme estos términos machistas) y el moro lo que sueña es en un beso negro
y el inglés no nos desprecia, nos ignora,
sonríe absorto en su jarra de cerveza, en su terraza y en la belleza
natural de la Costa. Cowsta del Sowl. Parece que dicen Costa del Soul o
Costa del Flow.- Por todo ello la supuesta “utopía” de los sindicatos
oficiales y no-utópicos es una solemne tontería.
Yo no era partidario de insultar a la
gente que se manifestaba con los sindicatos oficiales ni de amenazar a sus
familias o provocarles para que se peleasen con nosotros. Pero acompañaba a mis
camaradas todos los primeros de mayo. Recuerdo que un 1 de mayo le partieron la
cabeza a Fidalgo, el secretario de UGT entonces, y yo me alegré. - Sí, tal vez
la violencia, la acción directa formara parte de la fe en la Idea.
Yo era partidario de hablar con ellos
aunque fuera a voces, estaba seguro de que se les podría convencer de que eran
inútiles parásitos y que lo mejor que podían hacer era auto-disolverse como
asociaciones y devolver sus bienes inmuebles y muebles al pueblo
auto-organizado, único soberano sin
representantes ni delegación del poder.
Yo creía que sería relativamente fácil
convencerles de ello. Y es evidente que
era entonces un joven idiota por creerlo, que desconocía del todo la
fibra y el nervio del ser humano, su lado más mezquino, interesado y egoísta.
Si entonces era un ignorante y me creía
que UGT y CCOO iban a desaparecer, ahora creo que son eternas como la Iglesia,
la Diosa de la Libertad, Los Estados Unidos de América o el sol. UGT y CCOO
existirán siempre: Dentro de nueve trillones de años navegarán con sus
simpáticos símbolos de siempre en naves inter-galácticas y descendientes
remotísimos de Cándido Méndez y de Toxo aterrizarán por los planetas ofreciendo
sus servicios como sindicalistas. –Así será seguramente.
¿Antes yo era idiota y con los años
me hago más listo, como dice el verso de Estopa (esos Gemelos Sagrados)? ¿Era
un ignorante hace 10 años, en el 2003, cuando Edu, cuando el NO a la Guerra, a
cualquier guerra, no solo a la de Irak? ¿Era un imbécil y ahora en 2013 soy
lúcido y sabio?.- ¿Y si fuera al revés, y si la Anarquía, la Verdad, la
Dignidad, la Belleza no fueran entelequias ni fantasías políticas de
soñadores?, ¿y si el ser humano se atreviere algún día a intentarlo, a ser
digno de ello, a no tener tutores ni ataduras?
Disquisiciones de este tipo y poemas y
canciones y confidencias eran frecuentes con Eduardo y con otros compañeros y
amigos de CNT:
De oficio ferroviario y vendiendo
lotería por los bares, podías encontrarte a ese hombretón con gafas y barbado
que se hacía llamar “Salud” (como si él fuese el saludo anarquista, como si él
fuese la Anarquía). Su nombre femenino me desconcertó de inmediato. De Salud se
decía que había tenido problemas con la bebida; yo creo que los seguía teniendo
a juzgar por los cebollazos que se pillaba con nosotros: cerveza, ponche, vino o
lo que a mano hubiese; Salud estaría rehabilitado del alcoholismo pero se cogía
a veces unos colocones de campeonato. – A voces por la calle con su sonora voz
bien timbrada, sobreponiéndose al
estrépito de la ciudad cuyas calles obreras recorríamos, arañando las “eres”
francesas porque tenía “frenillo”, Salud solía declamar para mi deleite el
memorable soneto A Sus Venas del
escotófago Fernando Merlo:
“Estos
cauces que ves amoratados
y de amarillo cieno revestidos
eran la flor azul de los sentidos
que hoy descubre sus pétalos ajados.
“Besos
verdes de aguja en todos lados
hieren la trabazón de los tejidos
y denuncian los brazos
resentidos
la enigmática piel de los drogados.
“Las
que llevaban vida y alimento
son tibias cobras de veneno breve,
blanco caballo con la sien de nieve.
“Trotando
corazón y pensamiento,
que por las aguas de la sangre vierte,
con rápido caudal, la lenta muerte.”
III
EXCURSUS SOBRE LOS AUTOBIOGRAPHICA, DIVAGATIONES Y NARRATIO BRAEVIS
DEL FINAL DEL INTERREGNO DEL INTERREGNO DEL
INTERREGNO DEL INTERREGNO 2001-2005
No paraban de sucederse las avalanchas
de mujeres como avalanchas de salmones, como se desgranan interminables las
cuentas de rosario, como billetes que salían y salían y casi nunca dejaban de
salir por las ranuras de los cajeros automáticos expendedores de dinero
rápido.-Ríos, torrentes, manadas y
bandadas de mujeres como cantidades de muertos al alza en los cada vez más
mortíferos atentados y cada vez más frecuentes.- Esto sería trágico. Pero mi
vida era muy bella.
Acontecimientos políticos –es decir,
que afectan a todos-: el atentado terrorista de Atocha del 11 de marzo de 2004,
a tres días de las Elecciones Generales –que fue un triste progreso de la
Muerte y una derrota del Amor (por algo el gran Poeta Leonardo de Vinci
escribió que el Odio es más fuerte que el Amor).
–Pero creo, a pesar de mi avanzado estado de ebriedad, (a un personaje también
le está permitido ponerse ciego como le apetezca, no va a ser solo un
privilegio de los humanos...), sí, creo que ya lo he contado antes... - Me
demoro ante lo que me duele y obsesiona.
Entreveo mi muerte inminente, querida
Lectora. La presiento como no puedo menos que pre-sentir la pequeña presión que
hacen los ojos de la Lectora sobre mi
ser, dándome la Vida. Lástima no poder
salir volando de la existencia de estas páginas para materializarme a tu lado,
como el genio de la lámpara. - Pre-siento la pre-sencia de una vieja amiga. Una
persona que me ha acompañado hasta la página 541 en mi crónica, merece todos
mis respetos y todo mi agradecimiento. Estoy pensando en hacer beneficiarios de
los derechos de copia de la novela a los queridos lectores sean machos, hembras
o monstruos de las galletas. Sí, lo digo francamente, estoy pensando en beneficiar
a la Lectora.
Entreveo mi muerte inminente, querida
Lectora, tú eres ella, tú eres mi muerte ya que si tú me estás leyendo es
porque yo estoy acabado. Es una cuestión muy simple, nada metafórica.
A la mujer que se llama La Muerte la
conocí en mi infancia cuando aún me enamoraba de aquellos gemelos que jugaban
con gasolina, cuando me enamoré por primera vez,... cuando Sylvie, tan lejana
que parece de otra vida... (Supongo que Sylvie, mi primer amor, no estará solo
muerta sino que ha pasado ya tanto tiempo que habrá abandonado aquel cuerpo y
reencarnado. Pero ¿dónde?, ¿será ahora
otra vez una niña rubia de pocos años?).
Podría contarte, atractiva Lectora, mi
romance con ella, la Muerte, la penúltima de las 4 señales que vio el Buddha, “la
más chula”, que solía decir El Filósofo El Borracho (gran conocedor de la
misma, hasta el extremo de suicidarse, de anticiparse como un valiente al que
no le va el suicidio lento de los demás).
Y después de todo ¿por qué no ir hasta
el fondo, por qué no contar mi romance con La Muerte? - Puedo echar a
volar mi loca fantasía que me da al menos tantas satisfacciones y deleites como
Eros. -Y, además, cuanto más tarde en contarlo, más tardaré en morirme. Así ha
sido decretado por mi Autor, ese imbécil, imitando sin darse cuenta –es un
inculto- la historia de Sherezahade en la Mil y Una Noches.
“Estos cauces que hoy ves
amoratados
y de amarillo cieno revestidos
eran la flor azul de los
sentidos
que hoy descubre sus pétalos
ajados”
No me extraña que Fernando
Merlo cuando terminó su soneto casi se volviera loco y corriera a leérselo a un
amigo. Y poco después, Merlo murió. Fue el proto-mártir allá en el 81.- D.E.P.
La Muerte progresaba “a golpes de
pequeñas cruces blancas”: 11 de marzo de 2004.- ¡Joder, los asesinos sabían
Química y Numerología! ¡Qué miedo! Se me encogía el escroto, se me resecaba la
mucosa anal solo de pensarlo: 11 del III del 2004.
Ahora que barrunto como entre brumas mi
fin inminente y noto el pulso dese imbécil, el autor, conduciéndome a la última
página (como si yo fuera una pulga y él, Calvero, su ridículo domador), ahora
puedo apreciar en su pulso, en su débil pero sutil presión (parecida a la
presencia de Dios en la vida de los mortales) que está muy contento. Jamás le
he visto así en 20 años, que son los que lleva pergeñando esta novela que hace
pasar por mi Catálogo.
Los novelistas piensan que acabar una
novela es un motivo para alegrarse. No sé por qué: - Tío, cuando la acabes te
vas a sentir vacío como yo en el interregno. ¿Cuánto te crees que vas a durar?
¿Un año? ¿Dos? Lo llevas en la masa de la sangre, tío. Terminarás por ponerte a
escribir otra historia larga con personajes. Porque eso te entretiene, porque
eso te llena la vida; es la Vida.- (¿O
debería decir que es mi vida? Pero sobre todo: ¿Quién soy yo? Repetir mi nombre
–Jean Souffrance- como un mantram, es todavía peor).
- Todo el mundo se dio cuenta de que
estaban pasando cosas excesivas.
Masacres indiscriminadas en las torres de oficinas de NYC, en Atocha a la hora
punta, en Charing Cross. Antes habían sucedido en Nairobi o en Buenos Aires:
Bombas en las embajadas.- Madrid todavía olía a carne carbonizada cuando todo
el debate nacional se concentró en el error inicial del gobierno (Aceves) al
atribuir la autoría del asesinato en masa a ETA: Goma2, trinitrotolueno o
cloratita, no eran lo mismo.
El país se cabreó más con el gobierno
que con los terroristas. Recuerdo aquella tarde la ciudad echada a la calle:
Todo el mundo cruzaba el puente hacia el Centro. De nuevo parecía el fin del
mundo: Masas, avalanchas que avanzaban rápido hacia la manifestación que ya
había comenzado. Yo iba en dirección contraria: no hacia el Centro sino hacia
la periferia, hacia Eguiluz, hacia el Oeste pues quería juntarme con mi manada
del Sindicato e ir con ellos a la manifestación. Sin embargo, llegué tarde: La
vetusta sede tenía echada su cortina de hierro verde, más de mil veces
descerrajada a lo largo de su historia.
Deshice mis pasos y volví hacia la
Alameda para buscar a mis compañeros. El gentío ocupaba todas las aceras de
todas las calles, todos iban en la misma dirección: hacia el centro, hacia la
“mani”. Yo algo así no lo había visto nunca, yo que me arrastro por la vida
cansado de vivir, como si ya estuviera de vuelta de todo y hubiera leído todos
los libros.
También podía notar en el aire la
palpitación del corazón de la ciudad, de mi nación, del mundo: Era un
corazón herido, asustado, indignado, ardiente. Como el mío.
Empecé a llorar cuando vi en calle
Mármoles subiendo hacia el puente de la Trinidad a dos muchachas muy guapas,
con la agilidad de dos gacelas blancas, pañuelo islámico en la cabeza.
Caminaban convencidas (o quizás asustadas): Dos musulmanas en una manifestación
contra el terrorismo musulmán (¿o contra el gobierno?). La turbamulta, la
batahola, la riada de españoles que avanzaban con ellas, parecía custodiarlas.
No hubo en toda España una sola agresión a un musulmán. Y yo, por una vez, me
sentía orgulloso de mi país y de su gente. Viva España: Nos declaraban la
guerra y nosotros respondíamos “No a la guerra”.
Seguí llorando al llegar a la estatua
de Larios y de Mazzantini. La pancarta de la que iba a ser la última
manifestación contra la guerra de Irak avanzaba lenta y ordenadamente por la
Alameda iluminadísima. Don Francisco de la Torre, nuestro Alcalde, presidía la
cabeza del gentío, parecía que la ciudad entera caminaba detrás de él cubriendo
la enorme avenida.- Separado del máximo representante político de la ciudad tan
solo por dos o tres metros y por un guardia con moto y luz azul, cruzó por mi
mente –como buen anarquista- la idea de lanzarme contra él y acabar allí mismo
con su vida, es decir, cometer sin pensármelo mucho un magnicidio a escala
local contra aquel señor.- Pero estaba llorando y aunque fuera “un cerdo
burgués opresor”, a mí me caía bien.
Las manifestaciones contra la Guerra
habían llegado a ser tan unánimes durante el último año de gobierno de Aznar
(al que llamaban “asesino”), que tras participar en más de una docena, decidí
no acudir más a ninguna: ¿Para qué? Las estadísticas aseguraban que el
noveintaitantos por ciento de la población estaba en contra del apoyo del
gobierno español a la guerra de EEUU y Reino Unido contra Mesopotamia y el
aventurero naserista baazista Huseín. Y no hacía falta que lo dijeran ni los
matemáticos ni los sociólogos: Toda la ciudad estaba en contra y lo manifestaba
en las calles. Él único que no iba a las “manis” era el terco presidente que
había querido en las Azores hablar en americano. Pobre muchacho amigo de los
poetas. Bush y Blair le habían seducido con el viejo truco de un tesoro
escondido en Oriente. Nunca pidió perdón por ello. Pero un asesino no era.
Yo sí; porque yo soy un personaje de
novela. En cambio Aznar es una persona real. Siempre me pareció propio de un
país de energúmenos que se metieran con él por un detalle de su aspecto físico.
Sin embargo, su bigote –que parecía un grave defecto de mercadotecnia, un
pecado mortal, un profundo error político- evocaba el fantasma de Franco, de
Hitler y de Stalin. Pero en mi opinión, cada cual pueda cubrirse el belfo o
llevar el pelo como le venga en gana y eso no le convierte en un genocida.
Ir a la “mani” es como ir a misa: Te
sientes mejor después, con más paz de conciencia. Al final te dices a ti mismo:
“Bueno, yo ya he pagado lo mío a la Causa, un tributo de tres horas y una
buena caminata atronado por las voces; podemos ir en paz; ¿qué más queda por
hacer?; ¿marcharnos al Golfo Pérsico y ponernos delante de los cañones de las
naves españolas? Así que ahora me toca divertirme un poquito con las cosas que
me gustan”.
La enigmática Lectora –“...y denuncian los
brazos resentidos/ la enigmática piel de los drogados...”- se puede ya imaginar cuáles son
mis actividades favoritas en mis segmentos de ocio: Puro Eros y no solo sexo.
-Sé y siento que esto te enternece y hasta puedo oler la piedad por mí, por
todos, que emana de tus manos como una emoción.
Mi tiempo se acorta como el delgado
fajo de páginas que la Lectora tiene en su mano derecha. Presiento ya mi final
sobre mi espalda, semejante al tocho de páginas -¿431?- que carga la mano
izquierda. Pero no es el Autor, -ese memo exaltado, ese niñato-, el que decreta
cuándo muere su personaje sino al revés. Unamuno estaba muy equivocado en su nouvelle
o nivola: Augusto no puede visitar a don Miguel porque el Autor es una
persona y el protagonista es un personaje de ficción. Por ello no puede decirle
que lo siente mucho pero que ha decidido hacerle morir porque tiene que publicar
su historia para alimentar a sus muchos hijos y porque, en fin, tiene ganas de
terminar su novelilla.- Lo único cierto es que el personaje de Augusto sigue
vivo mientras que el Autor murió en 1936.
Es decir: el personaje puede acabar con
la vida del Autor. Se conocen casos en que la escritura de una obra memorable
ha terminado con los últimos alientos del creador: Don Giovanni y el Requiem
con Mozart, los últimos cuadros de Arles con Van Gogh, 1984 con Orwell, Un Golpe de Dados
con Mallarmé, 2666 con Roberto Bolaño, A sus Venas con Fernando
Merlo. Fue llegar a la cumbre y morirse; eso da una seriedad póstuma a lo que
escribes, piénsalo: si la Obra puede matar al Autor, el personaje puede
vivir más que él.
¡Y
ahora ya no siento que el dedo de mi
(supuesto) Autor palpite con tanta alegría!
SEGUÍAMOS viviendo casi todo el tiempo en esa
atmósfera lóbrega pero confortable de los burdeles, las calles de abogados ganadas al mar de
la Gran Ciudad Costera del Extremo Sur de Europa. Un cierto sentido de la
comodidad hasta entonces desconocido me iba invadiendo bajo las luces más que
rojizas, anaranjadas, y los ambientadores con fuerte olor a violeta de aquellos
lugares, los lupanares.
Había al fin ocurrido lo que temí desde
el principio: El presente había atropellado al recuerdo: Allí estaba mi
Señor, el autor, mi raptor desarrollando nuevas aventuras junto a un amigo suyo
guitarrista y compositor que, seguramente, tenía buena relación con Eros. Y
este presente al volverse pasado, debería ser consignado en su diario o
memorias. Y así no acabaría nunca hasta que la cola de
su vida -presente y futura- no le siguiera creciendo. Es decir, hasta que no
muriese.
Es cierto: día y noche -por lugares cada uno
más fantástico que el anterior, rodeados de multitudes o a solas,- íbamos
leyendo su Catálogo como si no hubiera cosa más importante
en el mundo. Nada más importante que la novela y que el lenguaje. Era con mucho
la actividad más seria que desarrollábamos.
El resto del tiempo mi Señor divagaba y se colocaba un poco desde
primeras horas de la mañana. Como él diría –y cada vez voy asemejándome más a
mi captor-.Y llevábamos así casi veinte años. Pero no envejecíamos en la carne.
Era como destruir los recuerdos en el mismo acto de recuperarlos. De
recuperarlos por última vez.
El último deseo de aquel condenado, -“virgen
loca”, ya iba yo recordando-, no era sino acariciar un poco más los
fantasmas de sus novias... Pero, por otro lado, en este su impulsivo presente
muy poco pausado, continuaba acumulando aventuras que habrían de ser narradas a
su vez en otras mil y una noches y así
hacia un futuro siempre impermanente, perturbable e impepinable.
Cada vez me gustaba más bromear y el ambiente
de crápula urbana en el que nos movíamos los últimos años. Tenía razón mi
Señor: el campo es aburrido; en la ciudad puede ocurrir cualquier cosa en
cualquier momento. Buscar al alba heroína en el fondo de los barrios más
sórdidos, últimos eslabones de una cadena que llevaba a Kandahar y a sus
bulbos, a Bin Laden, a la Guerra, a la Muerte.
Estas cuestiones geopolíticas ponían
muy loco a mi Señor, mucho más que los chinés en plata que se metía
con la gentuza de los clubes. Algunos habían estado en la cárcel, los demás se
encaminaban hacia ella. Reinaba al final de las noches un silencio laboral como
de réquiem. Casi pareciera que escribo su catálogo
por la punta del presente, que voy perdiendo mi voz confundida con la suya, mi
enemigo.
Por otra parte, el Viejo
Juglar Lascivo
-tercero en discordia- nos acompañaba.-
Había estado haciéndolo siempre, desde todos los cuadros, en tres notas
burlonas presentes en todas las sinfonías, eterno grajo.
Además,
el vértigo de nuestra melopea era muy grande. Como el de la absenta de
los poetas de 1870, los del Club des
Haschichins. Y yo era un bebedor pasivo mientras mi Señor trasegaba con
verdaderos farolazos de cerveza y
Bayleys en vaso de balón. Era un snifador pasivo mientras mi verdugo, mi captor
inhalaba fosa a fosa una raya de medio gramo. Era un fumador pasivo pues él
solía liarse y prenderse toda clase de cigarrillos con yerbas y resinas
diversas como el harmel, la yohimbina de yohimbe, goma de hachisch rojo, un
puñado de marihuana y, como base-madre o combustible, melisa en vez de tabaco.
Mi Señor prefería a fumar tabaco, la heroína.
A veces resultaba imposible hallar
terreno firme, un plano no inclinado, una superficie no deslizante, arenas no
movedizas. Todo eran ondulaciones, suelo líquido como si la ciudad tuviera los
fundamentos de whisky. –Cada vez me parezco más a mi
secuestrador.
Pero él, el Viejo Bardo, nos acompañaba ahora y oscilaba
en su sitio como una boya en el agua que sube y baja pero no cambia de
posición. Parecía totalmente amalgamado con la ciudad y con sus aventuras, como
si la conociera desde hacía varias encarnaciones, como si hubiera nacido en la
Ciudad Costera en un tiempo muy remoto y ahora volviera... Unas noches llevaba
el disfraz de verdiales y otras, incontables disfraces distintos.
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