AGOSTO DE 2008: REGRESO Y ÚLTIMA ESCUELA DE AMOR
Final
del verano de 2008: Tras el entre-raíles hasta Inverness, regresamos con un espíritu triunfal: Como si hubiésemos
ganado a las cartas a la UE: Pero eso es imposible para el viajero medio:
Empleados de Adif (o de ex-RENFE) nos
guiñaban el ojo cuando nos veían con mochilas, sombrero y guitarra: - Hay mucho
bohemio por ahí con camisa impecable, gomina y corbata:- El empleado que vendía los billetes en la
Estación de Sans llevaba un rato
mirándome juguetón mientras hacíamos
cola: Yo tocaba la guitarra sin hacer ruido y jugaba también a devolverle la mirada; al final ya solo
tocaba para él.- Cuando llegó nuestro
turno, sentí una ráfaga de simpatía en la piel: Era andaluz (del tipo
barcelonita/hispalita: repeinado hacia atrás, de punta en blanco, la camisa
celeste apretándole el cuello afeitado a navaja) y sin esfuerzo se hacía cargo
de nosotros: - Con cuatro sonrisas y dos gestos nos dio a entender que nos iba
a dar un billete medio-falso, una ganga que se sacaba de la manga, con destino
a nuestra ciudad; que este billete de precio irrisorio nos daba derecho a pasar
a la sala VIP: En fin, que le habíamos caído bien (y él a nosotros: Sentía
ganas de besarle). Pero que nosotros teníamos que cumplir no quedándonos
dormidos y haciendo en la Ciudad de la Gran Mezquita un complicado transbordo
en espacio de minutos. –
Ni siquiera me preocupé por enterarme
de los detalles: era evidente que aquel señor cataluz o andalán era
nuestro ángel de la guarda: el negativo de la revisora francesa que nos estafó
cerca de Cérbère (a estas alturas espero que haya dado con sus huesos en la
cárcel, o en un manicomio).
- Todo parecía triunfal, feliz y bello a nuestro regreso a la Ciudad
del extremo Sur de Europa. –Sin embargo a los pocos días de haber regresado,
volví a marcharme; no sé bien qué busco: - Rafa, aquella mezcla de Buddha con
demonio de Dostoyevski, se ofreció a llevarme hasta Casa Grande, cerca del
nacimiento del Ebro a otra Escuela de Amor de los SAT (Singing After Teeth), la
que sería para mí la última. Otra Escuela de Amor pero no en el Sur sino en el
Norte: Aquel verano de la Crisis todo se orientaba hacia la odiosa Inglaterra,
Isla de los Asesinos como Jack el Destripador. - Rafa me llevaba a Burgos y yo
no podía colaborar conduciendo, porque de nuevo había sufrido una retirada del
permiso en una “nueva” movida de noche, alcohol y policía (como en alguna
anticuada canción de Sabina más que de Dylan) (Dylan el judío ruso chocaba
menos con the Police que el de Úbeda con la Policía; era hasta cierto punto
natural que Bob Dylan fuera más prudente y respetuoso con las leyes que el
castellano de Andalucía, el madrileño de la famosa Movida).
Mientras contemplaba los escarpados
picos de Guadarrama, -la sierra azul de Madrid, que se ve ya desde Moncloa-
recordaba aquellos versos de Machado (“eres
tú, Guadarrama/, viejo amigo...”, no
recordaba más pero tampoco hacía falta: siempre me entristecían calmándome), a
la vez escuchaba el sutil acento jienense de Rafa , sus silbantes eses (y sin
dejar de prestarle atención a lo que decía, pues solía ser interesante: )
Hablaba del accidente aéreo de Canarias que se había producido ese mismo día;
Rafa había sido modelador de membrillo en aquellas islas tiempo atrás, en lo que
él llamaba “su vida anterior”; y temía conocer el nombre de alguna de las
víctimas), recordé:
- Al curso anterior de la Revolución
del Membrillo (o Escuela de Amor) había ido decidido a no engañar a Morphi, a
no traicionarla, a no enrollarme con nadie y, sin embargo, -por una especie de
necesidad de la sangre-, me había quedado prendido y prendado de Corazón,
criatura de buenas prendas. – Y los cüernos habían durado más de un año.
Así que esta vez tendría que admitir
desde el principio que me era imposible ser físicamente fiel, no resistirme;
todo lo más, me restringiría a que no transcendiera nada: Lo que ocurriese en Burgos quedaría en Burgos
y no duraría más que los días que duraba la Escuela.
- (Es curioso que aquel curso pretendía
no aumentar nuestros conocimientos sino mejorarnos como seres humanos, aumentar
nuestro ser... (A mí se me antojaba que me iba a crecer la polla).- Pero
rumiaba para mis adentros estas comparaciones y me abstenía de compartirlas con
mi amigo Rafa el Físico, Modelador de Membrillo, Percusionista, Bailarín... Y
veinte cosas más. Yo admiraba en él todo
lo que yo no he podido ser. -Al final también perdí a este amigo. -En aquel
momento a nuestra relación le quedaba menos de un año. Es curioso.
El Director destas “jornadas” era el
mismo Sabio, al que yo había conocido fugazmente: Desde que entraba en la sala
se podía percibir un cierto aire de misterio planear sobre el aire.
No entraba él solo, no pasaba solo un
hombretón de 70 años, larga barba blanca de druida, alto como un ruso y mirada
aquilina, tímida pero libre de miedo.- Con él entraba la historia viva de la
humanidad, la novela de Occidente en busca del Conocimiento.
Había leído sus libros, casi me los
había aprendido par coeur durante el
largo y tórrido verano del Capricho de mi Baño que terminó en Ybbozzim en un
extraño cuarto de hotel que olía a maletas y a sexo...- Me hacía cargo. Me daba
cuenta de ante quién estaba: Un iniciado:-
Idries Shah, Totila Albert, Gurdjeff, Óscar Ichazo, María Sabina, el
sufismo, la historia entera de la Psicología desde Aristóteles... En la cabeza
y en el alma de aquel hombre con dos piernas como cualquier otro, estaba el
significado profundo de toda la música (Bach, Beethoven, Brahms: Amor de Padre,
Amor de Hijo, Amor de Madre). Pues la conocía toda y podía tocarla toda. –Yo no
puedo amar la música de Brahms, tal vez no la entiendo..
.
Su mente no solo almacenaba libros sino
música, encuentros con hombres eminentes o vulgares, paisajes, sueños,
vivencias y hasta el éxtasis.
El Sabio había llegado a lo más alto de
la Medicina y de la Universidad, había trabajado con Premios Nobel (Cattell,
Spearman, etc.) –(lo que yo alguna vez quise pero no pude hacer salvo de rebote
gracias a la amistad de Ignatius o a la utopía estival de Friburgo am Breisgau).- Había llegado hasta la
cúspide y la había dejado atrás. Como nosotros San Gotardo. Era indiscutible
que poseía un cerebro fuera de todo estándar.
-
Y sin embargo su lado “científico-académico” no podía ocultar otros aspectos
suyos más “locos” pese a su fina voz de doctor sudamericano, amigo del matiz y
de la filosofía.- Era algo más que un intelectual: Me lo imaginaba viajando en
canoa por la selva en busca de un chamán que le iba a abrir a los misterios de
la ayahuasca, dando la espalda al campus de Berkeley y a sus delicias; le veía
junto a Guillermo Borja meditando en los burdeles y en los mercados; veía al
Sabio en su juventud rodeado de órganos electrónicos, experimentando con el
sonido más allá de Hindemith y de Stockhausen.
- El Sabio nos contaba de vez en cuando
sucesos paranormales que no salen en sus libros, como que Freud se le apareció
en un sueño para reconocer que se había equivocado en su teoría del origen
sexual de la neurosis. O que un día iba por la calle en Méjico y empezó a “ver”
el carácter de cada uno de los desconocidos que pasaban por la otra acera (“Son
las cosas que tienen los Maestros”, explicó en referencia a Ichazo que le había
concedido este don). - Sin embargo él declaraba que no había alcanzado la
Iluminación aunque algunos decían que cuando el Sabio meditaba, su cabeza
producía un ruido notable, una especie de cri-cri, como si se oyeran sus
engranajes. –De todos los hombres del mundo era sin duda el que más me
interesaba, con ningún otro hubiese querido pasar mi tiempo.
En el Sabio veía realizada la famosa
unión entre Oriente y Occidente (siempre prometida y siempre diferida). Sus
libros estaban llenos de citas del Canon budista y del Bhagavad-Gîtâ, del
Coloquio de los Pájaros de Attar y de los Cuentos de Canterbury de Chaucer.-
Brujo y erudito al mismo tiempo, pertenecía a la familia de Ernst Jünger,
Hoffman, Castaneda y demás investigadores lisérgicos a lo Jonathan Ott,
refinados doctores mágicos de los 60 que lo mismo miraban un microscopio en el
laboratorio que se empantanaban en una choza del Amazonas junto a unos indios
alucinados. - Era uno de esos a los que el Filósofo el Borracho había admirado:
Partidarios de las drogas duriblandas pero que no eran adictos; celebraban su
98º cumpleaños haciéndose una foto con un Dunhill etiqueta roja en una mano y
una copa de champagne en la otra.
El Sabio solía hablarnos bien de los
alucinógenos y en general del enloquecimiento auto-transformador y hasta del
auto-entontecimiento salvador a lo Mulá Nasrudín. . Al fin y al cabo se había
pasado media vida en Berkeley y en Esalen, en la legendaria California de los
Beach Boys y de la masacre de Sharon Tate (la mujer de Polansky). Bastaba ver a
aquel coloso de 80 años –sus ojos de águila, su pelo de excéntrico- para sentir
todavía la emanación de aquella época y de sus libertades y esperanzas.-
Durante años había tratado y sufrido al demónico Fritz Perls: protagonista del siglo, genio o vende-peines,
según se mire. – Había estado a un paso de Perls igual que Ignatius había sido
íntimo amigo de Dalí. –Solo por ello, era como si yo estuviera a dos pasos del
Espíritu y la atmósfera fuera más densa junto a estas presencias cargadas.
-
Estar en las cercanías del Genio no me vuelve presumido; más bien lo
contrario: Ya he alardeado bastante de haber sido amigo del Poeta –por el
momento, y para la presente generación de nuestro país, reservo este título en
exclusiva a Vicente Valero –“pasan sobre
mi tristeza/ todavía/ las hojas secas del cansancio infinito...”
(todo lo que escribía me desalentaba y a la vez me daba paz)- . También he
presumido de ser amigo de Ignatius. A veces le pregunto a Ignatius por Dalí y
él empieza a contar cosas que no ha escrito en sus libros. Ignatius puede estar
dos o tres horas hablando deste sujeto o de otros, como los expositorios ibéricos de Soria, la
Galería de los Uffizzi, el Genjo Morogatari o la fundación de la Antropología
por los españoles en los tiempos de Carlos III. Los almacenes de su memoria son
vastos e indefinibles como la magia y el mundo. –Si Ignatius está
presente, yo entonces me limito a
escucharle. Es un placer beber cada una de sus ipssima verba y grabarlos en mi memoria para siempre. Tengo la
sensación de que en el fondo el mundo funciona bien si hay almas como las de Dalí o Ignatius.
–Vicente, el Poeta, nos hablaba también durante horas: de Ángel González, de
Gamoneda, de Constantino Kaváfis, de Ybbozzim y de las prostitutas sagradas, de
las primeras chicas en top-less, de
Walter Benjamin y de Ramón Mercader..., o de Homero, o de una rata con la que
se tropezó en Talamanca... –Yo era consciente de ante quién me encontraba y me
comportaba en consecuencia.- El Trabajo con mayúsculas lo hacían mentes como
aquellas. Eran realmente los Atlas o
soportes de la lucha o la aventura de la Humanidad.
-
Tío,
qué bonito, ¡qué bonito! ¡La Humanidad,
“Humanidad eres Tú”!
- Pasaba a la sala el espíritu de la
humanidad. Era muy fácil reconocerlo (los que no leían libros ni escribían
también podían sentirlo a su manera,
pero de otra forma: un
bosquimano, un pigmeo que jamás ha salido de su selva puede notar algo si se
tropieza por casualidad con el Dalai Lama;
pero no sabe exactamente qué). -
Nadie sabía tanto como él. Nadie había investigado tanto. Nadie había
leído tanto. Ni viajado. Ni conocido. –En cierta manera, era como si lo
conociera todo desde siempre. -Eso solía ocurrir con los sabios: lo sabían
todo, porque lo que no sabían, era como si lo recordasen o lo presintiesen. -
En realidad, el raro fenómeno de la sabiduría tenía muy poco que ver con este o
aquel conocimiento puntual; la
biblioteca de Alejandría y la de Pérgamo en sus cabezas que asombran al mundo.
- La sabiduría de los sabios era otra cosa.- Todos hubiésemos querido saber lo
que sabía el Sabio. Su vida era el diseño acabado de lo que a mí me habría
gustado ser.- (Lo cual, simplemente, puede ser una formulación más o menos
adecuada del sentimiento de admiración, o amor de padre en la terminología de
mi Maestro).
-
Qué
humildad tío, qué humildad. De verdad, hay que ser valiente para hacer lo que
Tú estás haciendo. Qué tono... qué sutileza en el uso de la mayúscula y la
minúscula... Qué tacto con la cursiva... Qué toques íntimos encerrados entre
paréntesis... De verdad, ¿eh?
...
-Era tal vez un cuestión de niveles espirituales: Sat, rajas y tamas. –Tres azarosos viajes a India y múltiples
conversaciones-prédicas de Sat Prema-Das en la montaña, me habían convencido de que las cualidades y
por tanto las verdaderas clases sociales están jerarquizadas.- La famosa lucha
sobre el Campo de Batalla de la Vida, el
Campo de Batalla del Honor, la famosa batalla del Fin del Mundo con la que
soñamos todo el tiempo, no dice otra cosa: Hay héroes y villanos, un Bien y un
Mal.- Hay almas superiores e ignorancia inercial:- Dalí, Perls, Ignatius, el
Poeta o el Sabio eran de algún modo protagonistas del siglo.- El estar dentro,
por así decir, del círculo de sus irradiaciones había sido una cuestión de
suerte pero también de karma.
- Es
que Vd. tiene musha carma. Y lo hace todo con carma... -¿Qué piensas de la
cursiva?, ¿de su retorcido aenygma?
...-
Porque soy el favorito de la Musa, el predilecto de Eros, Genio del Amor...,
pero estar cerca del Genio, o –simplemente- estar con genios- , no me volverá
genial automáticamente.- Ni la proximidad de un santo nos vuelve santos; eso no
se contagia por contacto como la sífilis. –Aunque seguramente ayuda: es más
fácil que te ilumines al lado de San Francisco que conviviendo con unos gángsters
de San Francisco.
-
Ja.
- Por eso no me provocaba Vanidad saber
que el Sabio estaría ante mis ojos 9 días seguidos, con el espectáculo de su
vida –que era una especie de suceso histórico continuo- pasando brevemente a
tener algún contacto efímero con la mía. -- Yo que no soy sabio pero sé
reconocer la sabiduría a primera vista y rendirme a ella sin pensármelo.- Por
una tendencia del corazón.
- Qué
bonito, tío. Emocional pero moderado. “Tendencia del corazón”... ¡Tío! Eso es
un chute. Pero si eso que tú haces ¡es Poesía, Ninyo!
- ... ... El sabio en su sabiduría, en su visión clara
y sencilla de la Realidad (pues, paradójicamente, las mentes más complejas eran
a la vez las que llegaban a ser más sencillas) buscaba cambiar el mundo,
trastocar la estructura
patriarcal-indoeuropea-aria-apolínea-racional-belicista-autoritaria.- Y volver a las Madres. –(O al menos así
resumía yo su complejo pensamiento tras haberle leído y releído).- Fue aquello
lo que me levantó de mi asiento para oírle; en un instante me entregué y me
comprometí con su causa , fuera la que fuese. -
El amor por el Maestro puede ser súbito como el enamoramiento más
vulgar: Chicas que se quedan atónitas por la forma del culo de un futbolista y ya no tienen
voluntad; trastornadas que se ligan a todos sus terapeutas como quien va
tumbando enemigos; putillas de la nueva espiritualidad que se entregan uno por
uno a diferentes directores de conciencia; administrativas que se fijan en la
raya del pantalón del Señor Alcalde; regentas que se ponen más o menos
calientes ante las sotanas y el olor a incienso. -¿Así era yo?- Pero había demasiado belleza
en el Sabio como para no admirarle.
-
Claro.
Me parecía completamente necesaria la
revolución cantonal que defendía mi Maestro a través de una transformación
contagiosa de todos los centros –o antros- de Fabricación de Membrillo. –La Idea era simple y a la vez realista: como la
Anarquía: Entre solo unas cuantas personas dispersas tal vez pudiéramos
ejecutarla: -(Como se verá en lo que sigue, hasta ahora (15.10 h. del 6 de
julio de 2014), esta utopía permanece irrealizada; lo que no significa para mí
que resulte irrealizable por principio sino que está aún gestándose).
- ¿De verdad, Chato, crees que
hacía falta tanta precisión? ¿Qué te piensas?: ¿Que se cumplen las utopías por
horas? .- A las 15.13h. aún no has
realizado ni la Utopía de la Siesta.
No
era la primera vez que me había comprometido con un ideal político: - En el fondo me seguía sintiendo un militante anárquico y anarco-sindicalista
que confluye siempre por instinto con La Idea.- En el fondo todavía yacía en mí
la semilla plantada por la Duende más de 20 años atrás, cuando volvía de
Nicaragua y me convenció de que la Dignidad –es decir, la Revolución- era
posible, era real. Ella la había visto.- O en el fondo todo empezó mucho antes:
Cuando la Verdad y la Belleza con tranquilo gesto sumió el Instituto en el caos
fecundo de la Huelga.
Todas las mujeres con las que yo salía
eran a su manera revolucionarias fanáticas. Nunca me enamoraba de una chica de
derechas, de una mujer formal que pacta con las instituciones algún modo de
vida apacible. Carmen de Friburgo, con su melenita rubia bien cortada de
peluquería había sido lo más parecido. Pero en sus ojos ovoides había un
resquicio y un deseo de locura –es decir, de Revolución- y todo en seguida pasó
como la tormenta del 28 de agosto. Lesbia se disfrazaba de pija con collar de
madréporas, tarjeta de El Corte Inglés y todo eso pero en el fondo se tomaba más en serio la
necesidad de un cambio social y rompía más moldes que muchas presuntas
anarcoides de los rastros con piercings y
collares de cuentas. –(Ser partidario de una transformación radical no tiene
mucho que ver con lo que uno diga o la ropa que gaste: puedes ser de CNT y
comprar en El Corte Inglés; además te pilla cerca la sede, en Vieja Ciudad
Costera del Extremo Sur de Europa). .
Entonces, por una carambola, por un
detalle del destino, me tocó hablar a mí el primero cuando el Sabio, tras una
breve presentación del curso, se dirigió al auditorio .
Me tocó hablar el primero ante
aquel grupo de Seekers after Truth
que no eran en su mayoría modeladores de membrillo sino actores de teatro y de
cine, economistas, controladores aéreos, ingenieros informáticos, asistentes
sociales y otras cosas...- Como todo fue repentino, no pude preparar mi
intervención. Así que sin pensarlo – como suelo hacerlo todo: por capricho, por
gusto, por un impulso (o, más bien, como quisiera hacerlo todo: sin cálculo
egoísta de beneficios? –Pero no lo hago)- empecé a decir por el micrófono que a
mí todo aquello me parecía un gran negocio, que nadie mejoraba ni sanaba sino
que cada vez estaban peor, no ya neuróticos sino francamente psicóticos (“sé que más de uno de vosotros ha cruzado la
línea roja que separa la neurosis de la locura total y que se da cuenta y lo
esconde”, insinué alarmista y mi auditorio miraba paranoico al vecino a ver
si era extra-terrestre o tenía el síndrome de Asperger. Me parecía correcto
sembrar dudas sobre la presencia de locos de atar o maniacos asesinos en
aquella sala con cerca de 70 participantes y 6 directores.- En cuanto a mí
–añadí- me acababan de retirar el carnet una
vez más por dar positivo en el control de alcoholemia; me emborrachaba y
me drogaba a menudo –confesé (o alardeé)- pero al mismo tiempo meditaba a
diario, me observaba a mí mismo y yo me creía que progresaba. Repetí este
estribillo –“pero yo me creo que progreso”-
varias veces después de contar el disparate de vida que llevaba, hasta que el
contraste con mi optimismo resultó grotesco: ¿Buddha en el burdel? –Cuando
acabé, todo el mundo se reía. Mi discurso-presentación se parecía al de Marco
Antonio en el Julio César de
Shakespeare: “Pero Bruto dice que César
era... ... ..., y Bruto es un hombre honrado”.
El Sabio solo comentó “No parece que te lo creas mucho”, yendo
directamente al grano de mis ironías. –Y así pareció cerrar mi caso.
- Pero yo no estaba dispuesto a ceder
tan pronto el protagonismo: 300 ojos posados sobre mí, me daban una energía que te cagas (como suelen decir los madrileños que deben tener mal
el vientre, pues se les descompone al menor movimiento de emoción; yo estaba
empezando a hablar como ellos). –Alcé de nuevo la voz dominando cada vez mejor
el volumen de la megafonía (que funcionaba estupendamente; el micrófono
inalámbrico era un arma muy amable) para hacerle un reproche al Sabio: -“También
quería preguntarle al doctor N. (aquí dije su apellido, como si estuviésemos en
un congreso universitario o en un symposium de chamanes con fuerza X) si
recibió la Santísima Trinosofía de Saint-Germain y si la leyó, pues se
la envié hace un año y no sé si le ha llegado”.
– Hasta
entonces yo había sido el único en dirigirme de Vd. al Sabio; pues casi todos
ejercían la virtud democrática de llamarle por su nombre de pila como si fueran primos o hermanos.- Yo no solo le
traté de Vd. sino con un Vd. de entonación mayúscula y Super-Tú mayestático:
por un lado engrandece al que recibe el tratamiento; por otro lado, también
enaltece al que lo otorga; los dos quedan frente a frente como lo que son: dos
señores en tercera persona de cortesía, con los culos bien apretados.- Era casi como si le estuviera diciendo al
resto: “Sois unos maleducados con detestables modales barriobajeros; al Sabio
se le habla de Vd.”
- Por
eso el auditorio contenía la respiración; no se movía un alfiler en toda la
sala. Había una tensión dramática que te
cagas, una tensión del Copón. Y,
sobre todo, Yo me encontraba cada vez más “de
puta madre” (como dicen los madrileños: para ellos, estar muy bien es algo
así como estar con una madre muy puta) allí en el centro del escenario mirando
al público. - El Público, como el Lector, cada vez me caía mejor, no me costaba
trabajo dar la cara y sonreír, mi rostro era del espesor de una caja-fuerte de
cemento, y todo me daba igual, aburrido de la vida salvo por
algunos rostros de admiradoras que conseguía distinguir aquí y allá
entre las nubes de muchachas divertidas, escandalizadas, atraídas...
- Tal vez alguna fuese la Vasca Arquetipo o la
Ramapitheca Barcelonensis. Había
argentinas con 19 años, acarameladas y merendables. Monstruosas ninfómanas del underground bilbaíno. Deprimidas eternas
de ojos fascinantes como el silencio de los espacios infinitos. Y arlequinas
del Avapiés que no paraban de danzar y de hacer juglarías en todo el día. Había
místicas atractivas de 60 años y la afilada Giletta, a la que llamamos Gilette,
por lo cortante de sus intervenciones. - Había una enorme cantidad de mujeres
en el público y todas empezaban a caerme de puta madre.
- Entonces
el Sabio, empuñando un segundo micrófono –que es algo así como un segundo cetro
en este tipo de actos públicos- me contestó cortésmente que sí había recibido mi envío, el libro de Saint-Germain
y que lo había leído o “mirado” (ya no lo recuerdo; para el caso es lo mismo:)
– Me provocaba un escalofrío de entusiasmo y de agradecimiento.- Ya no quise
entonar más mi triste pero divertida canción auto-irónica, “pero yo me creo que progreso”.- Estaba
emocionado: ¡El sabio se había acordado de mí y de mi envío! Sentía como si yo
hubiese vertido un poco de agua afluente al río caudal del Espíritu. Eso me
tranquilizaba. Me hacía absolutamente feliz (si esta expresión tiene algún
sentido).
- (Tal
vez –pensando mal de mí mismo- lo que me sentía era aliviado:-Yo no tenía que
hacerme cargo, yo no tendría que hacer el Trabajo: El Sabio asumía la tarea por
todos nosotros.- Nosotros: los mediocres, los que no van a pasar a la
Historia.- Pues yo podía haber dialogado con él y hasta mandarle un paquete
(como haciendo una carambola con la Historia) pero era él el creador destos
cursos y de la Revolución del Membrillo. Él era el que conocía a Bill Gates, él
era el que pertenecía al Club de Roma o quien había conocido al legendario Ichazo, y a Jodorowski, y a Silkim y a... ¿Y
a quién no había conocido? ¡Si hasta el mismo Ignatius había tratado al Sabio y
estalló en una exclamación admirativa cuando le dije que yo ahora era algo así
como su discípulo o su seguidor!- El Sabio había conocido a todo el mundo,
había estado en todas partes, había leído todos los libros, había sido iniciado
en todas las tradiciones espirituales, había sido reconocido por todos los
hombres santos y hasta por santos demonios como Borja o Perls. Pero sobre todo
el Sabio era el no-frustrado: el Sabio había hecho todo lo que había que hacer.
Y, naturalmente, lo sabía todo.- El
Sabio es el Alma del Mundo).-
- (Tal
vez –pensando mejor de mí mismo- me alegraba porque alguien sostuviera la
antorcha del Conocimiento, de la Conciencia; alguien mayor que yo.- A pesar de
mi vida de crápula, era yo normalmente el que daba consejos, el que trataba de
calmar ánimos, el que respondía de todo, el que guiaba y orientaba.- Salvo
cuando estaba con Vicente Valero o con Ignatius que lo había leído todo y había
sido amigo íntimo de Salvador Dalí y de William Burroughs. Junto a Ignatius
cualquier suceso –nuestras caminatas desde el Gallo Rojo en el Paseo de la
Farola hasta los Baños del Carmen, por ejemplo- adquiría una dimensión
histórica: podría salir en uno de sus Diarios.- Entonces yo me aquietaba: el
Protagonista de la Novela del Espíritu era él,
que me contaba la lectura que estaba haciendo de Wittgenstein para las Iluminaciones
(luego esas reflexiones aparecieron impresas; yo sentía que había presenciado
su gestación; y que era un privilegio).- Estar cerca de los sabios era
colaborar con la sabiduría; por eso el alma descansaba. Como si hubiese vuelto
a casa tras una loca carrera por la indignidad, la ignorancia, la obscuridad y
la inercia, las tendencias habituales de todo el mundo.)-
- ¡Qué tío más bueno! ¡Y cómo
se preocupa el tío por la Humanidad y por el Progreso y por todo eso!
- Descansar
la frente sobre los pies del Maestro –como hacía con el Sabio aquel joven
rapado como un “Hare Krishna”, famélico como un internado en un campo de
concentración; era su devoto, y le
seguía dondequiera que fuese para ponerse siempre a sus pies (no en sentido
metafórico); de vez en cuando el Sabio le pedía que le hiciera una pregunta y
la turbación del discípulo enamorado era un espectáculo raro (sin embargo en la
India habría sido una relación normal).- Yo sentía envidia del joven y de su
amor sencillo.- Nada “quema” más que la negatividad continua, que hallarle
faltas a todo, sospechar de todo lo grande, mantenerse ardiendo de ira ante las
imperfecciones del mundo.- Nada calma más que la devoción, el bakhti.
- ¡Y qué Verdad es! ¿Entonces
por qué no eres tú un bakhti de esos, o un ajti?
- A
pesar de todo, la Cultura, la Alta
Cultura funcionaba puesto que existían personas como Ignatius o el Sabio que
habían asimilado lo mejor del pensamiento humano de todos los tiempos, desde el
arte helenístico en la India hasta el Dadá y el surrealismo. Y no solo lo
habían asimilado sino que lo practicaban: -Más de una vez pude comprobar que
junto a Ignatius, “pasaban cosas”, como
si me hubiese colado en una novela famosa y trepidante; una novela que algunos
días al año, durante algunas horas, se mezclaba con mi novela de personaje
ramplón, con mi biografía de tercera categoría, menos interesante que un
partido de la Ponferradiña. –(Tal vez mis encuentros con las figuras estelares
eran como esos partidos de conmiseración que el Madrid o el Manchester juegan a
veces con un segunda división, por diversos motivos).
- A
pesar de todo, si existía el Sabio, entonces es que el mundo –el Espíritu- en
el fondo seguía funcionando perfectamente bien (no conseguía olvidar que la
expresión la acuñó Aldous Huxley tras una experiencia con LSD: la fe era una
cosa de colgados; según Houellebecq nadie había hecho más daño que el autor de Un
Mundo Feliz, nadie había contribuido más a la deriva de los 60).-
- El
resto eran unos irresponsables que se desentendían de lo ocurrido: Los sabios
eran los únicos que tenían razón y que practicaban lo que pensaban. Como
Nicolás en su cala o la Verdad y la Belleza al revolucionar el Instituto. –No
como yo, que también sabía “cuál era la Verdad” pero prefería buscar a la Maha
Devi en la impureza erótica de los rasos y en el tacto blando y los aromas de las junturas de las bellas.-
Sí, el
Sabio se haría cargo de la escritura de tesis nuevas, de la asimilación de los
enunciados antiguos y de la organización de proyectos revolucionarios o utopías
del porvenir. –Yo le serviría en todo lo que dijese; especialmente en aquello
que repugnase a mis sentimientos o convicciones (pues si no, ¿qué clase de
rendición habría?).- Ya llevaba más de un año apuntando compromisos conmigo
mismo (pero debidos a su influencia) y tachándolos de mi libreta cada poco como
tareas cumplidas. –Pero el que dirigía era él.
- Se
me ocurre que lo que la gente busca en los “famosos”, los “prominentes” o celebrities es, de alguna manera, lo
mismo que yo busco en los sabios: -Es hasta cierto punto natural querer estar
donde estén Chaplin, Dylan, Shakira, el Presidente de los Estados Unidos, Belén
Esteban o el Papa.- Algo de su irradiación te llegará. Y, por otra parte, no te
vas a aburrir una tarde con Charley Chaplin lo mismo que si la pasas con tus
suegros.- Es como estar cerca de Dios: Cualquier persona razonable preferiría
pasar su tiempo en la proximidad de Buddha o del Cristo. Hay que ser muy cínico
o muy megalómano para quedarte en tu casa viendo la tele, el día que Buddha o
Dylan pasan por tu pueblo.
- Pero, dejando a un lado la fácil sorna: ¿La
irradiación de la fama, o el aura de la sabiduría, se transmiten acaso por
contagio a través del aire, como el virus de la gripe?- En cierta forma sí: No
sucede el mismo tipo de cosas en presencia de Jesús que de Jesulín de Ubrique;
María Madre de Dios crea otra atmósfera que María Moliner. Y si Tom Cruise roza
a una fan mientras surca la alfombra roja, en ese roce le ha transmitido, como
una ráfaga, algo de las mil aventuras y
personajes que ha interpretado; no la ha rozado un cuerpo cualquiera sino ése
al que ha visto precipitarse desde helicópteros y besar a mujeres de ensueño;
no es de extrañar que la agradecida admiradora atesore ese efluvio sutil que es su único contacto físico con Una
Vida de Leyenda.- Algunos no se lavan las manos durante años después de haber
estrechado la del Rey, en la creencia de que las células que les rozaron, llevaban adherida la substancia de lo
importante.
- Así
que tal vez hay que comparar a los denostados mendigos de la celebridad ajena
con ascetas que quieren perfeccionarse absorbiendo radiaciones a distancia.
- (Recuerdo
que el inciado Rudolf Steiner indica como primera condición para conocer los
mundos superiores el haber experimentado desde niño un respeto admirativo (Devoción) hacia alguien).
- Aquella
noche después de cenar y escuchar las presentaciones de los demás compañeros,
yo aún estaba en el Séptimo Cielo,
tocando el karma de los Buddhas con la
punta de los dedos (esa ilusión de que tenemos la misma estatura que el Santo o el Sabio, solo
porque lo hemos visto).- Alguien propuso salir de Casa Grande –nuestro
albergue, que era un antiguo caserío- y tomar una copa en un chiringuito
cercano.- Me sumé al grupo.- De repente, me pareció que una alegría desaforada
se apoderaba de todos: La mujer que nos llevaba a mí y a un amigo en su coche
tuvo que pararlo para leernos la cartilla y ordenarnos que dejásemos de meterle
mano mientras pilotaba. No parecía molesta porque le acariciáramos los muslos,
los pechos o el culo los dos a la vez; pero se ponía nerviosa y se distraía.
- En
cuanto llegamos al bar, volví a notar el
prestigio de las miradas sobre mí: No eran tantas como en la sala pero así aún
me sentía más “famoso”: como a un hombre acostumbrado a actuar ante centenares
de espectadores casi le parece íntimo que le miren 10 ó 12 que le esperan para
cenar.
- Una
mujer muy bonita, pequeña pero de
grandes senos y voz raspada me decía que “casi
se había enamorado de mí” cuando me había oído presentarme.- Vaya, pues qué
bien.- Yo casi me estaba enamorando de ella al instante, de su melena rizada
con bucles empavonados de color caoba, de su cara triangular y bien delineada,
de su cuerpo menudo y sus pechos opulentos.- Al lado de ella, otras chicas
atractivas presenciaban nuestra conversación mudas pero embelesadas, tal vez
también se estuvieran enamorando de mí. Eran muy monas. Parecían mujeres-flores
o muchachas-flores sobre la pastoral nocturna del curso y del Ebro allí atrás,
su rumor allí... en el aire, en el valle, llamando escondido desde sus playas,
su ribera. - Yo me había prohibido a mí mismo que ninguna me tocase el corazón.
Por eso, más que a sus sentimientos y emociones –que parecían de naturaleza
romántica- yo le prestaba atención al bulto de sus pezones tras la camiseta.-
Lamérselos hasta que se los gaste, no está prohibido; lo que está prohibido es
el Amor: -Amo solamente a Morphi.
-
Cuando
al fin levantamos aquella asamblea erótica en la taberna de montaña, una de las chicas dijo que le apetecía
volver caminando y preguntó quién se ofrecía a acompañarla; al final, solo yo
prefería, igual que ella, no ir en
coche. Di por supuesto que el paseo por la ribera hasta Casa Grande incluía
algún entretenimiento en la hierba.- Sin embargo me equivoqué como me equivoco
siempre que me envanezco y me creo el Elegido de Eros y todo ese rollo: Ella
solo quería caminar por la alameda; me costó un cierto número de rechazos
entenderlo. Al fin me conformé a sentarme con ella bajo el claro de Luna, como
un amigo, sin tocarla.- La Luna y los chopos de la ribera, las alfombras de
césped natural del Ebro niño se reían de mí, y en mi primera noche me decían
que era “un tonto, un pobre, un
convenido, un salido y un mierda”.
-
Pero
al día siguiente la misma chica quedó conmigo después de comer para ir a ver
unas ruinas romanas que estaban en una loma de la otra ribera, a un buen paseo
de Casa Grande.- Hacía un calor endemoniado y mi compañera vestía unos pantalones cortos rojos y ajustadísimos .
Aunque le había prometido no hacer más avances, sí estaba permitido contemplar
su cuerpo, tocar su cintura y otras partes no-íntimas. –Para cuando llegamos a
las ruinas eran las 5 y la temperatura de mi piel era como la del BMW tras
haber subido el San Gotardo y el Furka.- A lo tonto llevaba desde anoche
persiguiendo a esta damisela murciana que no cesa de rechazarme. Estoy
sofocado.- Estoy empezando a hartarme.
-
Con
las murcianas, muy mal.- No es que no pueda presumir de alguna captura
ocasional y sin consecuencias: Productos Originarios de la Huerta con Aditivos
del Londres de los Rolling Stones: cookies
como Vicky, pamemas como la Pumuky,
Marciana, marcianos, murcianos, murcianas y “otras gentes de mal vivir” (una
posible Ética Transcultural Habermasiana no puede imponerme la misma simpatía
por todas las comunidades españolas: a mí me caen mejor los catalanes de
Barcelona que los menorquines. ¿Qué le voy a hacer?).
-
Junto
a la fantasía de practicar una enculada con la joven tataranieta de Sabino
Arana o una felación con una descendiente de Pi i Margall, aún es más enfermiza
mi fascinación por la Murciana Arquetipo, la sucia murciana más gitana y más
chabola que las propias andaluzas; hablaba con la aspereza del acento más feo
de la Península.
-
Había
conocido a muchas murcianas y las cosas siempre salían mal con ellas.- Mi
instinto no me susurraba sino que me gritaba que plantase en la primera esquina
a aquella mujercita exigente como Josefina la Cantora –y que no obtendrá en mi
Catálogo ni el homenaje de un pseudónimo- que no quiso darme un beso en la
ribera.- No tardo mucho en ejecutar mi propósito. “Abrirme” es mi especialidad,
los divorcios a la italiana, las despedidas a la francesa y saturarme de ti
cuando solo nos conocemos de hace 2 días.
-
Y todo
porque aparecen más chicas del curso en el yacimiento. ¡Hay varias y bastante guapas! De la murciana de los pantaloncitos
rojos que me quiere convertir en
pretendiente platónico o algo así, me aparto como si oliese a mierda. -Ya no vuelvo
a mirarla a la cara en el resto de los días. - Mi aversión y rechazo hacia ella
es algo definitivo que la hará ir cayendo en gestos y situaciones cada vez más
humillantes (como a la vasca de Hamburgo). - Para mí la murciana es un canal de
desagüe, un sumidero, una sucia y pringosa válvula de escape por donde vierto mi mala hostia en cantidades
cada vez más considerables.
-
El
grupo recién formado tomó asiento al lado de un puente, en una curva de la
carretera donde había una terraza: -Alguien habló de romper clavículas durante
algunos ejercicios del curso. Era un tipo rubio con coleta y medía más de un
metro noventa.- Le pregunté si él había partido alguna. Me contestó que sí, que
la de un cura, y que no se arrepentía.- Aquella defensa directa de la violencia
nada más conocernos, me dio un poco de miedo... –(El miedo, tal vez, no solo al dolor y a la agresión física, sino a un
mundo de donde la ternura ha desaparecido por completo).- Me dediqué en
adelante a considerar con cuidado y detenimiento al barbitas rubio con coleta y
pinta de hippy, no fuese a partirme
un hueso antes de que yo le parta la crisma .- No he venido aquí a ser bueno y santo -: ¡¡Como al coletas
rompe-clavículas se le ocurra ponerme la mano encima o simplemente hacerme un
gesto de amenaza, le rompo los huevos!!-
debo recurrir al efecto-sorpresa ya que él es mucho más fuerte que yo).
-
Pero
en seguida mi atención fue absorbida por una mujer que iba desnuda.- No, no es
que fuese desnuda del todo sino que
llevaba la ropa interior –bragas y sujetador blanco- por encima del chándal y
la camiseta. Su ropa interior era su ropa exterior. Como tenía pecho, caderas y
melena voluminosas, el efecto era tan turbador como si fuese en bragas y al
mirar su cara para hablar con ella, costaba trabajo que los ojos no se me
fueran alelados hacia el espectáculo de sus pechos, grandes y puntiagudos como
melones, con todos los detalles de las copas y aureolas, marcados por las volutas y floras complejas
que hace el arte de la lencería.
-
Me
recordaba a las rusas del fin de curso en Friburgo, las que acudían a las
discotecas subterráneas vestidas solo con finos corsés color carne, ligas
perladas bien visibles en los descubiertos muslos, sostenes transparentes (tal
vez hechos de miel de cáñamo) y la llamada “falda-cinturón”, desarrollo por
acortamiento de la minifalda.- Si las mirabas con intensidad podías otear la
coloratura violácea de sus pezones y hasta la sombra rizada de sus valles
púbicos tras la delgada gasa blanca. Pero uno no se atrevía a inspeccionarlas
tanto; era como en el cuento de Andersen: ¡que no se dieran cuenta de que iban
desnudas! - Habían cogido lo primero que vieron; no se habían mirado en el
espejo; alguien las había convencido de que iban tapadas.- En muchos lugares
del mundo las hubiesen violado inmediatamente; menos mal que estábamos en la
civilizada Europa de los campanarios perfumados. Ninguna reportera en su sano
juicio se presentaría así ante los combatientes de Oriente Próximo bullentes de
testosterona.
-
Quizás
por eso la mayoría de los musulmanes piensan que los occidentales somos unos
maricones, unos calzonazos, que no tenemos huevos ni sangre en las venas.
Algunos, alguna vez cazan a una alemana o a una sueca nostálgica del
patriarcado y la someten. Ella es feliz así; ellos confirman sus creencias:
Los ilustrados europeos no sabemos
tratar a las mujeres. Somos unos mierdecillas decadentes porque respetamos a
las chicas que lleven poca ropa o coqueteen demasiado.
-
Tu
coleguita Alí y tu amigo-para-siempre Muhammad lo tienen más claro: Son unas putas y hay que darles lo que se
merecen -(recuérdese lo dicho anteriormente en este mismo Catálogo acerca
de la palabra-esencia “puta”= mujer mala, la mala puta ávida de sexo que merece
ser maltratada; justificación lógica del feminicidio; Lilith).- Un mundo donde los
hombres fueran hombres y celaran de sus mujeres, de sus camellos, de sus cabras
y de sus pozos, sometiéndose a la vez a las reglas y principios de El Libro
Sagrado –donde hay respuestas para absolutamente todas las preguntas- sería un
pacífico paraíso tradicional donde ellas crían a sus niños, preparan tés entre
risas y hacen sus labores bromeando libres con sus amigas, mientras los hombres –caballeros andantes
árabes, finos caligrafistas, trovadores- meditan en una aleya del Profeta
durante horas. Orgullosos dueños del desierto. -Es indignante que un proyecto
tan sencillo no haya recibido la aprobación de todo el mundo y se haya impuesto
de inmediato. Una pena que la Media Luna Roja no nos administre mediante una
simple teocracia (hermana sub-normal de la cristiana).
-
Yo no
pensé que la mujer de las bragas y el sujetador blancos por fuera, fuese una
encarnación de Satán sino que me asombré de la relajación de costumbres de
aquel curso, célebre por su “libertad sexual” (es decir “por su facilidad de acceso a contactos íntimos con personas
desconocidas”; lo que suena más a descripción de un club de intercambio de
parejas; no a algo tan grande ni tan hermoso).- Más que una puta, me pareció una
moderna, que como tenía un culo grande
pero perfecto y dos tetas como dos melones o misiles pequeños, había
decidido mostrar sus encantos. –Era evidente que no temía ser violada; lo que
significaba que se sentía segura. –No siempre vestiría así, con el chándal como
ropa interior.
-
A pesar
de la enormidad de sus curvas, no era muy alta. Llevaba una abundante melena
negra de leona.- Pero, en contraste con la agresividad de su indumentaria de femme fatale , me pareció desde el principio que era muy tímida y que se sentía fuera
de lugar en el ambiente del curso.
-
Procedía
de la capital de Andalucía, lo que me hizo de inmediato ponerme sobre aviso. -
Ya se sabe que en la ciudad del Patio de Monipodio todos son más listos que
uno: el primer camarero con el que te cruzas al llegar a la ciudad te hará un
juego de palabras que te dejará desconcertado mientras su seseo fino y
sibiino rechina insidioso en tus oídos
como filo de cuchilla; los taxistas saben latín: su
discurso es tan complejo que no puedes adivinar sus intenciones; al final, hasta los caballos de los cabriolés te miran
con altanería y desprecio –(ellos, como no hablan, carecen de urbanidad y no
tienen que disimular sus verdaderos sentimientos, como hacen sus dueños)- y parecen saber muchísimo más que tú.-
-
Con
las sevillanas, muy bien. Son todo lo
contrario que las murcianas.- (Esto no pretende ser un chascarrillo anti-nacionalista sino el reflejo de mi
experiencia: Debido a la influencia de alguna estrella sobre mi carta astral
–tal vez el Sol- estoy predestinado a encuentros de Fortuna con nacidos y
nacidas en Sevilla (límite occidental del avance de la re-conquista musulmana
de Al-Ándalus en el s.XXI; primer éxito de las llamadas “tropas nacionales” en
1936 en su avance hacia la re-conquista católica de España: fin y principio,
alpha y omega).
-
¿Yo qué culpa tengo? Soy totalmente
irresponsable como hoja arrastrada por el viento: Mil veces iría a la ciudad
donde Cervantes (según confesó) vio a dos perros entablando un coloquio, y mil
veces me vería involucrado en viejas historias de amor del tiempo de las
guerras napoleónicas, cuando el mismo Lord Byron se asustaba de la agresividad
sexual de las sevillanas de entonces que se lo querían llevar a la cama y no le
daban muchas vueltas al asunto. –Yo allí estaba en mi elemento. Yo ya he estado
y volveré eternamente: El aura de oro de los nacidos allí se mezcla
naturalmente con mi aura anaranjada. Nombres que son un misterio me transportan
a la India y al pasado inmemorial del Hanna: Tri-ana.- Tenía razón Aricia
–aquella sabia que admiraba a Joseph Beuys por encerrarse en una habitación
varios días con un chacal salvaje-: lo de Krishna era como lo del Cautivo,
Vrindaván era como Sevilla. –Era evidente que los sevillanos eran 50 ó 60
puntos más inteligentes, más cultos y eróticos que los pertenecientes al resto
de provincias y comunidades autónomas (incluyendo a Madrid, donde la media de
listos supera al resto). O al resto de Europa. -Sin ellos y sin Velázquez no
existiría la pintura moderna. Ni la novela
asociada al casi-sevillano Cervantes. Tampoco tendríamos ciencia ni
tecnología y ni siquiera se puede imaginar uno la edad moderna sin la leyenda y
el exceso de Sevilla.
-
– Yo allí me sentía resbalar por la lasitud de
todos los tópicos y estereotipos –el sombrero cordobés, las castañuelas, los
volantes, las aceitunas, el vino fino, el afilamiento... todo me parecía digno
de ser sentido- como una especie de turista fanático, de japonés con una
encarnación perdida entre olivares. Y me daba al ensueño.
- Siempre que cruzo el gran puente –como se
sabe, diez veces más largo que el de Brooklyn- mi corazón late más fuerte, voy
tan distraído por los espectáculos de mis fantasías que estoy a punto de caerme
por la barandilla, hacia la ciudad perlada, allá abajo, los demás coches me
pitan para que me enderece en medio de alguno de los 6 ó 7 carriles sobre la
ribera del Quivir, yo les insulto y sigo a lo mío: es imposible que haya
algo más bello, más digno de ser
admirado que la estampa de la ciudad
desde lo alto del Puente.
-
El
fantasma de el Poeta (A.M.) me está asaltando siempre en el Patio, y en la
Fuente. –Hay una alianza natural y desde siempre, como si yo alguna vez ya hubiera nacido en
este suelo, cerca de edificios como bomboneras o costureros del parque y de la
Exposición del XIX. –Ellos me interesan a mí, ellas me atraen porque son
vástagos jóvenes de un pueblo antiguo, y balbucean los ecos de antiguas
letanías; yo les intereso a ellos, yo les atraigo a las nativas porque
pertenezco a esto –que no es el nombre de una ciudad, ni un punto en los mapas,
sino algo más-, pertenezco muchísimo más que ellas, aunque hayan nacido bajo el
genius loci, porque soy la
respuesta...
-
Y todo
eso...
-
- Todo
esto es tan evidente para mí –que funciono a golpes de emoción y de
pre-sentimiento, única forma de moverse con cierto orden en medio del caos y
del misterio- que descarté de entrada a la mujer del vestido inexistente. Era
como irte a Friburgo y enamorarte de una profesora de Alemán de Valladolid;
como viajar hasta Jaipur solo para terminar tomándote un té con unas
periodistas madrileñas.
-
Era indigno, esa es la palabra: Porque
era traicionar a Eros (que tiene cientos
y miles de nombres y aún no hay reglas precisas para pronunciarlos). - Lo
suyo, si habías peregrinado hasta la casa
del ser en Friburgo, era tener como ser-a-la-mano
a una nativa aborigen de la Selva Negra con acusados rasgos élficos. - Y si
ahora estábamos en el Norte, lo que tocaba era una catalana arisca hasta la
extenuación o una euzkalduna marimatxo a quien casi fuera imposible
erizarle la fibra femenina.- Tal vez se llamase Erizalde y entonces sería
difícil “erizar a la
Erizalde ” (pensar en el tema de la administración territorial de mi
nación y sus disputas por las balanzas fiscales siempre me hacía ponerme de
buen humor: -Imaginarme en el multi-orgasmo a una diputada de Amaiur con fina
coletita de lesbiana abertzale o, por qué no, a una tigresa terrorista con
37 muertos a sus espaldas, despertaba en mí una enorme avalancha de violencia
fálica; en otras circunstancias este sentimiento –sea el que sea, reciba el
nombre que reciba: tal vez el de venganza u odio o “estadio sádico”- me habría
llevado a alistarme voluntario en el ejército que no solo promete “vamos a derrotar a nuestros enemigos”,
sino también: “y vamos a violar a
sus mujeres y dejarlas preñadas”.)- (Curiosamente no me había sucedido lo
mismo con las teutonas: no soñé vengarme de Treblinka clavándosela a una
valquiria; tampoco con las árabes, pues con ellas era como si volviese a casa o
a mi infancia, la sincronía genital era tan fácil que solía empalagarme, pero
no sentía odio).
-
La
sevillana que andaba medio en pelotas por la ribera no era ni mucho menos una
presa segura. Sino una felina imprevisible.
(-El
pelo negro le llegaba por las caderas, o para ser más exactos: le llegaba al
comienzo de la raja del culo; su culo era un abanico leve y agilísimo que
bailaba con gracia para aquí y para allá; como si basculase al compás). – No me
imaginaba de ninguna manera que tuviese acceso a su cercanía. No era una presa
fácil. - Pero sí un objetivo descartado.
- Con
las sevillanas todo funcionaba a las mil maravillas. Debe ser cosa del karma. -
Los hispalitas no solo inventaron el traje de Faralaes, las Sevillanas, la
Feria, el Toreo (Curro Romero), la Ópera Flamenca, la Guitarra, las Artes
Ecuestres, la Pintura Moderna (Velázquez),
la civilización romana, Tartessos y otras cosas. Sino que quizás fueron
el origen del budismo zen a través de los japoneses que se quedaron en la Vega
del Quivir y de los que volvieron a Oriente. - (Según recientes investigaciones
de la Universidad Antonio Nebrija, el mismísimo Buddha “histórico” era de
Sevilla, concretamente del barrio de Santa Cruz).
- Sevilla, el bello nombre de Isbilla siempre
me recordaba a Aricia y a Carmen Flores. -Allí estaba el centro del universo y
no en la estación de Perpignan.- Es
obvio que cuando lleguen al otro mundo, en las puertas del Cielo les bastará
decir que son de Sevilla para que les pasen al Paraíso directamente; para que les cuelen sin necesidad de someterse a examen ni juicio
final. - Entre otras cosas porque el encargado de la puerta aunque no es sevillano sevillano, es un apasionado
de Sevilla. - Nacer cerca de la Giralda y de la Torre del Oro tiene para él
más mérito que 10.000 existencias de ascetismo personal. – Naturalmente, el
paraíso deste tipo de sevillanos no puede ser sino el Eterno Retorno de Sevilla.- (Pero, a otros, una eternidad de calle
Sierpes y de saetas sucediéndose dramáticas y secas, eón tras eón, les podría parecer el
infierno.)-
- Por
suerte había muchas más mujeres: una treintena por lo menos, de la que yo había
expurgado con la mayor velocidad posible –como si fuese un criador, un ganadero
que va de compras- a no más de cinco o
seis por defectos físicos evidentes o estados de ancianidad muy avanzados. –(No
hay tanta vida en mí como para que me atraigan las leprosas o las señoras
terminales de las residencias de mayores. Eros tendría más fuerza en mi alma si
amara a las purulentas y me sintiese atraído por las canas. Tal vez sería menos
mecánico si fuese necrófilo.)- Faltaban tan solo 8 días de curso.- El tiempo
vuela .
- Distinguí
entre las reses, a una treintañera catalana que era amiga de Rafa pero que me
pareció fuera de mi alcance porque no era yonqui ni revolucionaria ni tenía una
furgoneta con cortinitas rojas ni una
galga ni nada así.
- Es
decir, que parecía una mujer formal más
o menos adaptada a sus circunstancias sociales.- Mi paso por Ybbozzim me había enseñado hasta
qué niveles se podía a veces disparar el bon
seny y la famosa discreción catalana. Los compatriotas de Dalí hablaban
despacio y seriamente, presumían de ser prudentes, realistas y organizados
europeos. Pero en cuanto transpasabas el umbral de sus intimidades, deliraban. Eran mucho más paronoicos que
críticos: la emergencia de Dalí les había vuelto diez veces más chalados –Es
decir, los catalanes en el fondo son unos locos, unos indiscretos, unos
imprudentes, unos utopistas y unos desorganizados. No son tan convencionales ni
tan sosos. No. No son tan arrogantes ni tan imbéciles. - No es necesario
odiarles. – La continuación deste relato lo demostrará.
- Llevaba
el pelo cortado en forma de casco de media melena (como las Virtudes, aquellas
cómicas tan bellas); su cabello era intensamente negro, azulado como el matiz
de dos colores –negro y morado- de Krishna, o el plumaje de un cuervo.- Pensé
que se lo había teñido. Que llevaba encima un buen trabajo de coiffure. Es
decir que era una pija.- El tipo de mujeres que yo frecuentaba, solía llevar rastas o la melena suelta (como
la andaluza lozana, en plan “Pantera Negra del Flamenco”); no el pelo tan
cuidado. Era como si llevase una máscara encima de la cabeza. La Cabeza era
para ella sumamente importante; al fin y al cabo era de Barcelona, del
Sur-Norte de Europa –donde también se hacen olimpiadas y exposiciones
universales- y, como se sabe, en el Norte la gente es más racional mientras que
los del Sur somos pasión en bruto e
instinto irreflexivo. La Poesía está en el Sur aunque la inventaran trovadores
de Aquitania. Los del norte tienen más cabeza.
- Se
llamaba Rosalinda, nombre excesivamente literario, cargado de colores como un
rosedal de la bella Edad Media: -Sería una cursi igual que su madre
bautizadora. Se dedicaba a modelar membrillos en francés.- Es decir, tenía la
cabeza como una jaula de grillos. Era de las mías a pesar de su ridículo
peinado de secretaria sexy con espíritu geométrico. Si se llamaba así y
trabajaba en eso, es que tenía el cerebro como una tarta al whisky. Estaba como
una regadera, la pobre razonable. Más loca que una cabra del Ampurdán profundo.
Por eso había venido a esta especie de manicomio de verano.- Era alta, grande y
de largas y hermosas piernas –(quizás fuera la parte que más me atraía deste
ser, reducido a carne )- pero no resultaba nada libidinosa debido a su actitud
corporal envarada y agarrotada: pues caminaba con los hombros encogidos y el
cuello y el culo apretados (no como la sevillana que parecía exhalar fragancias
de baile cuando se movía; elegante todo
el tiempo detrás de su atrezzo de
prostituta-artista).
- ¿Por
qué una mujer tan hermosa –a pesar de su nariz ganchuda- andaba tan envarada?
-¿Porque era catalana? - No podía
recordar en ese momento ningún bailarín
o bailadora de la tierra de la sardana. Con danzas comunales dese tipo, pronto
a uno no le quedan ganas de menearse... -El Norte es seco. A-cinético.- Eso
explicaba que fuese una “subnormal de los sentimientos” como Beatriki, una
“inepta para el baile”, un mecano de mujer sin gracia en el movimiento y con el salero de Mazinger Zeta.- Me gustaba
odiarla porque se movía mal: esa era la superioridad del Sur sobre el Norte. Su
especialización en la parte ligera de la vida: - (En el Sur no trabaja
absolutamente nadie; acomodados en la cultura de subvenciones, los verdaderos
andaluces se toman su Manzanilla y dan palmas por bulerías que se llaman “Robamos a Cataluña.
¡Qué coño!”; mientras los aplicados y laboriosos norteños pagan un año más los
platos rotos en la fiesta y esbozan una sonrisa triste como la de su eterno
embajador en Madrid, el Senyor Duran i Lleida. – Todo esto lo rumié en mis
ratos libres –que eran casi los más deliciosos de aquel curso y había en
ellos muchísima gente mental, como en
una vorágine de mundos- para irme convenciendo a mí mismo de mi falta de
perspectivas con la Rosa Linda. - Y para
no fijarme más en la amplia gama de colores que hacen sus ojos –(¿Está
permitido enamorarse de los ojos? –Sí, claro; lo que no está permitido es
enamorarte de su coño. ¿Entendido?)- . Para no fijarme en el bulto de sus senos
que son grandes y floridos como el nombre de Rosa Niña. -A lo mejor si empiezo
a mirar el asunto por ese lado , le encuentro el color y hasta puede que me enamore de la pija de Barna, la
Chiflada de los Moldes con Peluca/Máscara, que además tiene “la Muerte del Loro”
(por lo de la nariz ganchuda). - Y amo solamente a Morphi.
-No,
no voy a enamorarme, no me va a tocar el corazón ninguna, aunque yo esté
obsesionado con tocarles las tetas a casi todas:-
- Una
noche el Sabio convocó una reunión específica para Modeladores de Membrillo;
fue después de cenar, a eso de las 11 y, tras haber visto la Sala llena hasta
el fondo esa misma tarde, aquello
parecía una reunión casi íntima con
visos de complot para producir entre todos una revolución transformadora
en los centros de modelado de membrillo.
- Yo conocía ya las ideas al respecto de mi Maestro, el Sabio. Escucharle en
vivo era como releer a un novelista –(por ejemplo, a Unamuno) - con cuyo estilo uno está más que
familiarizado. O ver tantas veces una película, que te acabas aprendiendo el
diálogo. Jamás me podría haber aburrido de seguir escuchándole: hasta sus
repeticiones o errores eran eternamente nuevos y reveladores.- Pero yo tenía
serias dudas de estar haciéndolo bien: ¿Qué cosas tan revolucionarias hacía yo
en el modelado de formas sobre materia dulce y dúctil , en qué cumplía con la
exigencia del Sabio?
- Me
quedé pensativo y una negra tristeza se apoderó de mí.
-
Entonces oí que alguien hablaba de la Institución Libre de Enseñanza de Giner
de los Ríos.- El Sabio preguntó qué era
eso de la Institución Libre de Enseñanza.- Yo fracasé en el intento de
explicárselo; pero Rafa, con voz mucho más calmada, tuvo al final el privilegio
de enseñarle al Sabio algo que no sabía y que le interesaba:- Cada vez era más
evidente que el sabio no es el que lo sabe todo, sino el que está abierto: - Sin duda la próxima vez que se cruzaran en
su camino las siglas I.L.E. o el nombre de su fundador, el Sabio recordaría lo
aprendido, lo habría ya asimilado en sus propia teorías. - Y así el
conocimiento y la ación humana avanzaban.
-
Pues qué bien. Tío. Qué
bonito.
- Y
sin embargo yo en aquel momento no conseguía sentir que nada avanzase, ni
siquiera Yo, envuelto en negra tristeza sin causa. - El alma ya
se la he rendido al Maestro y su enseñanza es Verdad de Vida, pero, tal vez, -quizás-
, después de todo, no sea sino un soñador octogenario, un passado de los 60, un primo-hermano de Wilhelm Reich que aún se
cree que es posible la revolución sexual, la función del orgasmo y el
des-asesinato de Cristo.- Cabizbajo, escuchaba, no decía nada, y elucubraba
para ser malo conmigo mismo.
- Entonces
tomó la palabra la chica de Barcelona con el pelo cortado a tazón: Largo rato
estuvo razonando en voz alta, discreta e
inteligente, acerca del moldeado de
membrillos y sus consecuencias sociales:- La verdad es que no atendía tanto al
contenido de sus palabras como al suave engolamiento catalá que hacía eco a su
pronunciación y a su lenguaje perfecto. Pequeños matices de entonación que
delataban, inequívocos -como la licuescencia de sus eles o de sus consonantes
finales (“en realitat”)- , su procedencia de la ciudad de Picasso (aunque el
pintor naciera accidentalmente y casi sin consecuencias en Málaga). Pequeños matices que como la
serenidad de su voz y el ritmo de sus ideas
–ni demasiado rápido como los entusiastas optimistas sociales ni con la
lentitud de los depresivos derrotistas- me atraían enormemente. - Lástima que
no fuese la bisnieta de Casanova o la semi-sobrina de Pi de La Serra, lástima
que no fuese de Ezquerra Republicana ni secesionista. -Estaba guapísima allí,
disertando ante el Sabio. - Podía sentir su seriedad mientras pensaba que yo no
era serio, que yo no era formal ni sobrio
como la gente del Norte, sino un
“Viva la Virgen”, un hijo-puta del Sur que todo se lo toma a guasa.
- A
medianoche se disolvió sin compromisos escritos aquel cónclave de confabulación
que para la mayoría no había sido sino otra hora u otro par de horas en la
compañía y la presencia del Sabio, el viejo Quijote más joven que los
jóvenes: pues nos desafiaba a cambiar el mundo.- Era curioso que planteara
una reunión de modeladores, o de personas interesadas en el modelado de
membrillos, a medianoche y cuando ya estábamos cansados y hasta doloridos de
trabajar. Pero el Sabio, a sus 80, parecía infatigable, como su vista de águila
que había derribado todos los libros y aún brillaba plena, perspicaz, sin
gafas. – El Sabio es el que no está
cansado.
- De
pronto me gustó muchísimo Rosalinda. Lástima que fuese una progre burguesa o una burguesa
progre con el pelito redondeado como el casquete de la sota de copas.- A la
salida me sumé a Rafa para hablar un poco con la damisela Rosalinda; ahora daba la impresión de que
le hubiesen crecido diez o doce bandas de auras nuevas. - Elogié su
intervención con entusiasmo: Era como si le estuviese pidiendo perdón en mi
nombre y en el de todos los del Sur por
ser tan jodidamente vago, tan dejado, tan triste... – No como nuestros
diligentes y laboriosos hermanos del Frío... - Ella lo entendió de inmediato y
me perdonó: Era la razón cartesiana semi-francesa haciéndose cargo de los
déficits de todas las balanzas fiscales: - Me lo perdonaba todo: mi humor
fúnebre, el mal tono de mis intervenciones, mi súbito entusiasmo de ahora
(igual de insano), la Deuda Histórica, la Batalla de la Llingua, la ejecución de los austracistas... Lo entendía todo. –Y
me lo perdonaba en nombre del noble Norte y de la muy Noble Catalunya por lo de siempre: Porque yo le gustaba desde que me había
visto, porque había sentido “un deseo
animal” (según sus palabras textuales, que dijo mucho después; -cuando
pronunciaba la “-al” de “deseo animal”, me provocaba un
sentimiento reflejo (de deseo animal)
casi irreprimible).
- Si
la biografía es la novela del alma,
esto había ocurrido desde siempre: Que el morenito haragán meridional, ese
chulito parásito, encandile a un ser
puro, blanco y rubio de las brumas protestantes del Norte y que, a pesar de su
irresponsabilidad e inmoralidad evidentes, la buena chica pálida como Isolda
sucumba a sus encantos y le perdone la Deuda (o hasta se la pague; como si
fuese su fianza). Berlinesas abducidas por los shawarmeros mágicos de la Türken-Strasse; jóvenes masiliotas con
apellidos Dupont o Laurent que
terminaban trayéndoles en la boca las babuchas a sus maromos argelinos; la
típica gorda sin perspectivas que le pone piso a un gigolo con abdominales nigerianos; danesas descerebradas con yihab.
- Así
empezó a ocurrir: Por las noches Rosalinda se refugiaba después de cenar en sus
habitaciones, dejaba atrás los tumultos de la ociosa sobremesa y se ponía a
leer como Sherezade. -¿Qué es lo que leía? Naturalmente mi Catálogo.
- Quiero
consignar que ella fue entonces La Lectora, única y soberana: Hay formas de domesticar y de dominar
neurona a neurona el cerebro enfermizo de una mujer medio loca; entre ellas
cabe mencionar la selección de sus comidas y de sus lecturas. ¿Qué mayor lavado
de cerebro se puede imaginar que mantener la imaginación de una mujer
encadenada a la lectura de lo que nosotros pensamos que le conviene?, ¿y qué
puede comerle más el coco, amaestrarla mejor que la misma lectura de nuestros
diarios y anotaciones auto-biográficas?
- No
lee sino devora mis Diarios. - Casi me están entrando ganas de escribir cualquier cosa nueva para que ella tenga algo que
llevarse a los ojos, esa especie de necesidad compulsiva de leerme que tiene.
–Pero como soy tan vago, prefiero dejarla encerrada en las cámaras de literas
vacías de Casa Grande, dejarla ahí sola con mi Diario en los dormitorios,
sí, como la huérfana de un asilo de sus ensoñaciones
(ya que es una chalada de las figuraciones literarias a lo Jane Austen; tiene
la cabeza como un cencerro); no es la primera vez que dejo acostada a una mujer
para marcharme de marcha con otras.
- Mientras
ella lee fascinada, yo cojo la guitarra
y salgo con los de fuera. Estoy en dos sitios al mismo tiempo; cada vez me
parezco más a Dios (no al revés, no es que Dios se parezca cada vez más a mí,
claro).- No puedo multiplicarme como Krsna en 10.000 apartamentos eternos pero puedo estar a la vez en mi Diario con Rosalinda
y a la vez en el porche con 20 ó 30 personas que miran mi guitarra y luego a mí
(o a veces, al revés).- No sé.- No me incomoda que me miren. - Es como si, con cada mirada, yo tuviese más ser.- Siento
el amor de grupo; ya no me acuerdo a qué clasificación del Maestro pertenecía,
tal vez al instinto de lo social. Pero podía sentir el amor –o la
simpatía- de los que estaban allí
sentados, y hasta de los que se habían ido.
A algunos ya –aunque solo han pasado dos días- les caigo mal; es natural; y hasta añade algo
de sal a mi popularidad.
- No
está mal tener ya el tercer día a una mujer bajo llave en el armario (pero sin que se dé cuenta) y salir,
desde esa seguridad, al amplio campo de furtiveo extra-laboral con
hipnóticos: música, vino y porros y Eros
en el campo; iniciar la Transnochada en
el porche, junto al bosque y el Ebro,
tras día de arduos trabajos. - Jubilaciones anticipadas en el Tour de Francia de la Noche: cada vez se
descuelgan más corredores hasta que no queda ni grueso del pelotón, porque ya
solo quedan individualidades:
- Joan,
-otro catalán modelador de ferrajes- , me pide la guitarra e interpreta varias
canciones de Serrat en catalán. Entre ellas Paraulas
de Amor que derrite toda mi agresividad en un momento. Yo le arranco
mi guitarra en cuanto puedo y canto
cualquier cosa en inglés, en griego, en latín, francés, italiano, lunfardo,
alemán o el Kasachoff en ruso. - No quiero de ninguna manera cantar
en catalán, no quiero de ninguna manera cantar esa canción de Luis Llach que me
ronda –que me ronda toda la vida... -
y, sin embargo, lentamente nos vamos acercando a ella y derivo en ella, o
evacúo en ella sentimientos represados durante 30 años... Ara que tinc vint ans.
-
Tío. Y qué bonito. Con el rojito-pasión,
y todo. Que parece la Bandera de La Unión...
–Fue
entonces tal vez, en medio de aquella emoción de pacíficas mescolanzas
musicales durante horas,- ya no fantaseo con encular a una culé; cambio de
bando en la guerra de los idiomas: ahora siento que el catalán es la lengua de los trobadours, mil veces más musical que el castellano- , fue entonces
cuando me di cuenta de que el mujerón-leona que iba en Ropa Interior por la Ribera,
¡¡estaba allí delante de mí!!, al otro lado de la larga mesa, mirándome con
doble o triple intención mientras otro macho de 30 ó 35 años le hacía la corte
o, mejor dicho, le pedía que se acostase con él .- “¿Cómo me voy a acostar yo contigo!”, le respondía
ella elevando la voz, para que todos la oyeran; era mala, sabía decir que no, lo sabía decir con un sibilante deje
sevillita que helaba la sangre como el siseo de una serpiente cascabel.- Yo
seguí tocando la guitarra y mirándola como si no me hubiese enterado de
nada.-Creo que me hubiese suicidado si ella me hubiese rechazado así; (pero eso
solo sucedió en otro mundo, en otra novela; no en la Realidad, no al menos en esta). –(En esta soy yo quien la rechazo; y la rechazo porque me da miedo desearla tanto.)
- A
esas alturas de la noche y de la emoción,
los ojos extrañamente almendrados de la Andaluza Blanca, sus ojos largos
como los de un milano, sus ojos azul-obscuro, no me miraban realmente a mí sino
al músico desentendido de ella.-(Es
evidente que a las mujeres les excitan los hombres subidos a un escenario, a un
estrado o a un púlpito igual que “les ponen” los uniformes, las sotanas y las
gafas de intelectual). De modo que me desentendí de ella y miré hacia otro
lado, hacia el bosque:
- Una
pareja de enamorados se abrazaba (él se llamaba Néstor, ella no lo recuerdo;
creo que eran argentinos) y bailaba mi versión de Love me Tender. – Y era como si el mundo tuviera orden y el verano
fuera absoluto.
- De
vez en cuando me callaba como si la jarra de la música pidiera un poco de
silencio: - Su pretendiente –el que intentaba acostarse con la sevillana- se había ido con el rabo entre las piernas;
menos mal, porque era un tipo atlético y
con cierto aire de Cromagnon o de Antecessor, de macho Largapolla o de Brutus sin barba; que además me miraba
mal. (No me extraña)- Mejor que se haya largado.- En un rapto de inspiración
–como pretendo hacerlo todo; así es el Sur- te cojo y te levanto de tu asiento
para que mires el cielo. - El Cielo. - Delante del Cielo, debajo del
espectáculo de las estrellas del Cielo en la noche sin Luna, no lejos de la
ribera en valle del Ebro niño, dejan de tener importancia el resto de las
cosas: A qué olerá tu melena de Reina Mora o a qué sabrán tus labios cuyo gesto
me recuerda a Lola Flores.
-Deja
de tener importancia tu cuerpo que es como un ánfora de muchas molduras y de
sorprendentes perfecciones: tu cintura es más bella de lo que parece, y cada
vez estoy más cerca de tu cuello; hay una naturalidad en esto y en Casiopea y
Berenice más allá del alcance de la voluntad y de la seducción: Es como si
Casiopea me estuviera diciendo y gritando que tú eres Cassiopea, Berenice; - cuyas historias me reprochas no
saberme;-metiéndome el soplido de tu voz, tu aliento susurrante como una substancia en el pecho, tu voz
caliente me roza la piel y me va a volver loco...
-Es
evidente: está volviendo a ocurrir: me
estoy enamorando. No lo he decidido en absoluto. No he elegido: al revés, estoy
asombrado de la forma en que te dejas besar en el segundo intento, y cada vez
que te toco más, - con la excusa de estar enseñándote rudimentos de mi
entusiasmo por la astronomía-, descubro
un nuevo volumen mejor constituido que el anterior; no parecían tus senos tan
duros cuando llevabas ropas; me parece que
nunca he tenido entre mis brazos a una mujer tan bien hecha.
-
Sucede deprisa y el alma no se resiste. Conozco esta caída, una y otra vez,
este vacío de vértigo en el estómago: Los del Sur nos enamoramos de un tapón de
Coca-Cola y hasta del logotipo de la Junta. -Los del Norte –como son más
racionales- no se enamoran tan fácilmente.
- Me
enamoro de Berenice sobre todo cuando me niega el primer beso pero me otorga el
segundo. - Como es de Sevilla, de
donde los milagros de Bécquer y de Maese Pérez, sabe de estas cosas.-Como es de Sevilla, será una
superdotada emocional, una monstrua de la lascivia , una liberada desde la
cuna, puro instinto sin seso.- Pero
de repente –desde que se vuelca en mis brazos-
la loba en bragas con melenona a lo Virginia Woolf , se ha metamorfoseado en una gatita
merendable.
–(Cuando
escribo “merendable”,- digna de ser
merendada- , trato de ser exacto: era una sensación
que arrancaba en el acogedor canal de su busto (mal llamado también “canalillo”
o “escote”), el misterioso canal, el
cálido nido entre dos arcos de sombra
que hacen las tetas:-En nuestra cultura esta permitido enseñar partes de los
senos más o menos amplias; pero no se considera decente que una chica salga con
la camiseta agujereada a la altura de los pezones y enseñándolos; - los pezones
son una cosa muy íntima; las copas de
los pechos, no tanto.
–
Ahora sí me pareció completamente asegurada como víctima, igual que su necesidad de mimos y carantoñas... –Creo que empecé a
enamorarme cuando ella se apartó de mi
primer asalto al beso; ¿Por qué?
O más bien: ¿Para qué?
- Para que primero la mire, la admire, la
considere, le hable, la toque, me la coma con los ojos, avance y luego
otorgarme el segundo, y todos los besos
y abrazos que seguirán en la noche luminosa, la Noche del Amor, regida por el
rombo de Cassiopea...-
- Tras
varios besos devoradores –y expedicionarios- nos sentamos en uno desos
incómodos bancos corridos de madera que van adheridos a mesas de merendero
igualmente toscas; no era el mejor asiento para un coloquio de Eros: En seguida
me puse a rebuscar en el triángulo que hacen las bóvedas de su escote, como si
se me hubiese perdido algo en aquella zona con forma de uve, un valle cálido,
un velours, entre colinas
exageradamente redondas, más tersas que la primera nieve. Era como si hubiese perdido algo allí. - Desde antes de
mi nacimiento tenía ganas de acariciar los pechos como sandías, de acariciar
unas tetas como estas.
.- Era consciente –en medio del frenético “lote” que nos
estábamos pegando (había gozado de muchos (tal vez más de un millar a lo largo
de 47 años pero aquel fue el mejor)- de que muchos habían perdido la compostura
a la vista del hermoso bulto que hacían los senos de la morenaza sevillana:
Rafa dijo que “era demasiada mujer para él”.
Se les desencajaban los ojos a la vista de sus senos como atunes (como
el swami de Poona que casi se queda
bizco con las peras de Lesbia). Pero solo yo los estaba disfrutando en ese
momento. Mientras le comía las aureolas envié un saludo y elevé una
oración por todos los desafortunados.
Otra vez será.
- A
veces no me acordaba de cómo se llamaba la chica a la que estaba acariciando
(cuyo nombre no mencionaré). Yo la apodaba Berenice, Cassiopea, Corona Borealis,
Calipso, Zhurya y de miles de formas distintas; parece que el Deseo excita
mi fantasía nominadora.
–Pero el que da nombre a las cosas, el
Poeta, no sale nunca de su propio
espíritu hasta que no se tropieza con Lo
Otro: La realidad, lo que no puede ser
nombrado en vano: Su Inmaculado nombre de verdad, -salobre y albo como las
Salinas- ese del que a veces decimos “no
te pega llamarte así”; como si conociéramos, estuviésemos seguros, de un
criterio más hondo de su identidad. –A ella no le pegaba llamarse como en
realidad se llamaba. Decidí llamarla Berenice.
- En cuestión de segundos me sentí enamorado de
su carne y completamente satisfecho. Aquella mujer olía a componentes que están
en este mundo pero que ,combinados, no había sentido en mi vida, y me
transportaban a otro...- Mi propio
cuerpo, el que se rozaba con ella y a ella se abría, había adquirido una cualidad etérica, transfigurada: Era evidente
que llevaba tiempo deseándome por la forma profunda en que me inspeccionaba. Al final se estaba enrollando con el cantante. -
Yo lo comprendía, pero todo era absolutamente insubstancial, ya era muy tarde, y
es verdad que los besos y caricias continuas de las mujeres suavizan un poco la
melancolía de Tristán, el bello hombre en duelo. Pero no la eliminan.
- Ya
no dejé de rezar todo el tiempo. Era
fácil seguir besándola y palpando su pubis por encima del chándal, y a la vez
concentrarme en el mamtram y en la
circulación de cielos y estrellas, el río no muy lejos irradiando su romance.
Su pubis, conocido por debajo de las bragas, era de una juventud perfecta – Esa
es mi forma favorita de meditar: una mano en el rosario y la otra en el coño de
una dama. La erección también es un anhelo de lo alto.
- ¡¡¡Y qué jodidamente sabio
es eso!!!: “Yo me empino, tú te empinas, ella se empina, él se empina, ¡ello se
empina?; Nosotros nos empinamos...”
- Así
es como yo soy feliz –yo que no invierto en cursos de acción para lograr ningún
fin, yo que quiero desapegarme de los
frutos de la acción- pero de hecho este es mi Cielo, esta es la Felicidad Absoluta que se reconoce a sí misma en el
mismo momento de estar sucediendo: Soy feliz y me doy cuenta de que soy feliz:
-Mi sueño largo es rezar y estar a la vez absorto en el juego delicado de Eros, meditar y meter mano, follar
sintiéndote un santo: - Esta mujer me gusta tanto que mis dedos buscan
adentrarse en las habitaciones más obscuras y recónditas de su casa, los
sótanos, cuevas y subterráneos; de la copa de su saliva y de sus labios ya he
bebido hasta hartarme, aunque creo que la beso más con los ojos que con la
lengua cada vez que los juntamos para seguir “morreándonos”; parece el sabor
de una fruta que no se acaba nunca, un
aleteo bucal con acrobacias sin fin... - Y lo cierto es que no los recuerdo.-
Mi deseo por su cuerpo es inaccesible a la repugnancia o al pudor: deseo
conocerla hasta sus últimos rincones, allí donde jamás llegan las visitas, y no
es necesario mantener limpios los confines, catacumbas y trasteros. Ni en
orden. - Quiero asentarme en sus cavernas, acariciar su garage, su cofano, su
trastienda, el hueco de la escalera. Y hacer un festín por tanta belleza
oculta...-
Entonces, sin ser capaz de sostener más
la tensión sexual, le pregunté si
llevaba preservativos.
- Yo
me creía muy inteligente, era como decirle: “Mira, muñeca: Ya que hemos
empezado, vamos a terminarlo”. -Lo que menos me esperaba era que ella
dijese que sí. Añadió que los tenía en el bolso y que había dejado el bolso en
otra parte; y se levantó a por ellos;
este detalle funcional hizo que en un segundo perdiese para mí todo
atractivo o sex-appeal. “Así que los
llevas en el bolso”, pensé sintiendo que mi excitación bajaba súbita, como
el ruido del mar después de la
tormenta.- ¡Qué mujer más precavida, más realista! No le iba a preguntar
cuántos tenía ni cuántos llevaba gastados. Ni de qué marca son.
- Pero
su pequeño ademán de recordar dónde los guarda y la inclinación de su cabeza
como para empezar a hacer el movimiento de encaminarse hacia ellos, son un
anticlímax.- La pobre no parece haber estado pensando en otra cosa desde que
nos encontramos junto al río; nuestro diálogo suena a comedia escrita por otro
con pésimo gusto. – Le ha faltado tiempo para ir a buscar los condones. Su
proceso de seducción no ha durado ni diez minutos. Ya no me gusta tanto la felina
sevillana.
Sin dejar de hundir mis dedos en los
profundos médanos de sus mínimas bragas,
decidí que no haría nada con
la fulanona de los condones en el bolso. Solo le había faltado traerlos
colgando de la boca. A la morenaza de
los ojos mentirosos, me apetecía tanto inventarle sobrenombres como
cabalgarla en la postura total de un
hombre (por detrás, claro)- y sin embargo no estoy dispuesto a someterme al
ritual de que ella vuelva con su bolso, me dé un condón (o me lo coloque), y todo eso.
- Entonces, sin descuidar la
morosa adoración manual de todas sus formas corporales, empecé a cantarle la
monserga esa de “es que no me gusta
acostarme con alguien la primera noche”.
Lo adorné como pude y por supuesto me creí mis propias patrañas una por una; a medida que me brotaban las frases y las
variaciones sobre el archi-manido tema (“prefiero
que nos conozcamos mejor, antes de pasar a mayores”) más ganas me entraban
de penetrarla y de dar rienda suelta a mis apetitos de desmesura. Pero no dejé
de acariciarla con la sutileza del que se está despidiendo:
- Si
te habías esperado una orgía conmigo media hora después de enseñarte las
estrellas, vas lista.- Pensaba yo con ferocidad creciente. Le voy a dar una
lección de auto-control a esta criatura salvaje del Norte de África, a esta
Jaca Mora, a la guapa de Sevilla: Un
poquito más despacio, un poco de
formalidad, un poquito de cabeza..., que no estamos en la selva del Aquí- te-
Pillo- Aquí- te- Mato sino en un curso de modeladores, algo así como una escuela
de amor con aditamentos de teatro de terapia. Estamos en el Norte, hermana, el
sobrio Norte-¿Qué te habías pensado, que me ibas a follar nada más conocerme?
- Tráete tus preservativos comprados en
Sevilla: Te los inflaré y los pondré
debajo de tus dos tetones cuyo aroma no me canso de inhalar - (es como si fuese
de veras el alimento espiritual que espero desde hace siglos).
- Y qué bonito lo rojo –interfirió
Himpertin.
- Te los explotaré en la boca –continué- cuyo
sabor se confunde con el de mi boca, hasta los breves instantes en que no nos
ponemos a inventar otro beso. Lo que de veras imanta en el beso son los ojos.
- Te
largo la monserga de que los sentimientos están por encima de los instintos, el
corazón por encima de la bragueta, la cabeza debería estar conectada al corazón
y a la bragueta, y tus melones quedan
más o menos a la misma altura que tu corazón.
-Qué
bonito, qué bonito –volvió a decir El Viejo;
(provocaba en mí un movimiento de antipatía tan violento, que era como si se
colara el aire de otra dimensión de la realidad, loca y desconocida... - Casi
pierdo el hilo de mis pensamientos para siempre:
- Sin
dejar de repasar una y mil veces la aureola morada de tus pezones (ventosas de
las amebas),– con mi batalla ganada pero aún con una sombra de tentación, te pregunto - :“Y además: ¿Dónde quieres
hacerlo? Por aquí pasa gente”. – “Allí en la caseta de las herramientas”, contestas en seguida con total sencillez lo más obvio y
evidente.
- Se
notaba que era andaluza en que no necesitaba 40 años para decidir una cuestión
de territorios. Le debía gustar vivir así:
casada pero con sus anticonceptivos en el bolso, yendo a cursos y
tirándose por casualidad a un tío que, al fin y al cabo, acaba de conocer hace
3 días-. Me imaginé la caseta por dentro con sus utensilios de jardinería y
carpintería: ¿Se suponía que ella se sentaría sobre la mesa de aserrar mientras
yo, enfrente, la empujaba a caderazos hacia la ventana estilo El Cartero siempre llama Dos Veces , y
el serrín derramándose como arena sobre nuestros muslos, y lla gente pasando
por delante de nuestra ventana? No,
gracias. A un pibón como tú, no se le hace eso.
En cierto momento te das cuenta de que hablo en serio y
comienzas a separarte del contacto de mi cuerpo. “No estoy aquí para cumplir tus putas expectativas” –pienso casi
temblando de lujuria (que tú ya no puedes negarme después de tanto tiempo en
los besos del banco) -; “Yo soy Yo
mientras que tú no eres nadie” (no me acuerdo ni de cómo te llamas y te
llamo Berenice o Valentina o Inmaculada o la Leocadia, según me pilles). “Yo a
mi bola y tú a la tuya”; prosigo; “si
nos encontramos será un milagro, desde luego;
y si no, una gran suerte”. “El que seas tonta, eso no tiene
remedio”. “Yo soy Yo mientras que tú no
vales una mierda”, le repito en voz alta martirizándola en broma,
creyéndome gracioso como todos los animales de mi especie (el hombre-lobo). -
Luego hablándole del mañana, del más tarde, no del aquí y ahora o aquí te pillo
aquí te mato, de mi deseo ya en el mañana.
Siento aún en la noche clara, el hálito de su desaparición : Siento todavía
cómo se va, (cómo se fue) cómo huye su foulard,
que huele a su tela y a sus tetas, cómo se escurre la Guapa: el aire, que hacen
sus caderas fragantes al marcharse, la fina salpicadura de saliva de su boca al
arrancarse del último beso... –No creí que fuese de veras el último... Pero no
hubo más besos entre nosotros
-Y las estrellas de los
manantiales de los que brota prístino el Ebro, presenciaban todo aquello con
hiriente desinterés.
AUTOBIOGRAPHICA VII
¡¡¡Virgen de Alcatraz
Tus labios planean felices sobre los labios
Tímidos de la Lectora!!!
Es estúpida e iletrada, se engatilla en versos largos,
anglicismos...
Pero, en fin, pone
toda su atención en leerme.
Y mi amor se parece al deseo de que se quede bizca.
Vértigos de Belén. Santa Paloma,
¿Qué es lo que va a ocurrir hoy?
Los que escriben sus necrobiografías
Suben a Mobile
las últimas instantáneas de los brujos colombianos
Puesto que en verano la Parca ni mucho menos
Cerrará por vacaciones.
Chonis un poco Johnnies, algo Canis chillotean:
“¡Que
ze note qu´es Berano!”
Mientras sudan como cerdas, como pollas, como Frankfurts,
como pavos
De Berlín asados a la brasa de parrillas de Matthaussen (La Axarquía)
De un Lorenzo aún más fogoso, más, ¡ más! fuerte
Y bogan aún más
adentro
Por estiaje infinito de este veraneo eterno.
-(¡Qué bonito, qué bonito!)-
Un makin´fly
correctito, autorizado para niños entre 12 y 15 años
Y las meditaciones de moda en Centros de Crecimiento
(“En Allur no solo aumentarás de Ser; se te enderezarán
las Tetas”)
Conversación corporal con atención a los basa-chakras
-¿Y la Lujuria? -
¿Y esta Virgen Madre
que se desborda en torrente de palabras tras el rezo?
Y nada es mejor que oír su voz ,
No escucharla, no
escuchar ese belén de palabras tras... eso:
Luz declinante de
Eros en los oros
De la pintoresca bahía vista desde Playa Vargas
Y los malvas, y el
imaginario añil por ningún lado presente.
¡¡Virgen de mi Montserrat, mi Negreta Moreneta, Cathare et ma Noire Madame!!!,
¿¿Qué nos ha aún de deparar tu tan famosa jornada??
Verdadera verdulera, freganchina adicta a los chicharrones
Vocea , los brazos en jarras: “Aora sí qu´ha empezao el Berano”.
Luego añade con picardía: “Más caliente que los palos de un churrero”
Y cosas por el estilo que mejor será no oír:
“Estamos a 36
grados; lo sé por Interné”
Ideas irrebatibles, hechos puros, frases simples
Que entendería hasta una tripitadora de 1º, una necia, una
raposa.
¡¡¡Virgen de la Macarena en los Dolores del Puente Dolorosa!!!,
Tus Nombres
Invoco como el de Musa.
“¿Qué no haría ¨yo con tu body”,
Dice el semi-niño
Juan.
Noche del viernes 14
al sábado 15 de agosto de 2014. Asunción de la Virgen.
Escrito en el Cámping
de Torre del Mar (Málaga) a la luz de un
farolillo de papel.
... ....
... BIEN VEÍA yo las maniobras de
mi Señor, mi Captor: Ahora interponía sus ahoras, sus hoyes y no
solo sus ayeres en sus memorias.
Entre
su Vida y su Muerte.
Quería
volverse un puzzle para sí mismo.
(¿Dónde había oído esto?).
-
¿Acaso lo conseguía?
(Pero
el Alma desentraña los enigmas, levanta el sello de todos los que se le
propongan): No eran sino huidas de su propia Muerte largamente demorada.
Ahora
estábamos...
La
verdad es que no sabía dónde estábamos.
Le
deseé la muerte
y
al mismo tiempo entendí por qué hacía todo esto: lo de demorar la suya.
Y yo solo quiero ver a Diosa.
Podía sentir en mí, -como mi propia
experiencia- todo lo que invocaba
él ...
...
...
Como en el delirio de viento de mi playa, los gañidos invernales de gaviotas y
tumultos:
La
primera tormenta del otoño: ...
confusión de todos los vientos, rugidos de espumas en los Mäelstroms, bofetadas
de arenas y llovizna.
Y
lágrimas como afrentas en la soledad primera ...
En Playa... ... Mucho Espacio; nadie humano... ...
Solo Playa.
Podía
sentir el latido atroz en su sexo, -el de mi Secuestrador, mi Compañero, mi
Verdugo, el Borracho, Mi Señor, El Loco, Loco de la Carretera, mi Raptor- como un redoble que le precipitaba a él y a
todos en la Lujuria.
(Yo
hasta entonces no conocía su nombre; pero ya la conocía: era la playa, el
fresco tacto de Playa; eso era).
Pues
tanto más se acercaba a su final, tanto más se agarraba a ella. A la Lujuria:
el sabor a excesos: Cuanto más próximo a
la muerte se encontraba, tanto más se aferraba locamente a aquello que él
entendía por “vida”. El pobre loco. – De muchas maneras distintas acepté su aniquilación
y le maldije con toda el alma durante un instante eterno. Era como tener
concentrado en la punta de una uña el clamor agresivo de millones y millones de
estadios.
Yo tampoco tras tanto tiempo con él –mi
Camarada- era ya el mismo. Pensé. - Pero: a la vez Soy el mismo. Sentí.
Sí.
Estábamos por fin en playa. Mas no en Playa.
Mi
Señor ya no era bello ni hermoso. Odié la fea prominencia de su panza, el olor
de sus pies, su dentadura decrépita, la cifra de su edad y en general su
abandono. Le odié a él.
Le
maldije sin pausa durante 18 días. Recabé la ayuda de las nubes y de los niños,
de los gatos y del agua, de los árboles y de la Luna. Hasta el Mar con todas
sus maldades y violencias me pareció que se adelantaba voluntario a ayudarme.
Como si se la tuviera jurada hace tiempo. Como si le tuviera ganas desde la infancia.
- Le dije al mar que tranquilo, que tanto no se me motivara. Rugió ciego
en su invierno. Otra vez ajeno a todo.
Entonces,
por sentir algo, (¿lujuria?) supliqué que me fueran propicias la chispa extraña
de los lavadores de manos en los cables y las ondas invisibles que les
comunican. Pues ya iba yo recordando:
-Cuando
conocí al Loco, cuando empezó su Catálogo, tales cuerpos no existían. (- Pero Elektros
susurró a su manera que no lo electrocutaría... Todo era enigmático, suave como la arena, que
es eléctrica y es la Vida).
(Y
mi Playa).
Llamé
en mi auxilio a los fantasmas más ominosos de aquella ténebre comarca; en las
montañas próximas, aparentemente áridas, pre-sentía el aliento
del camino arborescente
que ha de conducirme a
Diosa,
que ha de llevarme a Playa;
(Pero me distraje y no escuché su respuesta
desde las ruinas, desde los difuntos, desde la parra de la vieja casa de labor
junto a la playa...- Cerca de Ciudad Costera del Extremo Sur de Europa).
Pero
mi Raptor nada sabía de todo esto y era 15 de agosto de 2014 y él soñaba
divertirse en una playa con amigos: Juan
Sánchez, Belén Rincón, Fernandito Schz.Rincón, Juanito Schz. Rincón, Ana,
Dávide, Elena... - Y también su mujer, a la que llama Morphi en su catálogo. - Mi Señor ya era un lavador de manos
cincuentón en domingo con familia y con parrilla.
Un
muerto de asco, un sin-cojones, un amargado, un pobre pringado, un fracasado,
un muerto en vida, un pichafría, un narco-adicto, un papi-pipa, un dipsománo.
Invoqué
con gigantesca intención al Rey Sol para que le destruyera y a los venenos de
las flores estramónicas y a las alturas y las Piedras Resbaladizas y al Fuego.
Pasaban
a veces imágenes de decapitados ...
... ... ...
... Yo le confundía con ellos.
Y
sin embargo no debí maldecirle como se debe maldecir para que cause efecto.
No
era posible acelerar su muerte natural, aunque le diera toda clase de elixires
y de humos que habían prometido matarle. -Sobre el plexo de mi cuerpo se alzó
un sol anaranjado que no conocía: la Ironía.
El
Sol mismo volvió a ofrecérseme para aniquilarle secándole las tripas,
cegándole en blanco. Me dijo en mis oraciones, que ya había matado a muchos
como él. El Sol hablaba con una violencia flamígera. Como el que está
calentándose con insultos, desplantes y amenazas para pasar cuanto antes a un
estallido de verdadera violencia. Así era el Sol. - Le tenía ganas a mi Señor.
- Y me dio asco. –
Pero él seguía allí, repugnantemente gordo. - El
Sol también era gordo: un gordo violento e insomne; mi Señor, un gordo Loco y
siempre-soñoliento. – (O “colocado”, como él decía en su jerga (como si estar
en las Drogas fuese algo así como un depósito, un archivo, una mesa, un
estado donde él se quedaba colocado, empedrado, atontado y entonado)). - Ya iba
yo recordando.
El gordo y obeso Sol se alejó salvaje,
inquieto, rugiendo, dando bandazos, irregular por completo, caprichoso,
eruptivo, maligno, siempre con ganas de quemar algo. - Respiré muchísimo más
tranquilo así que se hubo ido, dejándonos un resplandor lívido, una luz medular
de mediodía, blanca luz de clima Norte de Soles en femenino.
Me
hervía la sangre y la saliva de odio y de más odio hacia todos los detalles
conocidos de su ser (de mi Raptor, mi Benefactor, mi Misterio, mi Borracho, mi
Enemigo; no del Sol). Horrendos detalles particulares, se habían hecho, con los
años, familiares hasta el hastío. –Y sin embargo él ahí seguía. Estaba en su
romance con amigos y familia. Algo le protegía.
Allí
estaba entre ellos leyéndoles su Catálogo. Ya no era yo el único que lo leía. - Aquel
agosto de 2014. En la playa. Cuando terminó aquel verano y se despidió de sus
amigos,
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