2007-2008. REGRESO A ESPAÑA Y A RUTINAS
DESACOSTUMBRADAS
Parecía que tras nuestro viaje en coche por la
Costa Azul, Venecia y Suiza, nos habíamos reconciliado en la bella soledad de
los cámpings ; y que Morphi me “perdonaba” mi infidelidad con la agitanadilla
del SAT. - Se sobre-entendía que yo no lo volvería a hacer: que nunca más la
vería. –Pero cada vez que Morphi me presionaba para que se lo prometiera, yo me
encerraba en un terco silencio y no prometía nada de nada. -Sí, estaba piadoso y arrepentido, con tendencia a
ceder en casi todo. Pero tanto no. Simplemente no me imaginaba la vida sin
Corazón, aquella graciosa coqueta.
- Por el hecho de que
nuestros encuentros fueran breves e intermitentes, no dejaban de ser
infidelidades conyugales en toda regla, cüernos en un cuadrángulo con cornucopias
de dos flechas dobles; era evidente que terminaríamos pinchándonos.- Recuerde
la sensata Lectora que una infidelidad no deja de ser una traición y un grave
daño emocional por poco que dure: Un solo beso a veces pesa... Si el mejor amigo de tu marido lleva toda la
noche poniéndote en el culo toda la mano abierta, y tú te haces la tonta, estás siendo tan
adúltera como si en los aseos del local te pusieras como una perra y consiguieses una penetración completa. - Sabes
que eres una puta, cuando prefieres los rápidos.
- Por lo pronto quedamos
otra vez en la ciudad de la Gran Mezquita, una capital del Al-Ándalus. Yo fui
con la idea –confluyendo con las leciones de Morphi- de romper para siempre con
Corazón. Pero una cosa son, querida Lectora, nuestros planes y serios proyectos
y otra bien distinta la realidad, la imprevisible:
- Para empezar, aquella
mujer de los mil disfraces y fulares se presentó no con el atuendo de una
damisela de 1870, pamela rosa y quitasol a juego (como en San Pedro al principio
del verano) sino mucho más provocativa:
Con unos vaqueros ceñidos que le marcaban las caderas y el culo de una
forma exagerada. Mi primera impresión es que todos los hombres de los
alrededores estarían, igual que yo, violándola con la mirada. Luego, ya no
puedo hacer otra cosa que mirarle los pantalones y pensar en ellos, da igual de
lo que hablemos.- Ya ni me imagino diciéndole hola y adiós, no quiero que nos veamos más, y todo eso que parecía
tan claro y tan resuelto cuando venía en el coche y ensayaba mi monólogo.
- Mi monólogo real ante
la chica de los bucles endrinos , -pequeña de estatura pero frondosa en
encantos,- queda muy por debajo de mi pre-figuración. Ella entonces, cuando no
he soltado aún ni una cuarta parte de mi discursito de despedida, me llama “manso”; es la primera vez que me insulta
una mujer desa manera. Está insultando mi virilidad. Siento que se está
sentando con todo su redondo culo sobre mi cintura y que me inflama de
violencias.- Ganas de desnudarla en esa misma taberna para informarla de mi
bravura; fantasías locas de violarla en la escalera... -Hace mucho calor en la
ciudad senequista, pero mi temperatura corporal sube 3 ó 4 centígrados cuando
ella me pregunta si no me he traído el bañador.
- Por el dédalo de las
callejas de la ciudad antigua junto al río y la Gran Mezquita, me conduce hacia
la rara desnudez del hamám. Las
termas de los árabes van mezclando irrealidades de luz platónica pileta a
pileta, entre la claridad de las lucernas y el vapor de los baños cálidos, van mezclando
las caricias de nuestros cuerpos como si fuesen vahos de diferente
densidad. -No pensé que fuera tan fácil
y tan natural llegar al primer contacto físico real:
Ella
abre la puerta de la habitación del hotel y yo la agarro con las dos manos por su
delgada cintura que se estremece: Su cuerpo parece una mariposa o una flor
desmayándose de repente en mis brazos.
...
...
...
2007-2008: EN OTRA ESCUELA
DE AMOR
Sin darme cuenta de lo que hacía –como tampoco
ahora soy del todo consciente cuando lo narro-, me inscribí aquel mes de
septiembre –poco después del reencuentro con Corazón- en un
curso de auto-crecimiento en el que participaban una variedad de mujeres, de
diversos atractivos, y solamente dos varones: yo y otro compañero (que resultó
ser gay).
En teoría se trataba de una situación envidiable: Yo a
solas en la atmósfera impune de un grupo
de formación junto a cerca de 15 damas,
cada una más deseable que la anterior. Olía a hembra y a joven genital femenino
desde la primera bocanada. -Lancé una mirada genérica a la manada de un felino:
estaban buenísimas, me hubiera follado a
todas y a cada una de mis camaradas de taller:
A esta porque tenía el culo pequeño, apretado
y era pelirroja; y a la otra porque era la ensoñación del Cauca. A la de más
allá porque era inocente y fiel a su marido; y a su hermana mayor porque era la
hembra sabia más allá del tiempo. Deseaba a la mujer fatal oficial y a la
Barbie idiota que no ha roto un plato en
su vida. -Pero sobre todas las demás deseaba a la sueca.
- Al lector que posea
memoria histórica no hará falta recordarle el prestigio erótico que llegaron a
alcanzar las suecas. Acostarse con una verdadera hija de Estocolmo –cuyo nombre
ya es una invitación a la locura- cruzada con las vetas rubias de Moldavia,
seducirla y jugar mientras ella habla
graciosa pero despectivamente de su prometido, acostarse con la moldava-sueca
que tiene nombre de santa... (Susana es nombre de puta; Tereza es nombre de santa)...
También hay algunas otras
en el grupo que me provocan un interés anormal, y empinamientos: Hay una chica sioux que habla muy despacio: sí, es una
cara típica sioux; yo me enrollaría
con ella en cualquier momento. Ella siempre está –como Helena de Troya- mal casada o al borde de un divorcio a la
italiana, de una despedida a la francesa, de quedarse más sola que la una, de enamorarse
del hombre inadecuado.
- También hay otra un poco más mayor con unas
tetas pequeñas pero muy redondeadas, como rosas. Yo le comería las tetas sin
mayor problema .
- Y aún más: Una joven
casada que se queda preñada solo con mirarla; ya lleva paridos dos cachorros y
ahora anda embarazada de su tercera cría
; me atrae extraordinariamente. – Y también había las yermas, las atractivas
por yermas.- Y la joven psicópata presumiendo de violaciones semi-consentidas.-
Y muchas otras. - Aquello era el Edén de la promesa de Eros en torno a mujeres
que lo necesitaban. –Pero yo no necesitaba tanto Amor; yo ya lo tengo.
- Gozaba a diario, semanal,
mensual y anualmente de oportunidades y experiencias eróticas como para dar y
regalar.- A veces simplemente estaba harto y me quedaba en casa estudiando
griego en vez de salir para lograr con más o menos esfuerzo un orgasmo –o
varios- casi seguros. –Pero aunque mis tasas de cópulas, caricias y besos
sobre-pasaran a las de Nueva York o las
de una urbe de adictos y adictas al sexo, yo no era muy feliz:
-Yo estoy contra Freud/Fraud (UG Krishnamurti, dixit) y todos los salidos insatisfechos
que convencieron al mundo –en especial a Norteamérica- de que no éramos felices
porque no follábamos bastante . –Lo cual debía ser cierto en el caso de
Sigmund: No es siquiera posible imaginarse al fundador del psicoanálisis
anotando cosas del estilo:
- “Soñé que Anna O. me la chupaba.
Luego se me subía encima y me follaba hasta vaciarme. La sensación era de paz
en el sueño pero cuando me encontré aquella misma mañana en la realidad con
ella y con mi ilustre colega el Doctor Alfred Breuer en el gabinete de nuestras
“terapias de charlas”, me sentí extraordinariamente excitado y hube de encerrarme
en el aseo para la catexia de mi deseo sexual no realizable salvo en mis
fantasías.-Al salir, el dr. Breuer pareció notar algo porque me miraba mucho
los pantalones y luego la cara. Creo que me sonrojé y por un momento conseguí
contener una nueva oleada de abandonos libidinales así como la incipiente
erección. Me parecía inútil recurrir otra vez al onanismo; ¡no hacía ni 5
minutos que había estado en el retrete! De modo que seguí charlando como si
nada con mi compañero y con nuestra paciente Anna O. mientras –debido al riego
sanguíneo activado por el Sistema Nervioso Autónomo, es decir, por el Ello- me seguía creciendo el falo como un Atlas.
Sentado junto a Anna en el diván del terapeuta, apenas se podía notar nada a simple vista,
gracias a los pliegues de tergal de mis pantalones de pinzas. En especial
cuando hablaba Emma Anna, temía
que mi excitación erótica –que era enorme ante el simple estímulo de su voz-
desembocase en el acmé de la eyaculación. Sobre todo porque el profesor Breuer
no cesaba de mirarme con ojo clínico como si sospechase.- Entonces, con voz
quebrada por el inicio de las contracciones pélvicas –cuando no hacía ni 10
minutos que me había desfogado en el cuarto de baño para seguir, frío y
objetivo, la terapia- (ya me subían por la cara interior de los muslos una
especie de calambres o de fogaradas hasta el escroto cuando hablaba ella de sus
progresos con su voz lenta o cuando me miraba fijamente el señor Breuer, mi
estimado colega), dominándome con gran esfuerzo le pregunté a Alfred –aquella
sesión de terapia todavía era suya- si le parecía mal que nos administrásemos
una dosis de 3 gramos de cocaína pura. (Solíamos recurrir a ella y, la verdad,
no solo por mitigar la fatiga del trabajo sino por meros motivos de recreo: Se
trataba de un producto muy bueno: el ganador de un festival de calidades de
polvo de coca promovido en Cartagena de Indias por la farmacéutica Bayer.) –“¿No
cree Vd. que sería más conveniente la morfina?”, sugirió Breuer con un tono levemente autoritario y sin disimular ya
una nueva miradita a mis pantalones, que aunque fueran de amplia tela, me
marcaban un bulto enorme en mi zona genésica. –“Si se me permite opinar a
Mí, Yo prefiero la coca”, declaró muy
formal Anna pero sin dejar de mirar con decisión a su terapeuta.- Al final
tomamos por vía intra-venosa más de 3 gramos cada uno de ambas substancias. En
la jerga del hampa del Prater se le llama a esto “Revuelto” (por poseer cualidades excitantes y
depresoras incompatibles). –Pero después de 6 ó 9 inyecciones de droga, estábamos igual o peor
que antes. –Solo que ahora mi grado de erotización se había vuelto casi
insostenible gracias a la desinhibición provocada por los fármacos:- El Ello en vez de convertirse en “Yo
consciente” gracias a las admoniciones y principios morales del Super-yo,
mantenía arrinconados a sus compañeros de casa y amenazaba con desbordarles y
echarlos... Ya solo deseaba con toda la
intensidad de mis fuerzas psíquicas
que mi estimado compañero de profesión el Dr. Breuer despareciera, que cogiera
la puerta de la calle y se largase dejando a mi cuidado el caso Anna O. –De
hecho, la transferencia de nuestra enferma era lo que nos había reunido allí
aquella mañana.- Yo sabía que Alfred Breuer (hombre casado y con hijos) quería
abandonar la dirección de la terapia desde que Emma , quiero decir: Anna O., había padecido un embarazo histérico del que
responsabilizaba a su analista. –Pero a mí no me importaba que me acusase de lo
mismo; más bien al contrario.”
.... No, no es
posible imaginarse a Freud en plan de confesar tales cosas. Parte
de la fascinación que ejercen sus relatos clínicos desde
hace más de 100 años es que siempre son comedidos en la expresión aunque hablen
de cosas como penes, vaginas o bastones. Se ha dicho que se trata de
folletines.- Quizás, pero no pornográficos:-Si lees Estudios sobre la Histeria no vas a encontrar warming ni burning stuff como
el que aquí te ofrezco (aunque acaso un lenguaje más brutal estuviera más cerca
de la realidad pansexual del fundador del pansexualismo: baste imaginarse a
Wilhelm Reich dirigiendo la terapia de Anna O., primera y frustrada cura psicoanalítica: Reich le habría
arrancado las bragas a mordiscos en la primera sesión) .
- Según Freud y Reich
estamos mal porque follamos poco o no
follamos del todo bien.- - Con esta frase, bien que ordinaria, todo el mundo
entiende, creo yo, la Psicología de las Profundidades.
- Desde 1900 –y en la
misma zona centroeuropea donde se ideaba la Teoría de la Bomba Atómica- el
mundo occidental fue persuadido por la Teoría de la Bestialidad o por una
teoría de lo más bestia: “Las mujeres se
ponen histéricas porque les arde el chocho”.
- Naturalmente el dr. Freud no podía inaugurar sus congresos de la
Asociación con una frase tan tabernaria, escupir a un lado y agarrarse el
paquete de tergal. Era más sutil. Pero en el fondo eso es lo que quería decir. -
Da igual que se lean, se interpreten y se re-interpreten sus escritos otras mil
veces: “ Folláis poco, folláis mal; por
eso estáis/estamos neuróticos/neuróticas”.
- Pero yo hacía el amor
28 ó 30 días al mes, tenía multiorgasmos y novedades en el deleite aquí y allá
hasta perder la conciencia post-coital (como los conejos) y sin embargo, no era
feliz ni estaba equilibrado.
- Cuando suministro y
anoto estos hechos no pretendo presumir ni polemizar: Toda la salud mental NO depende
de “tener buen sexo”.-
- Es un hecho que disfrutaba de “buen sexo” (o
mucho) porque, a mi manera, tenía pareja estable y amante ocasional. El sueño
–tal vez por influencia de Freud- de cualquier hombre casado. Pero no contento
con este contraste bicolor, todavía me quedaban días para ensayar la aventura
con otras.
- No es que yo pusiera
empeño en traicionar a Morphi. Pero, aunque ya éramos pareja y pasábamos casi
toda la semana juntos- me parecía irreal serle fiel, comportarme como un marido
que se conforma con su cautiva a cambio de que ella se conforme con él.-( De
vez en cuando pasa la belleza, el Eros real y los dos babean mirándolo con el
rabillo del ojo: Esta era mi imagen proverbial de la trampa del matrimonio).-
Eso no era para mí. Quedó
decidido hace mucho tiempo: A mis 23 años, cuando abandoné a mi Novia y la vi
quedarse plantada en medio de la calle, como diciendo que me esperaría siempre,
su estatura en el retrovisor del coche. Y cada vez más pequeña...
-Es imposible que yo sea
la pareja, el hombre de Morphi, el marido de nadie. No le he prometido nada; no voy a prometerle
nada; comprometerme sería quererla muy mal.- Lo tengo más que comprobado.
-Es imposible que yo
pueda serle sexualmente fiel a nadie. Me refiero a fiel “de obra”; no hablemos
de “fiel de pensamiento” (o “fiel por omisión”).- ¿Durante cuánto tiempo he
sido capaz de no tocar más que una piel, de no acostarme más que con una?-
Siendo realistas, desde los 16 años no habrán pasado de 100 días si se suman
todas las pausas de sexo completo en monogamia exclusiva.
-Ahora no estaba
precisamente en una desas pausas...- Muchos sábados prefería quedarme en casa
estudiando el aoristo griego que salir a la calle con una probabilidad de ligar
de un 1000/1000.- Ya he dicho que en ciertas fechas como el 14 de febrero,
Navidades, fiestas locales, vacaciones de verano, carnaval, puentes y otras, la probabilidad general de seducir o
ser seducido aumenta notoriamente transformándose casi en una sentencia, en una
posibilidad inexorable para los sujetos que ya antes –como yo- ocupaban lo más
alto de la tabla de tasas de frecuencia sexual.-Por lo cual, yo esos días ni
salgo, y cedo mi remanente porcentual al primero que pase por la calle.- (Sin
embargo, no puedo evitar que el fantasma erótico desas efemérides me visite en
mi soledad, se cuele por mi ventana o transpire por las cañerías). -
-No, Freud, de ninguna
manera: No todo es follar mucho ni follar bien.-No te creas.- Mira Fritz Perls:
follaba como un loco y estaba neurótico perdido. Y algunos –santos o gente ordinaria-
no follaban nada y eran bienaventurados.
- No te digo que una
catexia fluida de los impulsos libidinales con una abreacción intensa del
trauma original y del retorno de lo reprimido, no te haga estar un poco más
relajado. Sí, en algún sentido: Los del buen sexo, los ricos en Eros, somos los
satisfechos. –Pero, si lo hubieras experimentado, sabrías que eso no lo es
todo.
La gente –incluyéndote a
ti y a todos los rancios de Viena- no sufre por falta de Sexo sino por falta de
Dios: por falta de Eros: por falta de Amor.
EN OTRA ESCUELA DE AMOR
(Continuación)
Pero creo que he descrito
de manera insuficiente la lascivia que se apoderaba de mí y que se efundía
hacia mis compañeras trastornándolas de alguna manera.
-
Es posible que un día, no tan lejano, se
pueda medir el sex-appeal de un
organismo humano mediante un análisis de sus feromonas. Entonces se verá que
arrojar a ciertos hombres en medio de una docena de mujeres, es como arrojar
una bomba química. -Sí, para mí resultaba divertido y a la vez
fascinante: era mi deleite favorito disponer de un campo de doce rosas. Pero ¿y
ellas? ¿A cuántas tendría que traicionar, a cuántas rechazaría cargando las
tintas para que no les quedase duda de quién rechazaba a quién, a cuántas
acariciaría hasta que abriesen la boca en un gesto de entrega y... me apartaría
entonces para que sufriesen?, ¿a cuántas les diría desde el primer instante que
tengo pareja y hasta dobles parejas, que no se hagan ilusiones, bonitas, que yo no vengo a ligar a este taller de auto-crecimiento, de
auto-curación, de auto-meditación pero todo ello a la vez en grupo –(como una
reunión de zombies centrados en sí mismos que de vez en cuando susurrasen buena
música a coro mas con los ojos cerrados)? -, ¿a cuántas iba a humillar, a
cuántas podría seducir en el largo curso de tres años, a cuántas volvería locas
con la excusa de que la locura lo cura
(Memo: Guillermo Borja) (D.E.P.)? ¿A cuántas maltrataría, aun siendo guapas y
en extremo deseables, con el rollito de
que llevo juego y que no pretendo nada sino que se olviden de mí y de mi nombre, que me
dejen en paz, y a la vez estar con ellas? ¿De cuántas
me burlaría hablando como un macho alpha
que renuncia a sus privilegios alfabéticos, gallo del corral que se retira a un
rincón a ver si se anima el gay a tomar las riendas de estas hembras, macho
hispánico que se pasa por el Arco de Triunfo los deberes y valores del pater familias latino, patriarca que se
toma a guasa la filosofía del declive del patriarcado; macho, sí, pero no puta
ni idiota? ¿A cuántas dañaría, cuántas lágrimas verterían por mis insidias? ¿Sería
capaz de hacerles daño físico?
- Por supuesto que sí: Me
tenía que morder los labios solo de pensar en pellizcarles el culo a unas u
otras (como vivíamos en la Costa casi todas tenían caderas de costeñas: redondas como el Sol o las bahías; las aportaciones
latinoamericanas y suecas no habían hecho sino acrecentar la calidad de los
traseros del grupo).
- Sí, ¿cuántas lágrimas verterían aún por mí todas aquellas
desorientadas que ahora exhiben sus gracias para darse a conocer y hacen
piruetas solo por llamarme la atención? -Yo me presento también con una
voltereta y al mismo tiempo les digo que si se olvidan de mí, tampoco pasa nada
-(es lo que llevo diciéndole a la gente desde el bello colegio de malos curas:)
Dejadme que me marche.
- Me quedo. Me quedo por
la sueca, claro. Cada día estoy un poco más cerca de sus inolvidables tetas. A
veces las bambolea en el baile a pocos centímetros de mis ojos y luego me grita
que no se las mire. Hace lo mismo que yo;
qué lista: Se acerca y luego me dice que no me arrime tanto. - Le contesto
muy serio, sin perder la calma que no le estaba mirando las tetas, que la
estaba mirando a ella. Aunque al mismo
tiempo pinso que la forma de sus senos también es ella. - Su rostro es el sueño rubio de Escandia mezclado
con unos ojos obscuros, pequeños, con ramilletes de pestañas de Italia en una
esquina, la expresión de la boca siempre abierta al coqueteo. -Por irme
acercando un poco más a la sueca, yo pagaría 27.000 euros ó 54.000, o los que
hiciera falta. -Esos pre-calentamientos cada semana más directos en el curso de
ejercicios o de bailes, no tienen precio; y, desde luego, valen los 100 euros redondos
que pagamos por cada taller de fin de semana (a cuatro talleres por mes durante
36 meses: 14. 400 euros (SATs, terapias individuales face to face, balsas por la cara, supervisiones por la GETA, y re-birthings sueltos, constelaciones de
hostias -vas con la seguridad de que el terapeuta te va a dar una hostia, una
hostia tremenda, pero no sabes cómo ni por qué ni en qué momento- , aparte).
- --- Surgen comparaciones espontáneas pero indeseables sobre el
precio por hora de terapia y la equivalencia de trabajo y mercancía en la
prostitución: 60 euros la hora de vis- à- vis con tu terapeuta, todo para ti en
una habitación cerrada; 60 euros la media hora en el dormitorio del club con la
chica de tu preferencia:- El curso era
con diferencia más barato que el burdel desde que yo podía permanecer en estado
de erección desde la mañana del sábado hasta la tarde del domingo sin pausas ni
siquiera para comer. (Es cierto que apenas hay prostíbulos para mujeres; lo que
tal vez explica la masiva presencia femenina en el mundo de la terapia).- Si es que me quedaba a comer con aquellas
compañeras mías, semejantes a lobas porque se despertaban mojadas y se
acostaban aullando... - O eso me parecía a mí, que las observaba con creciente
compasión: Me daban pena por anticipado aquellas incautas que se hacían las
listas y hasta exageraban la prominencia de sus encantos, sin darse cuenta.
–Era una evidencia más que obvia que se sentían atraídas por mí. La verdad es
que habían tenido muy mala suerte las pobres: Habría sido mejor que les tocara
estar con Landrú o con Idi Amín Dadá. Con un vampiro o con un licántropo. Con
cualquier otro... O solas. -¡Yo sólo las iba a volver más locas, más enfermas!
-
Si tenían que disputar entre ellas por el
dominio (metafórico) del único varón heterosexual, bien podría haberles tocado
en suerte otro; sí, uno normal que se sometiera a sus maquinaciones y fantasías
y no alguien como yo comprometido en la tarea de contrariarlas y contrariarlas
hasta que lloren y confiesen que están absolutamente enamoradas de mí aunque saben que para mí no significan absolutamente nada. –No veo fuera de mis posibilidades cumplir este proyecto de
someterlas a todas a la fuerza mágica de Eros. Y más disponiendo de tanto
tiempo: años por delante.- A veces cada expresión está
como medio untada en sexo: por delante-.
- -Esto no significa que piense acostarme con las doce; eso sería
traicionar a Morphi; mis ideas van por otros derroteros.- La verdad es que
entre unas cosas y otras, siempre voy a
la terapia de grupo un poco caliente. Llevo restos de efluvios de la noche del
viernes y del alba del sábado. Soy un cerdo bien alimentado y estoy cogiendo la
costumbre de no ducharme más que para separar las cosas: Si no voy a cambiar de
carne, ¿para qué voy a ducharme? Por lo demás, me gusta estar sumergido en el aroma de piel fina de mujer, parece que eso
agudiza mis fosas nasales y mi mente, y atrae a más animales-hembras (ya he
explicado que ni siquiera me repugna el olor de sus... esencias más íntimas).
- En cuanto olfateaba el aroma familiar de nuestras reuniones en el
subterráneo, -mármol y parquet-, el cuerpo perfumado y cálido de todas aquellas
mujeres, me parecía excelente... En
cualquier momento empezaríamos a bailar y a tocarnos a una señal de nuestra
monitora. ¡Y no era la sueca escultural la única que quería bailar conmigo!;
las pobres intentaban disimular moviéndose a ritmo sensual entre ellas, pero
cuando llegaban a mí, se les iluminaba la cara. -Y a mí me daban pena pero
seguía jugando a seducirlas. - Era la danza de Krishna
con las gopis aunque yo no hubiera
llegado todavía al rasa-lila.
-
Poco a poco fui calentando la situación y multiplicándome en
mi lujuria. Manipulando aquí y allá, elaboré un personaje castizo con trece hijos y
le dije a la mujer fatal oficial –de voz raspada por los porros y andares
tambaleantes- que se apartase de mí, cuando llegaba Morphi: que era mi mujer y que no quería que pensase
mal. –Era como decirle: Lo que
estás haciendo está mal; acosar a un
hombre casado. Mi objetivo era avergonzarla, es decir: hacerle daño. Y
parecía haberlo conseguido. A otras les falté el respeto de diversas maneras
hasta que se difundió el descontento entre una gran parte de aquellas lobas o
chacales.
-Empezaron a ladrarme y a
morderme una por una y comenzando por la sueca. De repente yo era una especie
de salido cuarentón que protagoniza escándalos sexuales con unas y con otras. Incluso
las no-afectadas me miraban ahora con cierta atención, asombradas de que
hubiese ofendido de manera íntima a tantas en tan poco tiempo (a la primera semana) y
yo les sonreía un poco avergonzado.- Cuando me tocó el turno de explicarme, pedí
disculpas por todo. Mi personaje de castizo hombre casado con 13 churumbeles y
en espera de mellizos, mujer sumisa y una ambigüedad característica, había
llegado a su fin: Me habían desenmascarado como un viejo verde o algo así, y yo
les decía simplemente lo siento (¡).
- Entonces se alzaron algunas voces en mi
defensa: Ángel –el director- dijo que “proyectaban”
en mí todos sus resentimientos contra la figura de “El Hombre”.- Solo de
que me llamara así, me excitaba: No me
importa cargar con las fantasmas de los maridos perdidos, los padres abusadores,
los suegros incestuosos, los yernos sádicos, las nueras maltratadas, los
sobrinos con brotes y lo que te apetezca
“proyectar” en mí:
“El Hombre”.
La palabra quedó gravitando en el silencio de la
sala; era como si de pronto me hubiera crecido una tranca de 40
centímetros y todas me la mirasen con respeto. - Algunas mujeres también me
apoyaron: Eso me pareció el colmo de la popularidad: que las opiniones se
mantuvieran divididas casi al 50 %.- De buen rollo estábamos ahora: Tras la
tentativa de lapidarme; yo había sobrevivido.
Entonces pensé que había que echar del grupo a algunas
hembras.
-
Las dos que peor me caían, dejaron de venir
tras tener incidentes conmigo. Que abandonasen el grupo, lo viví como una
victoria: Estaba claro que me había metido en una peligrosa experiencia de
supervivencia y que siendo el único varón no- homosexual, lo fácil es que me
sacrificasen a mí. Por eso cuantos menos elementos fueran quedando, más
probabilidades habría para mí de salir ganador de aquella especie de Juegos del
Hambre. Por lo pronto el Destino había decidido quitarme de en medio a dos de
las mujeres menos deseables. Era como si yo estuviese
sintonizado con el Destino o influyese
en él a través de alguna clase de energía relacionada con el Deseo más que con
Eros. -Pero,
en el fondo, ¿podría haber mayor reto para un devoto de Cupido-Krishna que
seducir a una manada, a un montón, a una avalancha, a más de una docena de
mujeres?
-
No. Y en todo caso sería bailar con 10.000 y
saciarlas a todas. Pero está más allá de toda duda que yo no soy Dios; no soy
bello como es Krsna.
-Más pronto o más tarde solía quedarme solo y a fuerza de
habituarme a dialogar seriamente conmigo mismo y meditar acerca de las cosas
con cierto detenimiento, ya casi no podía pasarme sin algunos ratos de soledad donde
se desvanecían los efluvios y dejaban de
agitarse como en un charco de rostros las facciones deliciosas de las 3000
millones de seres humanas, 3000 millones de personalidades que solo Dios es
capaz de amar una por una. –( Y hasta le da tiempo a mandarles wassaps
personalizados en un solo minuto 30 veces.-
Pero eso es porque es Dios y posee muchos brazos, muchas manos, muchos
actos. Yo, en cambio...)-
-
Mi pequeño redil de hembras de fin de semana
formaba parte del confuso harén de un cerdo.
-
Los lunes estaban las extrañas
chicas que salen los lunes y las profesionales del sexo.
-
Los martes las yonquis.
-
Miércoles, jueves y viernes, volvía a Morphi,
sus ojos glaucos, glaucos.
-
Algunos fines de semana
celebraba re-encuentros quasi-eróticos con ex-parejas, ex-amantes y ex-amigas.
Así que de falta de Eros
(o en este caso, de Sexo) no me podía quejar pero el hábito de meditar me
sorprendía automático hasta cuando no lo había decidido. Era algo asi como el
talento para el artista, o la rima: un faro en el naufragio. Me alcanzaba donde
menos me lo hubiera esperado:
En la
soledad de un reservado sin música donde un vaso de absenta busca una especie
de debate metafísico acerca de mis pecados.
O en esos preciosos segundos vacíos entre la caricia de la hetaira y su salida para traer una nueva loncha de
cocaína.
La meditación se apoderaba de mí en la sauna de las termas del O2
en Plaza de Toros Vieja. O casi siempre en la playa.
Ella –la Cordura, mi enamorada- me decía, en su lenguaje
sereno, que lo estaba haciendo perfectamente bien al moverme en mi tinglado de
pareja-amante-ocasional-y-las-que-vayan-saliendo. Yo siempre pensé que
la estatura de un hombre se mide por la pasión que despierta, no por el dinero
que produce...
El cínico Diógenes en su tonel recibía gratis los favores de la
bella Phriné mientras que Alejandro sería macho estrategós, pero pequeño de pito: le mataron a su novio (según recientes
investigaciones de National Geographic: “On the weight & the height & diametre of Alexandre
The Great´s Pennis. New Evidences”). -
Semejante a Bonaparte y a
Julio César en diferentes rasgos:- El espadín de Napoleón se ha calculado no
mediría más de 13 centímetros; en cambio Robert Graves y Suetonio aseguran que
Cayo Julio César “tenía una polla corta
pero bastante ancha”: Especialistas estiman su diámetro en 2 pulgadas y
media)
Datos que solo han podido aflorar ahora pero que revisten
transcendental importancia.
VERANO DEL 2008. MORPHI Y EL
SUEÑO DEL TREN
El regreso o la fundación de rutinas desacostumbradas eran los
periódicos encuentros con Corazón, totalmente al
margen de la vida de todos los días. Como si siempre nos juntáramos más allá
del tiempo. O de la realidad...:
-Tras los dos episodios del verano –uno en la
Costa, otro en las termas de la ciudad de la Gran Mezquita- pensé que no nos
veríamos más. Cada reencuentro era una puñalada en el pecho delgado de Morphi.-
Sin embargo, cuando ya se insinuaba el otoño y se empieza a vaciar la Costa,
Corazón –aquella zíngara hedonista rodante y sin hijos- me llamó para
anunciarme que pasaría por mi ciudad el viernes de camino a un curso en Ronda.
- No parecía cuestión de
discutir si nos veríamos o no. Nuestra relación sin mañana y clandestina
parecía algo continuo e inequívoco como las ondas electromagnéticas o la
gravedad: Ella tenía una noche de paso en Bella Ciudad Costera del Extremo Sur
de Europa –especie de prostituta sagrada con la que se quieren ir todos,
destino favorito para fines de semana de liberación sensorial, puerto de todas
las fantasías de Eros sub-Trópico-, tenía una noche libre, y me la iba a dedicar a mí. –La extraña
determinación de aquella muchacha bohemia e histriónica a la manera de Emma Bovary, me dejaba atónito y embobado: No requería mi opinión, no
me preguntaba si estaba viviendo con Morphi o si era mi
pareja, daba por supuesto que esa noche no habría nadie más que ella y yo.- Yo
y Corazón en la aún cálida pero ya despoblada noche de
principios de septiembre de 2007.
Era
un adulterio en toda regla aunque no estuviéramos casados ninguno.
Entre las soluciones
radicales al problema de los cüernos cabe destacar dos extremos:
A) Fidelidad
carnal absoluta en matrimonio monógamo cerrado;
ó
B) pareja abierta a lo
Jean-Paul Sartre –Simone de Beauvoir: cada cual hace lo que quiere, folla con
quien quiere, se enamora de quien quiere pero nos lo contamos todo.
Por supuesto que la segunda solución parece de lejos no solo la más
moderna sino sobre todo la más realista. –Puesto que la fidelidad conyugal
nunca ha pasado de ser una mentira institucionalizada con tendencia al chascarrillo
y a la diéresis de cüernos; salvo en contados casos, tan raros como, tal vez,
el fenómeno de la santidad o la tasa de asesinos entre mil hombres.- Entre diez
mil , uno fiel.
Pero
yo no tenía la autenticidad de Sartre y me sentía incapaz de suscribir con
Morphi un contrato matrimonial –o contrato de convivencia- con semejantes
cláusulas.- O estás o no estás, como
suelen decir los españoles en su tono apremiante.
De modo que hacía lo que
cualquier marchista indo-europeo aflamencado y con un hálito de los campanarios
bruxellois de Sylvie: La engañaba, y de
vez en cuando le partía el corazón dejando por ahí, como quien no
quiere la cosa, alguna pista para que descubriese mis encuentros con la
gitanilla, ser de ensueño.- Sí, en el fondo era como lo de Sartre pero no tan a
las claras.
No es que nuestras citas se hubiesen institucionalizado
pero se habían hecho habituales. De la tercera –la de septiembre de 2007-
apenas recuerdo nada. Ningún detalle sino que, como siempre, acabamos en la
cama. - El deseo de poseerla ha desplazado cualquier otro recuerdo, ha asolado
toda huella; así estaba mi mente centrada en el deseo continuo de su cuerpo.
-Y así, entre aquellas visitas de Corazón, saludablemente periódicas,
las extrañas chicas de los lunes, las piradas y las junkies, las lobas con hambre canina de la Escuela de Amor, alguna
que otra novedad venusina temporal en la Fábrica, las bellezas del barrio (“ninfas del arroyo”, las llamaba Marcos, siempre elegante), los encuentros tensos con ex-amigas y las eventuales
sorpresas callejeras, las amigas de Sarah en top-less con ojos que presentían ya Grenôble y las amigas de mis amigas son mis amigas; y las hetairas
que salían de cualquier parte y los cada vez más numerosos y aglomerados clubs,
verdaderos almacenes de aventuras
acostumbradas..., entre unas y otras iban pasando los meses de la temible
Crisis sin que mis necesidades principales se resintieran.
Todo parecía estable y absurdo como mi vida de
infidelidad normalizada.
Pronto llegó el verano de
2008. Cumpliendo un sueño, Morphi y yo decidimos comprar un billete de tren muy
largo. Desde niño había fantaseado con las leyendas del Transiberiano y el
confín Vladivostok.- El colmo de la Contemplación me parecía un trayecto
interminable sin ver otra cosa que la Siberia, cuya extensión es inconcebible.
En
los mastodónticos trenes de la India, antiguos
pero pulcros (al menos los wagon-lits),
entre Jaipur y la sagrada Benarés –donde estallaron las pasiones y los
milagros- , en un tren-hotel suntuoso que salía
de Bombay y llegaba a Goa; en el “tren lechero” camino a Camagüey que cantara Silvio;
en el ferrocarril impecable que nos trasladó hasta la tanática Berlín, por
Italia y por mil vías férreas de España y del extranjero había podido cumplir
mi sueño. –Hasta en Grecia, donde lo normal es el barco.
Pero esto era distinto: Era
un billete internacional para que viajaras todo lo que quisieras pero con un
límite de días. La verdad es que no me lo acababa de tomar en serio aunque me
atraía: - ¿Por qué no nos enseñaban
antes de comprarlo, un buen mapa de todas las ferrovías desde los Pirineos a
los Urales, y una tabla con todos los
horarios y posibilidades de transbordo?- No. No era posible hasta que no
adquirieras el tícket: - Primero pagas a ciegas sin haber podido diseñar ni un
recorrido ni un calendario, y luego ya
te enterarás de cómo va la cosa, sobre la marcha, sí. - Olía a chamusquina.
Parecía el típìco truco del almendruco: no sabes dónde está la bolita hasta que
no levantas el cubo.
Pero Morphi me presionaba para que me
decidiera: -Al menos esta vez no llegué tarde a la estación, no perdí el tren
como al comienzo del Camino de Santiago con Lesbia en 2005.
Una noche de principios
de verano dejamos atrás la bella Ciudad de Costa, -como quien mira a una
sobrina hermosa a la que sabes que van a violar en cuanto te des la vuelta, -como
se mira el cielo lleno de estrellas antes de acostarse contento, de cara a una
noche más obscura y mayor, - subimos al sleeping
no del Paris-Mediterranée (como
el cadáver de Brassens) sino al Expreso que bordeando la costa –a veces el mar
está tan solo a unos metros de la ventanilla- , conduce por la noche a
Barcelona.
Y Morphi, -mi Amor en medio del tumulto, la
Única en un charco de rostros de mujer- sonreía todo el tiempo. Parecía feliz.
Ya he explicado antes, a
lo largo deste prolijo catálogo, que las
mujeres que salen conmigo, adelgazan y suelen acabar muy mal. Morphi ya estaba
esquelética como Buddha en los extremos del ascetismo. Sus ojos
glaucos, glaucos se le habían agigantado como a un niño famélico de la India.
Conmigo, de 365 días, al menos 265 eran de
disgustos. Con frecuencia pasaba semanas
enteras sin hablarme, sin hablar con nadie, hasta quedarse sin voz. Pero el
hecho de que se mantenga callada mientras se mueve por la casa entregada a labores
que detesta, no significa que no diga nada: Su Silencio es más elocuente que la
imagen muda de una gran estatua desmoronándose.- No debía ser la de Franco
ecuestre, ni la de Stalin, ni la de Saddam Huseín. Sino la mía.
Yo me defendía como
podía: Empeñado en convertir mi vida en una alegría continua –algo imposible
salvo para los iluminados – (o eso dicen: también puede ser que iluminarse sea
lo mismo que apagar la luz, morirse: Y
todo mentira como canta UG Krishnamurti)-, meditaba a regañadientes, pero meditaba:
La
vieja costumbre de imaginar en la soledad un alter ego y examinar seriamente junto a él mis pensamientos,
sentimientos y acciones, acumulaba una antigüedad de más de 30 años: Pues recuerdo
la primavera de 1977 y su 15 de junio y el rostro de Adolfo Suárez –Descanse
En Paz- en todos los carteles electorales; y yo ya
meditaba aunque no le diese ese nombre pomposo.
-(Quizás es cierto como asegura Mukunda en su autobiografía, que el karma, -el residuo de las meditaciones
realizadas en encarnaciones anteriores- ,
subsiste de algún modo, como un automatismo:- De manera que hay niños más reflexivos y
silentes que otros, personas que aman más la soledad por el viejo hábito adquirido de la meditación.)-
-(Y quizás en el “quizás”se encierran todas las maldiciones de
las que no consigo zafarme; lejos del Romance Cósmico con el Amado que gozan
los santos como Paramahansa Yogananda, cuyo nombre no soy digno ni de escribir).-
- - Eso te ha quedado muy bien:
Ceremonioso y humilde. ¡Suplica algún favorcillo, es el momento!
-( Un quizás suspira siempre desalentado en
mis labios, en nuestros labios a
pesar de mi intento por hacer de mi vida
una afirmación de la vida.- Y será posible que en otras existencias Yo
aspirase la fragancia de las flores secretas de los valles del Tíbet mientras
mi corazón resonaba natural con el Om, absorto en Eros
que es Krishna.- Pero solo lo fantaseo, no lo
recuerdo, mientras que Mukunda podía rememorarlo claramente.- Y de nada sirve
compararme con Él, tener su estampa encima de mi mesa o más o menos cerca desde
hace muchos años, dejarme el pelo largo como el Cristo de la India, imitarle:
Si en el arte las imitaciones no valen, tampoco en la “búsqueda espiritual”.- Sin embargo es normal “tener modelos”, algo
por donde empezar.-- ¿¿Quizás?? – Es como si al pronunciar la discreta y a la vez astuta
palabra “probablemente”, - “tal vez”, “acaso”, matices...- y esbozar el gesto sobrio del descreído, se
abriera la caja de todos los males; y se desvaneciera la anámnesis).-
- - Vaya frase: La oye uno y hasta
parece que recuerda...
-
De modo que en Yoga-Droga y no en Yoga-Ananda
meditaba y me recogía aprox. 100 días al cabo del año. Tres meses sin drogas
eran para mí más que suficientes. –Me echaba buenos sermones a mí mismo
mientras Morphi seguía barriendo frenética, a golpazos los escalones de mármol
de su casa adosada.- Entonces no teníamos gatos ni perros que, como no hablan,
son compañeros ideales; y si no meditas
con ellos, es que estás totalmente loco.
-
(En contra de la prepotencia de Aristóteles, “carecer”
de habla, de palabras, puede que haga más sabios a los animales. Tal vez fue
eso lo que hizo escribir a Leonardo: “Los humanos tienen muchos medios de expresión y a menudo lo
que dicen es falso o inútil , mientras que los animales tienen pocos pero todo
lo que dicen es verdadero y necesario”. - ¿Y no fue el mismo antiguo
amigo de Estagira, el fundador de la bella utopía del Lyceo, el que dijo que,
según se hacía viejo, prefería cada vez más los mitos a la filosofía? –Hasta
Aristóteles meditaba a su manera de vez en cuando. Aunque no entonara el Om con
pedantería ni adoptara la posición del loto haciendo el indio).
- - Ese tipo de frases, convencen. Es
como si te las arrancaras del pecho. Di que sí, machote.
-
Meditaba y miraba a Morphi debatirse con
colonias de pelusas que se habían instalado en los rincones de la escalera de
mármol. (Se cree que proceden de diversos objetos como las mantas que los
sueltan y dan lugar a estas pequeñas bolas grises de flecos; la verdad es que
son un gran misterio).
-
Ella daba la vuelta a la escoba y
con dedos inteligentes –más expresivos que el baile multiforme de la araña- separaba
las hilachas de pelusa de los pelos negros del cepillo. - Luego volvía a atacar
otro escalón. Cuando alcanzase el primer piso abordaría el barrido de 3
dormitorios, un cuarto de baño y dos terrazas pequeñas . Luego, volvería a la
planta baja para fregarla de arriba a abajo, no sin antes haber tendido la ropa
en el patio de atrás y haber puesto
otra lavadora. (no intento hacer una descripción de la planta con miras a un
posible comprador que amortice la hipoteca).– Eran todavía las 4 ó las 5 de la tarde de una jornada de
verano en voto de Silencio pero calculé que para cuando se pusiese el sol, aún
no habría terminado sus tareas de limpieza.- Mis planes en cambio consistían en
masturbarme durante aquellas 5 ó 6 horas y cuando me saturase, ir a la piscina,
hacer yoga o leer poesía coreana .
-Seguí meditando: La verdad es
que la cintura y los brazos de Morphi se estaban pegando un buen tute. Yo sin
embargo –semejante a un personaje de novela de los 80, sádico y caníbal como el
de Me debes una Cena- solo fantaseaba con besar su cintura que huele mejor que
la de Shakira, poner mis manos sobre su espalda que no será perfecta pero que
es la espalda que Yo amo, la carne canela y pecosa de la mujer que yo quiero.-
Hoy quedo excluído de los trepidantes trajines de saneamiento doméstico que se
trae Morphi.- Es mejor que me quede en mi cuarto meditando, fumándome unos
porros, haciéndome unas pajas, sintiéndome culpable pero vacío, escribiendo
mi famoso Catálogo que no termino nunca para no tener que morirme, escuchando
los golpazos de la escoba que son como los golpes de mi Alma, de Morphi.
-Es mejor que me quede en mi despacho meditando, que no mueva un
músculo como buen macho indoeuropeo semi-francés, aflamencado, adaptable a la
muslima avenida Atenas de Marsella, una verdadera rumba de verano y de
playeo.
- Eso sí, cuando caiga el sol, haré mi aparición estelar y prepararé la
cena anunciándolo a bombo y platillo; Yo no he hecho voto de silencio. Mis
famosos spaghetti Frigiliana o
cualquier otra cosa que les guste y que tarde 20 minutos. Una victoria fácil. -
Siempre que les hago la cena, experimento con ellos (con Morphi y su retoño) echándole
ingredientes que ellos no suelen comer y que les dan asco. - Aunque a mí me
gustan.- Una vez llevé a Morphi a un
restaurante donde le sirvieron primero un sorbete de guacamole agriado que le
deformó la cara de repugnancia y de segundo un filete de atún a medio hacer que
ingirió entre arcadas.
-Pero ahora ya no es entonces. Entonces tal vez fue luego.
–¡¡Vaya frase, tío, vaya frase, es jodidamente
inteligente!!
- Ahora son las 10 ó las 11 de
la noche, de un día de principios de julio, estamos en la estación iniciando
nuestro largo viaje y ella ¡sonríe todo el tiempo! A veces hasta se ríe -está
en uno de sus 10 días de felicidad anuales.
- Tengo calculado para ella un
promedio de 36. 5 % de tiempo dichoso al año.- (Habría que preguntarle a Morphi
qué piensa destos datos estadísticos; seguramente se elevaría la nota...) - (O
no: Esta es la posibilidad más triste... - En realidad no sé qué diría.)- Pero como soy yo el que lleva la cuenta de sus sonrisas y
lágrimas, el que mide hasta las centésimas de su alegría en este tren-hotel de
chapa azul obscuro, como soy yo el que registro esa excitación fascinada en sus
ojos –que se vuelven más intensamente verdes al chispear entretenidos por todo
lo que están viendo... - Esta noche. Y todas las noches que seguirán.- Entonces.
-Mientras planeamos, besándonos en el camarote,
nuestra cenita romántica en el
restaurante del tren... - ¿Acaso cometemos un delito?, ¿es obligatorio
meditar en el rostro del hambre antes de ofrecer y de ingerir los alimentos?,
¿para qué?, ¿para avergonzarnos?, ¿sería lo más santo no comer en absoluto?,¿o
al menos no comer carne?, ¿o no entrar nunca a un restaurante ni a un bar?- Sentados a la mesa pequeña como un pupitre, cara a cara y
los platos bajo la lamparita, Morphi empieza a contarme Asesinato en el Orient Express; recuerdo que lo leí en una vida
anterior, tal vez a los 12 años, pero apenas me acuerdo de nada; es mucho más
misterioso cuando lo cuenta Morphi.
-
¡¿Y a mí qué cojones me importa que la humanidad váyase a tomar por culo?!
-El traqueteo no
resultaba molesto en aquel vagón-restaurante donde éramos los únicos
comensales. Las apariciones y desapariciones del también único camarero, tenían
algo de inquietante en un espacio tan pequeño: ¿A dónde iba, de dónde salía?
–Todo parecía indicar que no había comida ni cocina ni camarero. –Y Morphi,
contenta, seguía narrando el crimen de Agatha Christie y la velada iba tomando
un cariz más y más novelesco... Se parecía a la historia de Susana de Me debes una Cena cuando va en tren a ver a Ramón al Norte y tiene una aventura sexual
incompleta con un señor mayor al que le saca, de paso, dinero y joyas...
“...Durante
un buen rato sólo oyó el rumor de las poleas y las plataformas del tren, un
sonido distinto claramente del que habría producido un trailer a gran velocidad
por una autopista vacía, viajaban hacia
S*** en tren, era de noche... De pronto esta certidumbre lo absorbió todo y
su eventual compañero de mesa le pareció
el hombre más ridículo del mundo. Al dejarse desprender de la pulsera en la
muñeca y en el minuto siguiente del collar, sólo conservaba sobre la piel el
anillo de casado y ella, riéndose cada vez con mayor histrionismo no pensaba en
otra cosa sino en no salvar del despojo absoluto a aquel maduro sin carácter...”. -
-Yo no deseaba sino que siguiera hablando. La inteligencia narrativa sin
duda existe. Es la capacidad de recrear la vida con palabras. Pero es mucho más
que eso: Es la voz pausada de Conchi haciéndose cargo, con una novela de
misterio , de la larga travesía que iniciamos. Su voz verde como sus glaucos es
el sonido más acariciador del universo. Ni los álamos de la ribera hacen un
rumor tan deleitoso. Ni el silbido del sinsonte de Silvio.
– Qué bonito, tío, qué bonito aunque no hayas
visto a ese pájaro en tu puta vida ni sepas cómo se escribe-
- Su voz me calmaba. Me calma...- Un camarero fantasmático brotado de
no sé qué dependencias ocultas me sirve el muslo asado de un pollo con un hueso
blanco evidente, en ristre, que convierte todo aquel lujo en algo terrible...-
El camarero es el Espíritu del Mal y me recuerda lo que soy: Un carnívoro
primitivo devorador y asesino de animales, un maltratador de mujeres, un cabrón
hijo de puta que tiene dinero para hacer el mal por aquí y por allá...
-La voz de Morphi me calma:
También cuando grita y me hiere, cuando la punta negra de sus ojos glaucos,
glaucos –ardientes- se clava en mi cara y hasta parece que me odia. (Querida
Lectora, no estoy hablando sino de impresiones frescas con una antigüedad de no
más de una semana; esto no es literatura de diseño ni novela de producción sino
escritura vivida y palabra en el tiempo:)
- Pero, eso no es
bonito ya es, ... ¡es precioso! Remata ya diciendo: ... “Poesía”.-
...También entonces. La
edad ha afilado su cara pero la ha dotado de más expresión. -Es tan rara que
siempre la toman por rumana, por bielo-rusa, por irlandesa, por francesa. Yo le
recomiendo que se presente como serbo-croata que son rarísimas y además van
adornadas por un prestigio de exterminio a lo Milosevic.
-Cuando
me mira así, - iracunda, flamígera como su pelo- veo a la mujer que yo mismo he
diseñado y producido a lo largo destos años. Me entran ganas de llorar:
Gracias a ella recuerdo lo que soy: uno de tantos hijos de puta que no mueven
un músculo pero hacen llorar a las mujeres. Un ser muy inferior al noble gorila
con su harén, al orangután monógamo o al chimpancé relajadamente promiscuo (charla y bromea con los otros machos de su
manada mientras hace cola para copular con la chimpancé, a la manera de la
cerda de Alí).
-Pocas
veces pienso en serio que Morphi no exista (ni su cachorro). Que sean
personajes como esos que inventan los esquizofrénicos en su soledad, gente que
no existe, amigos invisibles con los que sin embargo mantienes una relación
desde hace 9 años. Y sin embargo en la cercanía de la Muerte, la
presencia de todo el mundo, hasta la de Morphi, adelgaza como si en el río de las
reencarnaciones todavía no pudiera
recordar del todo quién soy, quién es esta mujer pelirroja que se agita
intentando que yo recupere la conciencia... -...Hasta que oigo su voz que es
como si me devolviese el espíritu: Su voz angustiada
pero hermosa me devolvió a la vida.
-Pero
ahora, en el inicio de nuestro viaje, es
feliz y yo miro sus labios de borde fino, sus finas guedejas pelirrojas, su
fino seseo sureño, y sueño ya que nos vamos pronto a nuestro compartimento, que
nos acostamos en la litera de arriba y hacemos el amor sobre la cabalgata del
tren que nos ciega. Y que dormimos juntos mirando el cielo atravesar nuestra
ventanilla. Y que no nos separamos.
EL SUEÑO DEL TREN
(Continuación)
... Barcelona, Cérbère, Carcassonne, Tours, Rennes, Roscoff, Roslaer,
Dublín, Crew, Edimburgo, Glasgow, New Lanark, la frenética Londres, la apacible
Lille, Marsella en manos de los benimerines y de nuevo Barcelona donde sentimos
–a despecho de la vocación francófila de los catalanes- que habíamos regresado
a España y a sus amenos rasgos culturales.- Yo me había colocado en los
confines: en el Cabo Norte, en los Urales, en Estambul; pero, por mucho que
viajases, no daba tiempo a tanto; como me había temido, se trataba de un timo
legal urdido por las compañías de ferrocarril europeas. Igual que la UE.
Morphi también amaba la
poesía de las estaciones, el rumor de las poleas sobre los rieles, el
voluminoso gusano de metal surcando los campos, asomarse a la ventanilla en una
curva y ver su largo cuerpo reptante bajo la luna. Esas paradas inútiles de
madrugada con todo el mundo mal dormido e impaciente por volver al ensueño del
tren; su adormecedor traqueteo, semejante por su gravedad al Om, como si
demostrase que en el fondo todo funciona: el mundo natural y el humano.
La cena del Orient
Express para celebrar nuestra partida, había estado muy bien y vimos trenes de
todos los colores y de todas las formas posibles. Y atravesamos todo tipo de
paisajes. Desde el pequeño ferrocarril de vía estrecha que se adentraba en un
túnel de fronda a través de los bosques de las Tierras Altas de Escocia hasta
el implacable TGV que devora la enormidad del mapa de Francia en cuestión de
minutos.
Morphi ama a su manera la
Poesía. Y la
encarna.- Comprendo al hombre de nuestro siglo que no cree en la Musa;
porque no la ha conocido. La Musa es el Eterno Femenino orientando y
re-orientando una y otra vez al hombre, llevándole siempre más arriba,
inspirando la tentación por lo difícil, por la Poesía.
-
Si alguna vez pensé que Morphi me iba a hacer sentar la cabeza, dejé para
siempre de temerlo cuando en San Gotardo me animó a coronar por las montañas el
famoso paso inmortalizado en una acquarella
de Turner, en vez de hacerlo cómodo y rápido a través del moderno túnel.
-
Yo conocía desde pequeño la leyenda
de los perros de San Bernardo, esos gigantes altruistas suizos criados y
adiestrados por monjes: Un extranjero temerario, un turista, agonizaba bajo la
ventisca de nieve en medio de un paisaje alpino semejante al Polo Norte; estaba
a punto de dar el último suspiro cuando
veía la imagen salvadora: Un perrazo que era como el Yeti pero con un barrilito
de cognac colgado del collar. El desesperado bebía y el San Bernardo se dejaba
hacer. El hombre entraba en calor y tambaleándose era conducido por el buen can
hasta la abadía.- Desde siempre había querido ver con mis propios ojos a esos
héroes peludos que se paseaban por los Alpes por si alguien necesitaba
asistencia.
- La Musa, que es Eros y no lo sabe, me conduce
a las cimas, a las cumbres, no a los túneles.
-
Sí, de acuerdo pero los temibles
picos de los Alpes no habían hecho más que empezar: Suiza era una trepidación
de sierras infinitas: Después del Paso de San Gotardo hablaban en alemán del Furka-Paβ aún más alto y más peligroso. -¿Qué había que entender en
este mensaje de la Musa: que no se terminaban tan fácilmente las cuestas?- Sí,
la metáfora de Eros es un discurso continuo, la conversación con Dios se
desarrolla pausada, sin interrupción en los sótanos del alma.
-
Lo que ella no había imaginado eran los
momentos malos del viaje: Cuando el convoy se detiene en la madrugada a pocos
kilómetros de Barcelona porque alguien se ha arrojado a las vías. Todo el mundo
confirma que no se trata de un accidente. Rostros duros, recién despertados
parecen interrogarse en silencio por el suicida. – De alguna manera se reza por
él cuando nos ponemos de nuevo en marcha y nuestro tren despacio y solemne
patea los raíles donde tumbó su cabeza.
-
Ella no se había imaginado la monotonía del
tachún-tachún, siempre rítmico, incluso al ganar o perder velocidad. Ese sonido
me sumerge de inmediato en el sueño, como si un hechizo me persiguiera en todos
los vagones de Europa donde la mosca tsé-tsé me pica cada vez que tomo asiento. Soy Morfeo que se escapa de la realidad
muchas veces en un día a través destos pasillos hacia otros mundos acunados por
poleas.- ¡Debe ser que en el fondo no me está gustando lo que estoy viviendo!
Es triste que soñemos más, cuanto más vacía está nuestra vida.
- Morphi no se había imaginado el cruel
espectáculo de las gaviotas recibiéndonos en la friolenta estación de
Inverness, el comienzo de la ruta del Ártico, casi podía sentir el magnetismo
del Polo.
- Ni el instante absolutamente muerto de la terminal de Roscoff. - Ni
la planicie de sus muelles desiertos, arrasados por un viento frío en pleno
verano, como si las islas nos saludaran ya amenazantes y británicas. -Una
travesía errada. - Cualquier viaje presenta alguna equivocación.
- Morphi solo se había imaginado lo bello y lo bueno de la poesía del
tren, no la sucia y destartalada estación central de Dublín donde nada recuerda
a Oscar Wilde ni a James Joyce ni a Seamus Heaney; ni sus estatuas.
- No se hubiera imaginado que una astuta funcionaria del
ferrocarril francés nos estafaría cerca de Cérbère cobrándonos no sé qué
suplemento que desvió a sus bolsillos. (Este final de viaje me confirmó las
verdaderas intenciones de los gobiernos y de la UE en general: timarnos).
- No vio en sus fantasías la majestuosa estación de Marsella, blanca de
volutas y de mármol de Grecia, descender por la estragada escalinata con
figuras clásicas hacia la avenida de Atenas invadida por completo por población
masculina de bigotito islámico, té, shawarmas,
ocio y machismo... Podría estar en mi ciudad, en determinadas calles donde los
magrebíes son mayoría aplastante.
- Me siento seguro porque llevo con los de la
Media Luna y la utopía de Al-Arabiya
desde niño. Me resulta extremadamente fácil comprenderles y llevarme bien
(aunque para “respetarles” es necesario admitir cosas como que la mujer
occidental es una cerda o que Dios no puede manifestarse como mujer ni como
hijo). No me impresiona este ambiente de kashba
en plena Marsella; ya lo he visto antes en el centro de Bruselas y en la Türkenstrasse de Berlín, y en Arlés y en
mil sitios. Podría estar en la medina de Tánger, o en Trípoli o en Algeciras,
Delhi no porque es más cutre... Se globalizaba el chusmerío oriental, no solo McDonald´s.
- En una vana tentativa de llegar a un choque con ellos, busco por las
calles una pensión al límite de la sordidez que pudiera tolerar mi ladera: Es
inútil: Voy con una mujer demasiado elegante: Es la
sucesora de Beatrice y de la Laura del Dardo, es Layla la que
enloqueció a Majnún. La Condesa de Trípoli de la que se enamoraban los
trovadores por lo que oían contar de ella. Es la mujer arquera del mercado ante
la que se postró Saraha. Es Leonor y Guiomar en una evolución del hada/musa. Y
el muso obscuro de Lorca que tiembla
de pies a cabeza en Bodas de Sangre. Y
la flor volcánica del spleen de
Baudelaire. - Por tanto –como la Lesbia catúlea, o Midons, o Abla, o María, o
Amarylis, o Margarete, o Sulamith, Venus de Soleil
et Chair- una mujer distinguida.
- Llegamos al último escalafón de aquel descenso cuando por fin dimos
con un verdadero delincuente de aquellas desaseadas calles antaño burguesas y
donde ahora solo se oía hablar en árabe.
- Se veía claramente que era un yonqui local infiltrado entre los
musulmanes que estaban destrozando su ciudad hasta convertirla en un cadáver
leproso como cualquier otra capital del Tercer Mundo. No me inspiraba miedo
aunque supuse que su intención no era otra que la de arrastrarnos a algún
rincón donde pudiera desplumarnos sin testigos. Yo me acordaba de Jean Genet y
su Diario de un Ladrón.
- La verdad es que no me parecía tan fácil que ejecutara su plan:
Llevábamos muchos kilómetros en las piernas y en la memoria y yo estaba
dispuesto a partirle la cara en nombre de todos los marselleses desplazados por
la marea migratoria del Norte de África.- Empecé a charlar con él sin dejar de
provocarle con media sonrisa: Le daba a entender que aunque me acompañase mi pareja, estaba dispuesto a internarme con
él en cualquier oscura esquina para arreglar cuentas:- El porvenir de Francia
–mito de mi infancia- se convertía en una especie de rabia racista y el odio
avanzaba en mi corazón incontenible, con ganas de expansiones.
- Pero Morphi –como había sucedido más veces en
nuestro viaje- aunque habláramos en argot
de banlieue y ella no supiera francés,
entendió por una corazonada lo que nos traíamos entre manos, y me paralizó con
una mirada fulminante.
- De repente ella se hizo cargo de la situación: Al lado mismo de la
estación, en lo alto de la escalinata, había un Ibis
con la recepción encendida. Parecía el último reducto de Occidente, un elevado
baluarte donde aún funciona la tarjeta Master-Card, sobre el lobby
se derrama la luz de lámparas de 400 watios (no las bombillejas de zoco de
allí abajo) y el recepcionista permanece despierto y atareado en su impecable
traje, librándonos de un encuentro con resultados de violencia física con el
maleante grandullón que no ha dejado de perseguirnos ni un minuto y que se
cuela todavía en el mismo vestíbulo del hotel pero por la otra puerta. -Se va a
quedar con las ganas de cerrar ningún
trato conmigo.
Pero qué narices
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